No hay plata. No hay interés. Son frases que se suelen escuchar de parte de altos oficiales de las fuerzas armadas encargados de administrar los cada vez mas magros presupuestos para sus instituciones. Si bien estas frases no son novedad dentro del mundo de la defensa, las cuales se vienen repitiendo una y otra vez desde hace décadas y son rechazadas por el infranqueable mutismo de la política, la situación hoy de las cuestiones presupuestarias y de interés publico rondan una cierta pauperización que nos lleva a catalogar el contexto militar actual como decadente.
Si bien estamos dentro de un año electoral, donde tradicionalmente el poder político tiende a sacarle el blindaje a su billetera, el contexto financiero actual no parece facilitarle las cosas al Ejecutivo, el cual se encuentra en una seria pugna para dividir la torta entre carteras que conviven con apremiantes necesidades dentro de un contexto social complejo. Dentro de esta dinámica entre Ministerios con mayor visibilidad publica, Defensa aguarda la eterna espera de mejores tiempos, mientras su personal vive y opera con un progresivo deterioro de sus capacidades.
En una contundente nota en Infobae, Rosendo Fraga mencionaba que el gobierno ha perdido el voto militar. Si bien las gestiones tanto de Martinez como de Aguad se han basado en recomponer las relaciones civiles-militares malogradas durante el periodo K, las promesas de reinversión en el sector han quedado practicamente en la nada, descartando algunas compras parche, la finalización de contratos firmados durante el gobierno anterior o las adquisiciones de favor político. La administración de la cartera es presa fácil de los saltos abruptos del dolar, el cual atenta directamente contra los días de navegación, las horas de vuelo y los días de campaña (todo en su punto mas bajo en décadas).
Para intentar poner un coto al malhumor militar, desde Jefatura de Gabinete se ha avanzado con el posicionamiento de Paola Di Chiaro (la cual ejerce desde febrero) quien tiene la titánica misión de aplicar el foco fiscalista en su nuevo destino a la par de controlar la “política militar” dentro del Edificio Libertador, en tiempos en donde los militares comienzan a rumorear sobre el calendario electoral.
Pese a haber grandes (y malos) ejemplos de la decadencia con la que convive el sector, el pequeñísimo y derruido complejo industrial argentino muestra los resultados de la desinversión y el desinterés. Las lanchas LICA, tema abordado extensamente por Zona Militar, pueden ser una muestra cabal de un cierto patetismo a la hora de avanzar sobre cuestiones de Defensa Nacional. La construcción de las mismas se encuentra pronta a finalizar, restando el envío de fondos finales para que ambas lanchas puedan ser botadas. Pese a que solamente resta la instalación de una parte del motor, el poder político solicitó la botadura para poder ser inaugurados. El proselitismo choco contra la negativa de la Armada Argentina, quien continua a la espera de los fondos para finalizar sus buques ligeros.
La Armada, una fuerza comunicacionalmente recluida por su férrea disposición marítima antes que terrestre, ha quedado abatida (al igual que el país) con la tragedia del ARA San Juan. Sin embargo no ha cosechado impulso del poder político para revertir su situación. Existe una crisis importante dentro de sus filas por mantener especialidades muy necesarias para mantener y operar los distintos sistemas de armas que el mercado privado termina copando.
“No podemos volar” mencionan en Fuerza Aérea, acaso la institución que mas sufre los recortes y por sobre todas las cosas, las estampidas del dolar. Las horas de vuelo, cotizadas en dolares, son una muestra fiel de los recortes año a año que se vienen haciendo. Los Texan de instrucción básica parecen querer tapar un bosque de capacidades perdidas y que difícilmente se puedan recuperar en el corto-mediano plazo. Esta merma se potencia aun mas con la migracion de sus pilotos a destinos económicamente mas rentables, mientras el país archiva su estatus de pionero aeroespacial.
El Ejercito Argentino se prepara para rascar la cacerola mientras palpa un futuro presupuestario complicado que congelará los pocos proyectos en pie que actualmente se mantienen (aunque con avances sumamente lentos). “Equipamiento individual” se sostiene a la hora de analizar las necesidades mas apremiantes. Al nivel infante las compras se hacen bajo la modalidad parche” y hacia arriba las incorporaciones o modernizaciones están prácticamente paradas. No hubo interés en hacer el pago de los 2 tercios restantes para el proyecto TAM 2C, tampoco hay intenciones manifiestas para desembolsos que transformen el equipamiento vetusto del sector en uno acorde a los tiempos que corren.
