¿Desafío al statu quo? ¿ambiciones hegemónicas? ¿preparación ante una inminente colisión geopolítica?
Quizá no llame la atención bien entrado en el siglo XXI el grado de inversión que viene realizando China en su sistema de defensa. Con ingentes cantidades de recursos destinados a su instrumento militar, el país comienza a mostrar signos de posicionamiento que lo proyectan como un auténtico hegemón en la región del Pacifico y que lo ponen en una frágil situación de competencia frente a potencias regionales vecinas e incluso globales. Sin embargo, si llama la atención el grado de conversión de sus fuerzas en instrumentos modernos de combate, rompiendo la tendencia de competir con sus rivales por medio de la cantidad y la saturación y volcándose rápidamente en el desarrollo enfocado en la calidad y la precisión de sus sistemas. A su vez y también llamativamente, el creciente y vertiginoso ritmo con el que su gasto en defensa viene desarrollándose ha llevado al país a acompañar sus ambiciones de jugador global con un instrumento militar con determinadas capacidades de proyección territorial. Si bien la planificación la han realizado con una paciencia confuciana, tanto la transformación de su poder castrense como la capacidad de golpear mejor y mas lejos lo ha conseguido en muy poco tiempo, una década.
No obstante, la modernización ha cubierto a las distintas armas que posee el Ejército Popular de Liberación Chino (EPL), el ejemplo que mejor ilustra este camino de especial atención lo consigue su rama naval, la Armada del Ejercito Popular de Liberación la cual en un tiempo asombroso consiguió migrar de una flota costera a una de aguas azules con un tonelaje superior al de las marinas vecinas, incluso combinadas.
Si la marina china ha sido la privilegiada entre sus fuerzas pares lo ha conseguido de la mano tanto del contexto económico y político, sus ambiciones (por momentos solapadas con gestos de integración con el mundo occidental) y por su geografía. China no le ha dado la espalda al mar, sino que ha abrazado su ubicación geográfica oceánica, entendiendo que su responsabilidad dentro del comercio mundial debería estar atado a su capacidad de protegerlo. Su interés nacional al ser proyectivo por su peso especifico dentro de la economía mundial implicaba naturalmente el avance hacia la constitución de una flota de superficie de envergadura, de alta tecnología y, como mínimo, competitiva frente aquellas que desafiaban sus áreas de interés.
De una estructura mayoritariamente compuesta por buques rápidos y lanchas misilísticas para principios de siglo, China ha terminado de conformar actualmente una marina con proyección global dotada de buques de gran tonelaje entre portaaviones, cruceros, destructores, fragatas y corbetas. Esta modernización, planificada por lo menos 25 años atrás, ha sido concebida como un ambicioso plan para proyectar su poder primeramente de manera regional y en ultima instancia de manera mundial. Con planes de construcción estructurados alrededor de distintos planes quinquinales, el poder marítimo chino ha logrado abastecerse de distintos tipos de naves principales construidos integralmente en propios astilleros, los cuales además han terminado de botar cientos de buques de apoyo entre buques hospitales, logísticos, patrulleros, etc.
Como se mencionó, los buques ligeros comenzaron a ser reemplazados por sistemas de una gran complejidad entre submarinos con capacidad de portar misiles balísticos y portaaviones. Los viejos LST dejaron de ser los principales vectores para proyectar poder naval en la región, siendo reemplazados gradualmente por modernos LPD basados en diseños estadounidenses. El choque ante un eventual contrincante no seria pensado mas como un conflicto puramente a desarrollarse a pocas millas de la costa sino en la profundidad del pacifico y asistido por diferentes sistemas que le provean una negación del espacio aéreo, territorial y marítimo al enemigo. Su flota, moderna y pujante, es apoyada actualmente con diferentes sistemas de armas que le proveen un poder combinado a las unidades de superficie chinas: una burbuja regional A2AD.
Así como al 2018 la flota de la Armada del Ejército Popular de Liberación ha terminado de botar su segundo portaaviones basado en la clase Varyag y con diversas modificaciones, su poder naval flota no solamente por su nueva aviación embarcada, sino en las capacidades que le proveen sistemas anti navío misilisticos y de crucero, submarinos de ataque de última generación, sistemas submarinos no tripulados, sistemas para ejercer superioridad aérea en un ámbito naval y buques principales con capacidad para atacar tanto a blancos navales como a objetivos en tierra por medio de misiles con alcance estratégico.
