Notas en los medios sobre Nazismo

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Colocan 2.000 carteles en Berlín, Hamburgo y Colonia
'Tarde, pero no demasiado' para dar caza a los últimos criminales del nazismo


Una mujer pasea en bicicleta por delante de uno de los carteles de la campaña.| Afp
  • El centro judío Simon Wiesenthal ofrece recompensas de hasta 25.000 euros
  • La compaña sólo está en Alemania, pese a los intentos de hacerla internacional
  • Ha recopilado, desde 2011, información sobre 53 presuntos culpables

"Tarde, pero no demasiado" es el lema elegido por el Centro Simon Wiesenthal para intentar llevar ante los tribunales a los últimos criminales nazis que pueden vivir en Alemania, una campaña en la que ofrece hasta 25.000 euros de recompensa a quien facilite información valiosa.
Esta organización judía de defensa de los derechos humanos ha colgado alrededor de 2.000 carteles en las calles de Berlín, Hamburgo y Colonia para pedir durante dos semanas la colaboración de los ciudadanos alemanes.
"El paso del tiempo no puede borrar su responsabilidad en los crímenes que cometieron", ha sostenido en Berlín al presentar la campaña, Efraim Zuroff, reconocido "caza-nazis" y director del centro Wiesenthal de Jerusalén.
Zuroff, que se considera a sí mismo "un tercio detective, un tercio historiador y un tercio lobista", ha defendido el pago de una recompensa a quien proporcione datos útiles para encontrar a esos criminales a pesar de las críticas que esta iniciativa ha despertado en Alemania.
"Estamos obligados a hacer todo lo que podamos", ha subrayado recordando que la policía ofrece recompensas en ocasiones y también que muchas de las personas que se ponen en contacto con ellos rehúsan recibir el dinero.
La campaña del Centro Wiesenthal -denominada 'Operación última oportunidad II', fue presentada en un primer momento en 2011, pero no se ha puesto en marcha formalmente hasta hoy por la falta de fondos, que han conseguido gracias a tres empresas germanas.
Aunque sus expectativas no son muy elevadas dado que asumen que la mayoría de los criminales nazis han fallecido, desde que ayer anunciaron que comenzaría la campaña ya han recibido cerca de cincuenta llamadas telefónicas ofreciendo colaboración.
El primero fue 'Ivan, el terrible'

Zuroff ha destacado además las posibilidades que abrió la condena en 2011 a John Demjanjuk, también conocido como 'Iván, el terrible', antiguo guardián de un campo de exterminio nazi fallecido el año pasado, a los 91 años.
Demjanjuk fue declarado culpable de complicidad en el asesinato de al menos 28.080 judíos del cerca de medio millón que perdieron la vida en el campo de concentración de Sobibor, en territorio de la Polonia ocupada.
Fue la primera vez, ha señalado Zuroff, que se condenaba a alguien sobre la base de su trabajo en un campo de concentración, que no ostentaba un cargo de responsabilidad y al que no se lo atribuía un crimen concreto.
Zuroff ha querido convencer a quienes piensan que no tiene sentido perseguir a ancianos de más de noventa años cuando ya han pasado más de seis décadas de Holocausto.
"Todas las víctimas del nazismo merecen nuestro esfuerzo y es necesario lanzar un mensaje a toda la sociedad" y demostrar que no existe la impunidad para los genocidas, ha recalcado.
Tras más de treinta años a la caza de criminales nazis, tuvo también otro argumento para defender su labor: "Nunca he encontrado a ninguno de ellos que haya expresado remordimiento o arrepentimiento".
Según los datos aportados, la primera fase de la 'Operación última oportunidad', llevada a cabo entre 2002 y 2011, consiguió datos sobre 605 sospechosos y logró llevar ante la Justicia a 103 de ellos.
Esta segunda fase ha recopilado, desde 2011, información sobre 53 presuntos criminales y ha permitido enjuiciar a tres de ellos.
La campaña sólo se pondrá en marcha en Alemania, al constatar, ha lamentado Zuroff, la "falta de voluntad política" de la mayoría de los países de entorno, en cuyo suelo también se levantaron campos de concentración.
Un ejemplo, ha denunciado, es Austria, ante cuya embajada se ha colocado uno de los carteles.
elmundo.es
 

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OBITUARIO
Nadia Popova, pesadilla aérea de los soldados alemanes

La soviética participó en la II Guerra Mundial como piloto de bombardero nocturno


Nadia Popova, en 1984. / AFP

Los soldados alemanes las denominaban nachthexen, “brujas de la noche”, y a sus avioncitos, los biplanos de instrucción Polikarpov PO-2, cuyos motores producían un característico petardeo, “máquinas de coser”. No había ni pizca de condescendencia en ello: las tropas de Hitler habían aprendido a temer a las aviadoras rusas del 588º regimiento de bombardeo nocturno desde el verano de 1942, cuando hicieron su aparición en los cielos de la URSS invadida por los nazis. Era una pesadilla para los soldados el que los bombardearan en medio de la noche. Las jóvenes pilotos volaban casi a ojo, sin radio, carecían de ametralladoras y de paracaídas. Nadia Popova, Héroe de la Unión Soviética, que falleció el 8 de julio a los 91 años, fue una de aquellas chicas valientes y una de las más famosas y condecoradas.
Popova, hija de ferroviario, creció en Donetsk, en Ucrania, y decidió ser aviadora al ver un aeroplano aterrizar cerca de su casa. Aprendió a volar en los clubes paramilitares de planeadores, los Osoaviakhim, y corrió a alistarse al oír que pedían voluntarias para la fuerza aérea cuando estalló la guerra. La llamada a las chicas la hizo la legendaria Marina Raskova, que no les ocultó que no solo tenían muchas probabilidades de morir sino que lo harían —y lo hicieron— de una forma especialmente horrible. “Puede que os queméis de manera que ni vuestra madre os reconocerá”. Ni Popova, que se enroló con 19 años, ni sus compañeras dudaron. Eran la mayoría muy jovencitas. A Larissa Rasanova, una de las compañeras de Popova, su madre le tuvo que decir que no se llevara a la guerra su muñeca.
La peripecia de las pilotos rusas de la II Guerra Mundial es una de las páginas más emocionantes y conmovedoras de la historia de la aviación. Fueron las únicas mujeres que volaron en misiones de combate durante la contienda. La fuerza aérea soviética, diezmada durante los primeros compases de la Operación Barbarroja, reclutó tres regimientos enteros compuestos solo por mujeres, no solo las aviadoras sino todo el personal de tierra. Popova, una de las miles que se alistaron, fue seleccionada para el bombardeo nocturno, la misión menos glamurosa, pues todas querían ser pilotos de caza, como Lily Litvak, la Rosa de Stalingrado. Pero las “brujas de la noche” se ganaron el respeto de todos. Entre sus tácticas casi suicidas estaba el atacar en parejas: el primer aparato concentraba el fuego del enemigo y así el segundo podía penetrar las defensas, a menudo planeando en silencio con el motor parado. En 1943, las chicas del 588º alcanzaron como premio a su coraje el supremo honor militar de que su unidad fuera renombrada como Regimiento de Guardias, el 46º, una denominación que las integraba entre la élite del Ejército Rojo. Popova, cuyo hermano murió en el frente y cuyo hogar fue envilecido por los nazis al convertirlo en cuartel de la Gestapo, recordaba aquella ocasión de fiesta, orgullo y vodka con lágrimas en los ojos.
Desde el principio, las aviadoras se juramentaron para luchar —y morir— igual que los hombres, como se les exigía, pero sin dejar de ser mujeres. Trataron en lo posible de feminizar sus ropas de vuelo o mantener largos sus cabellos.
Popova, que nunca despegaba sin su talismán, un pequeño broche en forma de escarabajo, aunque tenían prohibido portar joyas, voló en 852 misiones durante la guerra y fue abatida u obligada a aterrizar varias veces. Una vez contó 42 agujeros de bala en su avión.
En agosto de 1942 la derribaron en el sur del Cáucaso y se unió a una columna de soldados y refugiados en retirada. En esa situación conoció al piloto Simon Harlamov, que viajaba herido con el grupo. Esa primera vez no le pudo ver la cara, que el aviador llevaba vendada, y sin embargo se enamoró de él. El día que acabó la guerra, Simon fue a buscarla a su aeródromo cerca de Berlín y juntos visitaron la ciudad, dejando sus nombres de enamorados en las humeantes ruinas del Reichstag. Harlamov y Popova se casaron y permanecieron juntos hasta la muerte del primero en 1990.
elpais.es
 

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Diputado francés: “Hitler no mató a suficientes gitanos

Medios locales informaron que el legislador de derecha tuvo el exabrupto cuando miembros de un campamento ilegal lo recibieron con “saludos nazis” y “acusaciones de racismo”

Crédito foto: roadsmag.com

El gobierno francés va a presentar una demanda judicial por “apología de crimen contra la humanidad” contra un diputado que dijo que Hitler quizá no mató a bastantes” gitanos.

Las palabras del diputado Gilles Bourdouleix son “inadmisibles”, consideró el martes el ministro del Interior, Manuel Valls, que agregó que debe ser “sancionado severamente por la justicia”. A pedido del ministro, la justicia recibirá una demanda por “apología de crimen contra la humanidad”.

