La Defensa Nacional en Argentina ha sido una cuestión arraigada en promesas vacías, una disociación crónica entre lo que el país pretende defender y cómo planea llevarlo a cabo. A lo largo de cuatro años de gestión, esta brecha persiste, marcando un patrón que se remonta a décadas atrás. Si bien ha habido buenas intenciones en algunos casos o arduo trabajo sobre distintos ejes en materia militar, las aspiraciones de lo trabajado no necesariamente llevaron a resultados tangibles en materia de la relación entre fines y medios.
En esta línea se ata el Ciclo de Planeamiento y la gestión de capacidades desarrollada durante los últimos años. Loable ha sido el fuerte enfoque en la planificación estratégica en todos los niveles, desde el estratégico nacional hasta el operacional durante la actual gestión. Este compromiso se manifestó en un esfuerzo por dar forma a un ciclo de planeamiento militar, con sus primeros trazos visibles en 2020 y la posterior instauración del secreto PLANCAMIL casi tres años después. Ligado a esto, y en sus primeros compases, el Fondo de la Defensa (FONDEF) fue recibido con entusiasmo, tanto por la burocracia civil relacionada con la Defensa Nacional como por las tres Fuerzas Armadas. La herramienta parecía abrir el camino hacia una planificación consecuente entre lo que se pretende hacer (el qué) y los mecanismos para llevarlo a cabo (el cómo).
Sin embargo, a medida que avanzaba la gestión, los planes de capacidades parecían desviarse de la dirección marcada por el ciclo de planeamiento militar. En lugar de enfocarse en adquisiciones estratégicas, el gobierno optó por compras de material militar de carácter paliativo, sistemas no letales, elementos de “uso dual” y recursos logísticos. Estas adquisiciones se llevaron a cabo con la misma inercia administrativa que caracterizó a gobiernos anteriores. La pregunta que nos debemos realizar es si la gestión de capacidades obedeció a las ordenes del muy aplaudido ciclo de planeamiento militar, o, si en realidad, las aspiraciones de este ciclo nada tuvieron que ver con las pocas adquisiciones o incorporaciones que se realizaron durante estos casi cuatro años.
Desde las directivas estratégicas hasta los ciclos de corto y mediano plazo, la planificación se ajustó a pensar la defensa de los intereses vitales argentinos desde un enfoque de anillos, en donde la respuesta de nuestro instrumento militar ante un eventual agresor se pueda realizar en profundidad, utilizando la propia extensión de suelo, aire y mar como un elemento multiplicador a favor del defensor. En este sentido, la concepción de anillos y la defensa en profundidad se plantea con medios y capacidades que respondan en los diferentes “commons” con el mayor grado de eficacia y con el respaldo de nuevas tecnologías.
Pese a este espíritu, este pensamiento estratégico operacionalizado a las necesidades defensivas nacionales quedó disociado de la praxis administrativa (y financiera) de los máximos decisores, llevando a que, por lo menos a la fecha, muchas de las aspiraciones defensivas de la Republica Argentina no tengan nada que ver con lo que se viene haciendo (o lo que se hizo).
Mucho se ha hablado del enfoque hacia el Atlántico Sur tanto del ciclo de planeamiento como de los propios discursos de los responsables de los órganos de defensa, entre su Jefe de Estado Mayor, Ministro de Defensa, Jefe de la Fuerza Aérea Argentina, y otros funcionarios de menor peso. Ahora bien, la conexión entre las propias alocuciones y la gestión de medios no han ido de la mano en absoluto. Es verdad que se ha avanzado en algunas políticas publicas en Defensa Nacional que rozan el ímpetu declarativo consagrado en la ultima Directiva Política de Defensa Nacional, pero, lamentablemente luego de estos años, se quedan a medio camino.
Positiva ha sido la política de apertura de bases en la Antártida, el comienzo del polo logístico en Tierra del Fuego, la apertura de la unidad en Tolhuin, el avance sobre la radarización patagónica y también el tono de soberanía impreso en la DPDN. Negativo ha sido no haber avanzado en el buque polar luego de años de negociaciones (Vale la comparación sobre Chile y Brasil que en poco tiempo han avanzado o botado ya un buque de características análogas), y haber perdido helicópteros pensados para conectar los continentes. No hubo gestión concreta y palpable sobre medios.
