Hacen ya un par de semanas que el mundo entero se encuentra inmerso en una lucha contra, lo que muchos mandatarios han denominado “un enemigo invisible”. Se trata de los esfuerzos que existen por intentar combatir la propagación del brote por coronavirus, que según especialistas, surgió en diciembre pasado en Wuhan, China.

Sin embargo, la cronología del brote corre distinto para las potencias. China, país que dio origen a la pandemia, ya se encuentra prácticamente recuperado, mientras que Estados Unidos se ha transformado en el epicentro de la misma, obligado a enfocar todos sus esfuerzos y recursos a combatir el COVID-19. Por otro lado, Rusia se muestra aún distante del caos ocasionado por la pandemia, y lejos de sucumbir ante ella, se exhibe fuerte y aún comprometido a otras cuestiones de agenda que no ha abandonado a pesar del clima internacional. Una de ellas, son sus pretensiones en el espacio exterior como otro dominio de influencia y puja por el poder.

Este miércoles, Rusia realizó una prueba de un misil antisatélite, que fue tomada por muchos como una amenaza a los sistemas espaciales de Estados Unidos y sus aliados, y como el inicio de lo que puede llegar a ser una carrera armamentista espacial entre las potencias.

Específicamente se trató de una prueba de misiles antisatélite de ascenso directo (DA-ASAT) diseñado para derribar satélites en órbita terrestre baja (LEO), denominado sistema de armas antisatélite PL-19 Nudol. El PL-19 Nudol está en desarrollo desde 2014, y ya se han realizado varias pruebas.

El General John W. Raymond, comandante de USSPACECOM y Jefe de Operaciones Espaciales de la Fuerza Espacial de EEUU, afirmó que la prueba de misil para sacar satélites en órbita terrestre baja es “una prueba más de la defensa hipócrita que hace Rusia con sus propuestas de control de armamento en el espacio ultraterrestre”, que evidentemente, están “diseñadas para restringir las capacidades de los Estados Unidos, mientras claramente no tiene intención de detener sus programas de armas espaciales”.

La prueba del misil antisatélite se puede tomar también como un impulso de Rusia para comenzar a militarizar el espacio, y como una provocación para los Estados Unidos, cuya economía y Fuerzas Armadas dependen del uso de tecnología espacial.

Los satélites vienen siendo, desde hace ya un tiempo, un motivo de gran preocupación para los EE.UU., puesto que, la mayoría de los equipos de comunicación, navegación y de inteligencia, son utilizados por la Marina, el Cuerpo de Marines, la Fuerza Aérea y el Ejército, sin mencionar el amplio uso civil que se le da a los satélites. Si algún día estas estructuras se viesen afectadas por un ataque, el desastre ocasionado y las repercusiones serían incalculable.

Es por este motivo, que las potencias están llevando el campo de batalla al espacio, poniendo a los satélites como targets factibles y claves escenarios de conflictos futuros. Hackear o eliminar un satélite, ya se encuentra dentro del espectro de posibilidades.

Sin embargo, y a pesar de las constantes acusaciones de un lado y el otro sobre el dominio espacial, lo cierto es que las potencias ya vienen desde hace un tiempo embarcados en desarrollar tecnologías diseñadas para proteger y asegurar su dominio en el largo plazo en el espacio exterior.

Estados Unidos ya se encuentra trabajando en el desarrollo de su sexta rama militar; la Fuerza Espacial y ha manifestado intenciones de poner bases en Marte. Por su parte, recientemente Rusia a revelado que también está elaborando un plan para poner bases en la Luna.

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