Desde hace aproximadamente dos décadas la Armada Argentina viene evaluando opciones con las que incorporar un Buque de Transporte Anfibio, denominado comúnmente LPD (Landing Platform Dock). Con la baja en 1997 del ARA Cabo San Antonio (Q-42), la capacidad de despliegue y transporte anfibio se vio fuertemente limitada. Cómo analizaremos en las siguientes líneas esta situación va a contramano del resto de países de la región durante la última década.
Entonces, ¿qué funciones cumple un buque LPD? ¿Cuál es la disponibilidad de estos buques en la región? ¿Por qué la Armada Argentina precisa la incorporación de este tipo de embarcaciones? ¿Qué ventajas traería su incorporación?
Un buque LPD es una embarcación de gran tonelaje cuya principal función es transportar personal y equipos a una zona de operaciones. Esta puede ser con fines ofensivos con el objetivo de realizar un desembarco anfibio, o, por el contrario, brindar apoyo a comunidades de un país gracias a su versatilidad. Si bien su uso dual es evidente, son buques concebidos desde la mesa de diseño con el fin de proyectar poder naval. Sus hangares, cubiertas e instalaciones permiten el transporte de tropa y blindados, como la operación de helicópteros, de una forma eficiente y eficaz.
Es un concepto superador de los antiguos LSD (Landing Ship Dock), cuyas primeras clases fueron introducidas en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Si bien los LSD continúan en servicio en varias Armadas y flotas auxiliares del mundo, durante las últimas décadas los LPD han ganado protagonismo al contar con, además de una cubierta de vuelo, un hangar para la operación, reparación y protección de helicópteros embarcados.
La Argentina operó durante los años 70´ al LSD, Clase Ashland, ARA Cándido de Lasala (Q-43), ex USS Gunston Hall (LSD-5). El buque fue adquirido en 1970 prestando servicio hasta 1981, con un desplazamiento de 7.930 toneladas. Entre su historial se halla su participación en la Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam.
En 1997 la baja de ARA Cabo de San Antonio se tradujo en una merma en las capacidades anfibias y de proyección de poder naval de la Argentina, a la que se debe sumar la del portaviones ARA 25 de Mayo. La reconversión del Destructor ARA Hércules en un buque de transporte multipropósito rápido fue un paliativo a la espera de que surgiera la oportunidad para la adquisición de un LPD. Dicha demora sea ha extendido casi 20 años, y el estado operativo del Hércules es desconocido.
Esta tendencia declinante de la Armada Argentina se contradice con la que evidencia el resto de la región donde se han adquirido y construido LPD para equipar a las Marinas vecinas. Realizando un breve repaso pondremos de relieve que, desde la última década, las Armadas Latinoamericanas no han dejado pasar las oportunidades para hacerse con los servicios de este tipo de buques.
En el año 2011 la Armada de Chile debió afrontar el reemplazo del que era hasta entonces su principal transporte de asalto anfibio. El Valdivia (LST-93) fue un buque especializado en desembarco de tanques, perteneciente a la Clase Newport, ex US Navy. La embarcación, con un desplazamiento de más de 5 mil toneladas, fue incorporada en el año 1995 luego de prestar servicio en la Guerra del Golfo. Cabe mencionar que este buque participó activamente en las misiones de ayuda humanitaria a la población durante el terremoto que afectó a Chile en el año 2010, al punto tal que el desgaste al que fue sometido acelero su baja del servicio.
Su reemplazó se materializó en el año 2011, cuando la fuerza incorporó al buque de asalto anfibio, Clase Foudre, Sargento Aldea (LSDH-91). A diferencia del Valdivia, que solo contaba con una cubierta de vuelo, el Sargento Aldea posee un hangar desde el cual pueden ser desplegados los helicópteros AS332L Super Puma. Además, posee una capacidad de transporte mayor al transportar 450 efectivos, y hasta 900 en trayectos cortos.
Durante la Pandemia COVID-19 ha sido empleado como Buque Hospital a fin de descomprimir al sistema de salud frente al aumento de infectados. Abordo fueron realizadas diversas operaciones e intervenciones médicas, como dar atención hospitalaria por medio de su Hospital de Campaña con capacidad para 700 camas.
Por su parte, el segundo buque de la Clase Foudre fue adquirido en el año 2015 por la Marina de Brasil, siendo renombrado Bahía (G-40). Con esta incorporación Brasil fortaleció su capacidad de proyección naval, empleándolo a su vez como herramienta de apoyo a su política exterior. El Bahía fue destinado a la Misión de Paz en Haití gracias a su Hospital de Campaña y empleado en tareas de tipo transporte logístico.
