En una nueva entrega del ciclo de entrevistas desarrollado por Zona Militar que tiene como intención identificar consensos en materia de Defensa Nacional compartimos lo desarrollado por Maximiliano Barreto.
Maximiliano Barreto es Director en Perspectivas Revista de Ciencias Sociales. Investigador en Centro de Investigaciones en Política y Economía Internacional (CIPEI) y profesor en la Universidad Nacional de Rosario y en la Pontificia Universidad Católica Argentina.
A continuación la entrevista.
Zona Militar – ¿Qué diagnóstico de manera sintetizada se puede hacer de la realidad de la Defensa Nacional?
Maximiliano Barreto – Aunque esta pregunta es por la Defensa Nacional, frecuentemente suele responderse de una manera más acotada, contestando a la pregunta por el equipamiento y presupuesto de las Fuerzas Armadas (FFAA). Sin dudas, es una respuesta nodal pero pierde de vista otros elementos constitutivos de la misma. Pensemos que, por ejemplo, desde 1982 las acciones de defensa se han realizado en tiempos de paz, lo que cristaliza que el instrumento militar no es el único actor que garantiza la soberanía e independencia de la Nación Argentina. Dejar a un costado la articulación de actores y factores diversos, sobre amplísimos espacios geográficos en tiempos de paz o de guerra, desnaturaliza la defensa tal como es definida en nuestro país por el plexo normativo que se fue configurando desde 1988 con la ley de Defensa Nacional. El artículo 5 de la Ley 23.554 menciona que, incluso, integran el sistema de defensa los ciudadanos y bienes nacionales en terceros países, en aguas internacionales y espacios aéreos internacionales. Dado lo dicho, el diagnóstico de la Defensa Nacional incluye otras cuestiones además de las FFAA. Perder de vista todo esto, conspira aún más con los dilemas presupuestarios de las últimas. A contramano, percatarnos que cotidianamente se realizan innumerables acciones de defensa de la soberanía nacional más allá de lo militar, se avizora como una buena estrategia para obtener el apoyo de la ciudadanía a un área de asuntos que permanece en círculos endogámicos. En este punto es necesaria una aclaración: teniendo en cuenta que arrastramos una asociación (errónea) de la defensa nacional con las FFAA, en ocasiones, esa relación conduce a pensar que las FFAA en nuestra propuesta tendrían roles primarios en el ámbito doméstico y ello, en consecuencia, sería incompatible con la separación entre seguridad interior y defensa nacional. Por el contrario, ya que ellas son un componente más dentro del sistema de defensa, las afirmaciones referidas al plano doméstico refieren a otros actores o bien no se relacionan con las “misiones” de las FFAA.
Por otro lado, a la genuina preocupación por lo presupuestario que siempre conduce al desánimo, podríamos sumar el ánimo que implica tener un entramado científico investigativo, industrial-tecnológico y humano que no es para nada menor en términos relativos con países de similar status. Si en equipamiento, las FFAA de estos países inclinan la balanza a su favor, este entramado es privativo de nuestro país. Al respecto, cabe decir que el Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF), aprobado en el último trimestre del 2020, pese a ser un instrumento pensado para el reequipamiento de las FFAA, vincula dicha necesidad con el aprovechamiento de capacidades presentes en el país en pos del desarrollo de más capacidades.
ZM – ¿Para usted, cuáles son las principales amenazas que enfrenta el Estado Nacional donde podría intervenir el ámbito de la Defensa Nacional?