El abanico de sistemas que conforman actualmente la flota (y sus sistemas de apoyo) ha terminado por conformarse con mas de 100 buques principales frente a casi la mitad una década atrás. La fuerza pujante actual se explica conforme el peso como potencia económica actual, reforzando la visión que su propia dirigencia tiene para con su país. La situación en Taiwan y su estatus rebelde, las pretensiones territoriales sobre el Mar de China del Sur y del Este, su necesidad de limitar las actividades militares oceánicas entre las 200 millas de sus costas, su propensión a proteger sus intereses económicos ligados al comercio naval, su búsqueda de liderazgo global, y como corolario, el desplazamiento de la región de la influencia estadounidense.
El desarrollo de la flota china mantiene rumbo fijo y sin contramarchas. Atado al creciente poder de su maquinaria naval, su misión confluye con la de sus países vecinos y los Estados Unidos, quien posee grandes intereses en la región. Si bien negado por momentos, la industria naval tanto de este último país como de la propia China vienen botando buques militares a un ritmo acelerado, dando la pauta de que una carrera armamentista en la región ya es un hecho. El Pacifico parece ser un ambiente estratégico donde eventualmente las flotas de dos superpotencias podrían confluir o, estrepitosamente, colisionar.
En el presente artículo nos adentraremos en las causas que han llevado a China a enfocarse en el desarrollo de una flota de “aguas azules”, como ha sido la evolución en la ultimada década sobre la Armada del Ejército Popular de Liberación, cuáles son sus principales proyectos y sistemas de armas y que reacciones se suscitan con el avance de esta nueva marea roja en el Pacifico.
La militarización del Sudeste Asiático
Ni los 150 mil millones de dólares de inversión anual en defensa, ni su mas ambicioso plan para modernizar su marina se explican sin un complejo entramado de amenazas y riesgos a los que China ha decidido enfrentar y desafiar.
Su proyecto de soberanía sobre la zona en disputa del Mar de China Meridional lo pone como abierto contendiente de una decena de países entre Filipinas, Taiwan, Vietnam, Tailandia, entre otros. Es que el Nán Hǎi albergaría prospectivamente gran cantidad de recursos naturales, especialmente petróleo y gas, además de ser un ámbito obligado para la ruta de un tercio del tráfico mundial marítimo. En esta región observamos, de manera creciente, choques diplomáticos por cadenas de islotes como las Islas Paracelso y las Islas Spratly, que vienen siendo reclamadas por los distintos países de la región. A su vez, el espacio marítimo reclamado viene siendo objeto de una militarización preocupante en función de las intenciones de China de continuar avanzando con la construcción de distintas islas artificiales donde son posicionados bases aéreas, torres de radar y sistemas de defensa antiaéreos. Estos complejos se organizan como una red A2AD (Anti acceso y Denegación de Zona) conformado por sistemas de la talla del HQ-9, basado en el sistema ruso S-300, y que todavía se mantiene en desarrollo para mejorar su alcance, así como sistemas como el DF-21D o DF-26, llamados mediáticamente “Carrier Killers”, en español matador de portaaviones.
Con el emplazamiento de sistemas de esta envergadura en las islas en disputa, asociados a una infraestructura moderna de comando y control mas el despliegue de aviones de combate en las pistas de uso dual ya construidas en los islotes artificiales, el posicionamiento de su formidable flota en operaciones dentro de la región disputada es beneficiada por este propio paraguas defensivo que le bonifican la capacidad de brindar una respuesta de múltiples sistemas asociados dentro de la zona de control o dominación.
Esta estructura defensiva conspira contra el interés estadounidense en la región y lo disuade de entrar en un eventual conflicto entre la propia China y alguno de los estados con reclamos diplomáticos en la zona. A su vez, incide directamente en el caso de que fuerzas estadounidenses decidan ingresar en un conflicto limitando su capacidad de operación o, como mínimo, ralentizándola.
La proyección de poder de China se respalda a su vez por la ubicación de puertos en distintos márgenes por donde expandir su influencia y brindar el soporte logístico a su novísima flota. Entre el complejo de islas artificiales militarizadas y los nuevos buques con sistemas de última tecnología a bordo, las distintas operaciones de esta nueva flota desde ya debe recibir soporte logístico desde diferentes puntos del globo lo que ha motivado al gobierno chino a abrir negociaciones con distintos estados con costas en el Mar Arábigo y Océano Indico para que acobijen bases de suministro chinas que actúen como complejos duales tanto para buques civiles como militares.
Yibuti, Tanzania, Mauritus, Irán, las Islas Maldivas, Bangladesh y Sri Lanka poseen ya o están en proceso de recibir instalaciones chinas en su territorio, lo que determinaría la pulsión china en expandir su influencia en la región y brindar salvaguarda a la ruta oceánica que va desde sus grandes puertos en el norte chino como Qingdao o Nigbo, llegando a estrechar su zona de control hasta el mismo Cuerno de África.
