Tras romper los lazos con su mayor socio aeronáutico —Rusia—, el consorcio ucraniano Antonov trata de conseguir compradores de sus naves en el extranjero. Recientemente, la empresa ofreció el abandonado proyecto de An-77 a EEUU.
Antonov pasó las ofertas respectivas a la delegación del Comité de Transporte y de Infraestructura de la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU durante su reciente visita a la empresa.
El fabricante ucraniano espera una amplia cooperación con las empresas aeronáuticas norteamericanas. Según Antonov, el An-77, capaz de transportar hasta 47 toneladas, puede rellenar el ‘vacío’ entre el principal avión de transporte estadounidense, Lockheed C-130 (21 toneladas), y el estratégico Boeing C-17 (76 toneladas).
El avión de transporte An-77 es la versión de exportación del avión An-70, desarrollado por Antonov en conjunto con las empresas rusas. El primer prototipo voló en 1994, pero debido a las dificultades económicas ocasionadas por la disolución de la URSS la aeronave vivió un destino turbulento.
No obstante, para 2012, el proyecto progresó considerablemente, recibiendo varias mejoras y entrando en el programa de compras de los Ministerios de Defensa de ambos países. Rusia planeaba comprar unas 60 aeronaves.
Pero ya en 2013-2014 las crecientes tensiones políticas entre Moscú y Kiev, así como la frustración de la parte rusa acerca del ritmo de desarrollo y la falta de disponibilidad de Antonov para introducir las mejoras solicitadas, empezaron a perjudicar el proyecto ruso-ucraniano.
Pendiente de los posibles obstáculos, la Defensa rusa se dedicó a la modernización profunda del avión de transporte militar Il-76, llamada Il-76MD-90A y realizada en el país desde los años 2000.
El conjunto de estos factores echó sombra en el futuro del An-70. Su destino se vio sellado en la primavera de 2014, cuando Kiev terminó toda cooperación con Moscú tras la reunificación de Crimea con Rusia.
A pesar del papel líder de Antonov en el diseño de la aeronave —la empresa fue el principal creador de los aviones de transporte en la URSS—, la mayoría absoluta de sus componentes se producen en Rusia, así que para sustituirlos todos se necesitarían recursos considerables.
Sin embargo, el proyecto sigue siendo prometedor y comparable con los análogos occidentales, como el Airbus A400M —plagado de demoras y casi dos veces más caro—, aunque está por ver si las empresas norteamericanas se muestran interesadas en ingresar en un proyecto conjunto con Antonov en detrimento de su propia industria aeronáuticas.
Momento dificio para Antonov después de la salida de Rusia.