Notas en los medios sobre Nazismo

Leutnant

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Algo que me llama mucho la atención es el manejo de las leyes, a favor o en contra de estos y otros tantos criminales de guerra.
Por ejemplo, no todos lograron mantenerse en la clandestinidad total; muchos de los gobiernos de los países donde se habían refugiado sabían quienes eran y de su paradero exacto. Desde luego, hubo complicidad, hasta cierto punto, pero además existen aspectos legales específicos que generan controversia hoy en día, y no sólo en países del 3er Mundo, sino en la misma Alemania, Austria...
A graaaaaaaaaandiiiiiiiiiisimos razgos, una de las inquietudes judiciales era la de cómo juzgar (ojo con esto) a determinados personajes que en el transcurso del III Reich, habían desempeñado labores legales, en el marco del nuevo regimen político, administrativo, judicial, etc. Más allá de la obediencia debída, que ya no corre en varios países incluído el nuestro; lo cierto és que además de seguir ordenes, estaban cumpliendo con la ley del momento. Por ende, de no haber realizado su labor, habrían muerto, o sido encarcelados de por vida, al violar la ley (por decirlo en pocas palabras).

Entre las figuras más resonantes que fueron enjuiciadas en Nüremberg, el proceso fué más "fácil", porque los magistrados tenían a su disposición a los artifices del nazismo, las cabézas del partido, a los jueces, y a los mandos de las fuerzas armadas. ¿Pero más abajo, con quienes tuvieron que cargar con el peso de las leyes dictadas por el poder político y judicial del Reich? ¿Cómo haces? El tribunal internacional bien podría haber matado a todo el pueblo aleman, y a más de la mitad de los ciudadanos de las naciones del Eje y los países ocupados.

¿Qué pasa con esto? Podémos decir: "no, bueno, pero este señor mandó a matar a 50.000 hombres, mujeres y niños...". Primero hay que llegar a demostrarlo, segundo investigar los porqué, y tercero analizar en qué circunstancias. Por ejemplo, no és lo mismo (no por mi, sino para la justicia), decir que Alfred Mitteltodt, cuando era oficial de las SS, llegó a un pueblo y mató a toda la población, que decír: Alfred Mitteltodt, siguiendo las ordenes expresas de su oficial superior, llegó al pueblo y mató a toda la población, a razón del articulo tal y tal de la ley nro tanto del inciso b, que así lo requería. ¿En donde? ¿Fuera del Reich o dentro? ¿En un país ocupado? ¿Fué a razón de un hecho "delictivo"? (la resistencia a la ocupación era un delito). Hubo gobiernos, sin dudas títeres, aliados, colaboracionistas, que concedieron a las tropas de ocupación determinadas "libertades", en el marco de sus propias leyes. Ahí ya tenés dos trabas.
¿En donde lo juzgamos, en Alemania, en Israel, en Ucrania, en Belgica? Unos piden extradicion, otros no se la quieren dar... Es bastante complicado.
No por nada, a muchos directamente se los juzga con crímenes en contra de la humanidad. Porque mataron a x numero de personas, bajo sus propias leyes, en otro país del cual las mismas víctimas no eran originarias. Y la justicia lo vuelve a trabar.

Por ejemplo, somos del tribunal de justicia argentino, y nos cae una orden de Israel para detener a fulano de tal, de origen checo, que és acusado de haber matado a 6.000 húngaros, en Polónia hace 70 años. Fácil la cosaaa... "El viejo es ciudadano argentino -por más que nos pese-, hay que investigar si entró ilegalmente al país (y hace 60 años, lo que podrían decir que caducó), y si és la persona que dice ser", recién para empezar a tramitar si lo extraditan o no... Como también, sus abogados pueden batir que ya tiene más de 90 años, y que valdría a tener en cuenta un arresto domiciliario por el delito local de haber ingresado ilegalmente al país; a lo que también puede aparecer su documento "original" de Checoslovakia, pero con otro nombre, por lo que el pedido de captura queda en "esperate"... Tenés que comprobar todo. Y así en un proceso interminable.
Ni hablar del juicio. Vá más allá de cualquier planteo moral con respecto a las víctimas.

Parece un planteamiento "********", pero ciertamente ha sido la piedra angular de no pocas causas abiertas, cerradas y vueltas a abrir con algunos de los criminales del nazismo. Hay "hombres" que han estado en esta situación desde hace más de 30 años. Existen cientos de causas abiertas y que no llegan a ningún lado, justamente por esta paradoja. Y no porque se dejara de lado las victimas, todo lo contrario, sino que va a la raíz de la legalidad propia de todos y cada uno de los sistemas de justicia de cualquier país.




Saludos!!!
 
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La superviviente que dibujó el horror nazi
Helga Weissová sobrevivió a tres campos de concentración. También sus dibujos. Con 12 años documentó su paso por Terezín, Auschwitz, Mauthausen… Hoy nos lo cuenta en su casa