Este cinturón de infraestructura china que se alza por todo el sudeste asiático colisiona con los esfuerzos estadounidenses de mantener su hegemonía en la zona. De todas maneras, lo que más presenta un desafío para las potencias con cuña en la región es el ímpetu con el que China bota nuevos buques al mar, estando los mismos a un nivel tecnológico acorde a sus ambiciones de jugador global.
Una nueva flota china
Si la innovación no ha sido el fuerte de los diseños navales de los últimos años, es porque el esfuerzo posiblemente se haya concentrado en la emulación. La política industrial militar china parece haber seguido un rumbo no competitivo con sus pares occidentales, sino más bien de igualación por medio de la copia. Para eventualmente competir con los Estados Unidos, Japón o Corea, primero deberían ponerse en un nivel tecnológico similar y plantearse su fortaleza desde su capacidad de producir en grandes cantidades.
Hoy China ha llegado a un estatus tecnológico comparable al de la US Navy, si bien con algunas limitaciones importantes como ser sus capacidades de guerra antisubmarina, su dependencia de suministros y partes producidas en el extranjero para sus nuevos sistemas de armas, asi como también de misiles de largo alcance. De hecho, con ciertas diferencias, la organización de la PLAN se nutre de las enseñanzas e historia de otras potencias que ya han madurado grandes doctrinas en el espacio aeronaval.
Como mencionamos en un principio, China ha migrado de organizarse detrás de una marina de costa a una de aguas azules. Este cambio se ha planificado en torno a unos 25 años y se ha venido materializando durante la ultima década en donde se ha podido observar como viejos y ligeros buques misilisticos de tecnología propia de la Guerra Fría han sido reemplazados por modernos sistemas navales de gran tonelaje y con múltiples sistemas entre misiles anti buque, anti submarinos, de ataque a tierra, antiaéreos y soporte C4ISR.
Este cambio rápido del escenario naval ha sido marcado por algunos hitos militares (e industriales) que llevaron a la PLAN a adaptarse al siglo XXI. Por un lado la botadura de submarinos nucleares con capacidad de portar ICBM. Por otro lado, la botadura en 2012 del primer portaaviones chino, el Liaoning.
La flota en poco tiempo ha pasado a competir en números con la propia US Navy, llevando a esta a organizarse alrededor de nuevos portaaviones, LST/LPD, cruceros y destructores de última generación.
El paso central para pasar a considerarse una autentica flota de aguas azules ha sido la botadura del Liaoning. Este portaaviones de la clase Varyag, adquirido a Ucrania y con un desplazamiento de 67.500 toneladas, ha sido la piedra basal de una nueva doctrina naval para la marina china. Al dia de hoy, este portaaviones se encuentra completamente operativo y alistado, generando nuevas promociones de pilotos aeronavales y tripulaciones de buque para los proyectados 10 buques de similares características.
Por otro lado, el ya botado Tipo 001A, de características similares al Liaoning, pero construido íntegramente en astilleros chinos ya se encuentra en pruebas de mar. El Shandong servirá, tano como el Liaoning, como demostradores de capacidades y generadores de doctrina de empleo en la PLAN, siendo ambos sistemas un paso previo a los proyectados Tipo 002 y subsiguientes.
Para 2018, la prensa china mencionó que la PLAN ya se encuentra construyendo un tercer portaaviones, el cual poseerá un sistema de alta tecnología para el lanzamiento de aeronaves. Este nuevo buque se espera que sea terminado para el año 2020. Este nuevo buque se proyecta con un total de 80.000 toneladas, unos 10 mil mas que los de la clase Varyag. Con el nuevo sistema de lanzamiento, posiblemente electromagnético, los buques no dependerán del viejo sistema sky jump de estilo soviético para lanzar sus aeronaves, dotándolas de esta forma de mayor alcance operativo y una mayor cantidad de material lanzable.
Todos los portaaviones tendrán al sistema J-15 (basado en el SU-33 ruso) como aeronave embarcada. Con un radio de acción limitado por el sistema sky jump, el avión se encuentra conformando la espina dorsal de la doctrina aeronaval china. Este caza de superioridad aérea bimotor, tendrá el apoyo de una aeronave muy similar al E-2 Hawkeye estadounidense y se espera que sea reemplazado en un futuro por el sistema FC-31, de líneas muy parecidas al multirol furtivo F-35.
Emulando también al diseño organizacional de las distintas flotas de los Estados Unidos, los grupos chinos han planificado incluir en sus grupos aeronavales el apoyo de cruceros o destructores pesados Tipo 055. Esta clase que ya ha sido comenzada a construirse en astilleros chinos, desplazan unas 12 mil toneladas y estarán dotados de sensores y armamento similar a los actuales destructores chinos, pero en mayores números. Ya botado el primero, se espera que para el año 2019 se encuentre operativo y en servicio y disponga la capacidad de atacar en profundidad tanto sobre objetivos navales como terrestres. Para el presente año se ha reportado que China ya dispone de unos 6 buques en gradas y en diferentes grados de terminación.
