El secretario de Defensa de EE.UU., James Mattis, y la Ministra Alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, en el Pentágono​

Traducido y adaptado por Negro2000

Washington está amenazando con consecuencias si los estados miembros de la OTAN no aumentan sus gastos de defensa. Alemania es el foco principal de la demanda. Pero el Ministerio de Defensa de Berlín ya está teniendo problemas para gastar el dinero que actualmente tiene a su disposición.

¿Cómo estuve? James Mattis quería saber. Y su personal inmediatamente supo lo que quería decir. El nuevo secretario de defensa de Estados Unidos no es narcisista egocéntrico como su jefe, Donald Trump. Él apenas comenzó su trabajo y desea un ida y vuelta honesto.

Salió bien, después de su reunión de una hora con la Ministra Alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, el viernes pasado en el Pentágono. Mattis fue amable y educado, constantemente refiriéndose a von der Leyen como “Señora Ministra”, como exige el protocolo. Él demostró a su contraparte alemana que el Pentágono ahora es conducido por un general jubilado de cuatro estrellas que sabe de lo que está hablando, es afable y se mide. Un relajante contraste con el presidente de la Casa Blanca.

Pero después de la reunión, su personal creyó que había un problema, y Mattis mismo estuvo de acuerdo. La visitante de Alemania no parecía entender por completo lo que había querido decir. Mattis había optado por una formula cortés, diciendo diplomáticamente que había cierta “impaciencia” en Washington con respecto a la contribución alemana a la alianza occidental. En otras palabras: ¡Es hora finalmente de pagar su parte o las cosas se pondrán incómodas! Parecío como que von der Leyen se hubiera relajado por la atmósfera amistosa y no hubiera reconocido la urgencia del mensaje de Mattis.

En la cumbre de la OTAN en Gales en 2014, los 28 estados miembros de la OTAN se comprometieron a aumentar el gasto en defensa al equivalente de 2 por ciento del producto interno bruto (PIB). Fue visto como una de las respuestas de la alianza a la anexión rusa de Crimea. Pero la mayoría de los países de la alianza están lejos de alcanzar ese objetivo.

Aparte de los Estados Unidos, sólo Gran Bretaña, Polonia, Grecia y Estonia gastan el 2 por ciento requerido y Alemania está muy por detrás, con sólo 1,2 por ciento. Washington ha estado insistiendo desde hace tiempo en que Alemania finalmente cumpla su promesa, incluso antes de que Donald Trump se trasladara a la Casa Blanca, pero Berlín siempre ha logrado detenerse. Ahora, sin embargo, las demandas son cada vez más insistentes.

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