En su artículo para The National Interest, el autor apunta que el interés de Seúl por las tecnologías de misiles se remonta a la década de los 70. Además, esta intención de las autoridades del país ha sido “una fuente periódica de fricción” con EEUU.
No obstante, a medida que la amenaza nuclear norcoreana va creciendo, Washington “ha suavizado su postura hacia los misiles surcoreanos”, indica Keck. Así, Seúl añadió una pieza más a su arsenal bélico al probar su misil balístico más avanzado a finales de junio de 2017.
En los años 70 Corea del Sur se interesó por primera vez en desarrollar misiles balísticos, en lo que se refiera a su aspiración de capacidad nuclear. A pesar de haber obligado a Seúl a abandonar las ambiciones nucleares, EEUU no tuvo tanto éxito en materia de misiles, profundiza el autor.
De hecho, Washington permitió a Seúl producir su propio misil balístico con capacidad superficie-superficie a base del misil Nike Hercules estadounidense.
El misil resultante, bautizado NHK-1 o Boekgom, es de combustible sólido, de más de 12 metros de alto, de 0,8 metros de diámetro y de alcance limitado a 180 kilómetros, con una carga útil de 500 kilógramos. El arma fue desarrollada por la Agencia para el Desarrollo de Defensa y probada por primera vez en 1978.
Poco después, Seúl empezó a trabajar en su otro misil balístico —NHK-2, o Hyonmu-1—, también de combustible sólido y de proporciones similares a su predecesor, aunque tiene más versatilidad. El NHK-2, probado en 1985, puede equiparse con una sola ojiva de alto explosivo o de municiones de racimo.
La mayor diferencia entre los dos misiles es que el alcance de este último podría extenderse fácilmente a 250 kilómetros, pero Washington prohibió que Seúl utilizara esta capacidad máxima.
Sin embargo, prosigue Keck, “después de unas negociaciones algo polémicas” que comenzaron en 1995, Washington cedió y permitió a Seúl unirse al Régimen de Control de la Tecnología de Misiles (MTCR, por sus siglas en inglés): un acuerdo político firmado en 1987 que controla la fabricación y la proliferación de los misiles capaces de transportar armas de destrucción masiva.
Esta medida le permitió a Corea del Sur desarrollar misiles con cargas útiles de 500 kilógramos y alcance de hasta 300 kilómetros, además de levantar las restricciones del alcance de misiles con cargas más pequeñas. Posteriormente, Seúl desplegó una nueva variante del NHK-2 —NHK-2 PIP A, Hyonmu 2-A—, con un alcance más largo.
La persistencia de Seúl resultó en la firma de un nuevo acuerdo en 2012 que abrió las puertas a Seúl para el desarrollo de misiles con alcance de hasta 800 kilómetros y una carga útil de hasta media tonelada. Asimismo, este nuevo acuerdo le permite a Corea del Sur fabricar misiles de menor alcance pero con una carga útil de hasta dos toneladas.
De esta manera, después de que el documento entrara en vigor, Seúl empezó a ampliar el alcance de sus misiles Hyunmoo-2B, además de desarrollar el misil Hyunmoo-2C, que fue probado en junio de 2017.
“A medida que las capacidades norcoreanas iban expandiéndose (…), los funcionarios surcoreanos comenzaron a presionar a sus socios estadounidenses para aliviar algunas de las restricciones acordadas en 2001”, destaca el autor.
En 2010 Seúl empezó el desarrollo de los misiles Hyunmoo-3C, con un alcance de hasta 1.500 kilómetros. De acuerdo con varios informes mediáticos surcoreanos, son capaces de portar una ojiva de 250 kilógramos de peso, seis metros de longitud y de entre 53 y 60 centímetros de diámetro.
Además, Seúl compró en 2013 entre 170 y 180 misiles aire-superficie de largo alcance Taurus KEPD 350K, fabricados por Alemania. Las armas se entregaron en 2016 y ahora se encuentran integrados en el cazabombardero F-15K Slam Eagle de la Fuerza Aérea de Corea del Sur.