Tras la reciente noticia respecto de la suspensión del programa NGAD de la Fuerza Aérea de EE.UU. (USAF), a causa de las diversas preocupaciones por su alto coste y las consecuentes reformas en el proyecto, la Armada de los Estados Unidos (US Navy) reafirma sus intenciones de avanzar en la selección de su futuro caza de sexta generación con la vista puesta en la próxima década. Así ha sido confirmado por altas autoridades navales este mismo miércoles, mismas que deberán optar por uno de los tres candidatos actuales, a saber: los diseños de Boeing, Northrop Grumman y Lockheed Martin.
En esa línea se ha manifestado la almirante Lisa Franchetti, jefa de Operaciones Navales, a medios locales en la ocasión del evento organizado por Defense Writers Group: “Esperamos que la plataforma de sexta generación pueda tener sensores avanzados, letalidad avanzada, alcance avanzado y que pueda integrarse con capacidades tripuladas y no tripuladas. Esa es una de las cosas que, como aprendemos de la Fuerza Aérea y el trabajo que están haciendo, debemos integrar con lo que sabemos que debemos poder hacer (…) Tenemos tres empresas que han presentado propuestas para ello y, de hecho, estamos en la fase de selección de proveedores en este momento”.
Cabe recordar en este punto, que el proyecto de la US Navy conocido por el momento como F/A-XX está destinado a ser el futuro reemplazo de los cazas polivalentes F/A-18 Super Hornet y E/A-18 Growler, buscando superarlos ampliamente en capacidades de guerra electrónica y alcance. No obstante, es menester considerar que al igual que la USAF, la Armada de EE.UU. también enfrenta recortes presupuestarios que limitan su margen de maniobra. Según recoge el medio especializado Air and Space Forces, la fuerza tuvo que redireccionar aproximadamente unos mil millones de dólares originalmente dispuestos para el futuro caza, apostando a cubrir gastos de corto plazo.
Retomando lo mencionado inicialmente, ha de decirse que la suspensión del programa NGAD de la USAF fue reportada a mediados del mes pasado, siendo el objetivo anunciado que puedan reducirse los costes de la aeronave para equipararlos al de un F-35 actual. Originalmente, este había sido planeado como un reemplazo directo para los cazas F-22 Raptor, las aeronaves más capaces del inventario estadounidense; también una de las más caras de operar. Es ilustrativo considerar en ese sentido que bajo dichas condiciones, cada ejemplar oscilaría entre los 200 y 300 millones de dólares, siendo la nueva meta llevarlo a un estimado de entre 80 y 100 millones.
Cabe lugar para mencionar que ello suscitó fuertes dudas respecto de las características del nuevo avión, temiéndose una reducción de sus capacidades de ataque, en la factibilidad de producir versiones tripuladas y en la cantidad de motores que lo propulsarían; con la reducción de alcance y velocidad que implicaría. Acorde fuere reportado anteriormente, la decisión de la USAF sobre este asunto debería conocerse en los próximos tres meses.
Por lo pronto, siendo consultada por los periodistas que asistieron al evento antes citado, la almirante Franchetti destacó la relevancia de que ambas fuerzas busquen una mayor coordinación entre sus programas, afirmando que “las plataformas aéreas son igualmente una de las ventajas estratégicas que tenemos como servicios”. Sin embargo, supo aclarar que sea cuál sea la decisión de sus pares de la USAF, la Armada no perderá de vista sus planes de avanzar en el futuro F/A-XX.
*Imagenes empleadas a modo ilustrativo
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