Ankara y Moscú están discutiendo una amplia gama de temas de cooperación en el sector de defensa, incluidos los contratos de suministros y producción conjunta, escribió el lunes Fahrettin Altun, director de comunicaciones del presidente turco, en Twitter.
“Estamos manteniendo una amplia discusión con Rusia sobre nuestra cooperación en el sector de defensa. Estamos discutiendo temas que van desde el suministro mutuo de equipo militar hasta la posible producción conjunta. La cooperación bilateral en el área de defensa es de gran alcance y continúa desarrollándose”, dijo Altun, antes de la reunión en Moscú que se llevará a cabo este lunes, entre el presidente Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin.
Al hablar sobre la situación en Siria, Altun subrayó que “ambos países comparten una postura sobre los problemas de integridad territorial y lucha antiterrorista en Siria”. “Pedimos, a todos los países que apoyan a los terroristas y que amenazan la integridad de Siria, que pongan fin a esto y hagan su contribución”, escribió.
Este lunes, Erdogan y Putin participarán en la octava sesión del Consejo de Cooperación de Alto Nivel Ruso-Turco. Los temas a tratar serán la cuestión en torno a Siria, el suministro ruso de sistemas de misiles S-400 a Turquía, la implementación del gasoducto TurkStream y otros problemas vitales.
Esta conducta del país osmanlí demuestra la voluntad de llevar el concepto de la autodeterminación nacional a niveles de desafío con EE.UU en primer lugar y con la OTAN en segundo lugar. Los notables intentos de EE.UU por “aleccionar” a Turquía y llevarla por el “camino correcto”, reincorporando conceptos doctrinarios característicos de los años plenos de la guerra fría (como la ley Caatsa), y estableciendo sanciones directas, que podrían derivar en gravosas consecuencias, han sido deliberadamente desatendidas. Son conductas obviamente desafiantes para un país como EE.UU que se siente llamado a ser el protector y árbitro del “mundo libre”, es decir todos aquellos que no considere sus adversarios, empezando por los que dan sustento y razón de ser a la ley Caatsa, Rusia en primer lugar. Consiste un gravoso desafío para EE.UU que un país aliado como Turquía, miembro de la OTAN desde 1952 y socio estratégico tradicional del país del norte, haya desarrollado lazos tan estrechos con su principal adversario (enemigo), aunque cuando el culpable de tal relación es ni más ni menos que EE.UU (aunque no es éste el lugar para exponer tales aseveraciones). Asimismo, es un desafío para la OTAN que Turquía adquiera armamentos tan avanzados tecnológicamente como los misiles S-400, no sólo por la inversión que representan sino porque su tecnología es absolutamente incompatible con los sistemas que posee la OTAN y su puesta en servicio y adaptación sólo puede llevarse a cabo con especialistas y técnicos rusos. Sería como una espina rusa clavada en la ingle de la OTAN. Además, la interacción entre Turquía y Rusia también incluye la cooperación militar en la lucha contra las milicias yihadistas en Siria, cooperación que seguramente se estrechará aún más a la vista de las primeras experiencias positivas. Los lazos militares entre ambos países se extienden a la producción en Turquía de armas rusas, incluyendo componentes de los misiles del sistema S-400. Asimismo, la coperación con Rusia no sólo abarca el campo militar, sino también en el campo de los energéticos, otro aspecto en el que EE.UU es sumamente sensible y no reaccionará positivamente. El Turkish Stream es un nuevo gasoducto complementario del Blue Stream, que permitirá a Turquía abastecerse casi completamente de gas ruso y convertirse asimismo en exportador de un importante porcentaje de su fluido a países terceros. EE.UU se ha opuesto en repetidas oportunidades a la concreción de este nuevo gasoducto (ya iniciado), aduciendo que Turquía puede (y debería…) buscar otras alternativas energéticas al gas ruso, pues presupone una dependencia peligrosa para su propia seguridad. Daría la impresión que Turquía está dispuesta a aguantar los embates norteamericanos y asumir sus consecuencias con tal de sostener sus decisiones políticas sin interferencias externas, aún cuando éstas provengan incluso de EE.UU. Para el país otomano la autodeterminación es un concepto que no está dispuesto a renunciar. Por el momento EE.UU se ha limitado a interrumpir la relación de Turquía con el proyecto F-35, dejándola fuera de su estructura productiva e impidiendo equipar a su FA con dicho avión. La reacción turca pareciera ser la intensificación de su relación con Rusia. Nada predice cómo terminará esta novela, o que rumbos tomará. Pero el recrudecimiento de éste “affaire” no sólo involucrará a EE.UU, Rusia y Turquía, sino a la UE entera y podría poner en jaque la existencia misma de la OTAN. Excepto que Turquía ceda a las presiones estadounidenses y las ovejas se guarden en su acostumbrado corral; o que sus actores encuentren una salida honrosa para todas las partes.