No es una novedad que la actualización TR-3 de los F-35 de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no esta yendo según lo esperado. A las demoras en el desarrollo y pruebas de la nueva configuración del caza furtivo, se suma la creciente preocupación de diversos operadores, como los potenciales problemas de almacenamiento registrados por Lockheed Martin. Esto último se debe a la desición de 2023 del Pentágono de no aceptar las entregas de nuevos F-35, en sus versiones A, B y C, con la nueva configuración, hasta no ser resueltos todos los problemas registrados. No obstante, esta postura habría cambiado con la adopción de una medida transitoria.

Denominada como Technology Refresh 3 (TR-3), se trata de la siguiente gran actualización de capacidades de los F-35 de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y aliados. Con la incorporación de nuevas mejoras de hardware y software se incrementaba la capacidad de procesamiento y poder de cómputo, allanando el camino para la modernización al Block IV del caza de quinta generación. Sin embargo, como viene siendo reportado, se han registrado retrasos de forma sostenida, tanto en la campaña de ensayos en vuelo, como en la integración de la configuración en los nuevos aviones de fabrica a ser entregados.

La situación, reportado en multiplicidad de oportunidades, tanto por los oficiales del programa F-35 de las Fuerzas Armada de EE.UU., como organismo de auditoria del gobierno y congreso estadounidense, generaron la desición del Pentágono de no aceptar nuevos cazas hasta que estos problemas no sean solucionados por Lockheed Martin, generando otra serie de inconvenientes, como el almacenamiento de aeronaves en un solo punto, con los potenciales riesgos de seguridad que esto podría tener.

En vista de esta situación y, presumiblemente, luego de diversas gestiones entre Lockheed Martin y autoridades, el Pentágono acordaría aceptar retomar las entregas de cazas F-35 para las Fuerzas Armadas Estadounidenses. Sin embargo, estos aviones de combate vendrían con una actualización parcial o truncada de la configuración TR-3, la cual le permitiría realizar vuelos de aceptación, como tareas de entrenamiento, pero no siendo desplegados en misiones de combate. Esto último fue dado a entrever por la propia Lockheed Martin, a través de Jim Taiclet, quien indicó que los aviones no podrían volar en misiones de combate hasta el año 2025, con la actualización completa a la configuración TR-3.

Por último, aún se espera la confirmación definitiva de esta decisión emana del Pentágono como de los Jefes del Programa Conjunto F-35. Mientras tanto, de las lineas de producción y ensamblaje ubicadas en Fort Worth, Texas, continúan saliendo aviones de combate de quinta generación los cuales son almacenados a la espera de la reanudación de las entregas.

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