Con miras a reforzar la movilidad sostenible del sector aéreo, el Ejército del Aire y del Espacio español ha concretado un avance significativo en la adopción de combustibles sintéticos para sus aviones de combate Eurofighter. En este contexto, impulsando el desarrollo y consumo de combustibles con bajo impacto ambiental, la compañía Repsol y el Ejército del Aire firmaron en 2022 un acuerdo de colaboración enmarcados en la Directiva de Política de Defensa. Dichos acuerdos, formalizados mediante un Protocolo General de Actuación, establecen las bases para todas las actividades y proyectos futuros.
Este esfuerzo se inscribe en la norma NME-3004/2024, titulada ‘Combustible para turbinas de aviación, tipo queroseno, Jet A-1 (NATO F-35) y JP-8 (NATO F-34)’, que habilita la inclusión de combustibles sintéticos. En línea con esta normativa, se han llevado a cabo ensayos continuos con aeronaves del Ejército. Como parte de estas pruebas, en agosto del presente año se realizaron vuelos experimentales con cazas F-18 y aviones de entrenamiento C-101.
Siguiendo esta trayectoria, en septiembre tuvo lugar el primer vuelo de un avión de combate F-18 Hornet utilizando combustible sostenible de aviación (SAF). A este logro se suma el más reciente ensayo, llevado a cabo el 13 de diciembre, en el que se realizaron pruebas exitosas con Eurofighters, según informó el comunicado oficial del Ejército del Aire el 30 de este mes.
Fortaleciendo, además, la industria española, el combustible utilizado en estas pruebas ha sido producido en España por Repsol a partir de fuentes renovables. Esta mezcla, compuesta por un 30% de SAF y combustible convencional, ha demostrado ser una alternativa eficiente y limpia al queroseno tradicional.
Asimismo, estos avances han sido posibles gracias a un proceso exhaustivo de investigación y pruebas liderado por el Mando Logístico, en colaboración con diversas instituciones y expertos del sector. Entre los participantes destacan unidades operativas, personal especializado de la Maestranza Aérea de Albacete, el Centro Logístico de Material y el apoyo técnico de las universidades Politécnica de Madrid y de Castilla-La Mancha.
Finalmente, además de los vuelos de prueba, se ha llevado a cabo una rigurosa evaluación de los posibles impactos a largo plazo del combustible en los sistemas de las aeronaves. Esta evaluación incluyó análisis de laboratorio, pruebas en banco de motores y verificaciones de rendimiento en tierra, garantizando así la viabilidad y seguridad de estas innovaciones.
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