MB – En consonancia con una línea de estudios preliminar que venimos trabajando con Ezequiel Magnani, preferiría hablar de aquellas cosas que el Estado argentino debe defender antes que de las amenazas a las que repeler. Uno de los déficits de los estudios sobre estos temas está dado por la presencia abundante de abordajes que implícitamente asumen a la defensa como exógenamente determinada y pierden por ello el contacto con la realidad nacional. Esto significa que la reflexión sobre la defensa aparece siempre motivada por incentivos sistémicos, casi autonomizándose del país que es su razón de ser. Frente a esto, proponemos hablar de la “defensa nacional de las cosas”, parafraseando al llamado Internet de las cosas (IoT, por su sigla en inglés), la cual es una etiqueta que cotidianiza la conectividad a la red dada su presencia en cada vez más cantidad de objetos. Así, Internet está cerca: en un reloj, en el smartphone, en el auto. En nuestro caso, al asumir lo sostenido en la respuesta anterior, acercamos a la defensa a una gran cantidad de activos, procesos, actores y geografías que nos son cercanas. Con mayor detalle, planteamos la necesidad de identificar lo que denominamos como “puntos axiales” del sistema de defensa argentino, esto es la articulación de factores (e influjos geopolíticos) de diversa naturaleza que día a día funcionan integrados y garantizan la supervivencia y el desarrollo de la Nación. Creemos que este armado conceptual es útil ya que representa una postura intermedia entre: a) aquellos puntos de vista que piensan la defensa en función de amenazas externas -y que si bien es necesario- alejan la reflexión del pensar cotidiano e incluso posible (algunas amenazas parecen tan abstractas o poco factibles de repeler que se cae en la impotencia) y b) aquellas posturas que se resisten a pensar en amenazas directamente y que, al mirar el plano interno, y dado que asocian primordialmente a las FFAA con la defensa, se paralizan pues se debe respetar la diferenciación funcional entre seguridad interior y defensa nacional. Como ya dijimos, nuestro planteo, por supuesto, es consecuente con dicha separación de esferas (las esferas refieren a las misiones de las FFAA y eso es solo una parte de la defensa nacional), pero habilita discusiones que de otro modo quedarían, como sucede, obturadas, como ser sobre la protección de nuestros recursos en el mar (depredación ictícola), el resguardo de las llamadas Infraestructuras Críticas del Estado (ICE), o echa luz sobre la ocupación colonial que tenemos en nuestras Islas Malvinas o los intereses crecientes de potencias extra regionales en las proximidades de la Antártida. Los puntos axiales al tener una naturaleza simultáneamente nacional e internacional, ayudan a esclarecer cuáles son los flagelos que amenazan al país en los aspectos fundamentales (axiales) del sistema de defensa pero reconociendo el estrecho vínculo con el “hueso” de la defensa nacional.
ZM – ¿Cómo evaluaría la situación del Instrumento Militar de las Fuerzas Armadas y cómo cree que debería orientar la política la adquisición del equipamiento pensando en el futuro?
MB – Aquí ocurre algo similar a lo dicho en la pregunta por la defensa nacional. Siempre que se piensa en el Instrumento Militar se relaciona con el equipamiento y la respuesta ya la conocemos. Por ello, no debemos dejar de considerar a los recursos humanos, parte del Instrumento Militar también, quienes se han encargado de mantener con recursos escasos toda una serie de elementos y capacidades que son muy valoradas por los argentinos y cuyo despliegue se ha visto en innumerables ocasiones, siendo las relacionadas con las catástrofes naturales las más claras, pero no las únicas. Por supuesto, cuando se realiza el cruce entre ambos elementos (humano y equipos) sobre la comparación con otros países, nuevamente ya sabemos la respuesta. Inclusive, habida cuenta de la degradación de los equipos se ha puesto, lamentablemente, en peligro al personal y se han perdido vidas de compatriotas como en la tragedia del ARA San Juan. En este plano, coincido con el colega Esteban Covelli -con quien siempre hablamos de estos temas- y que destaca que las adquisiciones de medios producidas tienden a ser de índole logística y no tanto de mantenimiento o actualización de armamentos, como ser por ejemplo la adquisicón de camiones y otros medios de transporte del ejército. Por otro lado, la adquisición de cinco Super Etendard Modernisé y del primer OPV (Patrullero Oceánico) de cuatro pueden ser algunas señales de un sutil mantenimiento de las capacidades. A estas incorporaciones concretadas se les pueden sumar las intenciones de compra de aviones P3 ORION para la Armada, como también el estudio de compra de aviones de combate -se ha estudiado la posibilidad de tomar aviones de origen ruso, coreano, chino, además de los acreedores usuales.
