El 2020 y por ahora lo que viene siendo el 2021 van a ser recordado como los años de la pandemia, indudablemente el primer caso de Coronavirus encontrado en Wuhan a finales del 2019 cambió todas las estructuras nacionales e internacionales que componen al Sistema Internacional. Pero poniendo énfasis a esta última afirmación y bajándolo al plano nacional que nos compete, ¿Cómo afectan estos procesos a la formulación de políticas públicas en torno a la Defensa Nacional?
La pandemia por el Coronavirus no es ni la primer ni la última crisis que se enfrente el Sistema Internacional, lo importante a destacar es que socavó instituciones, demarcó una gran desigualdad entre sociedades y Estados y profundizó tendencias preestablecidas en el campo internacional como en el seno de los países. Esta es la palabra fundamental se vive un contexto en el cual convergen distintas aristas críticas para las sociedades y la pandemia profundizó y evidenció los problemas de los Estados para ser garantes de la seguridad y la propia vida de los ciudadanos, marcó una estructura deficiente con respecto a dar respuesta a una catástrofe de la magnitud que es la pandemia que transita el mundo.
En este contexto de necesidades y urgencias, los gobernantes tuvieron la obligación de reformular los discursos y agendas políticas lo que significó un restablecimiento de los ejes en términos de preferencias de decisiones. Esta idea de “evitar más muertes (en torno a las decisiones con respecto a las estructuras críticas implicadas en la lucha de la Pandemia) y poner el país de pie (refiriéndose a la cuestión económica) marcó una agenda alterada con respecto a los planes de los Estados y este estatus de excepcionalidad se transformó en la regla en la formulación de políticas públicas.
Los gobiernos nacionales se dispusieron a combatir, prevenir y contener la crisis por el Coronavirus, en este sentido se buscó disponer de todas las herramientas disponibles en el abanico nacional y se evidenció el rol de las Fuerzas Armadas con respecto a las tareas de ayuda a la sociedad en este contexto.
Pero no solo se preponderó las Fuerzas Armadas en el “campo”, con un despliegue del personal y del Instrumento Militar en todo el territorio nacional. Dentro de las oficinas y los ministerios competentes se tomaron medidas en torno a la Política de Defensa: la modificación de los Decretos de la Ley de Defensa Nacional, la creación del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF), la cuestión referida a los haberes militares y el blanqueo salarial, la decisión de cambiar la Ley de Personal Militar y la creación de una nueva Directiva Política de Defensa Nacional marcaron la agenda en torno a las modificaciones del marco que regula el campo de la Defensa del país.
En este sentido y en línea con lo establecido en párrafos anteriores se marcó una necesidad de tener una herramienta de respuesta con respecto a una crisis de tal magnitud como significa el Coronavirus. En ese sentido es una relación directa que se debe tener unas Fuerzas Armadas equipadas para dar una eficiente réplica a estos contextos.
Claro está que la agenda política y de los decisores se marca por las necesidades y las urgencias que establece un contexto de crisis, en este proceso en el cual convergen los procesos destacados anteriormente y con la empiria a favor del postulado de que la reformulación de políticas en torno a la Defensa no marcan un aspecto preponderante en torno al orden de preferencias.
Si bien se han tomado decisiones políticas en torno a la Defensa no representa un porcentaje relevante en términos del presupuesto anual, en números para el 2021 se espera un aumento del 14%, según el presupuesto nacional, que llegaría a los 112.995 millones de pesos (Ley de Presupuesto Nacional). Otros datos significativos en términos de los fondos destinados es el porcentaje que representa la Defensa en el país, este número va en descenso a medida que transcurren los años con 0.85% en 2017, 0.75% en 2018, 0.70% en 2019 respectivamente (Banco Mundial 2021).
Aunque pareciera que la cuestión de decisiones políticas se remiten en torno a los medios y fondos que se destinan a las Fuerzas Armadas la cuestión presupuestaria imprime una faceta muy importante en cuanto marca la capacidad disponible que tendrán las mismas para realizar sus tareas y operaciones. Si bien se avanzó en términos de modificaciones en torno a los Decretos que reglamentan la Ley de Defensa Nacional se debe tener las capacidades coherentes para implementar a las mismas.
En conclusión, en un contexto de crisis económica, política, sanitaria, agravada por la Pandemia por el Coronavirus se establece que las preferencias en las agendas políticas se transforman en necesidades y en este contexto el ejecutivo no puede disponer abiertamente de sus posibilidades sino que toda decisión está condicionada por la situación que se enfrenta. En este proceso la formulación de políticas en torno a la “cosa pública” se torna conflictiva, donde se suma una tradición de desinversión de las Fuerzas Armadas del país.
Donde se busca la supervivencia de las sociedades, la Defensa tiene el desafío de seguir aportando al Estado Nacional en cuanto sea necesario y se mantenga un pensamiento que las mismas se establecen como un gran activo dentro de las capacidades del país y no queden relegadas y condicionadas por la actualidad desfavorable en torno a la formulación de políticas que pueda incidir directamente.
Tal vez te puede interesar: Un Ejército presente: 365 días ininterrumpidos de operaciones de apoyo
Que lindo queda con las luces celestes y blancas el edificio