Naufragios, ratas y cucarachas.

Tomas Etzler es un periodista y cineasta que lo ha cubierto todo, desde la guerra de Afganistán al tsunami japonés de 2011, durante una carrera que ha abarcado casi tres décadas. Su asignación más reciente lo llevó a uno de los destinos más remotos en el Mar del Sur de China, para atestiguar de primera mano una disputa internacional única.

Historia y fotografías de Tomás Etzler para CNN.

El Sierra Madre fué fondeado en el segundo banco de Thomas por las autoridades de Filipinas en la década de 1990. Un destacamento de infantes de marina se encuentra estacionado en el casco herrumbrado.

Punto muerto en los mares del Sur de China.


Islas Spratly, mar del Sur de China.

A primera vista, paréce un barco fantasma anclado en el medio del océano, pero éste oxidado y antiguo buque de guerra de la Marina EE.UU. infestado de ratas, está úbicado en realidad, en primera línea de una disputa cada vez más tensa entre Filipinas y China.

Deliberadamente fondeado en un pequeño arrecife en el Mar de China meridional, que parte de una cadena de islas reclamadas por ambos países asiáticos, el Sierra Madre es ahora la inaudíta base para un destacamento de infantes de marina filipinos que vigilan el atolón, explorando las aguas color turquesa en busca de barcos chinos.

Tan sólo llegar a este inusual punto de referencia, ubicado a 105 millas náuticas (194 kilómetros) de la provincia de Palawan en Filipinas occidental, es una experiencia que provoca calosfríos.

Nos acercamos al arrecife sumergido en nuestro viejo barco de pesca de madera a toda velocidad – 11 nudos por hora- . Desde el norte, un moderno buque buque guardacostas chino, se acercaba a por lo menos el doble de rápido con la intención de bloquear nuestro camino. Un segundo barco chino, rápidamente se acercó desde el sur con la misma idea.

Pero no lo logran. Después de varios minutos llenos de tensión, entrámos en el banco de arena, que era demasiado poco profundo para que los barcos chinos más grandes pudieran continuar. Algunos de los pescadores en nuestro barco agradécen con oraciones, ya que no siempre sucede así.

Probablemente, és justo decir que no muchas personas han oído hablar del segundo Banco de Thomas, que se conóce como Ayungin en Filipinas y Ren’ai Jiao en China. Este arrecife en forma de lágrima, es parte de las Islas Spratly, un archipiélago a medio camino, en su mayoría deshabitadas entre Filipinas y Vietnam, reclamadas en su totalidad por China y en diversas partes por Filipinas, Brunei, Malasia, Taiwán y Vietnam.

Para complicar las cosas, el conflicto ha arrastrado a los Estados Unidos, que tiene un acuerdo de defensa mutua con Filipinas e insta por una solución pacífica. También, se ha trabajado en generar lazos de seguridad más estrechos entre las Filipinas y Japón, que és en sí mismo, un dolor de cabéza respecto a China sobre las islas en el mar meridional.

Si bien algunas de estas disputas se centran en poco más que grupos de islotes deshabitados, el resultado de esta disputa territorial tiene el potencial de influir en el equilibrio de poder en la región. El valor de algunos de estos territorios, en realidad, se encuentra en el subsuelo marino, sembrado de bolsas de gas natural y petróleo – como hemos visto recientemente, con el despliegue de equipos de perforación de exploración de petrólífera por parte de China en las islas Paracel – otra cadena en disputa en el Mar del Sur de China.

El comienzo de un viaje difícil

Cómo llegar al segundo banco de Thomas tomó meses de negociaciones con las autoridades filipinas – a causa de las preocupaciones logísticas y de seguridad – y luego siete días más de viaje en barco, empecé la odisea en abril de éste año en Puerto Princesa, capital de la provincia de Palawan. Estaba viajando con Eugenio Bito-Onon Jr., alcalde de Kalayaan, el más pequeño y uno de los municipios más pobres de Filipinas. Se compone de 10 islotes y arrecifes situados en el extremo norte de las diminútas Islas Spratly.

