En la mañana del domingo el periódico Financial Times anunció que el gobierno del Primer Ministro conservador Boris Johnson comenzaría a elaborar planes para eliminar gradualmente a Huawei de las redes telefónicas británicas, sin sopesar el hecho de que la compañía había anunciado una inversión de £ 1 mil millones en un centro de investigación en Cambridge University. La semana pasada el Primer Ministro expresó su preocupación por los “vendedores estatales hostiles”, además de salir a la luz una investigación que revelaría la muy difícil la relación con la empresa china luego de las sanciones que le impuso Estados Unidos. También declaró que no era un sinófobo y no se dejaría llevar por esos sentimientos, algo muy importante ya que China es el tercer socio comercial británico. Pero la realidad es bastante más compleja.
El columnista James Forsyth de la revista conservadora The Spectator manifestó en número reciente la necesidad de un Reino Unido menos dependiente de China a la luz de lo que ha sucedido en Hong Kong. También agrego números contundentes sobre el apoyo británico a una mayor autonomía estratégica y la postura sobre la relación con el reino del medio: el 72 por ciento de los votantes apoya pagar más por equipos médicos y de telecomunicaciones nacionales, el 55 por ciento apoya bloquear la inversión extranjera que ponga en riesgo las tecnologías claves desarrolladas en universidades locales, sólo el 17 por ciento apoya o ve con buenos ojos a Huawei y el 58 por ciento del público apoya una mayor colaboración entre los gobiernos democráticos para contrarrestar el poder económico y estratégico chino.
La respuesta británica a la imposición de la llamada Ley de Seguridad Nacional consistió en elevar las declaraciones críticas dentro del gabinete y otorgar a 3 millones de hongkongers el derecho a residir y trabajar en el Reino Unido sin ningún tipo de restricción salarial o de oferta de trabajo requerida previamente. El Secretario de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, declaró que China fracasó al incumplir la promesa de autonomía y dejo en claro que no mirarían para otro lado ni evadirían las responsabilidades históricas con el pueblo de Hong Kong. Según trascendió todos los funcionarios del gabinete se mostraron muy vehementes con el tema. Se ve esto como una oportunidad para la “Gran Bretaña Global” que vendría una vez finalizado el proceso de Brexit. Dentro del Partido Conservador ven a los hongkongers como el tipo de inmigrante “bueno”, honesto, trabajador y emprendedor; que no afectaría los puestos de trabajo que el partido prometió defender en la pasada campaña política que culminó con una gran mayoría y victoria en distritos laboristas históricos en la elección del pasado diciembre.
Matthew Kroenig señaló en su último libro The Return of Great Power Rivalry que la clave de los grandes poderes fue y es actualmente su fortaleza en la economía, las relaciones exteriores y el poder militar. De las dos primeras ya nos ocupamos en los párrafos anteriores de mencionar y vale la pena explayarse sobre el último aspecto en el pareciera producirse un gran giro: el poder militar.
Los jefes de las fuerzas armadas británicas se encuentran contemplando tres estrategias principalmente: lazos más estrechos con los aliados asiáticos, un mayor uso de la inteligencia artificial y el despliegue de más tropas al este de Suez.
La semana pasado hubo una reunión entre los altos mandos de las tres fuerzas y los ministros del gabinete en el histórico y emblemático Tower of London para decidir las prioridades para la revisión de seguridad, defensa y política exterior que el gobierno presentará a fines del otoño boreal. Entre los presente estaba el Secretario de Defensa Ben Wallace, quien declaró que “el mundo posterior a Covid verá una mayor crisis económica, conflicto y competencia”, y también agregó “las amenazas que enfrentamos se presentan de muchas formas en muchos continentes”, según accedió FT.
Los riesgos planteados por China se impusieron sobre otros como la actividad rusa en el Atlántico Norte, la amenaza iraní a las rutas marítimas en el Golfo Pérsico y las operaciones de ISIS. En el encuentro subrayaron con la debida importancia a la nueva ley de seguridad en Hong Kong y los reclamos de soberanía en el Mar del Sur de China.
El diputado conservador y presidente del comité de defensa de la Cámara de los Comunes declaró recientemente que las relaciones necesitaban un restablecimiento fundamental y que “necesitamos determinar cómo trataremos con una China que económica, técnica y militarmente va a superar a Estados Unidos en nuestras vidas”, informó FT. Project Defend, es una iniciativa que se desarrolló recientemente la cual reduciría la independencia industrial china de Gran Bretaña, que ya está apuntalando y diversificando las cadenas de suministro, el desafío de defensa es elaborar una manifestación en concordancia con esta estrategia que se enfocaría en la tecnología y la defensa cibernética.
