El 5 de enero el General Valery Gerasimov, titular de las Fuerzas Armadas rusas, anunció la decisión de iniciar la disminución de las tropas y medios nacionales desplegados en Siria, todo ello bajo directivas del Comandante en Jefe Supremo Vladimir Putin. Llamativamente, entre los medios alcanzados por esta medida se encuentra el crucero pesado portaaviones Almirante Kuznetsov junto a su grupo de batalla, los cuales luego de poco más de 60 días en aguas del Mediterráneo iniciarán en breve su retorno a la base naval de Severomorsk. El repliegue, aunque en cierta medida lógico, no deja de ser llamativo.
La decisión de desplegar al Kuznetsov junto con su escolta y buques de apoyo se anunció a mediados de septiembre del 2016 cuando las autoridades rusas consideraron necesario incrementar las capacidades de la presencia de las fuerzas armadas nacionales en la zona del Mediterráneo oriental, más precisamente para dar apoyo a las operaciones que tenían lugar en Siria. Al anuncio le siguió el proceso de alistamiento de los distintos buques desplegados en la base naval de Severomorsk que participarían del despliegue. Cabe mencionar que el Kuznetsov había iniciado las pruebas de mar en julio luego de haber sido finalizado un proceso de mantenimiento.
El 15 de octubre, el crucero portaaviones Almirante Kuznetsov inicia la navegación junto a su grupo de batalla compuesto por el crucero nuclear Pyotr Velikiy, los destructores anti-submarinos Severomorsk y Vicealmirante Kulakov (ambos clase Udaloy I), tres petroleros (Sergey Osipov, Kama y Dubna) y dos remolcadores de altura (Altay y Nikolai Chiker). En su travesía hacia el Mediterráneo, el grupo naval ruso sería monitoreado muy de cerca por distintos medios aeronavales suecos, noruegos, británicos, holandeses y portugueses. Una vez atravesado el estrecho de Gibraltar a fines de octubre, el seguimiento por parte de la OTAN se mantendría constante (se sumarían España, Francia, Estados Unidos, etc).
En la segunda semana de noviembre, el grupo de batalla del Kusnetzov se vería reforzado con el arribo de la fragata Almirante Grigorovich junto al petrolero Ivan Bubnov y los remolcadores de altura Profesor Nikolai Muru y SB-5, todos ellos pertenecientes a la flota del Mar Negro.
A mediados de noviembre la presencia rusa en el Mediterráneo Oriental era más que considerable (para lo usual). Trece unidades de superficie (a lo que habría que adicionarle uno o dos submarinos) con un gran poder de fuego (misiles crucero Kalibr-NK de dotación en el Grigorovich y misiles superficie-superficie Granit del Kuznetsov, por mencionar dos ejemplos) sumado al grupo aéreo embarcado del Kuznetsov: 10 Su-33 Flanker D pertenecientes 279no Regimiento de Aviación de Caza Embarcado, 4 Mig-29 KUB/R 100mo Regimiento de Caza Embarcado y por lo menos entre 9 y 11 helicópteros embarcados (KA-27PL/PS, KA-29TB, KA-31 y KA-52K).
La presencia naval rusa en el Mediterráneo se constituyó en una fuerza respetable pero en cierta medida considerada como innecesaria a niveles prácticos (aunque muy necesaria a niveles propagandísticos). ¿Por qué estas afirmaciones? Como bien es sabido, medios aéreos rusos se encuentran operando sin restricciones desde hace meses desde la base aérea siria de Hmeymim. Considerando el pequeño grupo aéreo del Kuznetsov y las limitaciones del mismo para operar desde su cubierta, la lógica hubiera dictado que tanto los Mig-29 como los Su-33 fueran desplegados desde un asentamiento terrestre. También debe mencionarse que en cierta medida quedó en evidencia el apuro por lograr el impacto geoestratégico/mediático que generaría proyectar al grupo de batalla del Kuznetsov. Los pocos más de 60 días de operaciones y 400 salidas dejaron en evidencia ciertas falencias técnicas del crucero portaaviones, teniendo que lamentar la pérdida de dos de sus cazabombarderos:
– El 13 de noviembre se pierde un Mig-29K, logrando eyectarse su piloto. La pérdida del cazabombaredo se debió a una plantada de motor luego de agotar el combustible, situación a la que se llega luego de que un Mig-29 de la misma escuadrilla rompiera el cable de frenado en un apontaje previo.
– El 5 de diciembre se pierde un Su-33 al romperse nuevamente el sistema de frenado, lo que provocó que la aeronave cayera al mar. El piloto se eyectó con éxito.
Las operaciones embarcadas son de extrema complejidad, siendo necesaria una gran inversión de tiempo y formación a los fines de ganar experiencia para poder alcanzar un nivel aceptable de operatividad. A los problemas técnicos mencionados (ya sea por falta de mantenimiento, previsión o material defectuoso) se le suma cierta carencia en el grupo aéreo embarcado como es la de un reabastecedor en vuelo.
Sin duda el empleo de medios como el Kuznetsov o de misiles crucero Kalibr tuvieron el claro propósito de no solo de mostrar a Rusia como un activo jugador de nivel geo-estratégico capaz de realizar una considerable proyección de fuerza, sino también de probar en combate los mencionados sistemas, constituyendo esta ocasión el bautismo de fuego de mucho de ellos.
Imagen de portada: Kuznetsov fotografiado cerca de Noruega. Créditos: Forsvarets.