Entre el 4 y el 11 de septiembre, las fragatas Blas de Lezo y Canarias de la Armada Española monitorearon en el Mar Cantábrico la navegación del submarino clase Kilo B-261 Novorossiysk de la Armada Rusa. Siguiendo instrucciones del Comandante del Mando de Operaciones Marítimas (MOM), acompañaron al submarino y los buques auxiliares Evgeniy Churov y Alatau durante su tránsito por el golfo de Cádiz y mar de Alborán hacia el Mediterráneo Oriental.
La fragata Blas de Lezo partió desde su puerto de estacionamiento en el Arsenal de Ferrol, que mantuvo el seguimiento de las unidades rusas durante su tránsito por los espacios marítimos nacionales de España, y luego la fragata Canarias fue la encargada de monitorear su paso por el estrecho de Gibraltar. Allí se incorporó a la agrupación el remolcador Alatau para continuar la escolta del submarino hacia el Mediterráneo central, donde la Canarias finalizó su misión de vigilancia transfiriendo la responsabilidad del seguimiento a un buque francés.
Este accionar de la Armada española se enmarca en las operaciones de Presencia, Vigilancia y Disuasión de las Fuerzas Armadas de España, organizadas operativamente bajo el MOM que, junto al Mando Operativo Terrestre (MOT), Aeroespacial (MOA) y Ciberespacial (MOC), conforman la estructura de Mandos Permanentes abocados a estas misiones. El objetivo central es mantener la vigilancia de los espacios soberanos de España en pos de actuar ante amenazas y facilitar una respuesta rápida ante una eventual controversia.
Pero el seguimiento realizado recientemente por España no es el primero (ni el último) en llevarse a cabo en esta región. El pasado mes de junio, la Fuerza Aérea de Portugal destinó un P-3C CUP+ perteneciente al Escuadrón 601 “Lobos” monitoreó 36 mil movimientos de tráfico marítimo, donde detectó navegando en superficie al submarino clase Kilo II B-608 Mozhaysk. Según lo informado por la fuerza, se trató de un submarino ruso que opera en el Báltico pero está destinado a integrarse a la Flota del Pacífico de la Armada Rusa.
En septiembre, el protagonista fue el Novorossiysk: un submarino mejorado de la clase Kilo propulsado por generadores diésel y asignado a la Flota del Mar Negro. Con un desplazamiento de 3.100 toneladas cuando está sumergido, puede lanzar misiles de crucero de ataque terrestre Kalibr con un alcance estimado de 932 a 1.553 millas.
En esta ocasión, se estima que el Novorossiysk se dirigía a Tartus, Siria, donde Rusia estableció una base naval. El puerto de Tartus, con una gran importancia para Moscú, es la única base fuera de la antigua Unión Soviética que sigue bajo administración del país y obtiene gran relevancia para los intereses estratégicos de la Federación.
*Fotografías empleadas a modo de ilustración.
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