A pesar de esto, los esfuerzos son aún muy austeros para poder mantener la capacidad de combate necesaria para poder cumplir satisfactoriamente la misión del instrumento militar del sistema de defensa. Esto se puede ver en torno a que, por ejemplo, el OPV Bouchard, como los próximos a incorporar, posee armamento dentro de todo liviano -como el cañón de 30mm que se le instaló recientemente al Bouchard. Este tipo de buques han sido incorporados con el objeto de fortalecer la presencia soberana en la zona económica exclusiva y combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. Pero, en caso de conflicto armado contra otra Armada, no reemplaza a las capacidades de una corbeta, y mucho menos un destructor, medios que han de ser renovados debido a que se encuentran cercanos a llegar a su vida útil.
Aspirando a que la política de adquisiciones deje de tener un componente tan alto de anhelo, la planificación de las compras debería pensarse desde una perspectiva mixta que contemple a) los criterios clásicos de compra de equipos (por ejemplo, atender a cuestiones geopolíticas o netamente presupuestarias); b) sortee el bloqueo británico a la importación de componentes; c) promueva la producción local para aprovechar el saber hacer nacional y potenciarlo. Como dijimos antes, el FONDEF tiene en su artículo 3, elementos interesantes que condicionan la asignación de los recursos al desarrollo de capacidades propias y esto habilitando, por ejemplo, la relación entre las adquisiciones militares con el Sistema Científico-Tecnológico (por ejemplo, con las universidades o con instituciones como INVAP y CITEDEF). E, Incluso, se menciona la vinculación con empresas privadas, cuya relación tiene muchos ejemplos exitosos. Pensemos en el contrato entre la Armada Argentina y REDIMEC para la provisión de un sistema inercial de navegación para las corbetas tipo MEKO 140. Un último criterio, que debería ir lógicamente primero, es d) identificar los equipos que sean estratégicos para los puntos axiales o subsistemas de puntos axiales de modo tal de asignar los recursos óptimamente.
En definitiva, existen movimientos para la adquisición de medios, pero la situación coyuntural del país hace que sea dificultoso el mantenimiento de las capacidades, estando ya en un estado debilitado. Mucho menos poder lograr una recuperación o acrecentarlas.
ZM – ¿Cuáles deberían ser los aliados naturales de la Argentina en el contexto mundial y qué ámbitos de cooperación cree que se puede profundizar?
MB – Entiendo que la defensa siendo algo tan integral y complejo, dificulta pensar en aliados de manera unívoca; más bien los socios del país deberían pensarse por facetas o dimensiones. Inclusive, esto contribuiría a la institucionalización (es decir al sostenimiento en el largo plazo) de aquellos lazos positivos pues habilita la posibilidad de avanzar en pequeñas áreas que sean estratégicas y posibles de preservarse pese a los cambios de orientación en los gobiernos. Puede mencionarse el caso de Brasil con el cual la relación global pareciera ser mala en la actualidad, sin embargo, se mantiene un vínculo en materia nuclear que es positivo y que se cristaliza en la Agencia Brasileño-argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). De todas maneras, un paso previo es la definición de los puntos axiales ya que son los ejes de la defensa nacional y dada su naturaleza internacional visibilizan los aliados por dimensiones que son prioritarios y según las características que el punto tenga. Una derivación de ello, es la identificación de los países con los cuales cooperar en determinadas dimensiones ya que pueden sufrir semejantes problemáticas.
Aunque aquí no hemos realizado un mapeo de los puntos axiales, ello develaría que en la región aparecen la mayoría de los aliados por dimensiones del país, por lo cual este espacio se presenta como el contexto natural para la búsqueda de alianzas en este sentido.
Por último, esta propuesta que no descuida la razón de ser de la defensa nacional es clave porque la cooperación presupone el aporte de “algo” (capacidades propias).
ZM – ¿Cómo evaluaría usted la percepción actual de la ciudadanía sobre el rol de las Fuerzas Armadas?
