Mira, lo de los Winnie Pooh fue idea de DiTella, que era el Canciller y no era personal de carrera sino un improvisado con un poco mas de cultura y mundo que el actual. Ademas, no se hasta que punto la estrategia estaba errada, ya que un VGM como Aldo Rico la valora y reivindica.
El canciller Guido Di Tella –quien sucedió a Domingo F. Cavallo el 28 de enero de 1991, al hacerse cargo éste del ministerio de Economía- reconoció que, si bien el cambio se había iniciado en 1983 con la restauración de la democracia, la tarea estaba inconclusa. En un seminario que tuvo lugar en marzo de 1992, Di Tella describió el cambio operado bajo su gestión con estas palabras:
Pero también creo que había una tarea inconclusa. Estaban dadas todas las potencialidades, pero el cambio tenía que seguir y tenía que profundizarse y concretarse en este cambio de ubicación que yo lo llamo una suerte de cambio de alianzas. No es una alianza formal, es una alianza informal, es la alianza del Occidente, un Occidente que incluye también a Asia, un Occidente peculiar. Ustedes saben de qué estoy hablando; la descripción, quizás los bordes de ese conjunto pueden ser un poco ambiguos, pero creo que se entiende cuál es el corpus central de ese grupo de países. Esto implica una posición, abandonar el aislacionismo que ya se venía abandonando y adoptar una política, que se la puede llamar internacionalista, pero tampoco es una buena palabra.(5)
El vicecanciller Andrés Cisneros también explicó en 1996 el carácter de la relación adoptada con los Estados Unidos:
El mantenimiento de un sistema económico cerrado a los cambios globales y el mantenimiento de objetivos de prestigio como la producción de armamento sofisticado y la persecución de tecnología de avanzada que el país no era capaz de producir en una escala que pudiera permitir una exportación rentable fue un enfoque acompañado por una fuerte confrontación con los Estados Unidos. Por ejemplo, en 1989, de 158 países que votaban en la ONU, sólo Cuba, Yemen y Sudán eran más opuestos a los Estados Unidos que la Argentina, que estaba en pie de igualdad con Vietnam. Países como Irak y Libia procedían más de acuerdo con los Estados Unidos que la Argentina. La administración de Menem cambió la situación y el voto de la Argentina muestra una coincidencia con los Estados Unidos de un 30 a 40%, una proporción comparable con la de España o Italia. Esta posición ha sido llamada “alineamiento automático” con los Estados Unidos. En realidad, si hubo un alineamiento automático de la Argentina hacia los Estados Unidos fue uno de “desalineamiento” que llevó a la Argentina a tomar “automáticamente” la posición opuesta a la de los Estados Unidos.(6)
El cambio de política estuvo sin duda inspirado en los trabajos y la prédica de Carlos Escudé, quien había criticado el exceso de confrontaciones de la política exterior de Alfonsín, y proveyó de un sustento teórico a la política exterior de Menem.(7) La política aplicada por el gobierno de Menem incluyó el alineamiento con los Estados Unidos, reconociendo su liderazgo en el hemisferio occidental. Esto quedó demostrado por la participación simbólica de la Argentina en la Guerra del Golfo, el apoyo a la posición norteamericana respecto de los derechos humanos en Cuba, el retiro de la Argentina del Movimiento de Países No Alineados y el cambio del voto argentino en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El apoyo a los Estados Unidos no excluía sostener divergencias cuando el interés material argentino estuviera en juego. Como contrapartida al pragmatismo, se estableció el principio de la defensa de la democracia y los derechos humanos en el hemisferio occidental. En el ámbito de los países vecinos, se profundizó la política de integración con Brasil iniciada por el gobierno de Alfonsín, y se buscó una solución definitiva a los problemas de demarcación de la frontera con Chile.(8)
Esta política mereció críticas académicas, basadas en la percepción de que, finalizada la guerra fría, el orden mundial evolucionaba hacia un esquema multipolar más interdependiente, con la consecuente declinación hegemónica de los Estados Unidos. En un caso se señalaba: a) que bajo el imperativo de un “pragmatismo moral” se ocultaba un fuerte contenido ideológico; b) la supuesta vulnerabilidad de un diagnóstico internacional que percibía el mundo de la posguerra fría como la resultante de un orden unipolar y a los Estados Unidos como el centro económico regional; c) un protagonismo exterior exagerado y desvinculado de los recursos de poder, y d) la antigua mala inclinación a la búsqueda de liderazgo regional.(9)
http://www.ucema.edu.ar/ceieg/arg-rree/15/15-066.htm