Mientras gran parte de Colombia celebraba la capacidad de nuestra Fuerza Aérea para trasladar a nuestros compatriotas desde una zona de conflicto, el Líbano, donde las bombas de Israel han iniciado una destrucción tan terrible como la de Gaza, demostrando la capacidad de la FAC para realizar transportes a largas distancias con su Boeing 737, despertamos con la terrible noticia de un nuevo accidente de un helicóptero de nuestras Fuerzas Armadas. En esta ocasión, el siniestro segó la vida de ocho oficiales y suboficiales de la Fuerza Aérea, quienes realizaban una evacuación aeromédica de un civil perteneciente a las comunidades indígenas.
La primera noticia llegó a través del comunicado 003 de la FAC, donde se informaba que: “La Fuerza Aérea Colombiana se encuentra en la búsqueda del helicóptero Huey II, matrícula FAC-4441, tras perder comunicación con la tripulación mientras realizaba una misión de evacuación aeromédica entre el Grupo Aéreo del Oriente (GAORI) y Cumaribo, Vichada.” Tras conocer esta noticia, muchos nos alarmamos al recordar la grave situación de mantenimiento de los helicópteros de las FFMM, que ya ha ocasionado varios accidentes este año. Lo más preocupante es que aún no se han revelado las causas de estos desastres y, seguramente, no se harán públicas, ya que no se quiere identificar a los responsables reales de tales tragedias.
En este trágico accidente fallecieron los oficiales Capitán Julián Perilla Pinto y Subteniente Edgar Durán Villareal, junto con los suboficiales Técnico Segundo Jhonattan Caro Rincón, Técnico Tercero Liceth Duarte Barbosa, Técnico Cuarto Karel Rojas Núñez, Técnico Cuarto Luis Montoya Ospina, Técnico Cuarto Ana María Gutiérrez Bolívar y Técnico Cuarto María González Ramírez. Sus cuerpos fueron encontrados en la vereda Garabato, en el municipio de Cumaribo.
Durante las declaraciones del Comandante de la Fuerza Aérea Colombiana, General Luis Carlos Córdoba Avendaño, brindadas en rueda de prensa, no se aclararon los cambios de ruta del helicóptero, ni se mencionó qué ocurrió con el civil evacuado, lo que deja dudas sobre la operación y su seguridad en el cumplimiento del objetivo de la misión.
Estos hombres y mujeres dejan familias desoladas y una nación que, durante este año, ha perdido muchas vidas, tanto por la incapacidad de enfrentar la violencia como por la falta de mantenimiento adecuado de una fuerza militar fuerte y equipada. Seguramente, ahora se discutirá sobre la necesidad de retirar los helicópteros UH-1 y Huey II, no por la seguridad de las tropas, sino debido al oscuro y oculto proceso que llevó a la elección del Leonardo AW 139, mientras se descuidan los indispensables mantenimientos de los UH-60 y Mi-17.
Escribo estas palabras con rabia, porque nuestros hombres no deberían perder sus vidas por la incompetencia de los mandos y la ceguera y estupidez de los políticos. Gloria a nuestros héroes, paz en sus tumbas y castigo a quienes dilapidan los recursos públicos en beneficio de sus propios intereses.
*Fotografía de portada empleada a modo de ilustración.
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