Los hechos narrados tuvieron lugar entre el 1º y la madrugada del 2º de Mayo de 1982. El lugar, la pista de la BAM Cóndor, ubicada en Pradera del Ganso o Goose Green, donde semanas posteriores tendría lugar una de las batallas más cruentas de la Guerra de Malvinas. Su protagonista fue el tripulante de Chinook Suboficial Mayor José Antonio Álvarez de la Fuerza Aérea Argentina.
Durante el día, a las 08:31, la base fue ataca por una incursión de aviones Sea Harrier provenientes del portaaviones HMS Hermes. En el bombardeo fue destruido en tierra el IA-58 Pucará del Teniente Jukic, falleciendo en el acto junto a la tripulación de apoyo. Los heridos fueron evacuados por helicópteros CH-47 Chinook (matricula H-91) de la Fuerza Aérea Argentina, falleciendo uno de ellos en el trayecto.
A las 21:30 del 1º de mayo, el Suboficial Mayor Álvarez recibió la orden que daría comienzo a la anécdota. El Mayor Pose, ordenó el traslado de un cañón ubicado en el extremo sur de la pista hacia las afueras del pequeño pueblo cercano a la base. La carga era una pieza de artillería antiaérea Oerlikon de 35 mm, del GADA 601 de Mar del Plata (En la BAM Cóndor fueron desplegados en un principio 6 cañones de 20 mm Rheinmentall con un radar Elta de la FAA, a los que se sumaron el cañón en cuestión, más dos lanzamisiles 9K32 Strela-2).
Para poder cumplir la tarea el personal debió servirse de un tractor Kelper cuyo motor oportunamente no arrancaba a pesar de los esfuerzos del personal del Ejército. Solo encendió cuando el Capitán Manuel Fernández de la FAA prestó su ayuda; terminando como guía en el medio de la noche ya que las luces del tractor seguían sin funcionar.
Con todos los preparativos listos, realizaron el viaje de ida a lo largo de la extensión de la pista esquivando restos de aviones, escombros y demás elementos diseminados por el bombardeo. En el trayecto derribaron involuntariamente un alambrado antes de ubicar a la pieza y a su personal. Emprendieron el viaje de vuelta hacia la nueva localización en el pueblo atravesando la noche cerrada que caracteriza a las islas.
Dos días más tarde, Álvarez relató la tarea a efectivos pertenecientes al grupo de demoliciones de Infantería de Marina apostados en la zona. Luego del relato, sorprendido, recibió palmadas y felicitaciones por parte de los hombres de la Armada. Extrañado por la reacción tan brusca, consultó a que se debía semejante festejo por solo haber transportado un cañón. La respuesta que recibió no dejaría lugar a dudas del porqué.
El día posterior a los esfuerzos de Álvarez para transportar el cañón, los efectivos de la Infantería de Marina procedieron a desactivar un total de 150 bombas “Beluga”, conocidas como de racimo, que no habían explotado en el impacto. Sin saberlo, en el medio de la oscuridad, los efectivos de la FAA y del Ejército habían jugado una especie de “buscaminas” macabro a bordo de un tractor Kelper. Algunas veces la fortuna juega sus bromas para terminar sonriendo sin que nos demos cuenta.
No obstante, el 4 de mayo, ese mismo Oerlikon de 35mm derribó a un Sea Harrier que atacó la pista de la Base Aérea Militar Cóndor. Otro aparato enemigo fue alcanzado por el fuego de los más pequeños Rheinmetall de 20mm. El último de los atacantes abortó su pasaje frente al rugir de la artillería antiaérea argentina que fuera transportada por un tractor a través de un campo minado de belugas.
Créditos Imagen de portada Roy Burley
Imágenes Ejército Argentino
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Siguen apareciendo.,heroes anonimos ,casi 40 años despues,si hubiesemos tenido un poquito mas de suerte y organizacion ,hasta donde podiramos haber llegado?…
Y cuántas películas se podrían haber filmado, con la verdad histórica, no con los cuentos amañados y antimilitares de la progresía antinacional como el libreto del timorato de “iluminados por el fuego”.
Se imaginan Hollywood cuántas habría hecho.
Viva la Patria.