Estimando también que esas palabras deben ser “sancionadas por la ley”, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, recalcó que son “indignas de un representante de la República”. Varias asociaciones, entre ellas la Liga de los Derechos Humanos (LDH), presentaron también o prevén presentar demandas contra el diputado.

Gilles Bourdouleix es diputado del partido de centro-derecha UDI y alcalde de Cholet, ciudad del oeste de Francia en la que un grupo de gitanos se instaló ilegalmente el domingo en un terreno privado. Su frase sobre los gitanos, publicada por el periódico regional Le Courrier de l'Ouest, desencadenó reacciones indignadas en todo el país.

En el portal internet del diario puede oírse una grabación en la que el diputado afirma que “la ley se aplica”, y luego, en voz más baja: “Lo que prueba que Hitler quizá no mató a bastantes”. Según el diario, pronunció esa frase cuando los gitanos a los que se dirigía empezaban a irse y le lanzaban “saludos nazis” y “acusaciones de racismo”.


Reacciones unánimes

Las palabras del diputado provocaron una cascada de reacciones indignadas en el mundo político francés, entre ellas la del presidente de la Asamblea Nacional (Cámara Baja del Parlamento), el socialista Claude Bartolone, que las calificó de “abyectas”.

El secretario general de la UDI, Jean-Christophe Lagarde, declaró que la exclusión de Bourdouleix del partido está decidida y será oficializada el miércoles.

El jefe de la bancada de diputados del partido de derecha UMP, Christian Jacob, consideró que los propósitos de Bourdouleix son “indefendibles”.

La polémica se produce después de una serie de confrontaciones entre diferentes ediles y grupos de gitanos. En Francia, la ley obliga a los municipios de más de 5.000 habitantes a poner a disposición de las poblaciones nómadas (estimadas en unas 400.000 personas, 95% de ellas de nacionalidad francesa) terrenos adecuados para sus caravanas. Pero no todas las alcaldías aplican la ley.

El alcalde de Niza, Christian Estrosi (UMP, derecha), había desatado ya críticas a primeros de julio al prometer que iba a “doblegar” a los gitanos.

Contactado por la AFP tras la difusión de la grabación, Gilles Bourdouleix negó que hubiera dicho la frase citada por el diario y denunció una “manipulación” de sus palabras, explicando que sólo repitió una frase que acababan de decirle. Según él, en la grabación difundida por el diario se oye un “pequeño clic”.

El periódico mantiene sus informaciones y presentó demanda por difamación. “Hemos hecho nuestro trabajo lo más limpiamente del mundo y los elementos dados son auténticos”, declaró a la AFP su redactor en jefe, Bruno Geoffroy.

La página web especializada Numerama, que efectuó un primer análisis de la grabación, afirmó que nada permite detectar un montaje en ella.
infobae
 

Sebastian

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Erich Priebke, el criminal nazi que cumple 100 años y sigue sin pedir perdón

Redacción
BBC Mundo
Hace 1 h 37 min


En 1994 Priebke fue descubierto en Argentina por un equipo de la cadena de televisión estadounidense ABC.

Este lunes cumple 100 años y los gritos que le lanzan no son celebratorios, sino un firme pedido de que se arrepienta.

Es el cumpleaños de Erich Priebke, el exoficial nazi que participó de la matanza de 335 civiles en las Fosas Ardeatinas, en las afueras de Roma, durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde hace unos días, en Italia se han acrecentado los llamados para que Priebke, uno de los sobrevivientes más viejos de la era nazi, pida disculpas por el papel que jugó en esa masacre.
Priebke nunca mostró remordimientos.

Escape a Argentina

La masacre de las Fosas Ardeatinas

La masacre de las Fosas Ardeatinas en marzo de 1944 fue una venganza por una bomba que hicieron estallar partisanos en las calles de Roma, matando a 33 soldados alemanes.

Se cree que fue el propio Adolf Hitler quien ordenó que se mataran diez personas por cada alemán muerto.

Las víctimas fueron rodeadas y trasladadas a una red de cavernas en las afueras de la ciudad, donde todos fueron muertos a tiros.
La masacre duró horas.

Erich Priebke era uno de los oficiales a cargo de la operación.
Tras la guerra, escapó a Argentina, primero a Buenos Aires y luego -en 1954- a la pintoresca Bariloche, rodeada de lagos y montañas.

Fue descubierto en esa ciudad, en 1994, por un equipo de la cadena de televisión estadounidense ABC.

En ese encuentro, un Priebke ya mayor, con la apariencia de un jubilado cualquiera, respondió preguntas sobre los hechos de 1944.
"Sí, estaba allí", dijo. "Pero eso fue ordenado por nuestros (comandantes)".
"No cometimos un crimen", aseguró en esa entrevista.
"Una órden era una órden... Yo tenía que ejecutarla".

Esa entrevista dejó perplejos a los habitantes de Bariloche, quienes tenían a Priebke como un vecino ejemplar, un destacado miembro de la comunidad.

Su vida en Roma
Priebke fue extraditado a Italia en 1995 y sentenciado a prisión perpetua en 1998.
Pero consiguió que su alegato de avanzada edad y frágil salud fuera tomado en cuenta, y se le otorgó un régimen de arresto domiciliario.

Hoy vive en el último piso de un edificio de una tranquila calle de un barrio cercano al centro de Roma
Tiene una terraza con geranios que crecen a la sombra de parras.
Y se le permite salir. Acompañado por un escolta, siempre ha hecho sus propias compras, ha dado paseos en el parque y ha salido a cenar con amigos.

Imposible de aceptar
Para algunos, que el exoficial de las SS disfrute de semejante libertad en la misma ciudad en que cometió su crimen es imposible de aceptar.

Esto es especialmente cierto para la comunidad judía romana.

"Despierta en otros los recuerdos del mal que hizo. Y sólo aquellos que lo han sufrido pueden entenderlo"​
Angelo Sermoneta, miembro de la comunidad judía de Roma​

Uno de sus miembros, Angelo Sermoneta, dijo: "La Roma judía, toda la ciudad, debe evitar que este personaje ande por su vecindario... que haga sus compras y disfrute de privilegios".

"Tiene 100 años. No hay necesidad de lastimarlo. No decimos que debe ser ejecutado en la guillotina, la cámara de gas o la silla eléctrica".
"¡Pero que al menos se quede en casa y no se haga ver!".
"Despierta en otros los recuerdos del mal que hizo. Y sólo aquellos que lo han sufrido pueden entenderlo".

Sin gestos de remordimiento
En una entrevista que concedió al diario argentino La Nación en 1998, Priebke insistió varias veces en que no estaba arrepentido. Tampoco lo hizo más tarde.

Sebastiano di Lascio, el abogado que representa a la asociación de familiares de víctimas de la masacre de Roma, dijo que la negativa del exoficial nazi a pedir disculpas es chocante.

Paolo Giachini (izq.), abogado de Priebke, dice que el sistema judicial italiano no contempla los pedidos de disculpa.
"Nunca oímos, ni de su propia boca o de sus abogados, que pidiera disculpas".
"Podría haber dicho: 'Tenía 20 años, era joven, no lo haría otra vez'".
"Pero nosotros nunca, nunca escuchamos palabras o vimos gestos de remordimiento".

Di Lascio agregó que al tiempo que Priebke consiguió vivir hasta los 100 años, sus víctimas (algunas de las cuales tenían 17 o 18 años) nunca lograron envejecer.
"Tal vez ahora, con los años, ha logrado reflexionar acerca de esta experiencia", dijo. "Es hora de que admita que cometió un error y pida perdón".

"Profunda solidaridad
Pero el abogado de Priebke, Paolo Giachini, señaló que en una declaración escrita en 1995 su cliente había expresado una "profunda solidaridad" con el dolor de los familiares de las victimas de la masacre.

Giachini sugirió que no hacía falta más.
"Nuestro sistema judicial no tiene en cuenta los pedidos de disculpas", dijo. "Las opiniones personales no cuentan".

El abogado, propietario del apartamento en el que vive Priebke, dijo que tomó el caso a mediados de los 90, por creer que su cliente estaba siendo perseguido por motivos políticos.

Y preguntó por qué se le ha dado tanta atención a la masacre de las fosas y tan poca a las muertes causadas por las acciones de los partisanos italianos de izquierda.