Nos dirigimos primero hacia Pag-asa, la única isla en el área con población civil. También fue el punto de parada para llegar al Sierra Madre. Por lo general, con sede en Puerto Princesa, Bito-Onon sólo logra viajar a Pag-asa una vez al año. Nos detuvimos en algunas islas más pequeñas durante el viaje, en cada una de ellas contaban con pequeños destacamentos de marines filipinos -la última línea de defensa contra el avance extranjero-.

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El viaje: el periodista Tomas Etzler realiza el largo viaje a Pag-asa en el territorio de las Islas Spratly, reclamadas por las Filipinas y China.

Algunos de estos marines admitieron que era una misión solitaria, pero dijeron que estaban orgullosos de servir en un puesto tan remoto en defensa del territorio de Filipinas. Otros afirmaron que era “divertido y emocionante” para controlar los buques extranjeros, en su mayoría chinos, entrando en sus aguas.

Al final del tercer día de nuestro viaje, llegamos por fin en Pag-asa, la segunda isla más grande de las Islas Spratly. Anteriormente una base militar, el gobierno de Filipinas alentó a los civiles a vivir aquí en 2002. Más de 12 años después, y 120 personas que ahora viven al lado de las pequeñas unidades de la Fuerza Aérea de Filipinas, la marina y los marines, siguen estacionados aquí.

Jacqueline Morales, de 28 años, se trasladó a la isla de Palawan, con su esposo y dos hijos. Quería servir a su país y se enteró de que Pag-asa necesitaba docentes con urgencia. Mientras que los costos de vida de los residentes están parcialmente subvencionados por el gobierno central, admitió que el “factor chino” es una preocupación real.

“Miro la televisión. Sabémos que los chinos están interesados en la isla”, dijo. “Aquí, estamos preparados por si acaso China nos ataca. La escuela fue asignada como centro de evacuación. Estoy nerviosa porque podría suceder. ¿Qué será de nosotros?”

Preparándose para el bloqueo chino

Como se planificó, la parte final de nuestro viaje – a la propia Sierra Madre – hablamos de la posibilidad de encontrarnos con los barcos de la guardia costera de China, junto con la modesta tripulación del barco de pesca que contratamos para ésta etapa del viaje. Nos dijeron que los chinos han detenido o intentado detener los barcos que entran en el banco.

Estuvimos de acuerdo en que la estrategia sería que, a menos que el capitán sintiera que su barco estaba en peligro de ser embestido -no poco común en muchas de las disputas territoriales en esta región- tratará de maniobrar, eludiendo a los chinos para llegar a destino.

El Sierra Madre, fué construido por los Estados Unidos en 1944 para servir en el Pacífico como una nave de transporte durante la 2ª Guerra Mundial. Cambió de manos un par de veces después de la guerra.

Primero fue transferido a la marina de Vietnam del Sur durante la Guerra de Vietnam, y luego a las Filipinas después de la caída de Saigón, ahora conocida como Ciudad Ho Chi Minh. En 1999, Filipinas encalló intencionalmente al Sierra Madre en el segundo banco de Thomas.

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Barcos de la guardia costera de China se ciernen en el horizonte más allá del banco, que forma parte de las Islas Spratly – el territorio reclamado tanto por las Filipinas y China.

El entonces secretario de Defensa, Orlando Sánchez Mercado, afirmó que fue en reacción a la decisión de China en 1994, de tomar el control de Mischief Reef, a sólo 13 millas náuticas al noroeste del banco Thomas.

“Nos vimos obligados, y no tuvimos más remedio que encontrar una vía por la cual podámos mantener nuestra presencia”, explicó. “Y durante nuestra guardia, decidimos que lo mejor que podíamos hacer era emplazar éste buque en particular y mantener a nuestras tropas allí. Ellos han estado allí durante todo este tiempo.”

Manila reclama que los lugares en disputa, se encuentran dentro de las 200 millas náuticas de su zona económica exclusiva.

China, que lláma a las Islas Spratly como las Islas Nansha, sostiene que fué la primera en descubrir las islas y ejercer jurisdicción soberana sobre las mísmas. Incluso sugiere que el derecho de ellos fue citado en documentos internacionales como la Declaración de Potsdam, que define los términos para la rendición de Japón después que ocupó gran parte de la región durante la Segunda Guerra Mundial. Las islas son parte de una enorme franja del Mar del Sur de China y caen dentro de lo que Beijing lláma su “línea de nueve puntos”, una línea en forma de U que delimitan el territorio sobre los que reclama soberanía.

