El Atlántico Sur Argentino está siendo internacionalizado, como el medio oriente con el petróleo. Dos países -el Reino Unido y China- con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y, España, que es el principal socio del R.U. en Malvinas y destino principal de los recursos pesqueros argentinos capturados con licencias ilegales. En algún momento también Rusia e inversionistas americanos haciéndose de las principales empresas pesqueras. Las grandes potencias vienen por nuestros recursos naturales, algunas de ellas, -asombrosamente- mantienen con nosotros una relación de amistad y comercio y, otras lo hacen, desnacionalizando la industria nacional o apropiándose de los recursos nacionales por la fuerza o por presión frente a nuestra la debilidad comercial. No es la guerra tradicional, son las formas de dominación modernas.
Los buques nacionales son amenazados de ser embestidos por buques extranjeros para desalentarlos en la pesca de altura. Se trata de una confrontación marítima para hacerse de los recursos, como si tuviesen “patentes de corso”, mientras la defensa argentina y la Subsecretaría de Pesca están ausentes, pese a la mayor presencia extranjera en la región, provocándonos un daño inconmensurable a nuestra soberanía política, económica y alimentaria. ¿Quién no entiende que la primera defensa del territorio continental nacional es el mar argentino y no el litoral terrestre? Bastaría con ver las fuerzas navales de Estados Unidos, China, Rusia y del Reino Unido desplegadas en el mundo para entenderlo. El sistema vertical que impera en las fuerzas militares y en la cancillería nos priva de un debate amplio sobre el daño de no tener controlado el Atlántico.
Con en la Convención de las N.U. sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) se denominó a los países con mar “Estados Ribereños”, cuando en 1995 se ratificó por Ley 24.543 en la Argentina, yo, modestamente -ante la mirada absorta de oficialistas y opositores- puse reparos, pero, nunca entendieron que el mar, es parte de nuestro territorio y, que, más allá de las 200 millas se prolonga hasta el fin de la plataforma continental. La palabra «Ribera» del latín riparĭa, deriva de ripa (orilla) y al igual que «Litoral», «es la franja de tierra que está junto al mar (o río)» y, no alcanza a definir a «el mar formando parte íntegra e indivisible del territorio nacional continental hasta las 200 millas marinas y, más allá de estas, sobre su lecho y subsuelo hasta límite exterior de la Plataforma Continental Argentina» y, que el Código Civil y Comercial de la Nación refiere a la línea de ribera (Art. 235) como la «porción de las tierras que las mareas bañan y desocupan ordinariamente durante las más altas y más bajas mareas…» y, desde el punto de vista literario Rodrigo Costoya (“El enigma de Colón”, 2019) nos cuenta: «…la mujer de Pinto seguía en la Ribera, mirando fijamente el mar».
La Argentina, más que un «Estado Ribereño» debe tipificarse como un «Estado Marítimo», más aún, cuando la Argentina cuenta con una superficie continental de 2.791.810 Km2 mientras que el territorio marítimo argentino dentro de las 200 millas alcanza a los 3.146.345 km2 y más allá de ellas la Plataforma Continental Argentina asciende a los 1.784.000 km2 (firmes 351.633 km2), a lo que habría que sumamos los 965.597 Km2 de la Antártida Argentina, la parte correspondiente de los 20.237.000 Km2 del Océano Antártico que se encuentra comprendido en el marco del Tratado Antártico y los 30.212 km2 del Río de la Plata (Mar Dulce, Juan Díaz de Solís, 1516), cuya navegación y explotación se acordó con Uruguay; a lo que debemos agregar el extenso litoral argentino de 6.816 km de costa según los últimos estudios del CONICET. La Argentina es -sin duda alguna- un Estado Marítimo, por lo que nos agravia aún más nuestra identidad, el tener ocupados y explotados por el Reino Unido de Gran Bretaña, 1.639.900 km2 de territorio marítimo e insular nacional.