Las voces que reclaman que Priebke presente un pedido de disculpas se suman a las de una campaña lanzada en los últimos días en Alemania, con la que se intenta hallar a los últimos criminales nazis sobrevivientes para llevarlos a la justicia.
Esta iniciativa fue lanzada por el Centro Simon Wiesenthal, con sede en EE.UU., que sostiene que el paso del tiempo no aminora los crímenes que cometieron.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias...ional_italia_priebke_nazi_100_perdon_nc.shtml
 

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Un nazi centenario



Hoy cumple cien años un criminal de guerra nazi. No es ajeno a la Argentina, porque vivió entre nosotros desde 1948 a 1995. Bariloche fue su casa la mayor parte del tiempo. Erich Priebke nació el 29 de julio de 1913 en Hennigsdorf, Alemania, y había entrado al país con un pasaporte tan falso como su nombre: Otto Pape. Ex jefe de las SS, devino primero en maître de hotel y después en presidente del colegio local Primo Capraro, ubicado a cuatro cuadras del lago Nahuel Huapi. Lo descubrieron y extraditaron. Condenado a cadena perpetua en 1998, su prisión domiciliaria en Roma es ahora bastante flexible. En esa ciudad comandó el 24 de marzo de 1944 la llamada masacre de las Fosas Ardeatinas, que le dio notoriedad como esbirro de Hitler. El diario La Stampa acaba de filmarlo mientras paseaba por la calle tomado del brazo por una mujer bastante más joven y seguido por dos guardaespaldas de civil. Sus simpatizantes intentarán festejar su centenario; la comunidad judía de la capital italiana buscará impedirlo.
Los 335 civiles ejecutados por una orden que se atribuye a Hitler, y que Priebke y su superior, Herbert Kappler, incluyeron a discreción en una lista, nunca pesaron en el semblante del oficial alemán. Jamás se arrepintió ni pidió perdón por ese crimen, que los nazis cometieron en respuesta a un atentado de la resistencia italiana contra una columna de las SS.
Altivo y de andar erguido como cuando usaba su uniforme oscuro, La Stampa lo sorprendió el martes pasado caminando por la calle Balduina. “Priebke in giro per Roma”, titularon algunos medios. Vestía una chomba polo azul, pantalón beige, zapatillas y gorra blanca. Pasó inadvertido para los transeúntes en el tórrido verano romano, pero no para Los Jóvenes del 48, un grupo de origen judío que lo repudia. El alcalde de la ciudad, Ignazio Marino –el mismo que a principios de julio fue en bicicleta a visitar al papa Francisco en el Vaticano– declaró: “Roma fue galardonada con la medalla de oro de la Resistencia y nadie puede celebrar a uno de los líderes de la masacre de las Fosas Ardeatinas”. Sus palabras sonaron dulces a los oídos del presidente de la comunidad judía de Roma, Ricardo Pacifici.
Sin memoria y tan sordo como una tapia, acaso sea el criminal de guerra más longevo del mundo. Priebke es “tratado con guantes blancos”, según Angelo Sermoneta, líder de Los Jóvenes del 48. “Ese día (por hoy) algo haremos”, anunció en el Corriere della Sera como rechazo a un eventual festejo público por los cien años del nazi.
Los antecedentes avalan esa preocupación. Cuando el ex SS cumplió 90, los nostálgicos de Hitler lo agasajaron al aire libre en las afueras de Roma. Un centenar de personas lo visitaron, e inclusive varias llegaron desde Suiza, Francia y Alemania. En Internet se pueden ver todavía sus fotografías pidiendo por la libertad de Priebke con pancartas.
Paolo Giachini, su abogado, no ha dado pistas de cómo recibirán el centenario de su cliente. Citado por La Stampa, el letrado dijo que “es hora de dejarlo todo, dejar reposar a un pobre viejo”, aunque el testimonio de Carlo Taormina, su abogado en el juicio de 1998 y político de Forza Italia, lo desmintió: “Estoy invitado a su cumpleaños y esta vez irán hasta los sacerdotes”, dijo en declaraciones radiales. Parece que Priebke abrazó la fe cristiana en los últimos años. A juzgar por lo que sostiene uno de sus amigos, el profesor fascista Mario Merlino, lee textos bíblicos y suele meditar. Pero ya profesaba el culto católico cuando vivía en Bariloche.
El cineasta Carlos Echeverría comienza Pacto de Silencio (un documental tan riguroso como necesario sobre la vida del nazi en la ciudad) cuando sigue con la cámara a un Fiat Duna que se dirige a una capilla. Allí se topa con el criminal de guerra, rodeado de un pequeño grupo de feligreses que le salen al paso al realizador. “Para qué fuiste al colegio alemán”, le reprocha una mujer que sale en defensa de Priebke. En efecto, Echeverría estudió en el Instituto Primo Capraro cuando era un niño.
Identificado como un falso letón (presentó un pasaporte de Letonia, igual que su mujer, Alice, y sus hijos, Ingo y Joerg) el oficial de las SS había llegado al puerto de Buenos Aires, desde Génova, el 14 de noviembre del ’48 a bordo del buque San Giorgio. Consiguió los documentos gracias a los buenos oficios del Vaticano. En su ficha migratoria dice que tenía 35 años, su oficio era mayordomo y hablaba italiano como letón. Cuando Perón, en su primera presidencia, concedió una amnistía para inmigrantes con identidad falsa o indocumentados, Pape se transformó en Priebke. Blanqueado, después de estar alojado en un hotel de Retiro y una casa de Vicente López, su rastro apareció en la Patagonia.
El primer habitante de Bariloche había sido un chileno de origen alemán, Carlos Wiederhold, instalado en 1895 en el actual centro de la ciudad. A él lo siguieron otros inmigrantes europeos. La colectividad germana creció. En la década del ’30, Priebke ya sabía lo que era un campo de concentración. Visitaría Dachau en 1937, que se había levantado cuatro años antes, en los inicios del régimen nazi. Mientras tanto, en la localidad de Río Negro se conmemoraba el día que Hitler llegó al poder: el 30 de enero de 1933. “Acá había más banderas con esvásticas que argentinas”, cuenta León Ribko, un polaco que entrevistó Echeverría en Pacto de Silencio. Transcurrían los años de la Segunda Guerra en una Bariloche que parecía caerse del mapa.
Esa semilla hitleriana en la ciudad dejaría retoños, inclusive pese a la derrota de Alemania en el 45. Priebke conseguiría su primer empleo como maître del hotel Catedral. Le dio una mano su amigo tirolés Cornelio Delay, concesionario de Parques Nacionales. Juntos habían viajado en el San Giorgio. Ya tenía su primera cédula de identidad, tramitada el 14 de agosto de 1950, en la que figuraba un domicilio de Capital Federal: Agustín Alvarez 2585.
La vida del fugitivo entre tantos de su condición y que huyeron hacia distintos puntos del planeta transcurría sin molestias. Priebke no era Josep Mengele ni Klaus Barbie, dos nazis más connotados, que también pasaron por la Argentina. El primero era buscado por experimentos con humanos; el segundo por asesinatos en masa en Lyon, Francia, de ahí su mote: El Carnicero. El ejecutor de las Fosas Ardeatinas seguía en el rubro gastronómico y de turismo, aunque ya en un tradicional hotel barilochense: el Bella Vista. También atendió la fiambrería Viena, lejos como estaba de un pasado que había dejado en Roma y en Brescia, donde controló un centro de torturas en la Vía Panorámica 10.
Su activa vida social lo convirtió en un referente de la comunidad alemana y de la ciudad en general. En el Instituto Primo Capraro ejerció sin rubor la presidencia, participó de fiestas de egresados y se volvió casi omnipresente. Aunque ahora resulta un dato menor –comparado con sus crímenes en Italia–, compartió cenas con autoridades provinciales y municipales, bailó con alumnas y docentes, como también ofreció discursos de ocasión. Así por espacio de casi media vida, de una vida que en Roma levanta polémicas por su benéfico régimen de detención domiciliaria.
En Bariloche, donde lo reivindicaba una considerable porción de su comunidad hasta que lo descubrió un periodista estadounidense cuya entrevista aceleró su deportación, es un recuerdo incómodo. La sola evocación de su nombre o una filmación en Súper 8 donde se lo ve con su sonrisa de plastilina molestan como una piedra en el zapato. Se percibe hoy en las fotografías de las distintas promociones de alumnos del Capraro que pueden observarse en la página oficial del colegio. Su rostro, invariablemente, aparece tapado por una marca blanca, como una muesca, que pretende esfumar su presencia. Es el fantasma de Priebke, un nazi que hoy cumple cien años.
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en los últimos años permanecieron diez criminales de guerra

EE UU aún alberga a genocidas del nazismo

Los países donde cometieron los delitos no aceptan su deportación. Gozan de plena libertad y son beneficiados con el seguro social

