Pasaron 53 días desde que tomé el tren que conecta Kiev con Chelm, Polonia, despidiéndome de mis anfitriones, quienes me prometieron volver a vernos en el futuro “para festejar la victoria”. En estos 53 días, y con el vestigio de haber visto las consecuencias en primera persona, parece que el tiempo pasa de forma distinta. Las noticias llegan y uno vive conectado, pero la sensación es diferente cuando la distancia física es un hecho. Es como si la guerra se volviera algo más lejano, más abstracto, pero a la vez más presente; mi rutina día a día se ve envuelta a través de las actualizaciones constantes, los análisis y los comentarios de aquellos que todavía están en el campo de batalla.

Me fui de Kiev con una idea, una idea compartida con varios de mis amigos y compañeros de viaje: Ucrania se está preparando para una guerra larga; y Rusia también. Este convencimiento no surgió de una simple especulación, sino de una observación directa, casi palpable, de la realidad en ambos lados del conflicto. La distancia abismal que separa las propuestas de paz y negociaciones entre Kiev y Moscú es un indicador claro de que la resolución no está a la vuelta de la esquina. Mientras Zelenski presenta sus 10 puntos de la fórmula de paz, Putin, desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, ha esbozado condiciones completamente alejadas de cualquier acuerdo. Este desfasaje es el reflejo de una guerra que ha evolucionado en algo más complejo y arraigado, con ambos bandos endureciendo sus posturas.

Bloque de edificios destruidos en Borodianka, Ucrania – Alejo Sanchez Piccat

Esta percepción se ratificó con la charla que mantuve con el embajador de Ucrania en Argentina a mi retorno. Abombado por los reencuentros post incursión en Ucrania, tuve la oportunidad de hablar con él, y me confirmó lo que había estado pensando: Ucrania está pensando en una guerra larga, una guerra de desgaste, acompañada por el apoyo inquebrantable de Estados Unidos y otras naciones de Europa, cuyo objetivo es erosionar las capacidades rusas. Pero, a pesar de la claridad en estas estrategias, hay una realidad más cruda que ha comenzado a emerger.

La “nueva realidad” en la guerra 

Desde mi regreso a Argentina, la situación en los frentes de batalla ha cambiado significativamente. Y digo frentes porque, mientras escribo estas líneas, Oleksandr Syrskyi, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, explica que a partir del 20 de agosto, las fuerzas ucranianas controlan más de 1.260 km² de territorio y 93 asentamientos en la provincia de Kursk, Rusia. La incursión de Ucrania en Kursk ha entrado en su tercera semana y no hay señales de que se detenga. Zelenski ha sugerido que sus tropas se atrincherarán para crear una “zona de amortiguamiento” en la frontera, un movimiento audaz que muestra la intención de Ucrania de no solo defender, sino de proyectar su influencia en territorio ruso.

Onfesiva de Ucrania en Kurks Rusia – Institute for Study of War

La ofensiva en Kursk ha devuelto la atención un conjunto de aliados occidentales cada vez más apáticos y reticentes con respecto a la ayuda militar que destinan a Ucrania, al tiempo que ha llevado la guerra a territorio ruso de forma sorpresiva para propios y extraños. Esta incursión en territorio enemigo no es solo un golpe militar, sino también un mensaje político claro: Ucrania está dispuesta a tomar la iniciativa, a cambiar las reglas del juego, a forzar a Rusia a luchar en su propio suelo, algo que, hasta hace poco, parecía impensado.

Sin embargo, esta ofensiva, que ya va por su tercera semana, plantea problemas significativos no solo para las fuerzas rusas, sino también para Ucrania. Algunas unidades rusas han sido redesplegadas apresuradamente desde frentes de batalla críticos en Ucrania hacia Kursk, evidenciando la presión que Ucrania está ejerciendo en múltiples direcciones. Pero estas maniobras también generan dificultades para la propia Ucrania, tanto en número como en la calidad de sus fuerzas. Patrick Bury, analista militar de la Universidad de Bath del Reino Unido, dijo a Business Insider que Ucrania está “comprometiendo brigadas de élite, con buen equipo occidental”, lo que podría significar un alto costo estratégico y simbólico para Ucrania.

