Por Kenneth R. Timmerman
08 de junio 2014 | 03:55 am
Militantes talibanes de pie en la parte de atrás de una camioneta con misiles termodirigidos Stinger.
En su nuevo libro, “Dark Forces: La verdad sobre lo ocurrido en Bengasi” (Broadside Books), el escritor Kenneth R. Timmerman explica cómo los esfuerzos del gobierno de EE.UU. para armar a los rebeldes libios resultaron contraproducentes, inundando de armas a Siria, y como se revela aquí, Afganistán:
La administración Obama no solo está devolviendo al Talibán sus comandantes- les está dando armas.
Registros y fuentes militares revelan que el 25 de julio de 2012, combatientes talibanes en la provincia de Kunar alcanzaron exitosamente un helicóptero CH-47 del U.S. Army con un misil Stinger nueva generación.
Pensaron que tenían un derribo asegurado. Pero en lugar de estallar en llamas, el Chinook simplemente desapareció en la oscuridad cuando el piloto estadounidense recuperó control de la aeronave y relizó un aterrizaje forzoso.
El equipo de asalto saltó por las puertas abiertas y salió corriendo en el caso de que explotara. Menos de 30 segundos más tarde, el artillero talibán y su camarada estallaron en llamas cuando helicóptero de combate estadounidense sobrevolándolos descubrió su posición y abrió fuego.
Al día siguiente, un equipo de desactivación de explosivos llegó a recoger los restos y encontró piezas sin explotar de una caja de misiles que sólo podía pertenecer a un misil Stinger.
Alojados en la góndola derecha, encontraron un fragmento que contenía un número de serie entero.
La investigación llevó tiempo. Retorcieron los brazos, narices fueron rotas. Pero cuando llegaron los resultados, fueron sorprendentes: El Stinger fue rastreado a un lote que había sido firmado por la CIA recientemente no durante la yihad antisoviética.
Informes sobre el Stinger alcanzaron los niveles más altos del comando de EE.UU. en Afganistán y se convirtieron en una fuente de intensas especulaciones, pero ninguna acción.
Todo el mundo sabía que la guerra estaba llegando a su fin. Revelar que los talibanes tenían Stingers hechos en Estados Unidos arriesgaba desmoralizar a las tropas de la coalición. Debido a que no hubo bajas de la coalición, los funcionarios del gobierno no hicieron ningún anuncio público sobre el ataque.
Mis fuentes en la comunidad de Operaciones Especiales de Estados Unidos creen que el Stinger disparado contra el Chinook fue parte del mismo lote que la CIA entregó a los qataríes a principios de 2011, armas que el Departamento de Estado de Hillary Rodham Clinton destinó a las fuerzas anti-Khadafy en Libia.
Ellos creen que los qataríes entregaron entre el 50 y 60 de esos mismos Stingers a los talibanes a principios de 2012, y 200 SA-24 Igla-S adicionales
Ahora se espera que Qatar retenga cinco comandantes talibanes liberados de Guantánamo durante un año antes de que les permita ir a Afganistán.
Pero si no podemos confiar que los qataríes no cederán nuestras armas a los talibanes, ¿cómo podemos confiarles esto?
Fuente: How the Taliban got their hands on modern US missiles