Mientras avanza la incorporación de cazas F-16 provenientes de sus aliados occidentales, la flota de combate de la Fuerza Aérea de Ucrania aún se compone en gran medida de aviones de origen soviético. El grueso de las operaciones aéreas sigue recayendo en un número cada vez más reducido de MiG-29, Su-27 y Su-24, utilizados en misiones que abarcan desde cobertura aérea, ataque y apoyo aéreo cercano, hasta la supresión de defensas aéreas enemigas. Desde el inicio del conflicto, esta flota ha podido mantenerse operativa, en parte, gracias a la transferencia de aviones MiG-29 en servicio o dados de baja por países de Europa del Este.
Uno de estos países fue Polonia, al que se sumó Eslovaquia, ambos transfiriendo varios ejemplares en condición de vuelo, así como unidades para emplear como fuente de repuestos. Sin embargo, recientemente, el gobierno polaco ha manifestado su intención de transferir el remanente de sus MiG-29 aún en servicio a Ucrania.
En declaraciones recientes a medios locales, el propio presidente de Polonia, Andrzej Duda, expresó la voluntad del gobierno de ceder el resto de su flota de MiG-29 a Ucrania. No obstante, esta transferencia enfrenta dificultades, ya que la Fuerza Aérea Polaca, actualmente en un proceso de reequipamiento y modernización, no puede prescindir de más aeronaves sin antes incorporar nuevas, o, en su defecto, recibir cazas adicionales de sus aliados de la OTAN para cubrir el vacío que podría generarse.
“Hemos brindado un apoyo extenso, pero hemos llegado a un punto en el que transferencias adicionales de equipos de origen soviético, en particular de los pocos MiG-29 restantes, requieren una cuidadosa consideración,” señaló el presidente polaco. “Actuamos rápidamente al inicio de la guerra, proporcionando lo necesario. Pero después de dos años, las circunstancias han cambiado, y nuestra propia seguridad sigue siendo primordial.”
Actualmente, la Fuerza Aérea de Polonia está en proceso de adquirir nuevas plataformas de combate para dar de baja definitivamente en el corto plazo a sus últimas aeronaves de origen soviético, como el MiG-29. Entre estas, se incluyen los nuevos cazas ligeros KAI FA-50, en dos tandas: 12 FA-50GF y 36 FA-50PL, una versión ampliamente personalizada según los requerimientos locales y cuyos primeros ejemplares aún están en producción en Corea del Sur.
También destaca la inminente incorporación de cazas de quinta generación F-35A, fabricados por Lockheed Martin, cuyas entregas están previstas para los próximos años. Además, el Departamento de Estado de los Estados Unidos ha autorizado recientemente la posible venta a Polonia de un paquete de actualización para sus F-16 Block 50, elevándolos al estándar Block 70 Viper.
Sin embargo, en el caso de los FA-50PL y de los 32 F-35A, Polonia comenzaría a recibir los primeros ejemplares recién en 2025, en el mejor de los casos. Los aviones de quinta generación están destinados a reemplazar de forma definitiva a los MiG-29 y Su-22 en la Fuerza Aérea Polaca.
Mientras tanto, desde Kiev, el gobierno ucraniano ha tomado nota de la situación y ha solicitado en las últimas semanas una decisión clara al respecto. A pesar de la incorporación de los F-16 y los Mirage 2000-5, el proceso enfrenta complicaciones, especialmente en el entrenamiento y formación de los nuevos pilotos y tripulaciones de apoyo. Con este contexto, los MiG-29 y Su-27 (de los cuales no hay programas similares de transferencia) siguen siendo la punta de lanza del poder aéreo ucraniano, aunque con limitaciones cada vez mayores.
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