Durante el Ejercicio Strike Warrior, el Grupo de Ataque de Portaaviones del Reino Unido (UKCSG), encabezado por el HMS Prince of Wales, se desplegó junto al Grupo de Ataque de Portaaviones USS Harry S Truman (CSG8) de la Armada de Estados Unidos en el Mar del Norte. El objetivo central de este despliegue combinado recae en trabajar combinadamente y conjuntamente en el entrenamiento de ambas fuerzas navales y emprender un despliegue global en la región Indo-Pacífica de cara al 2025.
El escenario del ejercicio fue orquestado por el Estado Mayor Conjunto de Entrenamiento y Planificación de Ejercicios del Reino Unido, mientras que la actividad del Grupo de Ataque fue dirigida por el personal del HMS Prince of Wales. De él despegaron los cazas furtivos F-35B Lightning británicos, los cuales después de unieron a los F/A-18 Super Hornet y a un E/A-18G Growler del USS Truman que sobrevolaron el Grupo de Tareas Combinado.
Del ejercicio también participaron buques de guerra y de apoyo de la Real Armada Británica y de la Real Flota Auxiliar (RFA), además del Ejército Británico, la Real Fuerza Aérea (RAF) y buques de guerra de Noruega, Dinamarca, Bélgica, Alemania, Portugal y el Reino Unido. Cada uno de ellos llevaron a cabo su propio adiestramiento abordo, como lucha contra incendios e inundaciones, simulacros de siniestros, reabastecimiento de combustible y provisiones durante la navegación.
Entre estas actividades a gran escala se buscó perfeccionar las aptitudes individuales y colectivas, poniendo a prueba el poder aéreo y naval en situaciones tácticas desafiantes. En pos de crear un grupo de naves capaz de desplegarse por todo el mundo, el Strike Warrior permitió también el entrenamiento en misiones de ataque.
En paralelo, la RAF fue la encargada de apoyar la defensa antisubmarina del Grupo de Ataque de Portaaviones, suministrando aviones de patrulla marítima P-8 Poseidon. Otras aeronaves de la OTAN apoyaron a los F-35 en misiones de escolta y cobertura aérea del Grupo de Tareas Combinado.
En palabras del subcomandante del Grupo de Ataque de Portaaviones británico, capitán John Cromie, “Strike Warrior ha supuesto un periodo de entrenamiento corto e intenso, que ha puesto a prueba al grupo desde las respuestas individuales a un incendio o inundación hasta complejas misiones de largo alcance del F-35B con lanzamiento de armas reales en apoyo de los Royal Marines en tierra”.
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