Lo peor de todo era el transporte… El tiempo que pasaba entre la llegada de uno u otro tren podía soportarse con cierta decencia en Terezín antes de que el gueto quedara superpoblado a medida que se iba aplicando la solución final. Pero cuando llegaba el transporte caía de golpe la angustia. Aquellos trenes terminaban con la tregua de cada espera fundamentada, con una más que razonable terquedad, en la necesaria evasión de la supervivencia.
Cuando crujían las ruedas sobre los raíles y se perdían en mitad de la niebla matinal de Bohemia, rumbo a Auschwitz, a Treblinka o Mauthausen, las familias quedaban rotas, las vidas cobraban el valor de una sentencia de muerte, a todos les invadía una sensación de despedida definitiva y el tiempo, la vida, se diluía sin remisión en un inquietante chasquido metálico y un crujir de maderas de vagón llenas de futuros cadáveres. Quienes entraban en aquellos vehículos dejaban atrás un paréntesis de espejismos dedicado por parte de los nazis a dar buena imagen ante las inspecciones de la Cruz Roja Internacional. El gueto de Terezín, a unos 50 kilómetros de Praga, ofrecía escenas cotidianas de supervivencia poco traumática para los estándares del Holocausto.
A pesar de que allí, de los 144.000 judíos que pasaron por sus contornos, perecieron 35.000 –“sin cámaras de gas ni asesinatos en masa, solo por razones de enfermedad, insalubridad y hacinamiento”, según relata Vojtech Blodig, vicedirector del Terezin Memorial–, los chavales jugaban con normalidad en aquel pueblo fortificado entre 1780 y 1790 por los efectivos del Imperio Austrohúngaro para defenderse de las probables invasiones. “Para un niño era un sueño, no había escuela, ni deberes, pasabas hambre, cierto, pero no como en otros campos, nos daban carne una vez por semana”, cuenta hoy el escritor, también superviviente en Terezín, Ivan Klima, autor de El espíritu de Praga (El Acantilado). “Ahora sí, sabías que al entrar en aquellos trenes no volverías jamás”.
Entre las anchas avenidas, los restos de talleres y los patios conservados hoy, resulta fácil imaginar a los viejos fumando para combatir el frío del destino. También a las mujeres con sus labores y a los artistas mientras entretenían con conciertos y obras de teatro aquella espera contemplada con sorna por los oficiales alemanes, plenamente conscientes del final que tenían reservado para todos aquellos judíos a algunos kilómetros al norte.
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Los camastros en campos de concentración como Auschwitz acogían a varios presos por literia.
Terezín ha pasado a la historia por ser el campo de los artistas. Su museo muestra el paso de varias leyendas checas y eslovacas por sus barracones. No solo en la Segunda Guerra, también allí fue recluido Gavrilo Princip, autor del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, un acto que provocó, por ejemplo, la guerra de 1914.
En los habitáculos del gueto, un tanto alejado del campo para prisioneros comunes en cuya entrada luce hoy una enorme estrella de David junto a varias tumbas, quedan reproducidos los espacios acotados y también los escenarios improvisados para las representaciones. Allí fue a parar la joven Helga Weissová, que hoy, en la misma casa de Praga de donde salió rumbo al incierto impasse de Terezín, recuerda las vivencias y las imágenes plasmadas en cuadros y dibujos que fueron perfilando su vocación de artista hasta el presente.
Helga fue una niña feliz antes de la ocupación, según relata en su Diario, publicado por la editorial Sexto Piso. Vivía su preadolescencia de lógicas preocupaciones arropada en una familia sin agobios con padre empleado en un banco estatal y madre modista. Hoy nos invita a escuchar su historia sentados en el salón de su casa. Destila un humor envidiable y sus dotes de negociante para vendernos el libro con sus dibujos reproducidos. Los originales no los quiere mostrar… “Necesitan su oscuridad. Los tengo escondidos”, se excusa.
“Nos dejaron llevar 50 kilos de equipaje”, cuenta la superviviente. Allí debía entrar todo: “ropa de abrigo para el invierno, comida, hornillos, velas y, en mi caso, unas acuarelas o crayones con los que pintar y dos muñecas”. Más o menos, así son los objetos que muestran sus dibujos. En ellos, las mantas desbordan las ventanas, los calcetines cuelgan de unos finísimos hilos en el interior, los atriles se hacen hueco entre cada bulto, los camastros parecen despedir un hedor aterrado ante el sueño imposible de conciliar, el gesto sonriente de los niños se va tornando en gélido desamparo y los colores templados dan paso sucesivamente al dramatismo de las sombras.
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Weissová tenía 12 años cuando comenzó su recorrido por el horror.
Son trazos proverbiales, de gran valor documental. Cuando Helga llegó a Terezín con su familia, no había plazo ni fecha de regreso. La vida cambió radicalmente. Lo que para el pequeño Klima, hoy escritor reconocido en todo el mundo, suponía cierta liberación, para la joven pintora resultaba preocupante. “Los niños por encima de 13 años debían trabajar en el campo, plantar patatas, verduras. Prohibieron la educación, no había clases, si querías aprender algo, dependías de que algún adulto te explicara matemáticas, geografía, inglés…”.
La falta de disciplina escolar para los niños contrastaba con la promoción de actividades culturales. Para los nazis, lo último rentaba más en términos de propaganda. Se mostraban obsesionados en el cinismo de querer esconder sus verdaderas intenciones y de paso aparentar que tampoco era para tanto… De allí han salido novelas, obras de teatro, composiciones musicales como la ópera Brundibar, de Hans Krása, quien, aunque la concibió antes de entrar en el gueto, la reconstruyó en Terezín para ser representada allí con los niños del campo. “Fue muy importante, porque participar en aquellas iniciativas conservaba en nosotros la conciencia de que éramos seres humanos”.
Terezín fue un lugar en el que tanto ella como sus compañeros de penurias comprendieron en una dimensión única el significado de la amistad. “Quienes hemos sobrevivido de allí, permanecimos siempre en contacto”. Ahora todo es más fácil con Internet. Pero esa necesidad de apego permanente comenzó muy pronto entre ellos. Empezaron con cartas, ansiosamente, después de haber sufrido restricciones en el envío o descubrir más tarde métodos truculentos. “En muchos casos, los soldados obligaban a los prisioneros a poner fechas posteriores en sus misivas, de forma que cuando las recibían sus familiares ya estaban muertos”.
El día en que llegó su temido transporte le dieron 24 horas para recoger sus cosas. Salió de allí con su madre. Su padre partió en otro tren. Con los hombres…
En octubre de 1944 llegaron a Auschwitz. “Habíamos viajado en vagones de ganado apilados durante 48 horas. No nos dejaron sacar nuestras pertenencias del tren. Nos alinearon y pese a tener 15 años tuve la suerte de que me apartaran para trabajar, junto a quienes tenían más de 16. Los más pequeños iban a la cámara de gas, así que me salvé. Fui uno de los 100 que pudieron seguir con vida entre los 15.000 niños que gasearon”, recuerda Weissová imponiendo su conciencia superviviente.
“No digáis que estáis enfermos. Insistid en que no para que os pongan a trabajar”, les aconsejaban quienes llevaban algún tiempo en sus barracones. Así es como la posteridad debe entender ese macabro eslogan que los nazis pintaban a la entrada de cada campo y que también puede leerse hoy tanto en Terezín como en Auschwitz: “Arbeit macht frei” (El trabajo os hará libres).
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Helga Weissová pintó las escenas de Terezín en color mientras que las de Auschwitz y Mauthausen se reflejan en blanco, negro y sepia.
Su madre, que entonces había cumplido 38 años, también valía para trabajar. Y para aterrorizarse, porque cada vez que las enviaban a las duchas creían que no volverían a salir… Cuando el agua cesaba dentro, continuaba fuera porque las echaban al barro para rematarlas de una pulmonía cuando caían chuzos de punta.
De Auschwitz salieron para Mauthausen, allí necesitaban refuerzos para trabajar en una fábrica de piezas para la aviación. Pero las condiciones en el nuevo campo eran terribles. Ya ni comían, fueron dejándolas a merced del hambre y del frío. “Tan solo unos españoles nos acogieron y nos ayudaron a sobrevivir esos días. Con solo acotarles un espacio donde dormir en el suelo, fueron tirando. Se habían rendido. Únicamente cabía dejarse morir. Helga guarda el nombre y la dirección de uno de ellos: Manuel Caballero Domínguez, de Barcelona. “Me gustaría saber qué fue de él”.
¿Y los cuadros? ¿Cómo sobrevivieron? “Se los dejé a un tío mío que antes de salir los ocultó en la pared del campo tras unas piedras. Cuando todo acabó, volvimos y allí estaban. Un milagro”. ¿Y ahora no me los va a dejar ver? “No”, responde recelosa esta mujer heroica, testigo en lápiz y acuarela del apocalipsis. “Aunque está usted encima de ellos…”, asegura mirando al asiento que hace las veces de baúl. Un baúl donde Helga Weissová oculta los turbios tesoros del horror que entonces vivió.
elpais.es
 