Esas brigadas incluyen, por ejemplo, la histórica 80ª Brigada de Asalto Aéreo, que ha llevado a cabo operaciones clave en Bajmut y Jersón. Ucrania no puede permitirse perderlas. Este dilema refleja la tensión constante entre el avance y la preservación, una línea delgada que Ucrania deberá navegar con cautela si desea mantener el impulso sin comprometer su futuro estratégico.

Soldado recorriendo el memorial por la guerra, Maidan Kiev Ucrania – Alejo Sanchez Piccat

“Cientos de drones para la Victoria”

Mientras reviso los informes recientes del frente de batalla, llenos de mapas, fotos de corresponsales gráficos y videos de las acciones en las trincheras improvisadas, no puedo evitar rememorar mis días en el Maidan, la plaza principal de Kiev, y el metro que te lleva allí. Entre las fotos que capturaban el movimiento de las miles de banderas, que simbolizan a los soldados caídos en combate, un cartel de una empresa que decía “Cientos de drones para la Victoria” acaparó mi atención. Este anuncio para la recaudación de fondos se emplea de forma masiva en las distintas ciudades. No es que los drones fueran una novedad para mí, sino que en esos anuncios se destacaban como un recurso clave en la guerra entre Rusia y Ucrania.

Anuncio con la leyenda “cientos de drones para la victoria” Kiev, Ucrania – Alejo Sanchez Piccat

Seguir de cerca el conflicto me ha llevado a una reflexión profunda sobre el avance tecnológico y su impacto en la realidad del conflicto. Para aquellos que nos fascinamos con la evolución de la tecnología, es emocionante ver cómo se desarrolla el conflicto. Sin embargo, esta fascinación debe ser matizada por la realidad de las vidas humanas en juego. Lejos del conflicto, en un entorno seguro, es fácil perder la perspectiva de lo que realmente implica la guerra, lo que implica estar en el frente de batalla,

En una tarde en el Maidan, un soldado colombiano que prefería mantenerse en el anonimato, compartió conmigo su experiencia. Después de casi dos años luchando en la Legión Internacional, me confesó que lo que más le aterrorizaba eran los drones de Vista en Primera Persona (FPV). Su ruido y su impredecibilidad generaban un miedo palpable tanto en sus compañeros como en los enemigos. La palabra “dron” se convirtió en una constante en sus relatos de combate.

La guerra en Ucrania se ha caracterizado por el despliegue masivo de drones, con miles de vehículos aéreos no tripulados (UAV) utilizados para rastrear a las fuerzas enemigas, guiar la artillería y atacar objetivos. Los drones pequeños y económicos han demostrado ser armas extremadamente efectivas en este conflicto, donde los aviones de combate convencionales son relativamente escasos debido a la densa concentración de sistemas antiaéreos cerca de las líneas del frente. Los drones FPV, originalmente diseñados para el uso civil, son operados por pilotos en tierra y a menudo se estrellan contra objetivos cargados de explosivos.

Un soldado ucraniano opera el dron con un control remoto y un auricular que le permite ver la vista desde la cámara, mientras que un soldado ruso utiliza una computadora o tablet con mapas para dar indicaciones. Cada día, las unidades de drones de ambos ejércitos publican videos en las redes sociales que muestran cómo estos drones, que cuestan tan solo $500 dólares, pueden destruir eficazmente piezas de artillería costosas o tanques de millones de dólares, subrayando su impacto transformador en la guerra moderna.

Anatoli, un escritor y militar, me explicó: “El éxito de varios sistemas de drones de ataque también es crucial. Los servicios especiales ucranianos, la Dirección Principal de Inteligencia y el Servicio de Seguridad de Ucrania atacan constantemente objetivos militares enemigos en el territorio de la Federación Rusa, a veces a distancias de 1.000 a 1.500 kilómetros. Esto es un gran éxito: un pequeño país es capaz de pegarle en la cara a un mamut, en su retaguardia operativa y estratégica demuestra un gran avance”.