A diferencia de Brasil y Chile, Perú opto por el camino más largo para incorporar un LPD. A través del astillero local SIMA (Servicios Industriales de la Marina S.A.) decidió construir un buque de estas características para impulsar su industria naval. Si bien contaba con experiencia en la construcción de embarcaciones, como el caso del BAP Unión y de las fragatas Clase Lupo, un proyecto de tal envergadura requeriría la colaboración de una empresa extranjera.
En busca de este objetivo, la Marina de Guerra del Perú emitió en el año 2012 el requerimiento para la construcción de dos LPD con los cuales reemplazar a los antiguos LST, Clase Terrebonne Parish, BAP Callao y BAP Eten. Fue elegido el diseño perteneciente a la Clase Makassar pertenecientes a los astilleros Daesun Shipbuilding & Engineering. La compañía oriunda de Corea del Sur aportaría la asistencia técnica y diseños necesarios para que el proyecto llegara a buen puerto.
La construcción el BAP Pisco (AMP-156) comenzó en el año 2013, siendo botado en abril de 2017, y asignado definitivamente a la Marina de Guerra del Perú en junio de 2018. Su gemelo, BAP Paita empezó su construcción en el mes de diciembre de 2017. Hasta septiembre de 2019 un total de 28 módulos fueron construidos.
Entre los años 2015 y 2016, hubo contactos por parte de Daesun Shipbuilding & Engineering, la cual al tanto de la búsqueda de la Armada Argentina por un buque de estas características, propuso el proyecto para la construcción de un LPD Clase Makassar en los Astilleros Rio Santiago. No obstante, nuevamente el ofrecimiento no paso de la firma de memorandos frente a la imposibilidad de afrontar financieramente una empresa de estas características.
Más allá de supuestos ofrecimientos, difundidos por la prensa del Reino Unido, la realidad es que la Argentina aún continua sin contar con un buque LPD. Entonces, la cuestión subyacente es: ¿Para qué necesita la Armada Argentina un LPD (Landing Platform Dock)?
La primera cuestión se basa en cambiar una tendencia que año a año se profundiza. El último buque de gran tonelaje que incorporo la Republica Argentina fue el ARA Patagonia el 9 de Julio del año 2000. Desde entonces transcurrieron más de 20 años donde la incorporación de algunas corbetas MEKO 140, avisos y, recientemente, un patrullero de altura, no revierte la transición de nuestra fuerza naval hacia una Armada de aguas costeras. Esta cuestión contrapone a la innumerable bibliografía y documentos oficiales que declaman la importancia del Atlántico Sur de cara al próximo cuarto de siglo. Los hechos hablan más fuertes que las palabras y los mapas, como los espacios que representan, están ahí para ser ocupados.
La segunda cuestión cumple el objetivo de revitalizar al Comando de Infantería de Marina de la Armada Argentina. Un buque de estas características se convertiría en la plataforma y núcleo de sus operaciones de proyección de poder naval. A la que se suma la necesidad de recuperar y fortalecer a la 1.ª Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, la cual opera un limitado número de aeronaves (al año 2019 cuentan operativos dos SH-3 Sea King y un solo AS-555 SN Fennec).
La tercera cuestión se basa en el uso dual que puede brindar a tareas de apoyo a las comunidad nacional e internacional. Hemos descripto como buques de este tipo vienen desarrollando misiones de asistencia humanitaria frente a desastre naturales, como los terremotos que afectaron Chile en 2010, o frente a la Pandemia COVID-19 en el presente. A su vez como un medio para fortalecer la Política Exterior de la República Argentina en sus despliegues a través de Misiones de Paz en el marco de la Naciones Unidas.
Por último, la cuarta cuestión busca la recuperación de capacidades industriales navales. En caso de avanzar en la posibilidad de construir un LPD en astilleros nacionales, significará la necesaria transferencia de tecnología a través de la adopción de un diseño provisto por una empresa extranjera. Con la reciente sanción del FONDEF, encarar un proyecto de esta envergadura debería ser evaluado con detenimiento y proyección hacia el futuro. La Argentina no puede darse el lujo de carecer de un LPD, mientras nuestros vecinos demuestran, en el plano normativo y en las acciones, su voluntad de proyectar poder sobre el Atlántico Sur y la Antártida. El Nuevo Plan Estratégico 2040 de la Marina de Brasil y el nuevo Estatuto Antártico de Chile testifican el renovado interés de ambas naciones.
A fin de cuentas, la naturaleza aborrece el vacío. Dependerá de nosotros ocupar o ver como otros actores regionales y extraregionales lo ocupan. La realidad demuestra que la incertidumbre esta más presente que nunca.
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Por supuesto que un LPD sería muy práctico para la Armada pero con la ausencia de submarinos la prioridad la tienen estos últimos, por lo menos ya se adecuó el Hércules para usarlo de transporte rápido.
