En un contexto de tensiones estratégicas crecientes, las Fuerzas Armadas de China han redoblado sus esfuerzos en el desarrollo de misiles hipersónicos, especialmente diseñados para contrarrestar a los portaaviones de EE.UU., principales herramientas de disuasión en el Indo-Pacífico. Estos misiles, que destacan por su alta velocidad y capacidad de maniobra, representan una amenaza considerable para los activos navales estadounidenses, que buscan contener la expansión de la influencia china en la región. En este sentido, tanto las bases militares de EE.UU. en el Pacífico como su flota de portaaviones son los vectores primordiales para esta estrategia de contención, y el avance chino en misiles hipersónicos introduce un nuevo desafío para estas fuerzas.

Uno de los sistemas hipersónicos clave en la estrategia china es el DF-17, oficializado e incorporado dentro de las Fuerzas Armadas de China en el año 2019 y desarrollado a partir de pruebas iniciales realizadas bajo el nombre DF-ZF. El DF-17 es un misil de alcance medio que integra un vehículo de planeo hipersónico (HGV), diseñado para alcanzar velocidades de hasta Mach 10. Con un alcance estimado de entre 1,800 y 2,500 kilómetros, el DF-17 es capaz de evadir los sistemas de defensa antimisiles convencionales de EE.UU., siendo especialmente adecuado para misiones antibuque y de ataque de alta precisión en zonas estratégicas del Indo-Pacífico, en especial el cinturón de contención donde se encuentran emplazados los activos navales y terrestres estadounidenses.

Por otro lado, y según reciente difusión, imágenes satelitales han mostrado un misil hipersónico de grandes dimensiones bajo el ala del bombardero H-6N, lo que sugiere que China continua desarrollando capacidades de lanzamiento aéreo para sus misiles hipersónicos. Esta plataforma, una variante del H-6, permitiría a las Fuerzas Armadas de China extender su capacidad de ataque a distancias aún mayores, superando los límites de alcance de los sistemas basados en tierra. El uso de bombarderos para el despliegue de misiles hipersónicos también aumenta la capacidad de respuesta y versatilidad del arsenal chino, mejorando su posición estratégica en el Indo-Pacífico. Según se desprende de las imágenes, se estima que esta versión de misiles hipersónicos presentarían capacidades nucleares que se le sumarian a los vectores H-6N, implicando a la postre la capacidad de China de atacar no solo áreas próximas a su territorio, sino incluso, acercarse a las propias costas continentales estadounidenses.

Por otro lado, y entre los desarrollos más recientes y avanzados se encuentra el misil GDF-600, un sistema hipersónico de largo alcance que apunta a brindar cierta versatilidad en el ataque a las Fuerzas Armadas chinas. Se ha estimado que este misil hipersónico dispone de un alcance de unos 600 kilómetros, y una velocidad de mach 7, pudiendo transportar otros elementos en su ojiva, entre otros misiles supersónicos, munición merodeadora, drones y submuniciones. Este sistema implica un nuevo game-changer en función de que el sistema provee capacidad extremadamente rápida de llevar a un objetivo, y además, desplegar otros subsistemas inteligentes en el área que maximicen el daño.

Además de los avances en velocidad y alcance, los misiles hipersónicos de China están integrados con sistemas de contramedidas electrónicas y guerra cibernética para optimizar su desempeño en combate. Poco tiempo atrás se ha mencionado que se han integrado nuevas características a los misiles hipersónicos chinos. Estas capacidades permiten la interrupción de comunicaciones y la desactivación de radares enemigos en la zona de ataque, complicando la respuesta de defensa y aumentando la efectividad de los misiles en escenarios de alta intensidad. Uno de los sistemas en desarrollo puede incluso generar un “apagón” de comunicaciones en zonas específicas, dificultando la capacidad de coordinación de las fuerzas estadounidenses.

Los ASBM chinos estan basados en los IRBM DF-21 y DF-26.

Otro aspecto clave del programa hipersónico chino es la integración de sistemas avanzados de adquisición de objetivos y sensores para mejorar la precisión de sus misiles. Utilizando una red de satélites y radares, China ya ha logrado una capacidad de detección en tiempo real, permitiendo a sus misiles hipersónicos ajustar su trayectoria para interceptar objetivos en movimiento, como portaaviones y otras plataformas estratégicas. Esta infraestructura de apoyo es fundamental para garantizar la efectividad de los misiles, que deben adaptarse en vuelo a un entorno dinámico y responder a las tácticas evasivas del enemigo.

Además de estos misiles, y en relación a los iniciales DF-21, ya se ha establecido una red de lanzadores móviles y submarinos en el Mar de China Meridional y otras áreas críticas, que pueden utilizarse para lanzar misiles hipersónicos. Esta estrategia de despliegue en islas artificiales y plataformas submarinas amplía el alcance y cobertura de los sistemas chinos, lo que aumenta su capacidad de proyectar poder en la región.

A medida que avanza de forma vertiginosa el desarrollo de capacidades chinas, EE.UU. se enfrenta a la necesidad de readaptar sus propias capacidades defensivas para hacer frente a estos sistemas de última generación. Las actuales defensas antimisiles se ven desafiadas por la velocidad, maniobrabilidad y capacidad de evasión, y el desarrollo de contramedidas efectivas se ha convertido en una prioridad para el Pentágono. La adaptación y el desarrollo de nuevas tecnologías son cruciales para que EE.UU. mantenga su capacidad de disuasión en un entorno cada vez más hostil.

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