De manera sorpresiva, o no, el Ejército de los Estados Unidos (US Army) confirmó que cancelará su programa de nuevos helicopteros de ataque, denominado como FARA, los cuales cumplirían misiones de reconocimiento armado. La noticia llega cuando las dos empresas que competían por el contrato, Bell y Sikorsky, se encontraban en un avanzado estado de desarrollo de los respectivos prototipos. Es decir, en la fabricación de los ejemplares de prueba 360 Invictus y Raider X, respectivamente.
Denominado oficialmente como Future Attack Reconnaissance Aircraft (FARA), se trata de uno de los proyectos emprendidos en los últimos años por el Ejército de los Estados Unidos a fin de recuperar una capacidad de reconocimiento armado perdida con la baja de los OH-58D Kiowa Warrior. Si bien durante las últimas décadas diversos proyectos vieron la luz, estos no lograron materializarse.
Al día de la fecha, el Ejército de Estados Unidos invirtió desde 2018 en el programa FARA un total de us$ 2.000 millones, proyectando otros US$ 5.000 millones para futuros periodos fiscales destinados a pruebas y fabricación de los primeros ejemplares. Los avances realizados actualmente por Bell y Sikorsky se posaban en la instalación del nuevo motor T901 fabricado por General Electric en sus respectivos prototipos.
Con el final anunciado del FARA, el Ejército de los Estados Unidos cancela por tercera vez un programa de estas características en las pasadas tres décadas. Listándose el desarrollo de prototipos tales como el Boeing–Sikorsky RAH-66 Comanche y el Bell ARH-70 Arapaho, los cuales también fueron cancelados.
En lo respectivo a las empresas afectadas por esta decisión, Bell y Sikorsky, se espera que continúen el desarrollo de las tecnologías asociadas al proyecto FARA, las cuales, en un futuro, podrían ser aplicadas en otros proyectos impulsados por el Ejército de Estados Unidos; el cual, seguramente, reenfocara recursos hacia otros programas actualmente en desarrollo. Más precisamente, los nuevos helicopteros de asalto y transporte (Future Long Range Assault Aircraft), el cual tiene como prototipo seleccionado y ganador al Bell V-280 como reemplazo de los UH-60 Black Hawk; como otros proyectos de vehículos aéreos no tripulados, como el Future Tactical Unmanned Aircraft System (FTUAS).
La realidad de los conflictos actuales muestra que el rol y misiones de reconocimiento armado, que en el pasado eran ejecutadas por helicopteros ligeros tripulados, adaptados como el mencionado OH-58D Kiowa Warrior, estan cediendo su lugar al empleo de vehículos aéreos de combate no tripulados armados de diversas clases y prestaciones. El conflicto ucraniano ha puesto a prueba como los helicópteros de ataque, sin contar con una supremacía aérea total en el teatro de operaciones, son vulnerables en extremo al accionar de sistemas de defensa aérea de corto, medio y largo alcance, como artillería antiaérea que cubre los huecos del anillo defensivo de los beligerantes.
*Fotografías empleadas a modo de ilustración.
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Me recuerda estos artículos periodísticos la opinión de algunos referido al sector privado versus público.
De este artículo surgen cosas interesantes para destacar: a) la inversión la hace el Estado (siempre, salvo situaciones excepcionales); b) La empresa privada no quiebra, simplemente porque el quebranto lo soporta el Estado, mejor dicho, los sufridos contribuyentes; c) la empresa privada se queda además, cumplido o no con la ejecución de todo el proyecto, con todos los conocimientos adquiridos gracias al plan de desarrollo pagado por el Estado, aun como en este caso, cuando el proyecto se cancele; d) si el Estado decidiera despues un nuevo desarrollo parecido o no de algun sistema de armas, la empresa privada le cobrará al Estado los conocimientos que tiene adquiridos previamente pero ohh sorpresa!! los adquirió con anterioridad gracias al programa pagado también por el Estado.
En fin estimados amigos, el secreto no pasa por ser la empresa publica o privada: el secreto pasa por administrar bien los recursos que se asignen al desarrollo de sistemas que sean necesarios para lograr el equipamiento que cuando tengamos que usarlos, no existan un botón que los desconecte.
Una empresa publica o privada, dirigida por ejecutivos idóneos y por un Estado que cumpla con el compromiso pactado en cada programa que contrate, es garantía de eficacia pero por sobre todo, de eficiencia.
Tal cual compañero Proindustria, la calve y el secreto es la administración del recurso y no pasa por si es privada o pública la empresa… en nuestro caso el problema no son las empresas públicas como Fadea, Fabricaciones Militares, etc. sino el como fueron administradas y el culpable es el mismo estado que no generó industrias eficientes y las usó como instrumento político y la clave no es la privatización de las mismas sino la transformación en herramientas útiles para el fin creado…
Estimado, la inversión también la hace el privado. Como ha sido el caso del programa FARA. Sumado a que mucho del material obtenido hasta el momento queda disponible para ser utilizado en otros proyectos.
Las empresas privadas de defensa si quiebran, ejemplos sobran.
Hola Carlos, según surge del mismo artículo, entendí que los fondos originales para el desarrollo del programa FARA fueron aportados por el Ejército, es decir, por el Estado y no por la empresa privada.
Y respecto a que las empresas privadas también quiebran, es absolutamente cierto, si administran mal sus recursos, pero ello normalmente no es consecuencia del contrato formalizado con el Estado, salvo que torpemente hubieran realizado mal los cálculos en la licitación, que también remotamente puede suceder.
Lo que quise decir es que cuando el privado inicia un programa militar siempre lo hace con un acuerdo previo con las FFAA que provee los recursos financieros con lo cual no asume riesgo alguno. En materia de diseño, los contratos son de locación de servicios (no de obra) con lo cual el resultado buscado es que el diseño sea exitoso, pero la empresa privada no garantiza el diseño exitoso. Si los contratos fueran ya para la producción de un arma determinada, allí si el privado asume el compromiso de hacer bien las cosas conforme los planos y especificaciones técnicas provistas para el cumplimiento del programa. Pero si el arma resulta finalmente un fiasco, habiendo cumplido estrictamente con los planos y especificaciones, la empresa privada no es responsable del mal diseño. Y la aprobación del mal diseño en definitiva, fue de los ingenieros y técnicos del Estado que lo aprobaron. Conclusión, el perjuicio también termina siendo del Estado.
Saludos
Yo no lo habría dicho mejor…