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Descubren cursos nazis para 'la esposa perfecta'
Documentos en el Archivo Federal de Alemania revelaron la creación de escuelas para capacitar a las mujeres que deseaban casarse con funcionarios del Tercer Reich


Las “escuelas de novias” fueron fundadas por orden del líder de las SS, Heinrich Himmler, en 1936 y encabezadas por Gertrud Scholtz-Klink, la mujer de más alto rango del Tercer Reich, que lideró la NS-Frauenschaft (Liga Nacional Socialista de Mujeres) y fue una ferviente activista nazi y amiga personal de Himmler.
La primera academia se inauguró en la isla de Schwanenwerder, en el lago Wannsee, cerca de Berlín, y defendía que una mujer en los años 30 y 40 debía ser admiradora de Hitler, genéticamente impecable y una profesional en los deberes del hogar para que le permitieran casarse.
Documentos hallados recientemente en el Archivo Federal alemán señalan que durante el régimen nazi las jóvenes debían servir de “pilar de la raza germana”, para lo cual necesitaban cumplir varios requisitos.
Para contraer matrimonio con un miembro de las SS o cualquier otro funcionario nazi, una muchacha estaba obligada a cursar un programa de seis semanas, durante las que se le enseñaba a cocinar, coser, limpiar, planchar, decorar la casa y cuidar y educar a los niños. Luego les proporcionaban nociones sobre cómo comportarse correctamente en eventos sociales y les impartían “conocimientos especiales sobre la genética y la raza”.
Al terminar de cursar todas las asignaturas, las pretendientes recibían un certificado que les permitía casarse en una ceremonia neopagana, ante un altar decorado con los símbolos nazis, en presencia de los miembros de las Fuerzas Armadas nazis. También fueron hallados ejemplares de esos certificados.
Esas escuelas gozaron de una gran popularidad, pero la escasez de hombres a causa de la guerra provocó que los nazis tuvieran que replantearse el ideal femenino para promover una mujer trabajadora.

infobae
 

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Polémico homenaje a Hitler en una plaza de toros
La alcaldesa madrileña condenó la pintada en una tribuna, que fue descubierta minutos antes de una corrida. "Adolf Hitler tenía razón", decía el mensaje borrado tras la ceremonia


Un grafiti neonazi de grandes dimensiones en la plaza de toros del municipio madrileño de Pinto desató la indignación de la alcaldesa de la localidad, Miriam Rabaneda, del Partido Popular, y de todos los grupos de la oposición.
Una de las tribunas amaneció, este miércoles, pintada con el rostro de Adolf Hitler, la fecha de su nacimiento y muerte, una esvástica y la frase “Adolf Hitler tenía razón”, que permaneció durante la primera jornada de encierros que se celebró ese día.
Aunque el Ayuntamiento de Pinto no publicó ningún comunicado oficial, su alcaldesa expresó en Twitter su “absoluta repulsa” a la imagen y aseguró que se había dado orden de borrarla “lo antes posible”.

