Replicando una vez más las publicaciones que iniciamos en el mes de agosto, volvemos a abordar las partes relevantes de las propuestas preliminares generadas por la Fuerza Aérea Argentina (FAA) una vez finalizado el conflicto del Atlántico Sur. Así como en ocasiones previas tratamos las iniciativas primigenias de la FAA para recuperar su aviación de caza, ataque, transporte y artillería antiaérea, en esta ocasión desarrollaremos las iniciativas elevadas para la flota de helicópteros de la FAA.
Lo que desarrollaremos a continuación se basa en los informes generados por un Grupo de Estudio integrado por parte de los oficiales superiores y jefes que tuvieron intervención directa en el conflicto de Malvinas. Esas experiencias y lecciones se condensarían en un memorándum secreto dirigido al Jefe de Estado Mayor de la FAA, siendo producido por quien fue el Comandante de la FAS, Brigadier Ernesto H Crespo.
En Malvinas, la Fuerza Aérea Argentina constituyó el Escuadrón Helicópteros integrado por dos BV-308 Chinook (H-91 y H-93) y dos Bell 212 H-83 y H-85 de la VII Brigada Aérea. Personal y aeronaves formarían parte de la Base Aérea Militar Cóndor, lugar desde el cual operarían a lo largo del conflicto cumpliendo con un sinnúmero de tareas: transporte de tropas y material, búsqueda y rescate, infiltración/exfiltración de efectivos de la ROA, entre otras. Los Chinook lograrían replegarse al continente el 9 de junio, resultando capturados los dos Bell 212.
La FAA también desplegó sus medios de alas rotatorias en las distintas bases patagónicas. De acuerdo con los informes post-conflicto, se dispuso de tres Bell 212 (H-88 en Comodoro Rivadavia, H-86 en San Julián y H-87 en Río Gallegos) y tres Hughes 369 HM (H-41 en Trelew, H-39 en Santa Cruz y H-38 en San Julián) como parte de los elementos destinados a misiones de Búsqueda y Salvamento. Para estas tareas, los helicópteros de la Fuerza Aérea serían complementados por aeronaves de la Prefectura Naval Argentina (SA 330 Puma) y civiles tales como Bell 212, Sikorsky S-58ET y S-61N.
Propuestas preliminares
En base a las experiencias y lecciones aprendidas durante los combates en las Islas Malvinas y de las operaciones efectuadas desde las bases patagónicas, el Grupo de Estudio de oficiales superiores y jefes veteranos de la Gesta Malvinense elevarían las siguientes consideraciones respecto a la flota de helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina.
Hughes 500 (sic): Mantener el material existente para instrucción y enlace.
UH-1H: Mantenerlos hasta la extinción. Al menos dos aeronaves disponibles para la fecha.
Bell 212: Mejorar el material existente con una grúa y mantenerlos hasta extinción. Cinco unidades disponibles
Chinook: Completar la dotación a seis. Dos BV-308 en servicio
Lama: Mantener una dotación de seis. Cuatro aeronaves disponibles
Parte de las lecciones en misiones de helitransporte durante la guerra indicaban que los helicópteros de dotación deberían desarrollar y contar con la capacidad de transporte de carga suspendida, ya que la misma brindada agilidad para la carga/descarga. Es probable que a la experiencia propia se le sumara lo apreciado en las acciones británicas, cuyas fuerzas utilizaron ampliamente la capacidad de los helicópteros para rápido transporte de personal y material.
En lo que refiere a incorporaciones, el Informe dispone reforzar la flota de Chinook, la cual originalmente estuvo integrada por tres aeronaves (el H-92 se había accidentado enero de 1982 en la Antártida). La iniciativa sin duda estuvo impulsada por las capacidades y performances demostradas por los dos Boeing Vertol BV-308 durante el conflicto, siendo uno de los caballitos de batalla para el transporte de cargas pesadas y personal.
Otra propuesta fue la de adquirir helicópteros de ataque, iniciativa que trataremos en una nueva publicación.
Búsqueda y Salvamento
De acuerdo con lo expresado en el Informe, el material aéreo asignado para tareas de búsqueda y rescate (tres Bell 212 y tres Hughes 500D) no fue el más apto para la búsqueda, asistencia y salvamento en el mar, tanto por performances como por equipamiento. El documento expresa que para solucionar esta deficiencia se debía crear un Escuadrón equipado con helicópteros del tipo SA-330 Puma para operaciones de Búsqueda y Rescate terrestres y en el mar. Por aquel entonces, la Prefectura Naval Argentina operaba Puma configurados para ByR marítimo (uno se perdería en Malvinas), por lo que existía cierta experiencia local en una variante especializada.
Teniendo esta última propuesta preliminar por materializar, el Mayor Norberto Héctor Barozza expresó que el material debía responder a las siguientes características: “…gran alcance, movilidad, penetración (CME, elementos de navegación autónomos)…deben contar con 2 radio altímetros, piloto automático, navegador Omega o inercial, radar con modos de búsqueda, receptor homming DF de gran alcance, HF multicanal con sistema de seguridad, 2 radios VHF de 720 canales y contramedidas electrónicas…”
La descripción nos permite apreciar que la configuración de los helicópteros solicitados no solo atendían los requerimientos para misiones de búsqueda y rescate sino que también podrían servir como plataformas para apoyar la infiltración/exfiltración de elementos de operaciones especiales y observadores adelantados, por ejemplo.
Lamentablemente, y al igual que casi todas las propuestas preliminares elevadas por el Grupo de Estudio, estas iniciativas concernientes a la flota de helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina no solo no se materializarían, sino que con el paso del tiempo se sufriría una sangría de capacidades.
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