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Patrulla del barco hundido: Un destacamento de infantes de marina filipinos están destinados en la oxidado Sierra Madre, un elemento disuasorio contra el avance chino.

La mayoría de los barcos que pasan por el Segundo Banco de Thomas provienentes de Palawan, lo hacen desde el sudeste. Nosotros, llegámos desde el noroeste, para que las patrulleras chinas no lo anticiparan, a razón de nuestro capitán. Es por eso que nuestro barco los sorprendió y se les escapó.

Desde la distancia, la Sierra Madre se parece a cualquier otra nave grande. Es sólo cuando te acercas, que te das cuenta de que algo no va bien.

El armatoste, abrasado por el sol se eleva sobre las cristalinas aguas azules del banco; parece que podría ser parte de un set de filmación para la secuela de una película épica postapocalíptica como “Mad Max” o “Waterworld”. El puente de la torre está tan oxidado, que parece que podría derrumbarse en cualquier momento, mientras que el casco se muestra picado de grandes agujeros, oxidados.

En las aguas circundantes, vi a unos hombres nadar con snorkel cuando nos acercamos. Eran algunos de los pocos marines destacados aquí para pescar. Ambos barcos chinos que habían dado inicialmente persecución ahora estaban vigilando desde fuera del banco a sólo varios cientos de metros de distancia. Fue una escena irreal y absurda.

Después de subir a cubierta, a través de una preocupante escalera improvisada, fuimos recibidos por el Teniente Earl Pama, el oficial al mando. La unidad del infante de marina de 29 años de edad, estaba aquí desde el 30 de marzo. Al igual que con otras islas de la zona, los marines rotan en un servicio de entrada y salida cada tres meses. No es un despliege fácil; La unidad de Pama arrivó al Sierra Madre sólo en el segundo intento. Su primer acercamiento fue bloqueado por los buques guardacostas chinos.

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Un marine filipino con una lanza improvisada lleva peces para la cena a la sombra del Sierra Madre.

Barcos chinos como tiburones depredadores

Al caer la tarde en nuestro primer día allí, otros tres barcos chinos llegaron a los alrededores. El Sierra Madre ya estaba rodeado por cinco buques, que circulaban lentamente el banco como tiburones depredadores. Como pude evidenciar através de mis prismáticos, vi a algunos de los marineros chinos vigilando justo por detrás de la nave, tomando fotos con cámaras de lentes de largo alcance.

A medida que el sol desapareció en el horizonte y la luz se desvaneció, me presentaron a varios de los habitantes del Sierra Madre: enormes cucarachas y ratas. “Estimo que hay 5-600 ratas y un millón de cucarachas”, dijo uno de mis anfitriones marinos con una carcajada.

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Un solitario infante de marina examina las brillantes aguas azules del atolón desde la cubierta del casco oxidado.

Me ofrecieron un camarote – un espacio infestado de mosquitos, completamente húmedo, con un colchón sucio en el medio – pero la presencia de nuestros invitados nocturnos, me impulsó a usarlo para guardar mi equipo mientras yo pasaba la noche en el techo de nuestro barco de pesca.

Los infantes de marina, sufren duras condiciones aquí.

Se enfrentan a un sol inclemente y a temperaturas abrasadoras. Durante lluvias o tifones, la sala de radio, único contacto con los superiores en Palawan, es el único en el barco que no gotea. Los soldados están aislados del mundo exterior la mayor parte del tiempo.

“Nuestra vida aquí, es difícil a veces porque estamos lejos de nuestras familias”, dice Hilbert Bigania, un sargento de 30 años de edad. “No podemos comunicarnos con ellos, y estamos en el medio del océano. Esa es nuestra vida cotidiana aquí. No hay nada que pòdamos hacer.”

También puede ser una lucha para sobrevivir.

Los marines dicen que en 2012, los barcos chinos se volvieron más agresivos y comenzaron a hostigar a los buques de la marina filipina que provéen las tropas para la rotación y los suministros. “Lo que ellos hacen, és bloquear las provisiones que serían entregadas a nosotros, así que no tenemos para comer y no tenemos suministros o incluso agua”, dice Pama.

