Ante el riesgo de pagar un costo inútil
Por Juan Gabriel Tokatlian | Para LA NACION
No es claro, ante la ausencia de precisiones, qué quiere hacer el Gobierno en esta materia. ¿Pretende informarle al secretario general, Ban Ki-moon, mediante una comunicación detallada y firme, acerca del envío de naves británicas a una zona en la que se libró una guerra hace 30 años y que hoy puede derivar en incidentes indeseables? ¿Busca que el plenario del Consejo se aboque a un debate sobre el tema debido a que, según palabras de la Presidenta, el accionar británico "implica un grave riesgo para la seguridad internacional"? Lo primero no es muy ambicioso (visto desde el plano de la política interna), pero sí es sensato (en términos de política exterior) y se inscribiría en una estratagema prudente y paciente que se orienta a hacer más visible para el mundo el diferendo existente.
Lo segundo puede ser muy atractivo (en lo doméstico), pero poco conveniente (en lo internacional). Hay varios interrogantes. Primero, la mayoría de los países evita llevar su caso (una crisis interna derivada de un conflicto armado, una disputa territorial, una pugna ideológica con una superpotencia, una amenaza derivada de fenómenos como el narcotráfico) al Consejo pues es sabido que una vez se introduce un caso, el país afectado pierde control sobre los acontecimientos y se impone la dinámica del juego estratégico de las cinco naciones con poder de veto.
Tokatlian le viene dando en el clavo hace bastante, aunque yo no comulgue 100% con su mirada sobre el conflicto Malvinas y lo sucedido posteriormente.
Dejo otro artículo sobre si presentarse al CS de la ONU es conveniente.
Los alcances de la acción.
El anuncio del Gobierno sobre Malvinas fue tratado en varios artículos, algunos escritos por especialistas en relaciones internacionales.
En ciertos casos hay imprecisiones que en lugar de ayudar a comprender el alcance de las iniciativas, tienden a confundir. En particular, en lo referente a las acciones que se tomarán en el ámbito de las Naciones Unidas.
En una de las notas se sostiene que el Consejo de Seguridad no tomará cartas en el asunto porque hay otros temas graves en la agenda y porque el Reino Unido puede ejercer el derecho a veto. En el razonamiento se confunde ser oído por el Consejo con que el Consejo se aboque al tema.
Lo primero es habitual. Un país que cree que la acción de otro Estado pone en riesgo la paz y seguridad, se presenta ante el Consejo y expone su punto de vista. El trámite concluye allí y no hay consecuencias prácticas mayores.
Lo segundo es cuando el Consejo toma el tema. En ese caso, normalmente adoptará una serie de medidas que estarán contenidas en una resolución. En el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas se pueden ver las etapas que de allí en más suelen adoptarse. Sin embargo, no se debería olvidar que la práctica del Consejo es muy flexible en estas materias.
Este segundo paso, es extremadamente complejo, aquí funciona el veto y las consecuencias concretas pueden ser muy importantes.
La Cancillería argentina conoce bien esas dificultades –casi imposibilidades– y no es imaginable que recomiende a las autoridades políticas ese curso de acción. En efecto, en el anuncio de las medidas no se sugiere que se adoptará el segundo camino.
Por lo tanto se trata del primero: ser escuchado por el Consejo de Seguridad.
Todos debemos saber las consecuencias y no consecuencias de esa decisión. Incluidos los especialistas en el tema.
Fuente: Perfil por Dante Caputo 10.02.2012
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