Una invasión y explotación de nuestros recursos, en abierta violación a la Res. ONU 31/49, con la pretensión ilegal de acogerse a lo reglado para los “Estados Ribereños”; sobre lo cual, la propia directora ilegal de Recursos Naturales de Malvinas Dra. Andrea Clausen convalidó nuestra titularidad sobre los recursos al manifestar que «…la zona en que se ha denunciado todas estas capturas ilegales es muy al norte de la ZEE de Falklands. Y, si bien la captura del calamar Illex pertenece a la misma biomasa, la verdad es que las Falklands han tenido una zafra…», pese a lo cual la Argentina no ha hecho nada sobre los recursos migratorios y nos surgen varios interrogantes:
¿No le llama la atención a nuestras autoridades que buques chinos pesquen lejos del área bajo control británico rica en recursos? ¿No es sorprendente que en 40 años solo se detuvieron 80 buques extranjeros, con una presencia en esos años en el Atlántico Sur de 12.000 buques ilegales?
¿No es irregular que el Consejo Federal Pesquero (CFP) y el Subsecretario de Pesca, siendo los Administradores del Recurso, a pesar de ingresar al mar argentino 100 buques extranjeros no se hayan reunido para tratar esta invasión y, nunca el CFP haya actuado para impedir la pesca ilegal, violando su deber de funcionarios públicos? La asignación del Fondo Nacional Pesquero lo dice todo: Según Actas del CFP 4 y 5 (12/3/20), de los saldos de 2019 y de los existentes en 2020 se asignaron para la administración el 75,7% de los fondos ($ 30.451.957) y para patrullaje y control un 24,3% ($7.400.000), dejando claro el interés de controlar y malgastar los fondos públicos, porque es sabido que los gastos administrativos no deben alcanzar entre el 17% y el 30% de los operativos.
La ocupación del mar argentino y la explotación de nuestros recursos es gravísima. Lo hacen dentro de la ZEE y la plataforma nacional (buques con licencia ilegal británica y, plataformas petroleras dentro del área de Malvinas); extracción de nuestros recursos pesqueros dentro de la ZZE y fuera de ella a especies migratorios que la funcionaria británica reconoce como de la misma biomasa (de dominio Nacional) y lo que resulta aún más insólito y, sobre lo que él Estado Nacional ha permanecido indiferente desde 1994 a la fecha, es el establecimiento del Reino Unido al noroeste de las Islas, por fuera de la zona de exclusión pesquera ilegalmente impuesta por este Reino (FICZ) y dentro de la ZEE Argentina, de un Área “GAP” de 1.400 Km2, para proteger importantes capturas de calamar. El GAP es un espacio 7 veces más grande que la ciudad de BA (203km2), casi 3 veces el tamaño de la Isla de los Estados (534km2) o algo más de 3,5 veces lo que miden las Islas Picton (105km2), Nueva (120km2) y Lennox (171,5km2) que carecen del valor económico que el GAP y, que casi nos llevan a una guerra contra Chile. Cualquier ciudadano podría ver en alguno de los localizadores disponibles la concentración de buques extranjeros a la pesca del calamar en ese punto para confirmar la ocupación británica de nuestro territorio.
Ante el conocimiento de la invasión de buques chinos al mar argentino la Armada el 6 de mayo sumó al control al destructor ARA Argentina con un helicóptero Fennec para agregar al patrullero oceánico ARA Bouchard P51 y al guarda-costa GC-27 Prefecto Fique de la Prefectura Naval y alistó un avión naval antisubmarino Tracker.
Recordemos que la ZEE Argentina tiene 3.146.345 km2, por lo que este aparente refuerzo, como dijo un amigo (JCP), es como «calentar el océano con una pava de agua caliente» y, al pasar, recordemos también, que tanto las patrullas oceánicas francesas (¿con nuestras finanzas, recibirá la Armada las tres faltantes?), como los guardacostas españoles, que podrían haberse construido en la Argentina, si fuésemos un país que promoviésemos nuestra defensa y la industria nacional.
Con las fuerzas disponibles, los buques extranjeros seguirán pescando y escapándose, como lo han hecho en los últimos 40 años. Las cuestiones inherentes a la defensa nacional, de eso se trataría frente a la ocupación y explotación extranjera en el Atlántico Sur, deben estar en manos de la Armada Argentina apoyadas con la Prefectura Naval si fuera necesario, ocupándose o empezando a ocuparse esta, de las cuestiones contravencionales de los buques nacionales, ya que resulta muy llamativo, por ejemplo, que no haya sanciones derivadas de las 300 mil toneladas/año que se descartan de recursos o, que salgan a la pesca buques que terminan en trágicos naufragios.