El panorama es complicado. Actualmente abundan los manuales, los proyectos y las palabras. Como no hay defensa que se construya solamente a través de las palabras, sino sobre los hechos, nuestro instrumento militar mantiene su rumbo a una decadencia palpable que relativiza aun mas su importancia dentro de la vida de nuestro país. Las expectativas están puestas en la política (actual y futura) que definitivamente altere el presente rumbo de colisión, le otorgue impulso al sector y la saque de este estado de decadencia.
Impecable. Mas claro imposible Mariano.
Las fuerzas armadas deben ser creíbles, este concepto forma parte del que se denomina disuasión que, justamente, tiende a evitar que las amenazas tradicionales sean mucho menos propensas a pensar en afectar nuestros intereses y derechos. La disuasión se completa con dos conceptos más, la comunicación clara y precisa de los límites que el otro no debe sobrepasar y, por supuesto, la decisión política de emplear los medios cuando los límites son ignorados. ¿Quieren ser un ejemplo de paz durante los próximos cien años? Pues bien, habrá que poseer FFAA creíbles, delimitar claramente cuales son nuestros límites y, por sobre todas las cosas, transmitir claramente que en caso de que los mismos sean vulnerados o amenazados, se actuará. Tan fácil como eso.¿Qué sucede cuando las “amenazas” advierten que no hay ni capacidad ni intención seria de ponerles límites concretos? Como ejemplo tomen la ciudad de Buenos Aires, a pesar de los códigos, leyes y decretos, a pesar de hacer cambiado todo para que nada cambie con el poder de policía que interviene en el distrito, nuestra ciudad es hoy un caos de cortes, piquetes y marchas, los ciudadanos comunes, los que trabajamos y debemos cumplir con nuestras obligaciones en forma diaria vemos como unos pocos transforman nuestro diario vivir en un infierno. Lo mismo ocurre con los mares del Sur, con la frontera norte o con sujetos que por auto considerarse “dueños ancestrales” de parte de nuestro territorio desconocen nuestra Constitución, nuestras leyes o al Estado Argentino en general. La Defensa Nacional es ni más ni menos que eso, la defensa de nuestra nación, ignorarla o minimizarla nos hará pagar un precio muy alto en algún momento. De seguir así la pregunta no es si habremos de pagarlo, sino cuando lo pagaremos.
La situación a la que hemos llegado con la FAA en particular y en general con todas las FFAA es la que tan bien describía una ley de Murphy que dice: “Si algo malo puede pasar pasará en el peor momento”. El declive final de las fuerzas llega en el peor momento económico del país.
Uds. dirán, justificadamente, que este es un proceso que viene deteriorándose desde hace muchos años fruto de la desidia política, de cuestiones ideológicas, las malas decisiones de los militares o cualquier otra razón que haya contribuido a la situación actual. pero en los libros de historia del futuro esta evolución negativa se describirá en unas pocas oraciones y a lo sumo en un par de párrafos y los días que corren serán mencionados como el quiebre en el que la Defensa Nacional comenzó su recuperación o por el contrario selló su deterioro definitivo.
Este gobierno será mencionado entre otras cosas por ser el responsable de una u otra situación. Quienes defienden a ultranza al gobierno dirán que lo todo es una cuestión económica, en lo personal creo que se trata de la falta de una visión estratégica de la Defensa Nacional. Pocos, muy pocos, piensan en términos de estratégicos, se dejan llevar por la gravedad de la situación económica y no advierten que para salir de esta situación primero se debe determinar objetivos, políticas y un planeamiento estratégico acorde.
La gran ventaja que tenemos es que no tenemos prácticamente nada, todo está por hacer y el pasado no juega como un ancla sino que se puede visualizar como una experiencia negativa pero a la vez muy útil para planificar el futuro y no cometer los mismos errores.