Sin embargo, los encierros se celebraron con la pintada y no se borró antes, según Rabaneda, "por motivos de seguridad", ya que 5.000 personas iban a entrar en la plaza en pocos minutos, unos 2.500 en las gradas y otros 2.500 que ingresaría a la arena tras hacer el recorrido de los encierros.
Según la alcaldesa, no se suspendió ni se retrasó el acto “para que quienes no tuvieran culpa no se quedaran sin toros". La plaza de toros ya luce como debe, sin la imagen aparecida esta mañana.
A fines de los años 30, el líder del régimen nazi, además de querer crear una generación de alemanes genéticamente perfectos, también pretendió fabricar un toro "ario" que acabara con la "degeneración de razas" existente en Europa.



Fuente: EFE
 

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Muere en París Jacques Vergès, el 'abogado del terror'

Jacques Vergès, abogado francés | Foto de Archivo/ Afp

Jacques Vergès, uno de los más controvertidos y temidos juristas de Francia, retratado por el cineasta galo Barbet Schroeder en el documental 'El abogado del terror', falleció este jueves a los 88 años de edad por una insuficiencia cardiaca.
El polémico y mediático personaje quedará siempre ligado a la defensa de individuos como el criminal de guerra nazi Klaus Barbie; el camboyano Khieu Sampham, cabeza visible del régimen de terror impuesto por el Jemer rojo; o el terrorista venezolado Ilich Ramírez Sámchez, 'Carlos, el Chacal'.
Su clientela, según recuerdan hoy los medios franceses, incluye igualmente a integrantes de la extrema izquierda europea, al expresidente serbio y yugoslavo Slobodan Milósevic o a los terroristas libaneses Georges Ibrahim Abdallah y Anis Naccache.
"Vergès murió de un paro cardíaco alrededor de las 20.00 horas en la sala Voltaire, exactamente en el 'Quai Voltaire' en París, cuando estaba cenando con su familia", ha señalado un comunicado de Pierre-Guillaume Roux Editores, quienes publicaron las memorias del abogado. "Fue un lugar ideal para la última aparición de quien, como Voltaire, cultivó el arte de la rebelión y el cambio permanente".
"Lo que hay que recordar de Vergès es a la vez el talento, la valentía, el compromiso y el sentido de la contradicción. Un abogado no es un mercenario, es un caballero. Y Jacques Vergès era un caballero", dijo de él anoche el expresidente el Consejo Nacional de la Abogacía, Christian Charrière-Bournazel.
El abogado que se atrevería a defender a Hitler
De rostro pequeño, redondo, suave e irónico, con gafas redondas y corte fino, este aficionado del cigarro se mantenía cerca, no sólo de los políticos de todo el mundo, sino también de activistas de las sombras y terroristas internacionales.
A la pregunta "¿Estaría dispuesto a defender a Hitler?" planteada por Schroeder en el documental sobre el jurista, Vergès respondió: "Por supuesto. E incluso a George W. Bush. Estoy dispuesto a defender a todo el mundo (...) a condición de que se declaren culpables".
Su trayectoria vital, casi novelesca, apunta a que pudo haber trabajado en Extremo Oriente para los servicios secretos chinos y para los franceses, durante una etapa de ocho años a principios de los setenta a la que él se refería como sus "grandes vacaciones".
Nacido en 1925 en Tailandia, de madre vietnamita y padre francés, es además autor de una veintena de libros, se enroló en 1941 en las Fuerzas Francesas Libres (FFL) del general De Gaulle, combatió en Argelia, en Marruecos, en Italia y en Francia, y terminó la carrera de Derecho en 1955.
Apodado por sus opositores como "el chino", a Vergès se le conoce también como el creador de la llamada "estrategia de ruptura", en la que en lugar de intentar minimizar los hechos y obtener la indulgencia de los jueces, cuestionaba el sistema judicial y negaba la legitimidad del tribunal.
Padre de dos hijos, fruto de su relación con la militante del Frente de Liberación Nacional (FLN) Djamila Bouhired, a la que según afirmaba él mismo conoció "a la salida de una sala de tortura", el abogado no escapaba de la polémica.
elmundo.es
 
Polémico homenaje a Hitler en una plaza de toros
La alcaldesa madrileña condenó la pintada en una tribuna, que fue descubierta minutos antes de una corrida. "Adolf Hitler tenía razón", decía el mensaje borrado tras la ceremonia


Un grafiti neonazi de grandes dimensiones en la plaza de toros del municipio madrileño de Pinto desató la indignación de la alcaldesa de la localidad, Miriam Rabaneda, del Partido Popular, y de todos los grupos de la oposición.
Una de las tribunas amaneció, este miércoles, pintada con el rostro de Adolf Hitler, la fecha de su nacimiento y muerte, una esvástica y la frase “Adolf Hitler tenía razón”, que permaneció durante la primera jornada de encierros que se celebró ese día.
Aunque el Ayuntamiento de Pinto no publicó ningún comunicado oficial, su alcaldesa expresó en Twitter su “absoluta repulsa” a la imagen y aseguró que se había dado orden de borrarla “lo antes posible”.

Sin embargo, los encierros se celebraron con la pintada y no se borró antes, según Rabaneda, "por motivos de seguridad", ya que 5.000 personas iban a entrar en la plaza en pocos minutos, unos 2.500 en las gradas y otros 2.500 que ingresaría a la arena tras hacer el recorrido de los encierros.
Según la alcaldesa, no se suspendió ni se retrasó el acto “para que quienes no tuvieran culpa no se quedaran sin toros". La plaza de toros ya luce como debe, sin la imagen aparecida esta mañana.
A fines de los años 30, el líder del régimen nazi, además de querer crear una generación de alemanes genéticamente perfectos, también pretendió fabricar un toro "ario" que acabara con la "degeneración de razas" existente en Europa.