Positivo ha sido pensar en proyectar poder nacional sobre el Atlántico Sur. Negativo ha sido no haber incorporado un solo medio para cumplir con estos fines. Pese a promesas, no se ha avanzado en un buque multipropósito, no se ha pensado en incorporar medios que renueven la flota de superficie y finalmente, luego de varias visitas alrededor del mundo, al día de hoy no se ha siquiera cerrado por recuperar la capacidad submarina (pese a horas de discursos oficiales). La Aviación Naval vuelve a tomar algo de aire a poco de terminado el actual ciclo de gobierno luego de haber cerrado por sistemas P-3C/N noruegos (pensemos que para el 2020 sistemas similares fueron rechazados). Pero hasta que lleguen estos, la capacidad de vigilancia y control aérea sobre el extensísimo litoral marítimo es prácticamente nula.
Desde asumida la actual gestión dentro de la Fuerza Aérea Argentina se coqueteo una y otra vez con la recuperación de la capacidad de caza (de caza real). Tras cuatro años de fetiche mediático por parte de los responsables de tomar una decisión y gestionar sobre ella, no llegamos a nada. En materia de planeamiento de cara al sur, se desarticuló la base de Tandil para llevar una capacidad simbólica (IA-63 Pampa III) a la reabierta X Brigada Aérea en Rio Gallegos (básicamente un enroque de medios limitados). Otra vez: medios (básicamente sistemas y personal) y fines (planeamiento) disociados.
Dentro de este gran escenario estratégico y defensivo presentado en un ciclo de planeamiento, la Fuerza Aérea por su parte brilló, no por aspirar a lo novedoso, moderno y letal, sino por continuar con la inercia heredada y abocarse a incorporar material de segunda mano. Esta gestión finaliza con su ethos puesto en materia de transporte (principalmente sistemas de segunda mano como un Boeing 737 y un puñado de Beehcraft B200).
Si la Armada tampoco pudo conectarse con las aspiraciones del ciclo de planeamiento, si por lo menos pudo recibir cuatro buques del tipo OPV nuevos negociados durante la pésima gestión de gobierno pasada. En materia de otros sistemas, no hubo ninguna novedad ni conexión con el perfil atlantista presentado en el 2020.
Por su parte, el Ejército Argentino, que viene posando su atención desde antes de la actual gestión en la incorporación y modernización de algunos equipos, recién durante los últimos meses pudo comenzar a transitar el camino tangible del TAM 2C, buscando tener una docena para fin de año. El otro proyecto, que es necesario repetir, tiene varias gestiones sobre el lomo, es el del VCBR y que, tampoco ha tenido, a la fecha, un desenlace positivo. Si ha continuado con la inercia de incorporar material de apoyo, logístico y elementos individuales, pero los grandes proyectos que podrían atarse a las aspiraciones de la gran planificación, van a tener que seguir a la espera.
Es importante cerrar este breve articulo sosteniendo que la hora de las capacidades todavía se mantiene pulsante. En este sentido, el planeamiento a nivel macro desarrollado durante los últimos años no logra atar fines y medios. Sin conectar estos dos puntos de una manera realista, la Argentina solo logrará defenderse con la retorica de los chorros de tinta de los papers académicos o artículos periodísticos lavados de todo pensamiento critico que ignoran completamente la realidad de las necesidades y frustraciones de nuestro Instrumento Militar.
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Mas de una vez se planteó en youtube como Argentina podría hacer un dron a reacción avanzado con los materiales y técnicas que ya posee. Es cuestión de darle la importancia que merece el tema.
Usted señor Mariano Gonzalez Lacroix habla de pésimo el gobierno anterior, tal vez tenga su razón, pero este no se queda atrás en nada, y menos aun en defensa.
Excelente artículo. Un análisis. De nada sirve planear si no tenés los medios para ejecutar esos planes. Los tanques, aviones, soldados y navíos enemigos no se paran con palabras vacías ni papeles escritos, se para con los medios adecuados. Si bien todo suma, lo único que pudo tener alguna capacidad realmente ofensiva, como los SEM, vinieron sin capacidad de volar. Tal vez otro medio, como los Orion, vienen con capacidad ASW. Si bien es entendible la falta de medios financieros necesarios, solo se compran aeronaves sin capacidad ofensiva, que es uno de los principales objetivos de las FFAA, la FAA no es una linea aérea estatal.
Me preguntó si para ZM si en los 70 las FFAA estaban realmente equipadas. Tanto que terminamos yendo a una guerra con logística cuyo origen refería al otro enemigo. Digo lo actual no me agrada pero dada la geopolítica comparto el desarrollo nacional todo lo posible. Dejando la histeria de lado y apoyando políticas que integren a las fuerzas con clúster nacionales generando la sinergia necesaria para no depender en lo posible del enemigo y si aliado que pretende ser lo que ya fue.Salu2
Buen artículo. Escrito objetivamente, sin sesgos partidarios, detallando lo bueno que se ha logrado y lo que falta por hacer. Felicitaciones al autor.