Ante el temor de un conflicto abierto con los chinos, la marina de Filipinas comenzó a utilizar lanzamientos desde el aire o buques pesqueros civiles para llevar suministros. En mi segundo día en el Sierra Madre, dos avionetas de la marina lanzaron dos cargas de suministros. Una cayó en el barco, la segundo en el agua. Los aviones filipinos parecen haber sido eclipsados por otros aviones -aviones espías chinos, afirmaron los infantes de marina-.

Los pequeños contenedores mantuvieron los suministros básicos de alimentos, bebidas no alcohólicas, chanclas y toallas. Pero lo que más animó a los marines eran cartas de apoyo de los niños de las escuelas, así como cajas de una cadena de comida rápida llena de pollo frito, arroz y papas fritas. Era una fiesta rara, ya que sólo hay uno o dos lanzamientos como este en cada despliegue.

La mayor parte de su dieta consiste en peces que han tenido que capturar. Con el uso de harpones artesanales o lanzas improvisadas, pescan dos veces al día. Las aguas que rodean el barco son tan pandas como de 5 pies (1,5 metros) y llenas de vida marina. Los soldados se mueven alrededor del banco en una improvisada balsa de goma y utilizan tiras de madera con correas de goma como aletas para propulsarse por el agua. La captura se seca y se cocina sobre la cubierta del barco.

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El destacamento de infantes de marina pasa tres meses en el Sierra Madre, soportando condiciones extremadamente difíciles.

La pesca también les ayuda a matar el tiempo; no hay mucho que hacer en el barco. Incluso caminar en la cubierta es peligroso. El Sierra Madre se encuentra severamente degradado y lleno de agujeros. Cuando no se pesca, los infantes de marina vigilan a sus sombras chinas, limpian sus armas, hacen ejercicio usando las piezas de metal desprendido de la nave como pesas, o simplemente se relajan en sus hamacas y escuchan música pop filipina.

Pero la mayoría de las veces, se trata de un juego de espera interminable para ellos, preguntándose si sus rivales territoriales harán algún movimiento rodeando el barco.

Los chinos no tienen ninguna razón para invadir el lugar. Se han vuelto cada vez más firmes en sus reclamos territoriales en el Mar Meridional de China en los últimos años, pero parecen no tener prisa. Todo lo que necesitan es paciencia – es sólo una cuestión de tiempo antes de que el Sierra Madre se caiga a pedazos y sus residentes tengan que salir. Entonces, los barcos chinos pueden avanzar sin disparar un solo tiro-.

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Los chinos esperan pacientemente a que el Sierra Madre se destruya antes de tener que avanzar.

A principios de este año, Filipinas presentó un caso con las Naciones Unidas respecto al comportamiento chino en el Mar Meridional de China, incluyendo el cerco del segundo banco de Thomas. China dice que aceptará el arbitraje internacional, alegando que la única manera de resolver el conflicto es a través de negociaciones bilaterales.

“Independientemente de cómo Filipinas empaqueta su demanda, la causa directa de la disputa entre China y Filipinas es la ocupación ilegal de las Filipinas de una parte de las islas del Mar del Sur de China”, dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hong Lei, atravéz de un comunicado en marzo.

Los funcionarios del gobierno con los que hablé en Manila, dijéron que, incluso si el fallo, que se espera a principios del próximo año, resulta en contra de China, no cambiara mucho. No existen mecanismos para hacer cumplir la sentencia. El enfrentamiento entre los dos países es probable que continúe durante años.

Ofrendarémos nuestras vidas.

Durante mi segunda y última noche en el barco, me uní a Pama mientras se sentaba solo en la terraza tomando una Gatorade – cortesía del lanzamiento desde el aire – mirando una hermosa puesta de sol. Un barco chino navegó a unos pocos cientos de metros de distancia. Le pregunté, si pensaba que los chinos se moverían alguna vez de su posición.

“Si los chinos tratan de entrar aquí, vamos a defenderlo”, respondió sin vacilar. “Utilizaremos nuestra formación para defender el barco. Darémos la vida para defender la nave.”

Salimos del Sierra Madre, poco después de las 5 am del día siguiente. Los barcos chinos que lo rodeaban, ni siquiera se movieron.

Historia editada por Paul Armstrong de la CNN.
Gráficos del fondo: CNN / Getty Images.
Traducido por Leutnant

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