Por lo menos diez presuntos criminales de guerra nazis permanecieron en Estados Unidos a pesar de que las autoridades ordenaron hace años su deportación, debido a que los países donde ocurrieron los crímenes se negaron a recibirlos. Algunos fallecieron, pero cuatro de ellos siguen viviendo en los EE UU y tienen derecho a recibir prestaciones del gobierno como el seguro social, hasta que se agoten todas las apelaciones judiciales.
Según reveló una investigación de The Associated Press, los refugiados son Vladas Zajanckauskas en Sutton, Massachusetts; Theodor Szehinskyj en West Chester, Pensilvania; Jakiw Palij en la ciudad de Nueva York y John Kalymon en Troy, Michigan.
Todos pudieron vivir sus vidas tranquilamente en sus vecindarios durante años, aunque se los despojó de su nacionalidad y se los condenó a la deportación. Otras decenas de sospechosos pudieron gozar de beneficios públicos como el seguro social mientras continuaban las gestiones de deportación. Las autoridades tienen la potestad de deportar a personas de quienes sospecha fueron criminales de guerra nazis, pero no los puede enjuiciar ya que los crímenes no se cometieron en suelo estadounidense. Esa responsabilidad recaería en los países donde ocurrieron los crímenes.
En los 34 años desde que el Departamento de Justicia creó una oficina especial para encontrar y deportar a sospechosos nazis, la agencia inició procesos contra 137 individuos. Menos de la mitad –por lo menos 66– fueron expulsados del país mediante deportación, salida voluntaria o extradición.
Al menos 20 fallecieron mientras sus casos se procesaban. En por lo menos otros 20 casos, las autoridades estadounidenses se abstuvieron de implementar las órdenes de deportación, frecuentemente debido al mal estado de salud de los sospechosos, según indica un reporte del 2008 del Departamento de Justicia. En algunos casos, el gobierno estadounidense se abstuvo de solicitar la deportación a cambio de que los señalados cooperen en otras investigaciones, según el documento.
Pero el principal obstáculo siempre fue la negativa de los países europeos de aceptar a los sospechosos. "Sin lugar a dudas, nuestra principal frustración ha sido nuestra incapacidad, en un gran número de casos, de implementar órdenes de deportación que logramos aprobar en los tribunales federales. No podemos implementarlas porque los gobiernos de Europa se niegan a aceptar a esa gente", dijo Eli Rosenbaum, director de la agencia del Departamento de Justicia encargada de investigar a los acusados de cometer crímenes de guerra nazis, en el documental de 2011 Elusive Justice: The Search for Nazi War Criminals. Funcionarios del Departamento de Justicia negaron a AP la autorización para entrevistar a Rosenbaum.
Los cuatro sospechosos de ser criminales de guerra nazis que siguen viviendo en Estados Unidos a pesar de tener órdenes de deportación en su contra agotaron todas las apelaciones. Efraim Zuroff, principal cazador de nazis para el Centro Simon Wiesenthal y que acaba de iniciar una campaña en Europa para ubicar a los últimos criminales nacionalsocialistas , declaró que muchos países carecen de la voluntad política para aceptar a sospechosos de ser criminales de guerra nazis. "No creo que se trate de una falta de esfuerzo por parte del gobierno estadounidense, de ninguna manera", expresó Zuroff. «

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Revelan que Banco de Inglaterra ayudó a vender oro nazi


http://www.zona-militar.com/diario/2013/0731/imagenes/Not_20130731_699968.jpg​
El Banco de Inglaterra (Banco Central) ayudó a trasladar y vender lingotes de oro que los nazis robaron a familias judías tras la invasión alemana de Checoslovaquia en 1939.

Un informe de los archivos del Banco indica que la entidad transfirió 5,6 millones de libras esterlinas (u$s 8,52 millones) en oro del banco alemán Reichsbank.

El oro fue trasladado del Banco Nacional de Checoslovaquia desde una cuenta en nombre del Reichsbank. Parte de ese oro fue vendido más tarde en Londres.

El documento de diez páginas, publicado en el sitio web del Banco de Inglaterra, fue producido tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en medio de temores por demandas de familias judías.

El reporte también revela que el Gobernador del Banco de Inglaterra rechazó un pedido de su colega francés para impedir la transferencia de bienes checos, al considerar que semejante acción "era errónea y peligrosa".
ambito web
 

bagre

2º inspector de sentina
De el diario...

Operación Epsilón: Diez genios sin piedad

Mientras los jueces, militares y oficiales supervivientes del Gobierno nazi se preparaban para el juicio de Nuremberg, los diez hombres más peligrosos de Alemania disfrutaban de un retiro campestre en una mansión de la campiña británica "como invitados de su majestad Jorge VI"
Marta Peirano - Berlín
31/07/2013 - 20:23h

Fermi & Cia
Así funciona el progreso: cuando James Chadwick descubre el neutrón en su laboratorio de Cavendish (Cambridge, 1932), todo empieza a ir muy deprisa. Werner Heisenberg publica en Leipzig el primero de sus tres ensayos con el modelo de neutrón-protón que le valen el Nobel de Física por “la creación de la mecánica cuántica, cuyo uso ha conducido, entre otras cosas, al descubrimiento de las formas alotrópicas del hidrógeno”. Al mismo tiempo, no muy lejos de allí, el italiano Enrico Fermi bombardea la tabla periódica con neutrones con la esperanza de que la absorción de sus núcleos neutrales produzca nuevos elementos radiactivos.
Los pesados elementos que genera a partir del uranio y el torio se convierten en el centro de la investigación de la judía austríaca Lise Meitner y su colega Otto Hahn en el Kaiser Wilhelm Institute de Berlín. Cuando los nazis ocupan Austria en marzo del 38, Meitner escapa a Estocolmo y sigue trabajando con Hahn a distancia, esas navidades, descubren asombrados que le han partido al uranio su bonito corazón en dos, generando dos núcleos de dos sustancias distintas (bario y criptón) y liberando una cantidad de energía descomunal en el proceso. Otto Frisch, sobrino y colaborador de Meitner en el exilio, bautiza la reacción como fisión nuclear.
En abril, el equipo de Frédéric Joliot-Curie en el Colegio Francés de París por un lado y Leo Szilard en Columbia por el otro descubren que la fisión genera más neutrones de los utilizados, haciendo posible la reacción en cadena necesaria para la construir un reactor. Niels Bohr y el físico de Princeton John Wheeler publican El mecanismo de la fisión nuclear, donde aventuran que el uranio-235 es la clave de la reacción. Alemania deja de vender el uranio que extrae de la Checoslovaquia ocupada. Otto Frisch y Rudolph Peierls calculan que con un solo kilo del material fisiado podrían generar una explosión de proporciones bíblicas. El asesor de la Agencia de Armamento del Reich Paul Harteck escribe al Ministerio de la Guerra alemán: “El país que lo utilice primero tendrá una ventaja inconmensurable sobre todos los demás”.
La gran carrera atómica

Al otro lado del Atlántico, Albert Einstein envía una carta similar a Franklin Roosevelt, redactada por su protegido Leo Szilard:
"En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable –gracias al trabajo de Joliot en Francia, así como el de Fermi y Szilard en América– que sea posible implementar una reacción nuclear en cadena sobre una gran cantidad de uranio, de la cual se generaría una enorme cantidad de energía y grandes cantidades de nuevos elementos similares al radio. (…) Este nuevo fenómeno podría conducir a la construcción de bombas".
Para entonces, Alemania ya tenía el Uranverein (el Club del Uranio), Inglaterra, el MAUD y Rusia habían construido el acelerador de partículas más grande de Europa. Roosevelt aprobó el primer comité norteamericano del uranio en octubre con un presupuesto de 6.000 dólares para comprar material pero no se lo tomó muy en serio hasta el bombardeo de Pearl Harbour. Ese verano se trasladó el proyecto nuclear al Distrito de Ingeniería Manhattan en Los Alamos, bajo la dirección de Julius Robert Oppenheimer y la colaboración de luminarias como Fermi, Böhr, Richard Feynman y John von Neumann, entre otros. El presupuesto era ahora de 500 millones de dólares.
En 1942, Heisenberg lideraba el proyecto para construir un reactor nuclear en el Instituto Max Planck de Berlín pero al Gobierno le sobraba la prisa y le faltaba el dinero. Con Rommel en África y el Ejército sitiando a Inglaterra por mar y a Rusia por tierra, el ministro de la Guerra, Albert Speer, le preguntó si podrían usar armas nucleares para acabar la guerra y, Heisenberg le dijo que no, dando casi por terminada la carrera nuclear alemana. Años más tarde, el físico aseguró que había saboteado el proyecto para que Hitler no ganara la carrera, escogiendo un papel más heroico para la posteridad, al tiempo que salvaba su dignidad profesional.
Operación Epsilón: el Gran Hermano del DARPA

En 1944, la Real Academia Sueca de Ciencias concedió el Nobel de Química a Hahn (e ignoró a Lise Meitner), que no pudo ir a recogerlo porque había sido capturado por los británicos. Pocos meses después de la caída de Berlín, en julio de 1945, Heisenberg y Hahn fueron trasladados a un refugio del MI6 británico cerca de Cambridge llamado Farm Hall. Allí estaban ya Erich Bagge, Kurt Diebner, Walther Gerlach, Paul Harteck, Horst Korsching, Carl Friedrich von Weizsäcker y Karl Wirtz, el Club del Uranio de Hitler, la gran aristocracia fisiconuclear alemana. La casa estaba llena de micrófonos pero ellos no lo sabían. “No creo que [los aliados] conozcan los verdaderos métodos de la Gestapo –se oye decir a Heisenberg en una de las grabaciones–. En ese aspecto están un poco retrasados".
Los aliados estaban muy preocupados. Truman tenía la bomba preparada desde septiembre de 1944 y era 3.000 veces más potente que la carga completa del bombardero más mortífero de la época, el B-29. Si Alemania escondía algo similar, era probable que lo encontraran los rusos, pero pronto se tranquilizaron. La transcripción de sus conversaciones, que no se hicieron públicas hasta cincuenta años más tarde, demuestra que los alemanes perdieron la carrera nuclear años antes de perder la guerra.
El Uranverein se había dispersado en nueve instituciones independientes que se comunicaban sólo a través de sus informes en el boletín interno, mientras que el Proyecto Manhattan crecía a gran velocidad. Los diez científicos llevaban encerrados un mes cuando escucharon el informe de la BBC sobre el ataque sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Horst Korsching comentó amargamente: “Esto demuestra hasta qué punto los americanos son capaces de colaborar de verdad a gran escala. Esto habría sido imposible en Alemania, con cada uno de nosotros despreciando el trabajo de los demás”.
También se reveló que Heisenberg había calculado mal la masa crítica del artefacto pero, antes de que la segunda bomba detonara sobre Nagasaki, ya había corregido su error y convocado una reunión para explicárselo a los demás. Quizá sea verdad que traicionó a su país y sus colegas por miedo a crear un monstruo.
Paradójicamente , el padre del principio de incertidumbre es hoy el villano de la bomba atómica (y hasta el apodo sociópata del protagonista de Breaking Bad) mientras que su homónimo Oppenheimer, que sí construyó la bomba y luego la utilizó, ha pasado a la historia como El Prometeo Americano. El progreso también es así.
:eek: Nota propia: con los metodos de la gestapo, tambien se pusieron al día...
Que gente! estos uropeos!:eek:
Pensar que todavia tienen adeptos...
bagre
 

