La empresa aeroespacial taiwanesa Aerospace Industrial Development Corporation (AIDC) completó la primera fase de diseño del avión militar de entrenamiento destinado a reemplazar a los Beechcraft T-34C de la Fuerza Aérea de Taiwán. La fase 2 iniciará cuando esta rama de las Fuerzas Armadas dé luz verde a los procesos de ingeniería y desarrollo próximos.
El proyecto, que comprende la construcción de 45 aviones entrenadores, tendría un coste estimado de 21.400 millones de dólares taiwaneses (USD 690,3 millones). El primer prototipo podría desarrollarse en el año 2028, llevando a la producción en serie a iniciar en 2031, aproximadamente.
La elección de diseño de aviones producidos nacionalmente puede haber devenido del ahorro que supondría en costes de mantenimiento (aunque en la fabricación nacional el precio a pagar es mayor, en comparación a los 18.600 millones de dólares taiwaneses que supondría adquirir la misma cantidad de aviones a un país extranjero) y el impulso a la economía, que supondría la creación de puestos de trabajo y de 39.000 millones de dólares taiwaneses en efectos indirectos.
El diseño del nuevo avión entrenador podría abarcar la participación de 200 empresas taiwanesas, aproximadamente. De esta manera, alrededor del 70% de los componentes serían fabricados localmente y, también, se contribuiría al avance y desarrollo de la industria aeroespacial en la isla.
El Beechcraft T-34C Turbomentor, apuntado a ser reemplazado por esta nueva aeronave, es un entrenador de turbohélice de ala baja con una cabina biplaza no presurizada. Se encuentra propulsado por un motor turbohélice modelo PT6A-25, su velocidad máxima es de 280 nudos y su alcance es de 600 millas náuticas.
La razón para el remplazo de los Beechcraft T-34C es el largo tiempo en el que se han mantenido en servicio dentro de la Fuerza Aérea Taiwanesa, acercándose a las 4 décadas; en el año 1985, 49 unidades fueron adquiridas, y de ese lote 40 aún se encuentran funcionando. Estos aviones, además, no cuentan con asientos eyectables. Las aeronaves serán puestas fuera de servicio progresivamente a partir del año 2033.
Imágenes de: Ministerio de Defensa de Taiwán y Fuerza Aérea de Taiwán.
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“….La elección de diseño de aviones producidos nacionalmente puede haber devenido del ahorro que supondría en costes de mantenimiento (aunque en la fabricación nacional el precio a pagar es mayor, en comparación a los 18.600 millones de dólares que supondría adquirir la misma cantidad de aviones a un país extranjero) y el impulso a la economía, que supondría la creación de puestos de trabajo y de 39.000 millones de dólares taiwaneses en efectos indirectos….”
Esta gente sí que tiene claro el concepto de desarrollo de su industria para la Defensa y no es que este país no tenga la posibilidad de comprar en el exterior los entrenadores.
No se trata de escribir un tratado para llegar a la conclusión que en todos los casos – por supuesto con adecuada planificación y control de gastos, sin politiquería – los beneficios para el país son muy claros, como lo expresan “….El diseño del nuevo avión entrenador podría abarcar la participación de 200 empresas taiwanesas, aproximadamente. De esta manera, alrededor del 70% de los componentes serían fabricados localmente y, también, se contribuiría al avance y desarrollo de la industria aeroespacial en la isla….”.
Quién crea que comprar sistemas de armas usados, principalmente en el caso de aviones normalmente retirados del desierto norteamericano es un gran negocio, o al menos es lo único que se puede adquirir frente al desastroso desarrollo industrial argentino, está retroalimentando el problema.
Taiwán copia la política norteamericana. Estados Unidos como política de Estado, pretende que SUS DISEÑOS nazcan en el país y bajo su control estratégico, así como su producción industrial realizada por empresas radicadas en dicho país, aún cuando el capital de las mismas no sea totalmente norteamericano. Lo importante es que dichas empresas se encuentran sometidas a las leyes norteamericanas y laboran con mano de obra mayoritariamente norteamericana. Ni hablar que Estados Unidos posee entes públicos de investigación que colaboran activamente con la empresa privada.
Uno de los pocos casos que conozco que en políticas de Defensa el gobierno y los militares norteamericanos se permitieron un desliz ( seguramente pueden existir otros ) es el programa Joint Primary Aircraft Training System (JPATS) donde se permitió la intervención de extranjeros en el diseño del avión de entrenamiento en la licitación realizada ( el Pampa, asociados la FMA con Vought americana participó sin ganar), pero aún en este caso el gobierno norteamericano transformó y nacionalizó al ganador de la asociación Beechcraft- Pilatus , el PC9 Mk2 , en un avión que exporta al mundo y que curiosamente hoy estamos nosotros adquiriendo con el nombre de Beechcraft T-C6+ Texan II, contrato que formalizamos en 88 millones de dólares por doce aviones, que por supuesto, tampoco cumplimos totalmente con el contrato.
Por alguna circunstancia, la política de adquisición de capacidades y equipamientos militares en los últimos años no la han conducido las autoridades políticas sino los intermediarios de la política y este es un tema que en algún momento se debe terminar.