Cómo el combate con drones en Ucrania está cambiando la guerra

A medida que la guerra en Ucrania entra en su tercer año calendario, el despliegue de drones ha evolucionado con los cambios en el campo de batalla. En las primeras etapas del conflicto, cuando las capacidades de defensa aérea y guerra electrónica de Rusia eran menos desarrolladas, Ucrania se benefició enormemente de drones más grandes, como el TB2 Bayraktar turco. Este dron, con su capacidad para transportar múltiples municiones aire-tierra y merodear durante largos períodos, permitió a las fuerzas ucranianas penetrar las defensas aéreas rusas y atacar objetivos pesados. Sin embargo, a medida que Rusia ganó control sobre los cielos y perfeccionó sus capacidades antiaéreas, estos drones más grandes se volvieron más vulnerables a los ataques. Aunque el TB2 sigue siendo relevante para la recolección de inteligencia gracias a su conjunto de sensores y alcance, Ucrania ha ajustado su estrategia hacia el uso de drones más pequeños.

Los drones pequeños y comerciales han demostrado ser un game changer significativo, brindando a Ucrania una mejor conciencia del campo de batalla y la capacidad de alcanzar objetivos con eficacia. Aprovechando la tecnología comercial, los ucranianos han llevado rápidamente drones baratos y listos para usar al campo de batalla. 

Estos drones, a pesar de ser menos costosos, han demostrado ser altamente efectivos y menos susceptibles a los sistemas de defensa aérea rusos. Además, Ucrania ha expandido significativamente su capacidad de fabricación de drones, aumentando de siete fabricantes nacionales hace un año a al menos ochenta en la actualidad, gracias a asociaciones público-privadas.

Drones empleados por Rusia y Ucrania – Reuters

Por otro lado, la tecnología rusa de drones también ha evolucionado. Moscú ha desplegado modelos autóctonos como el Orion, el Eleron-3, el Orlan-10 y el Lancet, pero las sanciones occidentales han limitado la producción de estos dispositivos. En respuesta, Rusia ha recurrido a Irán para obtener drones Shahed-136, que pueden transportar 45,4 kilogramos de explosivos y tienen un alcance de hasta 1.931 kilómetros.

Este conflicto ha demostrado las ventajas de los drones en el campo de batalla, haciéndolos más pequeños, letales, fáciles de operar y accesibles para casi cualquier persona. Los drones han reducido las muertes, acortando el tiempo desde la detección hasta la destrucción de objetivos, y han reforzado la capacidad de los ejércitos para reconocer el campo de batalla. Los drones con perfiles de resistencia prolongados realizan horas de reconocimiento, permitiendo que otros drones más avanzados lleven a cabo ataques de precisión. También permiten a los soldados individuales monitorear el movimiento del adversario sin arriesgar vidas. 

Anuncio con la leyenda “Apoye la recaudación de fondos para 100 FPV drones”, Kiev Ucrania – Alejo Sanchez Piccat

La guerra en Ucrania ha experimentado una evolución significativa, con los drones emergiendo como un “game changer” crucial en el campo de batalla. Desde mi regreso, he observado de cerca cómo la realidad del conflicto se entrelaza con el avance tecnológico. Los drones, en su diversidad y flexibilidad, han transformado la manera en que se libran las batallas, demostrando ser herramientas vitales en una guerra que se redefine constantemente.

A medida que el conflicto avanza hacia su tercer año, el impacto de los drones es innegable. La introducción y perfeccionamiento de drones más pequeños y económicos han permitido a Ucrania y a Rusia adaptar sus tácticas y mantener la eficacia en un entorno en constante cambio. 

Camino a Kiev Ucrania – Alejo Sanchez Piccat

No obstante, la duración futura del conflicto sigue siendo incierta. Las ofensivas en Kursk y las estrategias de ambos bandos sugieren que la guerra podría prolongarse, planteando preguntas fundamentales sobre el desarrollo del conflicto. ¿Cómo afectará la continua evolución tecnológica en drones la eficiencia de las operaciones militares? ¿Qué papel jugarán los aliados internacionales y el apoyo externo en el curso del conflicto? Las estancadas negociaciones de paz también dejan abierta la posibilidad de que se puedan alcanzar soluciones diplomáticas más rápidas. Además, las condiciones en el terreno y las adaptaciones estratégicas podrían ser determinantes en la resolución o prolongación del conflicto.

La guerra está cambiando, y con ella, los instrumentos y estrategias que definen el éxito en el campo de batalla. La tecnología, como herramienta clave, siguen demostrando su relevancia en una guerra que se está reescribiendo día a día.

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