Sebastian

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Berthold Beitz, patriarca de la industria alemana y justo entre las naciones

El ejecutivo, que dirigió el poderoso consorcio siderúrgico Krupp tras la Segunda Guerra Mundial, salvó a cientos de judíos de la persecución nazi


Berthold Beitz, dirigente industrial alemán, en la sede de la Fundación Krupp, en 2011. / CORDON

Berthold Beitz (Bentzin, norte de Alemania, 1913), fallecido el martes a los 99 años, nunca fue un buen alumno, ni cursó una carrera universitaria, pero la suerte siempre le acompañó en su larga, azarosa y exitosa vida.

El azar quiso que, siendo aprendiz en un banco de Hamburgo, fuera contratado por una empresa petrolera. Tras el estallido de la II Guerra Mundial, su trabajo le llevaría como director de operaciones a Polonia, donde más tarde trabajó bajo la supervisión directa del alto mando de la Wehrmacht.

Aprovechando esa posición salvó a centenares de judíos de las cámaras de gas. Beitz, que andando los años se convertiría en la clave de bóveda de la industria del acero alemana, tardaría muchas décadas en revelar unas actividades que le llevaron a recibir de Israel la más alta distinción que el país concede a los gentiles: la de “justo entre las naciones”, título otorgado a las personas de origen no hebreo que ayudaron a los judíos a escapar de la vesania nazi.

Cuando el joven empresario y su esposa Else llegaron a Polonia quedaron impresionados por las atrocidades de las SS y empezaron a esconder a los judíos, en su mayoría mujeres y niños, en el sótano de su casa. A lo largo de los cuatro años siguientes, Beitz y su mujer lograron salvar la vida a más de 1.500 judíos, a los que en ocasiones rescataban de los trenes que les conducían a los campos de exterminio con el pretexto de que eran esenciales para el esfuerzo bélico.

Los compatriotas de Beitz no conocieron esta hazaña hasta el año 2008, cuando este, ya una leyenda de la industria germana, reveló al periódico Süddeutsche Zeitung algunos detalles de un heroico “trabajo clandestino” que les puso en el punto de mira de la Gestapo.

“¿Por qué tendría que hablar sobre mi tiempo en Polonia? ¿Solo para elogiarme a mi mismo?”, dijo el empresario al justificar su largo silencio. “Nunca tuve miedo, de lo contrario habría fracasado. También me ayudó mi conducta firme y decidida ante los oficiales de las SS. Conozco a los alemanes. Si uno actúa en forma firme, clara y determinada, a uno lo respetan. Si se muestra débil y desesperado, acaban con él”.

Cuando finalizó la guerra y regresaron a una Alemania arrasada, Beitz y su esposa tuvieron que alojarse durante un tiempo en un establo, pero Beitz no tardaría en iniciar una carrera meteórica, difícil de entender en un contexto que no fuera el de la posguerra. Tras triunfar en el mundo de los seguros, el azar volvió a jugar a su favor. Durante una visita al taller de un escultor, Beitz conoció al heredero del paradigma de la industria bélica alemana, Alfried Krupp. Meses después, a punto de cumplir 39 años, Beitz recibió una invitación para cenar con Krupp en Hamburgo, durante la cual este le propuso que le ayudara a reconstruir su imperio industrial.

Un año después Beitz, con plenos poderes ejecutivos, se instalaba en Essen, en el corazón del sector pesado alemán, para emprender una tarea monumental: volver a poner en pie al coloso, limpiar el pasado nazi de la familia Krupp —el propio Alfried fue condenado en Núremberg como criminal de guerra por utilizar mano de obra esclava en sus factorías— y enterrar para siempre la odiosa fama que arrastraba el grupo desde la I Guerra Mundial.
Gracias a su limpio pasado durante la dictadura nazi, Beitz pudo emprender su trabajo casi con entera libertad.

Durante las dos décadas que compartió el mando de Krupp con Alfried, el gigante renunció a su división de armamento e inició una etapa en la que Beitz pudo poner en práctica su concepto humanista de economía social de mercado, imperante en la nueva nación alemana. En 1968, tras el fallecimiento de Krupp, Beitz tomó las riendas del grupo desde su cargo vitalicio en la fundación Krupp, un puesto excepcional desde el que marcó durante casi medio siglo el rumbo de uno de los más poderosos consorcios industriales europeos.

A pesar de que una carrera labrada a golpes de fortuna le terminó convirtiendo en el último gran patriarca de la industria alemana, Beitz jamás fue un arribista, sino un rebelde con causa, un outsider que nunca militó en un partido político y siempre mantuvo una sana distancia frente a los círculos del dinero y el poder.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/01/actualidad/1375389268_066972.html
 

Shandor

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El día en que Varsovia se levantó contra el terror nazi

Se cumplen 69 años del Alzamiento de la resistencia polaca frente a los alemanes


Aquel 1 de agosto de 1944 la paciencia y el dolor de los polacos habían superado todos los límites. Ya hacía cinco años que los nazis había invadido Polonia dejando tras su desoladora invasión la huella de un martirio sin límites, una destrucción como si hubiera sido pergeñada por el mismísimo Diablo, la terrible huella de espantosas matanzas, de saqueos, de violaciones, de una destrucción y una desolación como pocas veces hasta entonces se habían visto.
El objetivo principal de los alemanes, sobre todo desde principios de 1942 cuando se puso en marcha la maquinaria diabólica de la Solución Final, habían sido los judíos, pero el resto de la población polaca tampoco escapó a sus crímenes. Ni tampoco a los de los soviéticos, como en la terrible carnicería de Katyn, en 1940, en la que Stalin hizo ejecutar a la mayoría de la oficialidad polaca y a un buen número de intelectuales, profesores, sacerdotes y civiles indeterminados.
Precisamente, ese 1 de agosto de 1944 las tropas del Ejército Rojo estaban a las puertas de la frontera polaca. Y los polacos, los resistentes aglutinados entonces en su capital, Varsovia, debían dar un paso adelante para liberar su tierra antes de que la «liberara» Stalin. De paso, esperaban la ayuda aliada, principalmente de los británicos. Todo ello formaba parte de la llamada Operación Tempestad, que debía poner en marcha el llamado Armia Krajowa (Ejército Territorial, también conocido como Ejército Nacional o Ejército del País) comandado por Tadeusz Bór-Komorowski que era el grupo de resistencia auspiciado por el Gobierno polaco en el exilio.
Pero antes, conviene señalar los antecedentes que llevaron a ese Alzamiento de Varsovia ese 1 de agosto de 1944 a las cinco en punto de la tarde.
Los soviéticos no dieron un paso

El 13 de julio de anterior, las tropas de Stalin ya estaban en la frontera y los mandos del Armia Krajowa pillados entre dos fuegos: o se levantaban casi como en una inmolación contra los nazis o esperaban que los soviéticos (que no mostraban mucho interés, aduciendo que estaban agotados) liberaran Varsovia.
El 27 de julio, Hans Frank, gobernador nazi de Polonia, que se olía algo, mandó a 100.000 polacos comenzar a construir fortificaciones, orden que el Armia Krajowia pidió que fuera desobedecida. El 29 de julio, las primeras tropas soviéticas llegaron a los suburbios de Varsovia, en la orilla oriental de río Vístula.
Entonces, los polacos, temerosos de que su boicot del pasado día 27 pudiera tener terribles consecuencias para la población dieron la orden de comenzar el levantamiento.
Se cree que el número de resistentes era de 50.000 combatientes
Se cree que el Ejército Territorial podía contar con 50.000 combatientes, aunque existían otras unidades fuera de Varsovia que poco a poco intentaron acercarse a la capital. El general Antonio Chrusciel estaba al mando de los resistentes, que fueron distribuidas en ocho áreas. Sus recursos armamentísticos eran escasos. Algunas cifras hablan aproximadamente de 1.000 fusiles, 2.000 pistolas, ·7 ametralladoras, 35 armas antitanque y alrededor de 25.000 granadas.
En aquellos momentos, las tropas germanas estaban constituidas por unos 10.000 soldados, mandados por el General Rainer Stahel. A ellos había que sumar unos 5.000 policías y miembros de las SS, y casi cien mil soldados más que estaban en regiones próximas a la capital polaca.
El día 1, a primera hora de la tarde, unos soldados alemanes descubrieron a unos partisanos cargando armas en un camión, los resistentes acabaron con ellos pero el levantamiento no podía esperar ni un minuto más. A las 5 de la tarde, empezaba la sublevación en diversas zonas de Varsovia. El centro y la ciudad antigua fueron liberados rápidamente, pero en otras partes la cosa no fue tan fácil. Muchos grupos de sublevados quedaron aislados unos de otros, sin ningún tipo de contacto, lo cual facilitaba la labor de los nazis. Los resistentes levantaron barricadas y fortificaciones con los escombros y las ruinas, incluso con algunos vehículos alemanes de los que se habían apropiado.
Cuarenta mil personas ejecutadas

