Desde el pasado mes de agosto, en función al trabajo realizado por el Ministerio de Defensa, los Liceos Militares de Argentina volverán a caracterizarse por su esencia primordial: la educación basada en principios de la Institución Militar, la instrucción en áreas estratégicas de la Defensa, así como la actualización de los planes de estudio, para finalizar con una educación de excelencia para los futuros Guardiamarinas, Alférez o Subtenientes de Reserva de la República Argentina.

La gestión de Luis Petri tomó uno de los primeros pasos para restituir el orgullo y los pilares principales de las Fuerzas Armadas a través de la Resolución 795/2024 o “Liceos Militares 2030”. Y es que, desde pasadas gestiones y bajo el “Plan Liceos 2010”, o la más reciente resolución 255/2020, la desintegración de las bases fundamentales para la formación militar se volvió una política de Estado (o una de las tantas). Mencionando únicamente reducción de la Instrucción Militar a unas pocas horas de la semana; la prohibición de la Instrucción en el uso de las armas de fuego; la revisión del código de disciplina, entre otras modificaciones, resultan suficientes para entender que el trasfondo kirchnerista en aquellas reestructuraciones únicamente llevaban a un fin determinado: la desaparición de los Liceos Militares, y su razón de ser.

Muchos de los cuestionamientos realizados por las familias de los liceístas/liceanos de aquellos años, partían de la misma base ¿para qué realizar modificaciones tan sustanciales que lleven a los Liceos Militares a la imagen y semejanza de cualquier otra institución educativa civil? ¿Acaso no existen suficientes escuelas de educación civil en el país para permitir la libre elección, alejada de la Instrucción Militar, si así se desease? Estas y un sinfín de preguntas eran la razón principal de las protestas realizadas por el alumnado y sus familias. Sin embargo, a diestra y siniestra, ciertas administraciones parecían ocuparse de la propagación de políticas desintegradoras, en lugar de afianzar un intercambio entre los integrantes de los Liceos y el accionar ministerial.

Catorce años después bastaron para que una decisión gubernamental culmine con el dilema que más que “democratizar” terminó por desafectar la esencia de los Liceos, y es que por más que hayan realizado “jornadas pedagógicas” en el 2020, las mismas no admitían ningún tipo de opinión contradictoria, sino que eran meramente informativas acerca de decisiones ya tomadas por autoridades del Ministerio de Defensa. La injerencia de las Fuerzas Armadas dentro de los planes de estudio de los Liceos Militares vuelve nuevamente junto a las prácticas de tiro; la reglamentación clara acerca de la formación como Reserva de las Fuerzas Armadas; la inclusión de nuevas orientaciones como la implementación de drones, la ciberdefensa y el uso de nuevos simuladores, entre otras reformas necesarias. ¿Será este un primer paso a un largo listado de reformas y reglamentaciones que aún están pendientes dentro del ámbito de la Defensa? Por ejemplo, la pendiente Ley de Movilización, o una reglamentación actualizada en cuanto a las Reservas.

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