Tal como adelantamos en la nota “Malvinas 40 Años – Propuestas preliminares de la Fuerza Aérea para su flota de helicópteros“, el Grupo de Estudio conformado por algunos oficiales superiores y jefes que participaron de las acciones en Malvinas planteó una serie de iniciativas a los fines de materializar las lecciones y experiencias adquiridas durante el conflicto del Atlántico Sur. Ente estos proyectos primigenios se incluyó la incorporación de helicópteros de ataque.
El informe de propuestas preliminares expone que la Fuerza Aérea Argentina debería incorporar como mínimo un escuadrón de helicópteros de ataque del tipo Augusta A-129 italiano o Mil Mi-24 de origen soviético. La proposición de contar con una plataforma de ataque también es mencionada en el “Informe sobre el Sector de Defensa Aérea Malvinas” producido por los entonces Vicecomodoro Oscar L Aranda Durañona, Mayor Hugo Maiorano, Mayor Alberto Kajihara, Mayor Héctor Pergolini y por el 1er Teniente Norberto Faber. Pese a que el documento no nombra directamente a helicópteros de ataque, si se refiere a que “…la Fuerza Aérea debe estar capacitada para atacar objetivos de superioridad aérea con helicópteros equipados con misiles filoguiados…”. La necesidad de medios con capacidad stand-off de precisión también había quedado demostrada en Malvinas, principalmente del lado británico.
Vale recordar que por aquellos años, la disponibilidad de helicópteros de ataque era más bien acotada. Pese a que existían varios modelos que habían sido modificados para operar misiles filoguiados en misiones anti-tanque/blindados, lo cierto es que los únicos helicópteros diseñados específicamente para ataque (y disponibles en aquellos años) eran el Bell AH-1 Cobra norteamericano y el Mil Mi-24. La inclusión del Augusta A-129 Mangusta puede resultar llamativa en primera instancia, ya que el helicóptero italiano aún se encontraba en desarrollo. Sin embargo, hay que considerar que estas proposiciones apuntaban a llevarse a efecto en el mediano/largo plazo, lo suficiente como para que el A-129 y alguna opción asociada pudieran materializarse, tal como veremos más adelante.
En el caso del A-129 Mangusta, el desarrollo del helicóptero de ataque italiano inició a finales de la década de los setenta. Se trató del primer modelo en su tipo en ser desarrollado y producido en Europa occidental. El prototipo inicial volaría en septiembre de 1983, siendo entregadas las primeras cinco unidades de serie en 1990. La relación entre Argentina y el A-129 no quedaría solo en el informe de propuesta preliminares, ya que en 1988 se intentaría avanzar con una iniciativa conjunta entre la FAA y el Gruppo Augusta para desarrollar y fabricar en la Fábrica Militar de Aviones una variante utilitaria del A-129. Así lo supo informar Aeroespacio en la nota “Intensas Negociaciones con los Italianos” publicada en la edición Septiembre/Octubre de 1988.
El otro candidato fue el Mil Mi-24, helicóptero de ataque y asalto que constituía una de las plataformas más temibles en el arsenal soviético. La propuesta por material de este origen probablemente estuviera asociada con la idea de que el veto impuesto por occidente podría extenderse en el tiempo, por lo que la Fuerza Aérea debería buscar nuevos proveedores para recuperar e incrementar sus capacidades. Similar proposición se realizó con las iniciativas para recomponer los sistemas de defensa antiaérea, para el caso de los misiles de mediano alcance SA-6 Gainful.
Por aquel entonces, Perú era uno de los escasos usuarios de material de origen soviético a nivel regional. La cercanía y el apoyo brindado a la Argentina durante la Guerra de Malvinas sin duda podría servir a la FAA para interiorizarse en los sistemas de armas provenientes de Europa oriental. Más aún cuando Perú comenzó a recibir en 1983 los helicópteros de ataque Mil Mi-24 Hind D armados con misiles antitanque AT-2 Swatter. El Mi-24 comenzó a entrar en servicio en 1972, para luego evolucionar en distintas variantes que fueron incorporando modificaciones y mejoras en lo que a configuración, sistemas de tiro, armamento y protección se refiere. Para 1982 se producían las versiones Hind D, E y F, siendo la “Delta” la más común para ventas al extranjero (variante denominada Mi-25).
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Me acuerdo de las idas y vueltas con Agusta por el tema del A-129, en esas épocas yo leía asiduamente la revista aeroespacio, todo quedó en la nada como es común por estos lados…
El Agusta A 109 era una buena propuesta, sobre todo teniendo en cuenta que EEUU no nos vendería el helicóptero Cobra después de la guerra de Malvinas. Hoy el único helicóptero de ataque que posee la Argentina es el Hughes D500 y ya casi está obsoleto a pesar de su gran agilidad.
Tanto el A-109 como los Hughes no eran de ataque.
No eran de ataque pero eran las únicas plataformas artilladas que se disponían en el ejército y la fuerza aérea y en la época no había muchos helos puros de ataque, Gran Bretaña creo que usaba los gazelle artillados
Se habló durante el gob de Macri. De que USA estaba dispuesto a vender a precios accesibles los SUPER COBRA de la infantería de de marina (que estaban siendo reemplazados por los VIPER) y otros armamentos también (como obús m109 etc)
Hubiese sido interesante los súper cobra. Ya que estaban en actividad
Es raro que tuvieran en cuenta un helicóptero de ataque soviético. Esta necesidad de un helicóptero de ataque/combate pura sangre aún se mantiene. Los helicópteros utilitarios artillados no son lo mismo que un helicóptero diseñado específicamente para ataque y combate, incluso aire-aire. Es solo una expresión de deseos. Todavía no podemos comprar los reemplazos de los Lama, menos podremos comprar un escuadrón de helos de ataque/combate pura sangre.
Los helicópteros en nuestras FFAA han servido, preferentemente, como transporte táctico. La función de ataque en un helicóptero de nuestro país es eventual, de hecho, parte de ésa función la cumplía el Pucará mucho mejor desde la guerra de Malvinas. Es de lo que se dispone, nunca se conoció un plan para adquirir unidades 100% de ataque o, por lo menos, de apoyo de combate.