La espina dorsal de las flotas chinas estará dotada de los nuevos destructores Tipo 052, evolucionados a partir de distintos diseños surgidos durante la década del 90. La clase D, con un desplazamiento de unas 7500 toneladas es actualmente el que esta siendo fabricado en mayores números y que en pocos años ha alcanzado un total de unas 13 unidades. En el termino de una década, la fuerza de destructores china ha duplicado su cantidad a la vez que ha reemplazado a los viejos sistemas datados de la Guerra Fría.
En apoyo a las unidades de destructores, las fragatas del Tipo 054 y las corbetas Tipo 056 son las que mayor cantidad representan en los ordenes de batalla chinos (descontando patrulleros o buques ligeros). Estos buques, con capacidades AAW mejoradas, son construidos en breves periodos y se estima que eventualmente un total de 60 unidades podrán ser botadas en los próximos años.
Las ambiciones navales chinas también se representan en su capacidad de guerra anfibia. Para esto y en el termino de pocos años los sistemas planificados para un eventual conflicto con Taiwan han crecido exponencialmente. Los Tipo 071 ya se cuentan en unas siete unidades, acompañados por novísimos LST que le brindan la capacidad de desarrollar complicadas operaciones militares de desembarco apoyadas por elementos aéreos embarcados. En misma sintonía, la construcción de su primer LHD, el Tipo 075, muy similar al ESD desarrollado por los Estados Unidos, le dará la fortaleza de operar con diferentes tipos de helicópteros de ataque a tierra y mar, cubriendo todo tipo de operaciones oceánicas y llevando a proyectar el poderío militar chino a lo largo y ancho del Pacifico.
Consolidando los números del nuevo poderío naval chino, han comenzado a surgir reacciones y preocupaciones en la región. La cantidad de buques en operaciones (y proyectados) por la PLAN se encuentran en curso de equipararse con los buques en servicio en los Estados Unidos. Si bien con las limitaciones mencionadas anteriormente y con una gran disparidad en cuanto a números de portaaviones y buques de proyección de poder, el ritmo acelerado con el que China bota nuevos sistemas motiva a preguntarse no si sucederá un desequilibrio de fuerzas, sino cuando.
Capacidades en conflicto
Con unos 220 buques de combate aproximadamente, la marina china se acerca a los 282 buques que actualmente poseen los Estados Unidos. Pensando en alcanzar unos 351 buques principales para la próxima década, China se proyecta a estructurarse como principal potencia naval en la región pese al esfuerzo de sus rivales para organizar mas y mejores flotas para contrarrestar su influencia.
Ya definida por los Estados Unidos como un par en competencia y en condiciones similares de sostener poder duro frente a posibles enemigos, China comprende que el desarrollo de sus fuerzas navales en el Pacifico colisionan directamente con los intereses de los Estados Unidos en la región. Pese a esto, sostienen que ellos no quieren una guerra, sino controlar su área de influencia marítima como una verdadera super potencia.
La reacción del otro lado del Pacifico llevó a que el Congreso de los Estados Unidos pidiera un crecimiento de las fuerzas estacionadas en las bases navales de la región, además planificando una mudanza de buques para que hacia el 2020 el 60% del total de la US Navy se encuentre mas cerca de las costas chinas.
La búsqueda de balance de capacidades por parte de los estadounidenses se da un contexto de creciente actividad de parte de buques chinos en las zonas de conflicto diplomático y en donde algunas ramas de las fuerzas navales ya se pronuncian numéricamente a favor del poder chino, como es el caso los sistemas de armas submarinos donde los chinos ya poseen el doble que los 32 estacionados en el Pacifico por los estadounidenses.
Si bien las diferencias en cuanto a portaaviones y otros elementos de despliegue de fuerzas todavía se mantienen enormemente a favor de los Estados Unidos y aliados, la comunidad analítica ya considera que durante las próximas décadas tanto la brecha tecnológica como la numérica podría emparejarse o incluso volcarse a favor del nuevo pretendiente de hegemonía en la región.
Por lo pronto el rumbo de las fuerzas se mantiene firme hacia una carrera armamentista naval y el miedo a caer en la trampa de Tucídides se mantiene latente. La conjunción de distintas variables, entre acumulación de poder, colisión de intereses y el surgimiento de una potencia emergente que busca romper con el statu quo global llevan a pensar que las condiciones para que pueda estallar un conflicto de impacto global estén ya se vienen dando. Por lo pronto y atendiendo al escenario que se viene suscitando en el Pacifico, las fuerzas chinas continúan vertiginosamente acumulando nuevos buques y preparando una marea roja desafiante.