El jueves 17 de julio se confirmó el regreso del submarino nuclear HMS Anson (S123) a la base naval de Clyde, Escocia. Esta maniobra, aparentemente rutinaria, deja sin cobertura submarina al Grupo de Ataque liderado por el portaaviones HMS Prince of Wales (R09) de la Real Armada británica (Royal Navy), actualmente desplegado en el océano Pacífico Occidental.
Con la salida del HMS Anson del Indo-Pacífico, se concreta un hecho poco común en el despliegue de Grupos de Ataque integrados por portaaviones: la ausencia de un submarino nuclear de ataque, el cual opera de manera encubierta y adelantada al grupo liderado por un buque capital. Fuentes navales británicas confirmaron que, al día de hoy, ningún submarino de ataque de propulsión nuclear de la Armada Británica se encuentra en operaciones en el mar, lo cual pone en evidencia tanto la falta de disponibilidad técnica de estas unidades como el estado crítico de la infraestructura de mantenimiento en tierra.

El HMS Anson había zarpado de Gibraltar el pasado 10 de junio y, lejos de dirigirse a reforzar la presencia en Asia, regresó al Reino Unido sin haber participado activamente del despliegue del Grupo de Ataque del HMS Prince of Wales. Esta situación contrasta con lo ocurrido en 2021, cuando los submarinos HMS Astute y HMS Ambush acompañaron al HMS Queen Elizabeth durante su primera misión en Asia.
Una flota avanzada con una realidad estructural frágil
A pesar de que la clase Astute ha sido presentada como la más avanzada y silenciosa en la historia de la Armada Británica, la disponibilidad operativa de sus unidades es alarmantemente baja. Actualmente, los cinco submarinos activos de esta clase no están en condiciones de operar en el mar:
- El HMS Astute, primer buque de la clase, ingresó a finales de junio en su proceso de modernización de media vida en la base naval de Devonport. Se trata de una actualización profunda que podría extenderse por varios años.
- El HMS Audacious, otro miembro reciente de la clase, permanece en dique seco en Devonport desde febrero de 2025.
- El HMS Ambush se encuentra en la base de Faslane y lleva más de tres años sin salir a navegar.
- El HMS Artful, también en Faslane, no ha realizado operaciones desde hace más de dos años, aunque se espera su reactivación en el corto plazo.
- Por último, el HMS Agamemnon, sexta unidad de la clase, se encuentra en fase de pruebas en el astillero de Barrow y no se espera que entre en servicio operativo antes de 18 meses.

Las razones detrás de esta situación no solo se vinculan a factores técnicos. Las restricciones logísticas y la limitada infraestructura de mantenimiento en tierra han impedido que los submarinos tengan rotaciones fluidas. En Faslane, el uso prioritario de los diques es para los submarinos balísticos clase Vanguard, mientras que en Devonport solo existe un dique seco disponible para submarinos de ataque hasta que se complete la modernización del Dique 10, prevista recién para 2027.
Además, durante el diseño de los Astute, no se priorizó la facilidad de mantenimiento a largo plazo, lo que ahora genera extensos períodos de inactividad en puerto. Todo ello representa una paradoja entre la tecnología de vanguardia de estas unidades y su limitada presencia efectiva en operaciones reales.
Relevancia de los submarinos de ataque
Los submarinos de ataque con propulsión nuclear son una pieza fundamental en cualquier grupo naval que opere en escenarios de alta intensidad. Su principal función es actuar como punta de lanza encubierta: se adelantan a la flota principal, reconocen el espacio marítimo, detectan amenazas —como minas, otros submarinos o buques enemigos—, y transmiten esa información de forma anticipada. Gracias a su velocidad, autonomía y capacidad de permanecer sumergidos por tiempo indefinido, estos submarinos pueden operar en áreas hostiles sin ser detectados, generando una capa de protección crítica para el resto de la agrupación naval.

En particular, cuando un grupo de ataque está encabezado por un portaaviones, la presencia de submarinos de ataque adquiere una relevancia aún mayor. Los portaaviones son blancos estratégicos de alto valor y, por ello, requieren protección activa y pasiva, tanto en los dominios aéreos, marítimos y submarinos. Un submarino de ataque puede neutralizar amenazas enemigas antes de que estas se acerquen al grupo principal, cumpliendo también tareas de inteligencia, guerra antisubmarina y control del entorno marítimo. La ausencia de esta capacidad en el despliegue del HMS Prince of Wales expone vulnerabilidades tácticas importantes en un escenario tan estratégico y de importancia para el Reino Unido como el Indo-Pacífico.
Un despliegue de poder sin uno de sus pilares
A pesar de esta ausencia, el HMS Prince of Wales continúa su misión en el Indo-Pacífico con escolta de buques de superficie y aviones F-35B a bordo. El portaaviones británico, uno de los más modernos del mundo, representa una clara expresión de proyección geopolítica del Reino Unido en Asia. Sin embargo, la falta de cobertura submarina debilita en parte el mensaje estratégico que Londres pretende enviar a sus aliados —y a sus competidores— en la región.

La Armada Británica espera revertir esta situación en los próximos años con el desarrollo del proyecto SSN-AUKUS, que contempla la construcción de doce nuevos submarinos nucleares como parte del pacto trilateral con Estados Unidos y Australia. No obstante, se trata de un horizonte todavía lejano. La situación actual muestra que, si bien el Reino Unido dispone de una fuerza submarina de alta tecnología, carece de la capacidad logística para sostener su operatividad de forma continua.
El regreso del HMS Anson y la situación de los restantes submarinos Astute revelan las grietas ocultas de una potencia naval histórica, que busca mantener su influencia global sin contar con todos los instrumentos que dicha ambición requiere.
*Imágenes a modo ilustrativo.
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