MB – Las Fuerzas Armadas son muy valoradas por la mayoría de la población. Soy de la ciudad de Villaguay en la provincia de Entre Ríos donde tenemos el Regimiento de Caballería de Tanques 1 «Coronel Brandsen» y El Regimiento de Infantería Mecanizado 5 «General Félix de Olazábal» y cada año la ciudadanía espera el desfile militar en una determinada fecha patria con mucho orgullo. Ello no significa que se pierda la memoria ante lo que fue el terrorismo de Estado. No obstante, esa percepción amplia no se corresponde con una visión de la misma envergadura sobre la defensa y no se traduce en una vinculación más allá de lo ocasional. Es necesario ensanchar la idea estrictamente militarista de la defensa para pensar que la defensa es una necesidad de las sociedades organizadas y, en este plano, encontrar puntos de encuentro.
ZM – ¿Cuáles son los consensos básicos que usted podría compartir y considerar con sus pares académicos, superando las diferencias de ideologías y posiciones políticas a la hora de pensar la Defensa Nacional?
MB – En una escala más alta, un buen punto de partida sería consensuar cuáles son los puntos axiales que vertebran el sistema de defensa argentino. Ello le daría cuerpo a la Defensa Nacional porque conoceríamos su razón de un modo concreto y operacionalizable y no solo abstracto (la supervivencia del pueblo, por ejemplo). Ese mapeo permitiría la planificación nacional de la defensa. Sosteniendo lo que afirma Ezequiel Magnani, cuando hablamos de estos temas, la cantidad y la naturaleza de los puntos axiales que un Estado quiere defender condicionan la naturaleza del sistema de defensa que ese país va a delinear para cumplir con tal objetivo. Indagar respecto a los puntos axiales y aquello que en términos concretos un Estado quiere defender impacta, por ejemplo, en el diseño del instrumento militar.
En un nivel más específico, la diferenciación funcional entre seguridad y defensa y el gobierno civil de las FFAA son otros puntos de partida.
ZM – Pensando en el espacio académico como un asesor natural a la gestión política, ¿qué propuestas se le ocurren para cambiar, profundizar o mantener en la política de Defensa Nacional?
MB – La propuesta estaría estructurada sobre la identificación de los puntos axiales del sistema de defensa argentino ya que ello conducirá organizar más racionalmente los recursos escasos.
En términos de políticas públicas, sería bueno realizar un esfuerzo para articular las diversas agencias del Estado en pos de que cada acción contribuya como lo hace un engranaje al funcionamiento total del sistema de defensa. Aparejado, dar a conocer a la ciudadanía la trazabilidad que ese engranaje de políticas tiene en el plazo que corresponda a fin de ver cómo los impuestos ciudadanos se dirigen agregadamente hacia objetivos estratégicos.
Como ya planteamos más arriba, es necesario dar apoyo a las políticas que conecten la defensa con el sistema científico-tecnológico y el modelo de desarrollo. En tiempos de guerra, la misma no es solo el instante en que se usa de la maquinaria bélica, sino su sostenimiento con innumerables elementos que aporta la sociedad (energía, alimentos, servicios, etc.). En tiempos de paz, se evidencia necesario ampliar los márgenes de autonomía evitando desmesuradas dependencias ya sea tecnológicas, logísticas, entre otras que el país esté en condiciones de desarrollar.
Te puede interesar: Fabián Calle: «El consenso que se ha logrado es saber que las Fuerzas Armadas están en una situación critica con su equipamiento»
Estimado Maximiliano: buen análisis, yo lo resumiría en 2 ejes fundamentales: voluntad política y asignación de recursos. La realidad a demostrado la ausencia de la primera y lo paupérrimo de lo segundo.
Argentina necesita “Dientes” para sus fuerzas armadas y no sólo equipamiento de uso dual, que sólo satisface una función secundaria de las fuerzas armadas pero indispensables para los políticos de turno, que utilizan a las fuerzas armadas para tareas que debieran cumplir otros organismos (Defensa civil, vialidad nacional , bomberos ministerio de obras públicas etc)
El FONDEF es una buena iniciativa pero sus montos son escasisimos en términos reales en USD, por lo que no alcanza ni para comprar 1 submarino. Tenemos ministerios gastando fortunas para nada, miles de puestos políticos improductivos, etc. es hora de dirigir los fondos con prioridades estratégicas y no político partidarias.