El Reino Unido espera una represalia por la postura tomada hacia Hong Kong, y esta podría ser una amenaza híbrida combinando agresiones políticas, económicas y cibernéticas, así sostienen en los círculos del establishment británico.
Los funcionarios militares deslizaron que se analizaría en la revisión como se puede usar la Inteligencia Artificial para proteger datos, redes y propiedad intelectual; informa FT. Charles Parton, ex enviado a Beijing argumentó que el objetivo principal de la revisión deberían ser las tácticas híbridas de China y que se debería buscar asesoramiento de Taiwán quien sufre las hostilidades de forma cotidiana y conoce las tácticas de primera mano.
El MP Ellwood también señaló recientemente la importancia de que Gran Bretaña conserve el acceso a la constelación de satélites Galileo de la Unión Europea como consecuencia de las actividades en el espacio que China estaba desarrollando. No dejó tampoco de expresar su preocupación por los sistema de geolocalización y declaró al diario Express “tuiteé recientemente que con Beidou, que es la versión china, lanzaron el último satélite que necesitaban para esa constelación. Eso significa que es completamente autónomo, es independiente. Los DF41, todos sus misiles, ya no necesitan depender del GPS. Lo que significa que China querrá sacar el GPS.”
Comparó la situación la famosa Batalla de Gran Bretaña que se desarrolló en la Segunda Guerra Mundial donde “si gobernabas los cielos, dominabas lo que sucedía debajo. Ahora están en los cielos”. Además la alta dependencia de las capacidades militares británicas del GPS estadounidense volvería más que clave garantizar el acceso a la constelación Galileo para que actúe como un “sistema de respaldo” o backup. Y aclaró que la posibilidad del desarrollo nacional de un sistema de estas características debía ser descartado por que “no podemos pagarlo y ¿a quién se lo podemos vender? la razón por la cual esto genera dinero es porque mucha gente paga pequeñas cantidades, como Facebook, porque miles de personas pagan pequeñas cantidades para que funcione”.
El legislador también comentó la situación de conflicto fronterizo actual en la India y China, y explicó que China logró neutralizar las organizaciones internacionales que podrían servir de árbitro y esto es un desafío a la India y al sistema internacional producto de que ahora se reconoce como un gran actor económico, diplomático y militar. Agregó que el orden mundial está “desvencijado y tambaleante que nadie puede mejorar”, una presentación de India ante el Consejo de Seguridad sería definitivamente bloqueada por China con su poder de veto.
La Ministra de Defensa y Adquisiciones, Anne-Marie Trevelyan, reconoció el año pasado en una conferencia la dependencia de las fuerzas británicas e hizo alusión al Tratado del Espacio Exterior en 1967 entre EE.UU. y la entonces URSS. Pero también declaró que “los estados rebeldes y todos aquellos que desafían el orden internacional, y los actores no estatales están obteniendo cada vez más acceso al tipo de equipo de alta tecnología que alguna vez fue el monopolio de la OTAN y los países del Pacto de Varsovia. Los ciberatacantes están utilizando hardware barato para tratar de codificar los satélites y aprovechar los datos de observación. Es por eso que nosotros y nuestros aliados cercanos hemos determinado que es un dominio de guerra”
La revisión podría recomendar una presencia más visible del Reino Unido en la “esfera de influencia de China” lo cual involucraría una postura Extra OTAN en los asuntos asiáticos, trabajando estrechamente con Corea del Sur y Japón. Esto sería un retorno a la vieja estrategia militar británica de balanceador offshore, de recelo y poco compromiso hacia las alianzas militares rígidas, lo que es algo muy significativo. “Australia, Estados Unidos y el Reino Unido se han unido a otras naciones, incluida la India, para oponerse a la diplomacia draconiana y las políticas coercitivas de China”, declaró a FT Robert Johnson, director del centro de guerra de la Universidad de Oxford.
También estarían buscando reforzar a los aliados asiáticos aportando una mayor presencia lo que implicaría un mayor despliegue humano. La Royal Navy anunció que desplegaría cientos de commandos de los Royal Marines al este de Suez como parte de la nueva “presencia global persistente” de tropas en naves que podrían desplegarse de forma rápido frente a crisis emergentes.
La revisión consideraría nuevo hardware militar que tenga en cuenta las capacidades de misiles de Beijing que serían una amenaza a los nuevos super carriers Clase Queen Elizabeth, a lo que Richard Barrons, ex jefe del Comando de Fuerzas Conjuntas, declaró a FT que “el portaaviones no es una amenaza a China porque ha desarrollado misiles específicamente capaces de eliminar portaaviones a gran distancia” y planteo además la duda de cómo incorporar nueva tecnología para restaurar los competitividad de los portaaviones, lo cual llama poderosamente la atención por su muy reciente construcción y es una prueba de la complejidad y mutabilidad del escenario que se presenta en la actualidad.
