Ambas clases de operaciones son parte de las que realizan las Fuerzas Armadas en apoyo de la política exterior de su nación con un objetivo de interés nacional o colectivo, y pueden desarrollarse como parte de una Operación Militar Internacional de Paz.

El énfasis dado hoy por muchas naciones a las operaciones expedicionarias debe atribuirse, entre otras, a las siguientes razones: La probable y consuetudinaria aparición de un “perturbador”  de los cuales cualquier observador informado puede hoy identificar a más de uno  que amenace la paz mundial o regional o los intereses vitales de una o más naciones, y que, la experiencia indica, debe ser contrarrestado antes de que logre desarrollar su peligroso potencial para alterar el orden establecido. 

La actual situación internacional y la imposibilidad de la ONU de garantizar la paz mundial, que requiere cada vez más la intervención de organismos internacionales en operaciones de reconstrucción, mantenimiento y/o imposición de la paz. 

El desarrollo, acelerado y letal, de los llamados “riesgos asimétricos” relacionados muy directamente con el terrorismo internacional y el “narcoterrorismo”, que sugiere que cada vez más será necesario ir a enfrentar a las amenazas allí donde se encuentren.

Las “Operaciones Expedicionarias” son aquellas que se desarrollan para lograr un objetivo específico en un país extranjero, pero no deben ser confundidas con las que tienen un propósito específicamente militar relacionado con una campaña convencional de guerra.

En una operación expedicionaria se combinan usualmente la fuerza militar con la acción diplomática, con uno de los siguientes objetivos políticos:  ejercer presión en los asuntos internos o externos de otro Estado, cuyo gobierno es inestable, inadecuado o insatisfactorio para la preservación de la vida y otros intereses de la política exterior de una nación o alianza.

Ayudar a evitar un conflicto, promover la paz y apoyar a autoridades civiles legalmente constituidas, tanto en el caso de conflictos internos como el de desastres naturales; estos últimos son los objetivos políticos de las operaciones ahora llamadas genéricamente “Operaciones Militares de Paz”.

Fuerzas de paz de la ONU durante un operativo militar en la región de Mopti, en el centro de Mali.

Las Operaciones Militares de Paz pueden comprender tanto operaciones de combate como de no-combate, en situación de paz, de crisis o de guerra. Algunas operaciones de este tipo, tales como las de imposición de la paz, pueden necesitar de combates y tener las mismas características de la guerra. Pero en general, si bien todo conflicto tiene objetivos políticos, las consideraciones de ese orden en estas operaciones se tornan particularmente sensibles debido a la necesidad de prevenir la escalada del conflicto y posibles hostilidades adicionales.

Debido a esto, las reglas de empeñamiento suelen ser más rigurosas que en situaciones de guerra. Estas operaciones comprenden los siguientes tipos, que no son excluyentes de otras modalidades: reconstrucción, mantenimiento e imposición de la paz; contrainsurgencia y contraterrorismo; evacuación de civiles no combatientes (NEO); lucha contra el narcotráfico; asistencia humanitaria y de otras clases; asegurar/proteger la navegación marítima y aérea y las comunicaciones terrestres; etcétera.

Internacionalmente, las fuerzas organizadas específicamente para una operación expedicionaria suelen recibir la denominación de “fuerza expedicionaria”, por parte de las Armadas, y de “fuerza de despliegue rápido”, por parte de los Ejércitos y las Fuerzas Aéreas. En realidad, además de la semántica, existen otras diferencias entre ambas que no serán analizadas en esta nota.

Las naciones occidentales coinciden de manera mayoritaria con la definición que sigue: una fuerza expedicionaria es aquella que está ubicada donde pueda responder rápidamente cuando sea necesario y pueda ser empleada tan pronto llegue a su zona de operaciones.

Esto implica que esas fuerzas tengan un grado de autosuficiencia adecuado, de manera que puedan iniciar de inmediato sus operaciones y mantenerlas hasta que otras fuerzas amigas puedan también responder a la situación planteada.

Resulta obvio que para el desarrollo de las operaciones expedicionarias se requiere de fuerzas navales y aéreas que posibiliten el despliegue de la fuerza expedicionaria y le brinden los apoyos necesarios.

Atento a esto último, las principales marinas están dando prioridad a las operaciones en litorales hostiles sobre las realizadas en alta mar por las alianzas internacionales, ello se ha posibilitado con la finalización de la Guerra Fría, pues para sus marinas han prácticamente desaparecido las amenazas de gran magnitud sobre su ejercicio del control del mar en esas aguas y sobre sus líneas de comunicaciones marítimas transoceánicas, así como la obligación de defender su territorio de los ataques de submarinos armados con misiles nucleares.

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