Fuente: EFE

Bueno, tan distintos no son los nazis con los sanguinarios que "disfrutan" de ese "espectáculo".
 

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Nueva visita al Gueto de Varsovia, más allá de la propaganda

Se trata del filme rodado por la ocupación nazi a Polonia, con testimonios y tomas rescatadas a fines de los 90.

“¿Dónde se habrá visto una flor?”, dice la sobreviviente. “Nos la habríamos comido…” Todas las imágenes documentales del Gueto de Varsovia –el área de exclusión judía en la capital polaca tras la invasión nazi de 1939, antesala de la masacre a partir de septiembre de 1942– eran ficción. Corrijo, eran parte de un film de propaganda con un libreto concebido de antemano para “documentar” la vida judía.
The unfinished film (El film inconcluso), un documental de Yael Hersonski, devela la matriz propagandística de los archivos cuyos fragmentos fueron tomados por los historiadores como registro de realidad durante décadas. Se trata de la película nazi original, más la pesquisa filmográfica, un aporte al inagotable debate filosófico sobre lo “imaginable” y lo “representable” en el empleo de imágenes del Holocausto. Esta controversia, una de las más fértiles de la Filosofía y la Estética, reverbera en Argentina, primero por el legado inmigratorio, pero también por las políticas de la memoria del kirchnerismo y el problema del archivo ciego del terrorismo de Estado.
En 1954 las autoridades soviéticas de Alemania Oriental hallaron el archivo de la propaganda nazi. Entre las latas, la pila de rollos Das Guetto (El Gueto), una hora en su primer montaje de borrador sin sonido. Filmada en Varsovia durante mayo de 1942, dos meses antes de que comenzara la deportación final a Treblinka, nunca fue exhibida. El film cambió de estatuto en 1998 al aparecer otros 30 minutos de descarte. Esas tomas revelan que no se trata de judíos “al natural” sino de residentes elegidos según su grado de nutrición y vestuario. En el descarte surgen evidencias de que hubo varias unidades de rodaje y, entre los camarógrafos, Willy Wist, único integrante conocido del equipo. Wist fue identificado en los años 60, al declarar en el juicio al encargado del gueto, comisario Auerswald. Para su testimonio, la realizadora empleó al actor Rudiger Vogler, en un recurso de ficción algo problemático. Al cabo de la guerra, Wist destruyó el material en su poder y se dedicó a la reventa de chatarra. El filme no tenía director sino un productor ejecutivo, identificado como “el Faisán dorado”.
La película de la israelí Hersonski busca restaurar el “fuera de cuadro”. Pero le habla al presente; interroga nuestra candidez de espectadores ante el montaje y nos lleva a revisitar las historias oficiales. Para su documental se basó en dos fuentes: el archivo del historiador Emmanuel Ringblum, que documentó el gueto y a quien se debe la supervivencia de la obra de la pintora Gela Sekstajn, y los diarios de Adam Czerniakow, presidente del Consejo Judío de Varsovia. Czerniakow registró la vida del gueto y los pedidos del equipo de filmación ese mayo, cuando debía prestar locaciones para el rodaje, incluida su casa. Fue el único judío que conservó su piso pese a la ocupación; se suicidó con cianuro cuando se requirió de él la primera lista de judíos para Treblinka.
Fragmentos de Das Guetto quedaron como verdad histórica pese a sus falsificaciones. Así, la estampida en la calle Smocza o la tarde de comedia en el teatro Azazel, cuyos figurantes (con el eufemismo Figuren los alemanes se referían a los judíos muertos) fueron llevados en camiones y nunca vueltos a ver, como si esa estelaridad de N.N. hubiera compensado la extinción por la vía tecnológica –alcanzando con ella un raro régimen sagrado. Y hay además disparates –el cortejo fúnebre que culmina en entierro cristiano. El predicado central era el origen clasista de la inferioridad racial, explicando a los pobres por la impiedad de los ricos y condenando a ambos: a los ricos, como saqueadores de la riqueza europea y a los pobres, como ejemplares de una etnografía “degenerada”. Ilustradas con tomas fijas, las fisonomías se ajustan a los atlas de la criminalística lombrosiana: las parejas de judío rico/judío pobre ilustran el poder mortífero –sí, nada menos– de los estereotipos.
El gueto, ciudadela de niños callejeros. Niños famélicos en andrajos, niños inmóviles plegados en sus esqueletos, niños muertos en las veredas, festín de las moscas. Un momento intenso es la requisa a una pandilla de pequeños contrabandistas, obligados a desembuchar media docena de zanahorias. ¿Por qué la propaganda anti-judía abundó tanto en ellos? Para representar una raza sin futuro.
El escritor Imre Kertész, en su ensayo ¿De quién es Auschwitz?
, critica que la “estilización” del Holocausto es hoy intolerable: “La palabra misma, Holocausto, ya es una estilización …. Se creó un conformismo del Holocausto, un sentimentalismo y un canon, un sistema de tabúes del Holocausto, junto al discurso ceremonial que lo acompaña. Habitamos el Kitsch jurásico de Spielberg”. El filósofo Jean-Luc Nancy afirma que el Holocausto planteó a Occidente “la última crisis de la representación”.
El teórico alemán Sigfried Kracauer observa en Teoría del cine que la fotografía es el arte más apto para representar a “la familia del hombre” pero que las imágenes documentales tienen la cualidad agregada de redimir el mundo material, la realidad física. Con las imágenes del exterminio, escribe, “redimimos el horror de su invisibilidad, horror que estaba oculto tras los velos del pánico y la imaginación”. Levantar el tabú las vuelve liberadoras. Pero cuando se trata del nazismo, siempre es preciso distinguir entre el material realizado por los perpetradores (Das Guetto) y el vasto archivo rodado por las fuerzas de liberación; en el Este europeo, los documentalistas del Ejército Rojo. Uno de los temas más productivos para la filosofía en las últimas décadas ha sido la noción de que Auschwitz estableció una nueva barrera a lo imaginable y representable. Quizá el más activo sostenedor de este límite ha sido Claude Lanzmann, director de la monumental Shoah. Lanzmann, que describió su film como talmúdico (el Talmud prohíbe la representación), dijo que si se encontrara una sola toma de las cámaras de gas habría que quemarla: la Shoah debe permanecer sin imágenes, a fin de evitar cualquier fetichización. Pero algunos filósofos rechazan este posición por absolutista –o por su pereza intelectual, como sostiene Georges Didi-Huberman en su excepcional Imágenes a pesar de todo: m ontaje no es igual a mentira, recuerda. Nancy denunció que el dogma de algo irrepresentable “confunde imposibilidad con ilegitimidad”, y convierte toda imagen en objeto de erradicación”, mientras Ranciere critica el “uso inflacionista” de nociones absolutas como la de Lanzmann, que hoy rodean de “un aura de terror sagrado” cualquier nuevo intento de procesar el pasado.
clarin
 

