Como parte de su estrategia para debilitar los recursos logísticos utilizados en el conflicto, drones ucranianos han ampliado en la última semana su ofensiva contra refinerías y depósitos de combustible rusos. Los ataques con vehículos aéreos no tripulados han logrado mermar la producción de Moscú, al punto tal que Washington ha elevado algunas advertencias a Kyiv sobre el impacto a largo plazo que puede tener su ofensiva en el economía mundial.

Conforme a lo informado por diversos medios, Ucrania lleva atacadas durante el 2024 al menos unas 15 refinerías. Los reportes señalan que el accionar de los drones han afectado varias refinerías, al punto tal que algunas de ellas perdieron parte de su capacidad de producción.

Si los ataques de drones rusos pueden sostener su cadencia en el tiempo, la ofensiva podría desencadenar resultados favorables a Ucrania: desde desacelerar la maquinaria de guerra y la economía de Rusia a obligar a Moscú a reordenar sus ya sobre-exigidas defensas antiaéreas, reducir las exportaciones y provocar oscilaciones desfavorables en los precios del combustible.

De acuerdo con los informes que han salido a la luz en las últimas semanas, los ataques de drones son ejecutados por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), por la Inteligencia Militar de Ucrania (HUR), o en operaciones conjuntas entre ambos organismos.

Uno de los primeros ataques con drones se realizó contra la infraestructura portuaria rusa de bombeo de hidrocarburos en Ust-Luga y Novorossiysk, infraestructura que es una de las principales puertas de entrada de Rusia para exportar el petróleo y el gas que mantienen en funcionamiento a todo el país y su invasión de Ucrania.

El objetivo es destruir las instalaciones energéticas y las plantas de refinería que proporcionan suministros críticos de combustible a las fuerzas rusas en Ucrania, privando a las fuerzas invasoras de uno de sus recursos esenciales que les ha permitido llevar adelante una serie de ofensivas en los distintos frentes, los cuales se han saldado con la captura de puntos estratégicos, como fue el caso de la ciudad de Avdiivka, al este de Ucrania.

Los últimos ataques provocaron un incendio en refinerías en Krasnodar Krai y la región de Samara los días 16 y 17 de marzo. Un día antes, drones habrían logrado dañar considerablemente una instalación en la región de Kaluga. Otro ataque tuvo como objetivo una refinería de la región de Oryol, el pasado 12 de marzo.

Reportes recientes también detallan que en Nizhny Novgorod, drones ucranianos atacaron una unidad de refinería obligando a la compañía rusa Lukoil a detener temporalmente el procesamiento de petróleo. También se han registrado ataques en las regiones de Volgogrado, Riazán, Briansk, Leningrado, Tula y Smolensk. Según se informa, un impacto en una refinería en Krasnodar Krai redujo su producción en un 30%.

Los daños provocados a la infraestructura energética de Rusia no han sido ignorados por Moscú, razón por la cual en los últimos días las fuerzas rusas han ejecutado algunos de los ataques con misiles y drones más importantes de los últimos meses, luego de que no se registraran ofensivas similares en semanas. El objetivo fueron instalaciones generadoras de energía eléctrica, así como infraestructura crítica.

Al cierre de esta jornada, diversas fuentes alertaron sobre ataques con misiles crucero lanzados desde bombarderos, posiblemente teniendo a Kiyv como objetivo.

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