Para que el control -en principio- disuasivo sea efectivo, los recursos militares anunciados no alcanzan. La Armada Argentina debería disponer al menos de cinco buques clase Gowind similares al Bouchard con cañones de 40mm (hay otros países que tienen patrullas con piezas de 76mm), y dos ametralladoras manuales de 12,7mm, de modo que puedan actuar en forma efectiva si el buque ilegal intentara escapar y, efectuar el relevo correspondiente sin desatender la zona de conflicto. Las naves equipadas con helicópteros bimotor polivalentes ligeros artillados del tipo AS 555 Fennec 2. A ello, hay que agregar unos cuatro aviones de vigilancia naval P-3 Orion o S-2 Tracker. Por supuesto que esto supone además dotar a la Armada del presupuesto necesario para las operaciones y mantenimiento, ya que es conocido los efectos de la desinversión y falta de mantenimiento que llevan a que, en Puerto Belgrano, haya varias corbetas fuera de servicio.
Accesoriamente a ello, pero muy importante, se deberían quintuplicar las multas y actualizarlas por el precio del gasoil, si las ilegales son chinas, siendo estatales, expulsar las empresas radicadas de origen estatal en el país, al igual que las españolas si tienen relación societaria; y, la flota congeladora nacional debiera ir a pescar con apoyo militar, en las condiciones subsidiadas ya explicadas en mi artículo «El Atlántico Sur Argentino ocupado por Britania, España y China», fuera de las 200 millas y, muy especialmente en el GAP y el área adyacente a la de exclusión británica; iniciar contactos con empresarios españoles y chinos, con la intervención necesaria del sector empresario nacional y comenzar el proceso de denuncia de los Acuerdos de Madrid, por el que la pérfida falange de Albión tiene en sus manos el control del Atlántico Sur Argentino entre el paralelo 46º S (altura Comodoro Rivadavia, Chubut) y el 60º S (altura de las Islas Orcadas).
Cumpliéndose el 207º aniversario de la aprobación del Himno Nacional, tal vez sea el momento de plantear reincorporar a éste la estrofa: «se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación» y otras, sacadas de nuestra Canción Patria a sugerencia de Inglaterra, para recordarles a los argentinos, el espíritu original con el que se construyó nuestra Nación.
Ceterum censeo Carthaginem esse delendam.
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Lamentablemente el ARA Bouchard recientemente incorporado, aún no cuenta con su cañon de proa debido a dilaciones no muy claras de Francia proveedora de ésta moderna nave que aunque de segunda mano, se encuentra en excelentes condiciones.
Es verdad que la depredación de nuestra soberanía marítima ha aumentado significativamente desde el final de la guerra de Malvinas, se debe en gran parte a que nuestros gobiernos no mostraron interés por la vigilancia efectiva de nuestras fronteras, allí tenemos desde hace más de 35 años al submarino Sta. Fe sin terminar, metido en un astillero que está por convertirse en un museo; el resto del armamento de las unidades de superficie deberían ser modernizadas, como su radarización, porque hablamos de naves del año 1980. Hemos adquirido patrulleros oceánicos para vigilar y el primero sólo está armado con dos ametralladoras 12.70 mm.
En qué pensarán los políticos cuando se les nombra la palabra “defensa”?
La palabra “defensa” no esxiste para los políticos. Prueba de ello es que desde el 83 en adelante jamás hubo un Ministro de Defensa que siquiera pueda calificarse como “rescatable”.
Creo que esta temática no le interesa a los políticos, ni tampoco le interesa mucho a la sociedad. Los que escribimos en este foro y mostramos nuestro interés somos una clara minoría.
Es bien interesante el artículo, creo que el problema debe ser abordado como una política de estado y pensando en el largo plazo. Es fundamental defender nuestros recursos. La depredación del mar argentino sucede desde que tengo uso de razón.
Lamentablemente en el corto plazo el contexto nacional e internacional nos impiden ir mucho más allá de la crisis económica y la pandemia.
Desarrollar la industria nacional de defensa tendría 2 buenos resultados:
Ocupación y potenciación de nuestras capacidades, o acaso no sería mejor fabricar 5 patrulleros y varias corbetas que comprar naves pobremente armadas por las restricciones de “la pérdida Albion”
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