Sebastian

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Merkel visita el campo nazi de Dachau en plena campaña

La canciller será el primer jefe de Gobierno alemán que visite el campo de concentración


Merkel hace una pausa tras depositar una corona de flores en el campo de concentración de Dachau. / M. DALDER (REUTERS)

Angela Merkel será esta tarde la primera canciller federal de Alemania en visitar el campo de concentración nazi de Dachau, junto a la localidad del mismo nombre situada unos 20 kilómetros al noroeste de Múnich. Otra novedad es que la cita de la jefa del Gobierno coincide con el comienzo del mes de campaña para las generales del 22 de septiembre, en las que Merkel se presenta a la reelección al frente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Renate Künast, líder de Los Verdes, considera que se trata de “una combinación inadmisible”. Según criticó Künast en unas declaraciones al diario Leipziger Volkszeitung, “el que toma en serio la memoria de semejante escenario del horror no hace una visita así en época electoral”. En Dachau murieron más de 40.000 personas entre judíos, presos políticos y otros represaliados del régimen. Fue el primer campo de concentración levantado por los nazis y el único que funcionó durante los 12 años de su régimen. Fue el modelo para el sistema de exterminio organizado por la Alemania de Hitler. Se cree que su primer comandante, el general de la SS Theodor Eicke, tuvo la idea de decorar el portón de entrada con la inscripción infame “El trabajo os hará libres”.

La presidenta de la Comunidad de Culto Israelita en Múnich, Charlotte Knobloch, ha defendido la decisión de Merkel. Le parece “encomiable que la canciller aproveche una estancia a la región” para ver el complejo conmemorativo. La visita de Merkel tendrá lugar a las siete menos cuarto de la tarde, entre sendos actos electorales en las localidades de Erlangen y Dachau.

La canciller federal explicó que el acto responde a una invitación de Max Mannheimer, judío superviviente de Theresienstadt, Auschwitz y Dachau. El pintor y escritor de 93 años dice considerar “un honor” que la canciller aceptara la cita. La recibirá junto al presidente del Comité Internacional de Dachau, Pieter Dietz de Loos. En el complejo, Merkel depositará una corona de flores ante el monumento conmemorativo y se reunirá, ya sin cámaras, con víctimas del Holocausto nazi. La directora del centro Gabriele HJammermann y el propio Mannheimer la guiarán por varias salas de Dachau. Merkel dice que se dirige a Dachau con “un sentimiento de vergüenza y conmoción”. “No se trata” admite, “de una cita fácil”. Tras ella, Merkel dará un discurso electoral en la ciudad a partir de las ocho de la tarde.

La visita de Merkel a Dachau se encuadra en una tradición de los líderes democristianos alemanes, desde el primer canciller Konrad Adenauer hasta el presidente Richard von Weizsäcker, de protagonizar gestos de cercanía hacia Israel y los judíos en Alemania.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/20/actualidad/1376994487_181874.html
 

Sebastian

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Merkel desata la polémica al visitar Dachau en plena campaña electoral

La canciller ha sido el primer jefe de Gobierno alemán en visitar el campo de concentración


Kerstin Joensson (AP)

Primero el campo de concentración y, un cuarto de hora más tarde, un mitin electoral en una carpa cervecera. Angela Merkel ha sido la primera canciller federal de Alemania en visitar el campo de concentración nazi de Dachau, junto a la localidad del mismo nombre situada unos 20 kilómetros al noroeste de Múnich. Otra novedad de la cita ha sido su coincidencia con el último mes de campaña para las generales del 22 de septiembre, en las que Merkel se presenta a la reelección con la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Tras recordar a las víctimas y reunirse con supervivientes en el campo, la canciller ha hablado del Holocausto también en el acto festivo posterior. “No puede haber un contraste mayor”, ha asegurado. Ha recordado que “el campo de concentración también estaba entonces a cuatro pasos de Dachau; el que quería, podía ver y oír” lo que pasaba con sus presos: “por eso es importante que no vuelva a suceder, que no volvamos a mirar a otro lado”.