Por supuesto, los germanos no se quedaron a verlas venir. El día 2 empezaban a llegar sus refuerzos a Varsovia. Hitler lo había dejado claro: «Conviertan esa ciudad en un lago». A las SS no le hacían falta muchas palabras. A las órdenes del teniente general Heinz Reinefarth pasaron a la rápida y cruenta acción: 40.000 civiles fueron ejecutados en lo que se conoció como la Matanza de Wola. Un día después más tanques panzer llegaban a Varsovia: en otro ejemplo de suma crueldad llevaban civiles polacos adheridos como escudos humanos.
Varsovia en llamas

Entre los días 9 y 18 de agosto toda la ciudad estaba en llamas, y se libraban combates en cualquier plaza, en cualquier calle, en cualquier esquina. Pero la resistencia iba quedando reducida ante la superioridad, sobre todo aérea y artillera, de los alemanes. Muchos polacos huyeron por las alcantarillas y cloacas como en mayo de 1943 habían hecho los resistentes judíos del Gueto de Varsovia. La ayuda aliada era escasa. Llegaba por avión y era lanzada en paracaídas, cayendo casi siempre en manos de los propios alemanes.
El 10 de septiembre, el Ejército Rojo estaba en los suburbios de Varsovia. Los polacos intentaron ponerse en contacto con los soviéticos, pero las conversaciones no fructificaron. La Historia aún no ha decidido si los rusos no quisieron o no pudieron meterse de lleno en la liberación de Varsovia. Los polacos ya estaban completamente convencidos de que no tendrían ninguna ayuda y solo valía resistir y morir ante los nazis. El propio jefe de las SS, Himmler, declaró que los combates fueron «una de las más mortíferas batallas desde el comienzo de la guerra, tan difícil como la lucha por Stalingrado». Exagerase o no, llegó la hora de la rendición.
El 2 de octubre, el general Tadeusz Bór-Komorowski firmó la capitulación. El documento, al menos, aseguraba que los polacos serían tratados como prisioneros de guerra en los términos de la Convención de Ginebra. ¿Pero fue así?
Al día siguiente, 15.000 miembros del Ejército Territorial fueron encerrados en diversos campos de Alemania, en tanto que la práctica totalidad de la población de Varsovia era enviada temporalmente al campo de concentración Durchgangslager 121 en Pruszków. La cifra de personas podía superar el medio millón. Posteriormente, casi 100.000 fueron deportadas a campos de trabajo en Alemania y alrededor de 60.000 acabaron en los campos de exterminio de Ravensbruck, Auschwitz y Mauthausen.
Venganza diabólica

Pero la venganza alemana no quedó ahí. Como había ordenado Hitler, los nazis no querían que de Varsovia quedara piedra sobre piedra. Comandados por oficiales de ingenieros y armados con explosivos y lanzallamas, los alemanes fueron borrando del mapa los edificios de Varsovia, casa a casa, portal a portal. Las cifras son espeluznantes: se destruyeron 10.455 edificios, 923 de ellos de carácter histórico, 25 iglesias, 14 bibliotecas incluyendo la Biblioteca Nacional, 81 escuelas primarias, 64 escuelas secundarias, la Universidad de Varsovia y la Universidad Politécnica de Varsovia. Casi un millón de personas perdieron todas sus propiedades.
El 17 de enero de 1945 el Ejército Rojo ocupaba Varsovia... lo que quedaba de ella. El Alzamiento se había llevado por delante la vida de 250.000 personas. Entre Stalin y Hitler, Varsovia ya solo estaba habitada por fantasmas.
abc.es
 

Shandor

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El motín en el campo de exterminio de Treblinka, contado por un superviviente



En agosto de 1943 se produjo un motín en el campo de exterminio nazi. Hubo muy pocos supervivientes. Chil Rajchman fue uno de ellos


Cartel del campo de exterminio de Treblinka

Año 1943. En Treblinka la minoría de reclusos que habían escapado de las cámaras de gas sabían que sus días estaban contados. El trabajo del campo de exterminio nazi se acabaría pronto y los prisioneros temían que en ese momento los nazis les asesinarían. No tenían nada que perder si intentaban escapar.
Entonces, el grupo de resistencia que se había formado a comienzos de año comenzó a planear un levantamiento. Tenían unas pocas armas escondidas y el 2 de agosto intentaron apoderarse de otras en la armería. Pero fueron descubiertos. En un intento desesperado, cientos de reclusos asaltaron la entrada a Treblinka. Muchos perecieron por los disparos. Otros escaparon, pero la mayoría fue capturada y obligada a desmantelar el campo. Una vez finalizado el trabajo, fueron fusilados.
Chil Rajchman fue uno de los pocos que sobrevivió para contarlo. En sus escritos aparece el nerviosismo que reinaba en los momentos previos al levantamiento: «Han repartido el almuerzo. Todos tenemos hambre, como siempre, pero ninguno de nosotros es capaz de comer nada. Nadie pregunta si puede repetir la sopa. Decenas de compañeros ni tan siquiera tocan la comida».
«Muchos caen muertos»

Cuando el reloj dio las 3:30. «Escuchamos los dos disparos en el campamento 1. La señal de que la revuelta había comenzado». Entre llamas, disparos y soldados alemanes asesinados, el motín avanza. Aunque muchos caen entre ametralladoras y alambres de púas, unos pocos logran salir.
La euforia se desata, pero el peligro acecha de nuevo. «Un automóvilnos persigue con una ametralladora disparando en todas direcciones. Muchos caen muertos. Me topo con cadáveres a cada paso que doy. Cambio la dirección y corro a la izquierda de la carretera. El coche pronto se encuentra enfrente de mí. Corremos en varias direcciones.Los asesinos nos persiguen por todos los lados». Finalmente, los pocos que sobreviven se esconden en la maleza.
Chil Rajchman escribe un testimonio exacto, sin adornos, del horror que ha permanecido en la familia hasta que se ha recogido en un libro«Treblinka: memorias de un superviviente».
abc.es
 

Sebastian

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Los científicos que se escaparon de los nazis

Sean Coughlan
BBC
Lunes, 5 de agosto de 2013


Gustav Born vive en Londres. A sus 92 años todavía recuerda en detalle
la historia de su partida de Alemania.

A la familia de Gustav Born se le sugirió a principios de 1933 que era tiempo de abandonar la Alemania controlada por los nazis.

El consejo provino de Albert Einstein, quien le dijo al padre de Gustav, su amigo físico y matemático Max Born, que "saliera de inmediato" con su familia cuando todavía había posibilidades de viajar.

Hicieron sus maletas y cruzaron la frontera, primero a Italia y luego a Inglaterra, donde llegaron acompañados de los que podrían considerarse los refugiados mejor calificados de la historia.

Gustav Born tenía 11 años en ese momento: vivía en Gottingen, Baja Sajonia. Allí, su padre Max era director de uno de los centros de investigación de física más importantes del mundo.

Los Born eran judíos y cuando Hitler tomó el poder, a Max y a sus colegas de la misma religión se les impidió trabajar en la universidad. En ese momento, este grupo pionero y elitesco de científicos teóricos se convirtieron en solicitantes de asilo.

Gustav Born ahora vive en Londres y pocos días antes de cumplir 92 años, recuerda con una gran lucidez el viaje de los académicos alemanes. Conversar con él es como trasladarse a la Mitteleuropa -el término alemán que hace referencia a Europa Central- de 1930.

La amenaza

Max Born obtuvo la nacionalidad británica.

Born es ahora uno de los últimos eslabones de vida de estos refugiados académicos, que lograron ganar 16 premios Nobel. Su padre fue uno de ellos: Max Born recibió el premio por su trabajo en mecánica cuántica.

¿Cree que estos científicos se dieron cuenta de la magnitud de la amenaza de los nazis?
"Sí, creo que mi padre probablemente lo hizo. Entre sus colegas judíos, algunos se percataron, pero otros no lo tomaron en serio por un tiempo. La escala de lo que hacían los nazis se volvió evidente entre los primeros tres y seis meses".

Born recuerda que el antisemitismo se sentía incluso entre los niños y a algunos no les permitían jugar con él.

También hubo ejemplos positivos de la naturaleza humana, como aquellos académicos que permanecieron junto a sus colegas judíos. El ganador del premio Nobel Max von Laue, por ejemplo, demostró un gran apoyo, dice Born.
El físico Max Planck, por su parte, fue a ver a Hitler en persona para impugnar la exclusión de los científicos judíos, pero al líder nazi "le salió espuma por la boca y no lo dejó hablar más".

