En las últimas semanas han trascendido una serie de imágenes donde se aprecian diversos sistemas de defensa antiaérea de las Fuerzas Terrestres Rusas que han recibido soluciones improvisadas a los fines de incrementar su protección. Desde un sistema autopropulsado Tor-M2, pasando por un Buk-M3, las modificaciones en el blindaje adicional incluye placas de acero a simples sacos de tierra.

Desde el arribo de sistemas de artillería de precisión a las Fuerzas ucranianas, tales como el proyectil de 155mm Excalibur, Vulcano y misiles GMLRS, los sistemas de defensa antiaérea rusa han pasado a convertirse en una de las prioridades para las unidades de artillería ucranianas. Vale mencionar que las municiones merodeadoras también están aportando lo suyo, tornando cada vez más difícil el medioambiente donde tienen que operar las unidades rusas.

En su afán por disponer de mayor precisión, particularmente contra los fragmentos de tungsteno de los misiles GMLRS utilizados por los HIMAR y M270 MLRS, las fuerzas terrestres rusas han implementado diversas soluciones de blindaje adicional. Así se puede apreciar en fotos recinetes.

En el caso de un sistema de misiles 9K317M Buk-M3, se distinguen placas de blindaje en los laterales del vehículo con el objetivo de mejorar la protección de los operadores. En el caso de un Tor-M2, la tripulación improvisó la instalación de sacos de tierra a los fines de hacer frente a las mencionadas amenazas ucranianas.

Operando en conjunto con drones, los artilleros ucranianos y operadores de municiones merodeadoras han logrado destruir una considerable cantidad de sistemas antiaéreos rusos. La efectividad de los Excalibur, Vulcano y GMLRS queda demostrada por el sinnúmero de imágenes y videos publicados, así como por la intención de los operadores rusos de contar con blindaje adicional para hacer frente a las esquirlas de artillería.

Los sistemas antiaéreos rusos son un objetivo primario, no solo por su costo a la hora de reemplazarlos tras su destrucción o avería, sino que su supresión también ha permitido a la aviación ucraniana liberar vías para ejecutar ataques de profundidad. Vale recordar que los operadores rusos también deben hacer frente a la amenaza de misiles anti-radiación, tal como es el caso de los misiles AGM-88 utilizados por la aviación ucraniana.

La Fuerza Aérea de Ucrania logró adaptar algunos de sus MiG-29 y Su-27 para el uso de misiles HARM, capacidad que permitió reducir la amenaza antiaérea rusa, obligando a sus operadores a adoptas diversas contramedidas pasivas y activas, entre ellas un mejor blindaje para sus tripulaciones.

Con el creciente desafío que implican los drones FPV y municiones merodeadoras, es esperable que se sigan viendo este tipo de trabajos, por lo menos hasta que las Fuerzas rusas implementen una solución estándar para todos sus medios.

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