El padrino político y antecesor democristiano de Merkel en la Cancillería, Helmut Kohl, participó en actos festivos parecidos en Dachau en 1990, pero no visitó el recinto conmemorativo. Muchos políticos conservadores de la Unión Social Cristiana (CSU), partido hermano de la CSU en el land de Baviera, tuvieron durante décadas una relación tensa con el antiguo campo de concentración, donde murieron más de 40.000 personas entre judíos, presos políticos y otros represaliados del régimen nazi. Fue el primer campo de concentración que levantaron y se convirtió en uno de los más célebres tras la liberación de 1945. Hasta aproximadamente el cambio de siglo, los líderes locales de la CSU se distanciaron del museo, financiado con fondos del land a partir de 1965. Un político socialcristiano de Dachau llegó a proponer en los cincuenta la voladura de lo que quedaba de los edificios originales.

Tras recordar a las víctimas y reunirse con supervivientes , la canciller habló del Holocausto en un acto festivo posterior

Las críticas a la canciller por su visita a Dachau vienen ahora del centroizquierda. Renate Künast, líder de Los Verdes, critica lo que considera “una combinación inadmisible” de actos electorales y homenaje a las víctimas del Holocausto. Según ha reprochado Künast a Merkel en unas declaraciones al diario Leipziger Volkszeitung, “el que se toma en serio la memoria de semejante escenario del horror no hace una visita así en periodo electoral”. El historiador Wolfgang Benz, especialista en la época nazi, lamenta que la visita “se produzca tan tarde”. Para Benz, la ceremonia ha dado “la impresión de ser algo de paso”.

La presidenta de la Comunidad de Culto Israelita en Múnich y expresidenta del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Charlotte Knobloch, defiende en cambió la decisión. Considera Knobloch “encomiable que la canciller aproveche una estancia en la región” para ver el complejo conmemorativo.

La visita de Merkel ha tenido lugar a las siete menos cuarto de la tarde, entre sendos actos electorales en las localidades de Erlangen y Dachau.

Dachau es el único campo de concentración que funcionó durante los 12 años de dictadura de Hitler. Sirvió de modelo para el sistema de exterminio organizado en la Alemania nazi. Se cree que su primer comandante, el general de la SS Theodor Eicke, tuvo la idea de decorar el portón de entrada con la inscripción infame “El trabajo os hará libres”. Merkel ha dicho que el acto ha respondido a una invitación de Max Mannheimer, judío superviviente de Theresienstadt, Auschwitz y Dachau. El pintor y escritor de 93 años ha considerado “un honor” que la canciller aceptara la cita. La ha recibido junto al presidente del Comité Internacional de Dachau, Pieter Dietz de Loos. Merkel ha depositado una corona de flores ante el monumento conmemorativo. La directora del centro, Gabriele Hammermann, y el propio Mannheimer la han guiado por varias salas de Dachau. Merkel ha hablado de su “sentimiento de vergüenza y conmoción”. “No se trata” ha admitido, “de una cita fácil”.

La visita a Dachau se encuadra en una tradición de los líderes democristianos alemanes, desde el primer canciller Konrad Adenauer hasta el presidente Richard von Weizsäcker, de protagonizar gestos de cercanía hacia Israel y los judíos en Alemania. Pero el rechazo que la visita puede provocar en los sectores más derechistas de la CSU y la CDU permite dudar de su valor como maniobra electoralista.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/20/actualidad/1376994487_181874.html
 

Sebastian

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Alemania admite su “fracaso histórico” en el control del terrorismo neonazi

Una comisión del Parlamento propone reformas “drásticas” en el espionaje interior


El presidente de la comisión parlamentaria sobre el terrorismo neonazi en Alemania, Sebastian Edathy, sostiene el informe final. / T. TRUTSCHEL (GETTY)

La comisión parlamentaria que ha investigado los crímenes de la banda terrorista neonazi alemana NSU presentó ayer un informe de casi 1.500 páginas sobre el “fiasco histórico” de las autoridades ante la violencia ultraderechista. Durante 16 meses, diputados de todos los partidos con representación en la Cámara baja (Bundestag) han tratado de esclarecer cómo fue posible que el grupo de neonazis formado por Beate Zschäpe, Uwe Böhnhardt y Uwe Mundlos perpetrara nueve asesinatos impunemente durante más de diez años. Los parlamentarios de la comisión reconocen el “fracaso masivo” de los investigadores, pero dicen carecer de indicios de que los terroristas tuvieran el apoyo o la complicidad de los servicios secretos o de la policía.

Además de los homicidios de corte racista— ejecutados con la misma pistola— y varios atentados con bomba, la banda tiroteó a una agente policial y robó más de diez bancos. El grupo solo fue descubierto en 2011, tras la muerte de los dos Uwes en una caravana. Zschäpe reventó la vivienda que compartían en la localidad de Zwickau, al este del país, y se entregó a la policía. Está siendo juzgada en Múnich junto a cuatro presuntos cómplices.

Los investigadores de la serie de asesinatos racistas cometida por el trío entre 2000 y 2006 se empeñaron en atribuirlos a inexistentes tramas mafiosas de origen extranjero. La posibilidad de un móvil xenófobo se descartó, así, con argumentos xenófobos a su vez: en palabras del presidente de la comisión, el socialdemócrata Sebastian Edathy (SPD), la policía “dio por hecho que los turcos matan turcos” y puso en el punto de mira de sus pesquisas a los propios familiares de las víctimas, que aún se duelen de esta estigmatización.


Beate Zschäpe, una de las acusadas. / M. DALDER (REUTERS)

Las fuerzas de seguridad pusieron en marcha numerosos dispositivos de vigilancia, busca y captura que terminaron todos en chasco. En Colonia y en Hamburgo, las autoridades llegaron a consultar respectivamente a una “adivina” y a un médium, este último de origen iraní.