Aún así era difícil abandonar Alemania. Max Born tuvo que dejar de gestionar un instituto y su esposa tenía el corazón destrozado ante la posibilidad de emigrar.
"Ellos odiaban tener que huir de una manera tan cruda y peligrosa".

El valor de la libertad individual
Cuando los Born abandonaron Alemania, no tenían la ilusión de que se tratara de una salida temporal. La "nazificación" avanzaba rápidamente y ya había asesinatos políticos.
"Mis padres estaban bastante seguros de que se trataba de un viaje sin regreso".
Mientras los Born observaban las esvásticas que comenzaban a aparecer en Gottingen, el personal universitario en Reino Unido ya planificaba una respuesta humanitaria.

El economista William Beveridge había establecido el Consejo de Asistencia Académica, con el objetivo de rescatar a académicos judíos, así como también a todos aquellos que fueran políticamente vulnerables.

Esta organización ayudaría a 1.500 académicos a escapar de Alemania para continuar su trabajo de investigación en un ambiente seguro en Reino Unido.
La propuesta fue respaldada rápidamente por académicos como el biólogo J.B.S. Haldane, el economista John Maynard Keynes, el físico y químico Ernest Rutherford, el historiador G.M. Trevelyan y el poeta A.E. Housman.

Albert Einstein también apoyó este comité de escape con un discurso en el Albert Hall de Londres, en octubre de 1933.

Einstein también apoyó al comité de escape con un discurso en el Albert Hall
de Londres, en octubre de 1933

El científico propuso defender los valores liberales occidentales de "tolerancia y justicia" e ir en contra de las "tentaciones del odio y la opresión", en un momento en el que se profundizaba el extremismo y la agitación económica y política.

Einstein dijo a la audiencia: "Cada avance del conocimiento y la invención se lo debemos a la libertad individual, una libertad sin la cual no vale la pena vivir".

La operación de rescate
El ayuntamiento puso en marcha su "operación de rescate" y organizó el viaje de los académicos a Reino Unido. Los apoyaron con becas, alojamiento y, lo más importante, ofreciéndoles trabajo.

Se trataba de un grupo muy talentoso que fue dejado de lado por los nazis. Además de los premios Nobel, 18 académicos del grupo obtuvieron títulos de caballeros años después y más de 100 se convirtieron en becarios de la Real Sociedad de Londres y la Academia Británica.

Generación especial

Ganadores del premio Nobel: profesor H.A. Bethe, prof. M. Born, Sir Ernst Chain, prof. M. Delbruck, prof. D. Gabor, doctor G. Herzberg, prof. J. Heyrovsky, Sir Bernard Katz, Sir Hans Krebs, doctor F. Lipmann, prof. O. Loewi, prof. S. Luria, prof. S. Ochoa, doctor M. Perutz, prof. J. Polanyi, prof. E. Segre.

Caballeros: Sir Walter Bodmer, Sir John Burgh, Sir Ernst Chain, Sir Hermann Bondi, Sir Geoffrey Elton, Sir Ernest Gombrich, Sir Ludwig Guttman, Sir Peter Hirsch, Sir Otto Kahn-Freund, Sir Bernard Katz, Sir Hans Kornberg, Sir Hans Krebs, Sir Claus Moser, Sir Rudolf Peierls, Sir Nikolaus Pevsner, Sir Karl Popper, Sir Francis Simon.

De acuerdo a la Asociación de Refugiados Judíos hubo alrededor de 70.000 refugiados de esa religión que llegaron a Reino Unido antes de que estallara la guerra en 1939.

Max Born y su familia fueron primero a Cambridge y luego a la Universidad de Edimburgo. Pagó los costos escribiendo un libro de texto de ciencia que se convirtió en un estándar educativo en las escuelas.

Hubo otros que se trasladaron a Estados Unidos. El matemático Richard Courant, por ejemplo, se fue a Nueva York. Allí, uno de los centros más importantes de matemáticas aplicadas del mundo -el Instituto Courant de Ciencias Matemáticas- lleva su nombre.

Perder esas potencias intelectuales fue una herida autoinfligida por la guerra nazi.
Los refugiados alemanes jugaron un papel clave en asegurar que, en lo referente a las armas atómicas, Estados Unidos estuviera a la vanguardia.

A pesar de que Max Born se negó a trabajar en la investigación de armas atómicas por razones morales, Robert Oppenheimer, el "padre de la bomba atómica" nacido en Estados Unidos, fue alumno de Born durante el doctorado que realizó en Gottingen.

En un momento, hubo señales que los nazis se habían dado cuenta de su error.
En 1934, Max Born y su familia recibieron la visita de Werner Heisenberg en Cambridge, otro ganador del premio Nobel y antiguo colega que había seguido trabajando en Gottingen.

Heisenberg trajo un mensaje del gobierno nazi, que invitaba a Max Born a que volviera a Alemania para continuar con su trabajo científico. La invitación dejó a Born "molesto y fuera de sí", recuerda su hijo.

El regreso

"Cada avance del conocimiento y la invención se lo debemos a la libertad individual, una libertad sin la cual no vale la pena vivir"​
Albert Einstein​

Eventualmente Max Born y su esposa volvieron a Alemania, cuando la guerra ya había terminado y él se había retirado. Allí murió en 1970 y fue enterrado en el mismo cementerio de Gottingen que los físicos Max Planck y Max von Laue.

Gustav Born, que se convirtió en un profesor de farmacología en el Kings College de Londres, asegura que sus padres se habían comprometido a tratar de reconstruir Alemania de una forma que impidiera el retorno del extremismo político.
¿Qué lecciones se deben aprender de todo esto?
Gustav Born sigue siendo un firme partidario de la campaña que se realizó para rescatar a los académicos, que ahora celebra su 80 aniversario.

De allí nació el Consejo de Asistencia a Refugiados Académicos (CARA, por sus siglas en inglés) y su presidenta actual, Anne Lonsdale, dice que después de 80 años a la organización "le encantaría estar sin trabajo", pero los problemas en Zimbabwe, Irán, Irak y Siria han provocado que los académicos sigan necesitando ayuda en esos lugares, donde "la sociedad civil ya no funciona".

Hay una "necesidad urgente de que los estudiosos de todo Medio Oriente puedan exiliarse en un lugar seguro", aseguró.

Las historias de los refugiados de los nazis, con fotos de caras con arrugas que parecen mapas ferroviarios antiguos de Europa, parecen salidas de un mundo perdido.


Refugiados sirios en Jornania.

Sin embargo, Gustav Born cree que el trabajo de CARA demuestra que esos asuntos siguen siendo relevantes, ahora más que nunca. Según él, la labor también recuerda que no se deben hacer juicios apresurados sobre los refugiados y lo que podrían ser capaces de lograr.

Sus descripciones de ese mundo académico de la década de 1930 dejan entrever una sociedad altamente culta. Su padre, recordado por su investigación científica, tocaba a Bach en el piano todos los días. Eran internacionalistas cuyas ideas e investigaciones superaron las fronteras nacionales y políticas.

Pero no pudieron hacerle frente a los nazis. Y, según Gustav Born, la gente a menudo pasa por alto que Alemania todavía era un país joven en la década de los 30, que tenía poco más de 60 años de unificado y que no había construido instituciones capaces de resistir sus propias tendencias "militaristas y nacionalistas".

Él está consciente de que es una de las pocas personas vivas que pueden hablar, de primera mano, sobre ese legado.

"La tristeza casi acaba conmigo. No quiero que se olviden estas cosas: la supresión de un país llevada a cabo por una banda de ladrones asesinos, que victimizó a personas de buena naturaleza y buena intención, y que ello podría volver a ocurrir".
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/08/130725_sociedad_escape_cientificos_nazis_finde.shtml
 

Barbanegra

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Muere el criminal de guerra nazi húngaro Laszlo Csatari
El criminal de guerra nazi Laszlo Csatari, detenido en Budapest el 18 de julio del año pasado y que había sido considerado el asesino nazi más buscado del mundo, ha muerto a los 98 años de edad en un hospital de Budapest.

Su muerte tuvo lugar el sábado, aquejado de una neumonía, según informó su abogado, Gábor B. Horváth, a la prensa húngara. Laszlo Csatari permanecía bajo arresto domiciliario en su casa a la espera de juicio.

De hecho, tenía pendiente dos juicios, uno de ellos en Hungría y el otro en Eslovaquia, donde el proceso contra él iba a reabrirse este otoño.

El criminal, que había logrado escapar de la Justicia durante décadas, era perseguido por "crímenes contra la humanidad", incluyendo la deportación a los campos de exterminio nazis de unos 15.000 prisioneros judíos del gueto de Kosice, Eslovaquia.

El acusado había sido considerado por el Centro Simon Wiesenthal de Jerusalén como el criminal de guerra nazi más buscado del mundo hasta su detención.

Unos 450.000 judíos húngaros fueron deportados y luego asesinados entre 1944 y 1945 en diversos campos de exterminio.

Después de la guerra, Csatary huyó primero a Checoslovaquia y se instaló luego en Canadá, donde vivió hasta 1997, cuando le retiraron la nacionalidad de ese país por haber mentido sobre su pasado.