Tenemos la oportunidad de “parar la pelota” y pensar detenidamente como vamos a rediseñar nuestras FFAA para enfrentar los riesgos de mediados de siglo y más allá. Armas de energía, desarrollos aeroespaciales con serias implicaciones en la defensa, inteligencia artificial en armamentos cada vez más sofisticados, soldados que parecerán salidos de películas de ciencia ficción, ciberguerras, etc. etc. Creer que las futuras amenazas podrán disuadirse y, menos aún, enfrentarse con buenas intenciones, es de un infantilismo cruel y demencial. En el mundo que inexorablemente vendrá los magos si dientes, las buenas intenciones, los globos o las posiciones ideológicas no tendrán futuro.
El Ministerio de Defensa deberá encarar el futuro de nuestra Defensa Nacional teniendo muy en cuenta lo que se denomina Anticipación Estratégica. De lo contrario terminaremos comprando hoy lo que mañana no nos será útil.
Coincido, un análisis absolutamente real de la lamentable situación de nuestras FFAA, de nuestra defensa. Lo lamentable es que difícilmente un futuro gobierno pueda hacer demasiado por revertir esta situación, ya que la deuda externa condiciona fuertemente cualquier plan de recuperación de las FFAA. Algo que se torna absolutamente necesario es un cambio en la mentalidad de la clase política argentina, la que de un tiempo a esta parte ven la inversión en defensa como algo superfluo, sin entender que no podemos rifarnos frente a potenciales agresores, los que más allá de las buenas intenciones y pretensiones de nuestros políticos, existen y no están muy lejos. No podemos poner nuestra soberanía bajo una idea de que todos somos buenitos y nadie quiere lo que no es suyo.
Recordemos que el deterioro de nuestras FF.AA. comenzó después de la guerra de Malvinas. El mismo fue agravándose hasta culminar durante las administraciones kirchneristas. Durante la actual, solo asistimos a la colocación de algunos parches mal puestos.
Para comprender en toda su dimensión el problema que expone a la Nación a desaparecer o como mínimo a perder gran parte del territorio dotado de grandes reservas energéticas y minerales de suma importancia, debemos desarrollar un plan estratégico completo.
Ninguno de los estamentos políticos ha siquiera esbozado tener un pensamiento que asegure la supervivencia del país.
Es indispensable en primer lugar, definir nuestros INTERESES NACIONALES, para luego establecer los OBJETIVOS NACIONALES derivados de esos INTERESES. Cuando nuestros políticos pretenden referirse a estos últimos, lo hacen en forma vaga, indefinida. Luego esos OBJETIVOS, indispensablemente deben responder a un Plan Estratégico que abarque en forma coordinada entre sí, cuatro campos fundamentales: el POLÍTICO, el ECONÓMICO, el PSICOSOCIAL y el MILITAR. No hacerlo, nos provoca la situación que vivimos, improvisando continuamente para tratar de resolver malamente los problemas que enfrentamos.
Para ello, es necesario conformar un equipo de estudios formado por los mejores cerebros del país en esos campos, los cuales tendrán como misión efectuar un PROYECTO NACIONAL, el cual debe superar pruebas de Aptitud, Factibilidad y Aceptabilidad en cuanto al costo, asegurando con este último la capacidad de poder comenzar de nuevo, en caso de fracaso.
Una vez logrado, se debe asegurar que el mismo sea permanente, por ejemplo incorporándolo a la Constitución Nacional. Los diferentes partidos políticos se verán así obligados a proponer a los votantes procedimientos para alcanzar los OBJETIVOS NACIONALES.
De esa manera lograremos avanzar en pos de un futuro que nos asegure alcanzar el bienestar general de nuestros habitantes y la fortificación de nuestra Nación.
Si estas acciones se encararan a nivel Sudamericano, podríamos lograr el gran objetivo de conformar una fuerte Confederación, con la característica de ser una especie de enorme isla, con la capacidad de ser completamente independiente de las potencias que actualmente dominan el mundo.
El estigma ampliado y aprovechado por ideologías y gobierno post cúpula militar de facto y Malvinas, ha sido maliciosamente manejado por nuestra izquierda cuaternaria y el reciente gobierno k ante la opinión pública.
Aquí están los resultados.