En el día de ayer, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, finalmente autorizó a las Fuerzas Armadas de Ucrania para utilizar los misiles balísticos de largo alcance ATACMS contra objetivos dentro de territorio ruso, marcando un cambio significativo en la política de Estados Unidos hacia la guerra.

La autorización se da en un contexto en donde Corea del Norte desplegó tropas para apoyar la campaña de Rusia y mientras este último envió más de 50.000 tropas a Kursk, en la región sur del país, para recuperar el territorio que Kyiv tomó en la última contraofensiva. En base a esto último, la decisión de Estados Unidos solo se enfoca en la habilitación de que se empleen los misiles ATACMS contra esta área. La idea es ayudar a Ucrania a conservar Kursk durante el mayor tiempo posible, expresaron funcionarios estadounidenses a medios locales.

Tiempo atrás, Estados Unidos se negó incluso a proporcionar misiles ATACMS a Ucrania durante los dos primeros años de la guerra, en parte por temor a que no estuvieran preparados, ya que la producción de estos poderosos misiles requiere tiempo y componentes complejos. Pero Biden aprobó en secreto la transferencia de los misiles de largo alcance en febrero para su uso dentro del territorio ucraniano, y Estados Unidos entregó los misiles en abril. Luego de ello, el presidente ucraniano tomó riendas en el asunto para presionar la aprobación de su utilización dentro del territorio de Rusia.

No obstante, esta reciente autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance en territorio ruso dio un giro sorpresivo en la política de Biden. Este se produce tras meses de debates sobre las limitaciones de los misiles disponibles y la capacidad de Ucrania para fabricar drones de ataque con mayores alcances. Sin embargo, los misiles ATACMS proporcionados tienen un alcance limitado y no logran impactar de manera significativa en las aeronaves rusas que operan lejos de la línea de frente.

Para los analistas, estos debates y decisión sigue un patrón interesante: una negativa inicial de la Casa Blanca, seguida de meses de presión ucraniana y, finalmente, la aprobación, justo cuando los efectos pueden ser limitados. Los ATACMS, con un alcance de hasta 300 kilómetros , podrían alcanzar objetivos rusos estratégicos, como aeropuertos, aunque su número limitado no permite alterar significativamente el curso de la guerra. Paralelamente, Ucrania ya ha demostrado capacidad para atacar en profundidad con drones nacionales, más baratos y efectivos para ciertos objetivos.

El permiso estadounidense es también un gesto simbólicamente provocador. Rusia, aunque militarmente debilitado, podría buscar recuperar su capacidad disuasiva con acciones de sabotaje en Europa o medidas similares. Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió que cualquier ataque apoyado por potencias nucleares sería considerado un ataque conjunto, lo que añade tensión a la decisión estadounidense.

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