EFE
 

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Los nazis más buscados
AFP
Casi siete décadas después de la Segunda Guerra Mundial, la caza de criminales de guerra nazis continúa y el Centro Simon Wiesenthal publica una lista anual de los más buscados.
El criminal de paradero desconocido más perseguido es Alois Brunner, quien se refugió en Siria después de la Segunda Guerra Mundial. Brunner nació en 1912 y fue visto por la última vez en 2001. Les siguen:
Gerhard Sommer, Alemania: Un exteniente de las SS presuntamente involucrado en la masacre de 560 civiles en agosto de 1944, en la región de Toscana, en Italia. Ha estado bajo investigación en Alemania desde 2002, pero todavía no se ha presentado ningún cargo penal contra él.
Vladimir Katriuk, Canadá: El comandante de un pelotón ucraniano que mató a judíos y a otros civiles en varias partes de Bielorrusia entre 1942 y 1944. Se escapó a Canadá pero luego fue despojado de su ciudadanía en enero de 1999, después de que detalles de su pasado salieran a la luz. No obstante, la decisión fue anulada por las autoridades canadienses.
Hans (Atanas) Lipchis, Alemania: Un miembro del Batallón de la Muerte de las SS desde 1941 hasta 1945. Lipschis huyó a Estados Unidos, pero en abril de 1983 fue deportado a Alemania, donde se encuentra bajo investigación por las autoridades debido a su participación en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.
Ivan (John) Kalymon, Estados Unidos: Un miembro de la Policía Ucraniana Auxiliar (controlada por los nazis) desde 1941 a 1944, que supuestamente participó en el asesinato, las redadas y la deportación de judíos que vivían en el gueto en Lviv, Ucrania. En enero de 2011, se ordenó que fuera deportado a cualquier país que estuviera dispuesto a acogerle, pero todavía reside en EE UU.
Soeren Kam, Alemania: Un voluntario de la División Viking de las SS. Hoy vive en Alemania, cuyos tribunales se han negado a extraditarlo a Dinamarca debido a que ha prescrito el crimen que se le atribuye, el asesinato del editor de periódico danés Carl Henrik Clemmensen.
Algimentas Dailide, Alemania: Un miembro de la Policía de Seguridad Saugumas lituana, que arrestó a judíos y polacos que más tarde fueron ejecutados por las tropas nazis y sus colaboradores lituanos. Después de la guerra, obtuvo la ciudadanía estadounidense, pero esta le fue revocada en 1997 y fue extraditado en 2004. En 2006, un tribunal lituano le condenó a cinco años de cárcel, pero Dailide no cumplió la sentencia por razones de salud.
Mikhail Gorshkow, Estonia: Un ex intérprete de la Gestapo que era sospechoso del asesinato de judíos en Bielorrusia. Huyó a Estonia tras Estados Unidos despojarle de su ciudadanía. En octubre de 2011, las autoridades estonias cerraron la investigación en su contra.
En junio de 2012, el Centro Wiesenthal solicitó a las autoridades estadounidenses que investigaran a Michael Karkoc, que vive en Minneapolis (Minnesota) y es sospechoso de haber sido el comandante de una unidad ucraniana de las SS que cometió atrocidades contra civiles.
A finales de julio, un excapitán de las SS que no está en la lista, Erich Priebke, celebró su 100 cumpleaños bajo arresto domiciliario en Roma. En 1998, Priebke fue condenado a cadena perpetua por su papel en la masacre de las Fosas Ardeatinas de Roma en marzo de 1944, que dejó 335 muertos, entre ellos 75 judíos.
 

guido-f

Tanista-Derruidista
tal vez al "jefe" le pareció que tenían que ser juzgados por la justicia de los hombres y por eso los dejo aca bajo
 

Sebastian

Colaborador
Los nazis se van impunes directo al infierno


Collage: La Voz de Rusia

A principios de esta semana, a los noventa y nueve años falleció tranquilamente en su casa en Budapest, Hungría, el criminal nazi Laszlo Chizhik-Chatari.

Prácticamente, la misma fecha, el Centro Simon Wiesenthal, que busca a los exverdugos nazis por todo el mundo, incluyó en su lista negra a un tal Mijaíl Gorshkov, un viejo decrépito, pero perfectamente vivo, residente en Estonia. Ninguno de los dos fue sometido a un merecido castigo por sus crímenes de lesa humanidad, debido a las prácticas selectivas de la justicia occidental en relación a los criminales de guerra.

Laszlo Chizhik-Chatari y Mijaíl Gorshkov forman parte de un grupo bastante numeroso de criminales nazis y sus colaboracionistas, vivos y muertos, que hasta hoy día no han pagado sus atrocidades. La mayoría de ellos gozaban de un acogedor refugio en Europa que, como es sabido, quedó en ruinas a raíz de la Segunda Guerra Mundial desatada por la Alemania nazi en 1939.

Durante la guerra, entre los colaboracionistas nazis de diversas nacionalidades hubo no menos verdugos que en las mismas SS. El mencionado difunto Chizhik-Chatari fue juzgado en rebeldía por un tribunal de Checoslovaquia y condenado a pena de muerte por implicación en el extermino de casi dieciséis mil judíos. Sirvió de jefe del cuerpo de guardias en el gueto de Kosice, en Eslovaquia. La policía húngara lo detuvo el año pasado a petición de Bratislava, pero no lo extraditó a Eslovaquia. La justicia húngara calificó de atenuante la avanzada edad del procesado y lo dejó bajo arresto domiciliario, en su casa en Hungría, en la que por poco llega a cumplir cien años redondos.

El “colega” de Chizhik-Cjatari, Mijaíl Gorshkov, es sospechoso de haber tomado parte activa en la eliminación física de tres mil judíos en Bielorrusia. Las autoridades de EEUU, donde residió hasta 2002, lo despojaron de la ciudadanía estadounidense por haber ocultado los datos de su pasado, pero las estonias le ofrecieron refugio. Hace dos años, la fiscalía de Estonia cerró su caso alegando la falta de pruebas y testigos de sus crímenes, aunque Rusia y Bielorrusia disponen de todas las evidencias necesarias. Lo más deplorable es que hay muchos casos como este.

Según diversas fuentes, cerca de un millón y medio de personas colaboraron, voluntaria o involuntariamente, a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial en territorio de la Unión Soviética. Naturalmente, es solo el juicio el que puede declarar a estas personas culpables o inocentes, observa el doctor en derecho, Lev Símkin. En los tiempos soviéticos, el gobierno solicitaba la extradición de criminales de guerra a países occidentales en casos exclusivos y realmente horripilantes de masacres masivas. Pero ni con las pruebas en mano conseguía que le fuesen entregados los autores de esas atrocidades.

En muchos casos, la excusa fue la falta de acuerdos de extradición entre la URSS y los países de Europa, pero también hubo otras razones, sostiene Lev Símkin:

—Se enviaron muchas solicitudes de extradición a Reino Unido, pero las negó todas, a pesar de las pruebas fidedignas que se había presentado de implicación de esas personas en crímenes de guerra. Era la época de la Guerra Fría y pensaban que si las entregaban a la justicia soviética no había garantías de que el proceso fuese justo e imparcial, desde el punto de vista británico.

De la misma manera procedían los demás gobiernos europeos, prosigue Lev Simkin. Pero a finales de los años ochenta, con el deshielo en las relaciones entre Occidente y la Unión Soviética, la opinión pública y los medios de comunicación occidentales exigieron un cambio de las prácticas judiciales en relación a los criminales de guerra que se escondían en Occidente. En 1988, Londres recibió de parte de Moscú casi un centenar de pruebas documentales de crímenes de guerra. En Scotland Yard se formó una división encargada de reprimir a los excolaboracionistas nazis. Los británicos insistían en no entregarlos a Moscú optando por castigarlos en su propio territorio. Tras una larga y agobiante investigación de un caso de ejecución de dos mil setecientos habitantes del gueto de Domachevo, Brest, Bielorrusia, en 1942, uno de los verdugos, Andréi Savoniuk, fue condenado por la justicia británica a dos cadena perpetuas. La sentencia entró en vigor en 1999. Seis años más tarde, Savoniuk falleció de muerte natural en una prisión de Noridge, Reino Unido.

Pero este fue un caso más bien exclusivo, observa Lev Simkin. La mayoría de las personas implicadas en crímenes de guerra en territorio de la Unión Soviética quedaron impunes en Occidente. En general, el sistema judicial occidental es bastante complicado, recuerda el doctor Simkin. No se pùede juzgar a una persona por solo haber trabajado para los nazis durante la guerra. Se precisan ponderables pruebas para demostrar la implicación del sospechoso en crímenes de guerra. Y es que casi no han quedado testigos vivos y las víctimas murieron muchos años atrás.

El abogado Guennadi Shilo estima que todos los crímenes de guerra deben ser minuciosamente investigados. Y en todo caso, las causas penales abiertas contra los nazis no tienen límite de tiempo, agrega.

El actual director del Centro Simon Wiesenthal, Efraim Zuroff, dijo en una ocasión que no recuerda ni una sola muestra de remordimientos de conciencia por parte de un criminal de guerra. Hoy día, su lista de los más terribles verdugos nazis contiene once nombres.
http://spanish.ruvr.ru/2013_08_14/Los-nazis-se-van-impunes-directo-al-infierno-9419/
 
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