Las opciones que se contemplan van desde nuevos drones y misiles desplegados de los dos portaaviones hasta la investigación para combatir los sistemas de defensa que forman las áreas anti acceso (o de acceso denegado) que impiden la operación de las fuerzas enemigas.
Esto significaría mayores recursos a la Royal Navy y debería ser compensado con un recorte en la cantidad de tropas del ejército pasando de 82,000 en la actualidad a solo 60,000. Pero también sería debido una mayor concentración de recursos en guerra cibernética, espacial e IA, como fue mencionado anteriormente en este artículo.
El hombre detrás de esto sería el poderoso Dominic Cummings, quién también busca llevar adelante una ambiciosa reforma del servicio civil inglés. Los conservadores se habían comprometido con un gasto de 2 puntos del PBI en defensa y un aumento de 0.5 por ciento por sobre la inflación cada año, lo que aplacaba las quejas del partido laborista.
Pero un funcionario del gabinete declaró al periódico londinense The Times que estas eran “tonterías” y que no se estaba contemplando un recorte sino un aumento presupuestario. También dejó en claro que la cartera de defensa podría planificar con comodidad presupuestaria.
Del lado laborista en el reciente Día de las Fuerzas Armadas publicaron un comunicado en el sitio web del partido donde se expresaba que “en 2015 los ministros se comprometieron a que la fuerza del ejército británico no caería por debajo de 82,000, pero los números se redujeron a 73,750. Y también que prometieron “aumentar el Royal Navy y la Royal Air Force en un total de 700 personas”, pero en cambio han reducido el número en 1.970. Desde 2010, los conservadores han supervisado la fuerza de la caída de las fuerzas británicas en un cuarto, con 40,000 tropas menos de tiempo completo ahora que hace diez años.”
A su vez expresaron que “los ministros están prestando muy poca atención a lo que más importa a los jefes militares y a la capacidad de Gran Bretaña para mantener nuestra fuerza de combate de clase mundial”. Recalcaron el rol de los militares en la respuesta al Covid construyendo hospitales, distribuyendo equipos y aportando planificación, y denunciaron la falta de reconocimiento y promoción pública de la labor de las fuerzas armadas en público o en la Cámara de los Comunes. Mostraron preocupación por la reducción del número de fuerzas a mínimos históricos y los niveles salariales, la baja moral, la contemplación de muchos efectivos de solicitar la baja antes de que finalice su contrato y la satisfacción de los hombres en servicio.
Finalmente declararon que querían ver a los ministros actuar en tres frentes y finalizar la década de declive. Primero, otorgar al personal militar la prioridad que se merece con un capítulo completo en la revisión integrada de defensa y seguridad del gobierno a fines de este año, tal como lo hizo el Partido Laborista en el gobierno en 1998. Segundo, revisar el pacto del país con las fuerzas en servicio para reparar las fallas del gobierno en la última década. Tercero, hablar más en público para apoyar el servicio muy especial que los hombres y mujeres de las fuerzas armadas prestan a este país. Y no solo en el Día de las Fuerzas Armadas.
Por su parte el periódico nacionalista chino Global Times tituló a modo de defensa “Is UK trying to launch another opium war against China?, en el cual expresó que “este no es un mundo sobre políticas de poder que compiten en esferas de influencia”. También dejó en claro que los países de Asia habían logrado un rápido desarrollo y prosperidad siendo liderados por China y resaltó la falta de progreso en el pensamiento de los países occidentales.
En forma provocativa dejó en claro que confrontar con China no podría ayudar al Reino Unido a recuperar su antigua gloria y que este último se comportaba así porque Estados Unidos actuaba como el “maestro” del Reino Unido exigiéndole “lealtad”. Y advirtió que no debía seguir el camino de Australia que actúa como “secuaz” de los Estados Unidos. Una retórica muy fuerte de parte de China.
Las políticas recientes que están desarrollando el Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón y Francia nos dejan una simple pero contundente conclusión: el retorno de la política de grandes poderes está de vuelta entre nosotros, no solo entre las grandes potencias como EE.UU y China sino también en poderes medios y regionales, y no hay nada que se pueda hacer para escapar de esta realidad, los días de la interdependencia como solución a los intereses nacionales se han ido, podemos decir con bastante seguridad, por mucho tiempo. Eventualmente regresaran, podrá desarrollarse una cooperación al margen frente a desafíos globales que todas las naciones enfrentan por igual o para brindar bienes públicos a los ciudadanos, pero ya no será la doctrina rectora de los asuntos internacionales.
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