Un reciente ataque ruso con misiles balísticos Iskander logró destruir dos cazas Su-27 ucranianos, provocando daños en otros ejemplares que también se encontraban en las proximidades. El raid, coordinado por drones de vigilancia, tuvo lugar hace unos días en la base aérea Myrhorod de la Fuerza Aérea de Ucrania, unidad emplazada en el óblast de Poltava.

Tal como se aprecia en las secuencias viralizadas en redes sociales, pese a que las aeronaves se encontraban dispersas en las distintas plataformas de la base, los impactos de los misiles Iskander armados con munición de racimo lograron destruir al menos dos Su-27 “Flanker” ucranianos. Pese a que las imágenes no son del todo claras, se aprecian explosiones secundarias, lográndose distinguir los restos calcinados de al menos uno de los bimotores de origen soviético.

Este tipo de ataques utilizando el binomio drones/misiles balísticos está permitiendo a las fuerzas armadas rusas batir objetivos ucranianos de alto valor, tales como el caso de estos cazas Su-27, formaciones de trenes y otras aeronaves. El caso más reciente es el de un helicóptero de ataque Mi-24, el cual habría recibido daños tras un ataque similar con un misil Iskander.

Pese a que la Fuerza Aérea de Ucrania desmintió lo afirmado por las fuerzas rusas respecto a la destrucción de varios Su-27 en la base de Myrhorod, si confirmó el ataque y haber sufrido pérdidas, sin detallar la naturaleza de las mismas. Al igual que las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, la aviación de combate de Ucrania también viene sufriendo en carne propia el efecto de ataques con misiles de largo alcance, pérdidas que sin duda resultan irreemplazables atento la escasa (por no decir nula) posibilidad de obtener cazas Su-27 adicionales.

Este ataque también pone en alerta una vez más a la Fuerza Aérea ucraniana ante la necesidad constante de dispersar y operar sus aviones de combate desde zonas dentro del alcance de drones de vigilancia rusos. Ambos bandos han demostrado la capacidad de los vehículos aéreos no tripulados para operar impunemente en las profundidades de sus dispositivos, pese a la presencia de complejos sistemas de defensa antiaérea.

Otro llamado de atención relacionado con este ataque es como se ingeniará la Fuerza Aérea ucraniana para operar su futura flota de cazas F-16 Fighting Falcon, aeronaves que espera incorporar en el corto plazo. Es sabido que los monomotores de origen norteamericano mantienen ciertas exigencias en cuanto a la infraestructura desde la cual deben operar, por lo que se plantea un nuevo desafío a las fuerzas ucranianas para operar de manera segura los nuevos cazas, evitando quedar expuestos a similares ataques.

Conforme a lo reportado por portales de análisis de fuentes abiertas, como es el caso de Oryx, la Fuerza Aérea Ucraniana ha sufrido la pérdida de al menos 16 cazas Su-27 Flanker, lo que lleva a suponer que las existencias de este modelo deben estar en los mínimos, particularmente luego del duro golpe sufrido tras el ataque en la base de Myrhorod.

Esta compleja situación recién podría resolverse con la llegada de los F-16 Fighting Falcon provenientes de Dinamarca, Noruega, Países Bajos y, mas a largo plazo, Bélgica. En total, las entregas comprometidas por los mencionados países europeos superan las 90 aeronaves, algunas de las cuales serán preservadas para adiestramiento y como fuente de repuestos.

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