Estoy de acuerdo con la necesidad de submarinos. pero no creo que estemos en condiciones de construir uno. Seguramente compraremos de segunda mano con remanente de uso. En cambio un LPD con asistencia de Corea como lo hizo Perú lo podríamos construir. Además reactivaríamos Río Santiago que la verdad prefiero reservarme los comentarios.
Los “democratas”(politicos corruptos y resentidos) argentinos serán vistos en un futuro como los grandes traidores a la Patria. Destrucción sistematica y sostenida de las FFAA.
Así es señor. Para esta tarea, el poder político supero a la grieta. Todos los gobiernos desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el día de hoy, son responsables del constante y silencioso deterioro de las FFAA
Como dijo uno arriba creo que la armada tiene mayores prioridades que un lpd: Submarinos, patrulleros, oriones, vamos que hacen falta hasta remolcadores!
tomar en cuenta que los LPD construidos en Perú son de un diseño de standard Comercial, por lo que su supervivencia a daños derivados de conflictos, varadas o similares es bastante limitado, por algo son tan baratos para un buque nuevo (115 millones de Dolares los peruanos), pero con una velocidad de 14 knts y una eslora de 122 mts y una capacidad de hasta 13 vehículos de combate. Para hacer una comparación, los LPD clase Foudre en servicio en las Armadas de Chile y Brasil tienen una velocidad máxima de 21 knts, fueron construidos bajo estandares militares, su eslora es de 168 mts y su capacidad de carga es de hasta 28 Vehiculos blindados o 22 tanques Leopard 2. Chile lo compro usado (20 años de servicio) por alrededor de US 80 millones.
La necesidad de la ARA por un buque tipo LPD es obvia, pero no es la mejor alternativa los buques construidos actualmente en Perú.
Yo creo que el motivo de un LPD en la Armada sería servir como buque de apoyo a la Flota de Mar, como lo es el buque Patagonia, serviría para aumentar la permanencia de los patrullajes, es un buque logístico nada más, no vamos a invadir a nadie, su costo se justifica en la utilidad que le vamos a dar dentro de la defensa.
Sin dudas que la triste realidad de la defensa argentina es fruto de los años, décadas de abandono por parte de la clase política sin distinción de partidos políticos. Tuvieron que morir 44 patriotas, héroes de nuestros días, para que esa clase política haga algo como el FONDEF, una esperanza de poder recomponer lentamente nuestras capacidades militares. Habrá que definir prioridades, priorizando la industria nacional y la trasferencia tecnológica ya que la plata no alcanza para todo lo que tenemos, necesitamos adquirir para recuperar la capacidad material de nuestro instrumento militar.
Dadas las múltiples necesidades de la Armada en cuanto a la renovación de su flota, un buque de propósito tan específico y tan vulnerable en caso de conflicto, no es la mejor alternativa al uso de los escasos fondos potencialmente disponibles. Se necesita un buque que pueda cumplir funciones similares a las de un LPD, más otras funciones patrullaje, defensa aérea, SAR, y combate naval. La opción lógica es la clase Absalon de la marina danesa, no hay otra, con la ventaja de que los buques pueden ser construidos en astilleros estándares comerciales, y no militares especializados.
Agrego: la naturaleza modular del diseño de los buques de la clase Absalon (https://en.wikipedia.org/wiki/StanFlex), además de brindar flexibilidad para una rápida configuración en muy variadas misiones, posibilita su entrada en activo sin necesidad de tener instalados todos sus sistemas de armas. Esto permitiría la navegación de patrullaje, entrenamiento de tripulaciones, e incluso todas las funciones de un LPD, mientras paulatinamente se va disponiendo de fondos para ir sumando los sistemas de armas a los buques hasta volverlos completamente combat-ready.
Espero que quienes tienen responsabilidades en las decisiones de uso del Fondef hayan pensado en esta opción para la Armada. Hacer mucho con poco presupuesto es imperativo en estos tiempos difíciles.
Excelente artículo. Buen tratamiento del tema. Completo. Muy profesional. Felicitaciones.
Me pregunto si es mejor un solo buque de este tipo o de varios mas chicos despues de ver como les fue a los británicos ante el hundimiento del SS Atlantic Conveyor donde gran parte del material se perdió. Sea cual fuera la opción se debería construir en nuestros astilleros de Río Santiago, dudo que no hubiera nadie capaz de hacer el desarrollo y construcción además tampoco debería ser tan dificil replicar alguno, los chinos te copian todo, ademas de dejar de depender de terceros no necesitas toda la guita junta, adquiris experiencia, capacitas personal y das trabajo a los Argentinos, tampoco estamos hablando de un portaaviones.