A través de un reporte publicado por el Pentágono durante el pasado mes de abril, se dio a conocer que la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) no reparará a uno de sus bombarderos estratégicos B-2 que sufriera un accidente operacional en 2022. Si bien el mencionado reporte no brinda mayores datos, entre las razones se encuentra el alto costo de la reparación de la aeronave furtiva, provocando que esta sea dejada de lado no recuperando su condición de vuelo. La noticia se da en el contexto donde Northrop Grumman avanza en las pruebas del vuelo de su sucesor, el B-21 Raider; provocando en términos operativos una reducción de la flota de los bombarderos B-2.
La noticia fue dada a conocer por diversos medios especializados estadounidenses, como Aviation Week y posteriormente The War Zone, que se hicieron eco de la desición de la Fuerza Aérea de Estados Unidos plasmada en el reporte anual de estructura dado a conocer por el Pentágono durante el pasado mes de abril. Si bien no se especifica cual de los bombarderos B-2 será dejado de lado por los altos costos de reparación, desde los señalados medios han expresado que podría tratarse del ejemplar que sufrió un accidente producto de un aterrizaje de emergencia en la Base Aérea Whiteman, ubicada en Misuri, durante principios de diciembre de 2022.
Este accidente, protagonizado por una de estas emblemáticas aeronaves, provocó en esa oportunidad que la USAF dejará en tierra por espacio de seis meses a la flota de bombarderos furtivos por razones de seguridad. La situación no es menor, ya los B-2 son una de las patas de la tríada nuclear de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Además, este episodio se sumó a otro similar que ocurrió en el año 2021 en la misma unidad.
Si bien no se detalla los costos, es conocida la complejidad para el mantenimiento y sostenimiento que los B-2 poseen. Sin mayores precisiones en el reporte del Pentágono, los medios especializados norteamericanos han inferido cual podría ser costo para que una de estas aeronaves vuelva al servicio luego de sufrir esta clase de accidentes. Por citar un ejemplo, en el año 2010, teniendo como escenario la Base Aérea Andersen en Guam, un B-2 sufrió un accidente al reportarse un incendio. El costo de la reparación, que también fue aprovechado para realizar el overhaul, alcanzó los us$ 105 millones.
Al día de la fecha no queda clara la desición de no reparar a este B-2 accidentado en el año 2022 por los altos costos y la justificación de que no sería económicamente viable, ya que la aeronave accidentada en el año 2021 se encuentra siendo reparada y se alista para volver al servicio. Esto puede significar que el episodio del mes de diciembre 2022 provocó mayores y más graves daños que de los observados.
El resultado final de esta desición es la reducción de la flota de bombarderos B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y la perdida, por menos en cuestiones operacionales, de un medio de disuasión estratégica. Al día de la fecha, la USAF mantendría una flota de 18 aeronaves, a las que se sumará la que esta siendo reparada, para totalizar 19 ejemplares.
También la desición puede tener sus razones en la futura entrada en servicio del B-21 Raider siendo sometido a pruebas por parte de Northrop Grumman. Recientemente, desde la Fuerza Aérea de Estados Unidos reportaron, sin mayores precisiones, que la aeronave de nueva generación, que reemplazará tanto al B-2, como el B-1 Lancer, registra importantes avances en sus vuelos de pruebas. En total, se espera la producción de cien nuevos B-21, fijando su entrada en servicio inicial para el año 2025.
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