El caso alcanzó alturas grotescas tras el asesinato del joven Halit Yozgat en su propio cibercafé de Kassel, en 2006. La policía detuvo al alemán Andreas Temme, que había estado en la escena del crimen. Se supo que era un agente de los servicios secretos, que alertaron de una posible venganza contra él por parte de los fieles de una mezquita local, por lo que fue puesto en libertad. Solo la comisión parlamentaria pudo obtener su declaración, en la que afirmó que estaba en el establecimiento para ligar por Internet. Con este asesinato terminó la serie de crímenes xenófobos.

Además de su crítica a las autoridades, la comisión presentó ayer una serie de 47 recomendaciones para evitar nuevas olas de violencia nazi.

Tanto los Verdes como la izquierda de Die Linke pidieron la supresión definitiva de los servicios secretos internos, denominados Oficina de Protección de la Constitución. Edathy admitió que dicha instancia no ha cumplido la tarea de proteger el orden constitucional alemán. Los partidos de la coalición de Gobierno (cristianodemócratas y liberales), así como el socialdemócrata SPD, el principal de la oposición, han impulsado un consenso dentro de la comisión parlamentaria, que finalmente no recomienda suprimir las agencias de espionaje sino “reformas” en el sistema de seguridad nacional para desterrar definitivamente el racismo de las instituciones y evitar nuevas embestidas terroristas.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/22/actualidad/1377195696_197451.html
 

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El argentino que nos ayudó a escapar del nazismo
Por Liselotte Leiser Nació En AlemaniA En 1919. Judia, Sobrevivio Al Nazisimo Y Vive En La Argentina Desde 1947.
Actitudes que hacen diferencia. Los Leiser, alemanes judíos, tenían una zapatería en Berlín. Salvaron sus vidas, aunque lo pasaron duro en un campo de internamiento. El empresario Alberto Grimoldi les conservó bienes que les reintegró apenas terminada la guerra, además de facilitarles luego el ingreso a la Argentina.

Me dicen Lilo pero mi verdadero nombre es Liselotte Leiser de Nesviginsky. Tengo 94 años, nací en Berlín, en una familia judía que era dueña de una importante cadena de zapaterías y llegué a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial. Soy viuda luego de haber estado casada más de 50 años con un hombre extraordinario, buen compañero de vida y aventuras. Mi único hijo se llama Jorge, 58 años.
Soy, también, una sobreviviente del nazismo. Claro que ese calificativo no alcanzaría para definirme como persona, pero creo que es una forma posible de empezar a presentarme. Voy a ir por partes. La cadena de zapaterías de mi familia, “Leiser”, llevaba nuestro apellido y tenía más de treinta y cinco sucursales. Para el año 1933 aproximadamente estuvo de visita en uno de nuestros negocios Alberto Enrique Grimoldi, el conocido fabricante argentino de zapatos, hijo a su vez de quien fundó esa empresa en 1895. Alberto había venido para aprender en los negocios de mi familia todo lo relacionado con la atención al cliente, la venta de calzado al público, la comercialización del producto. Recuerdo como si fuera hoy que Alberto se sentó en banquito de madera de esos que se usaban entonces para ver en detalle, en vivo y en directo como se dice ahora, el procedimiento que utilizaban los vendedores de la firma.
Ninguno de nosotros podía imaginar la importancia que tendría ese hombre que de tal modo se cruzó con nuestras vidas para siempre.
Pasaron los años y la oscura estrella de Hitler siguió ascendiendo en una Alemania que se volvía cada vez más peligrosa y temible. En el año 33 la cadena Leiser, cuyas fotografías pueden verse hoy en el Centro Conmemorativo del Holocausto de Montreal, fue “arianizada” y, como consecuencia de ese despojo cruel y racista, mi familia fue obligada a “asociarse” en forma compulsiva con una persona no judía y así pasar el negocio a manos “arias”. En noviembre de 1938 se produjo la tristemente célebre noche de los cristales rotos, esa que quedó en la historia de Alemania con el nombre de Kristallnacht .
A partir de ese episodio vinieron ataques permanentes y cada vez más duros contra los judíos con persecuciones de todo tipo. Sin ir más lejos, ya unos años antes, yo asistía a un liceo de señoritas hasta que a la edad de catorce años fui notificada por una profesora diciéndome, con una sonrisa entre cínica y fría, pero también como un alerta de lo que se venía, que debía buscar inmediatamente otro lugar ya que por ser judía no podría continuar estudiando en ese liceo.
Cuando la situación se volvió intolerable para todos nosotros, mis padres decidieron viajar conmigo desde Berlín a Holanda procurando buscar un lugar más seguro y tranquilo. Recuerdo ese momento crítico y angustiante con el mayor detalle que mi débil memoria permite. Íbamos a embarcarnos, creo, en un avión de la línea Lufthansa. En la aduana los SS nos desnudaron por completo para comprobar que no lleváramos joyas escondidas en el cuerpo… Así era la vida entonces. En Amsterdam mi familia poseía también una cadena de zapaterías conocida como Huff , no tan grande como la de Alemania, pero igualmente importante y prestigiosa. En el nuevo destino no disfrutamos de la suerte esperada.
En mayo de 1940 también ese país fue invadido y ocupado por los nazis. Ante el riesgo de perder también los negocios en Amsterdam se produjo la segunda y milagrosa intervención de Grimoldi, quien se hizo cargo de la cadena en Holanda mediante una operación comercial obviamente ficticia y con la promesa de devolver el patrimonio recibido no bien terminara la Guerra. Un verdadero pacto de caballeros. También –aunque yo era muy joven para conocer el detalle– sé que cuando mi familia aún estaba en Alemania le envió dinero a él con la sola promesa de palabra de que luego lo devolvería. Y así fue. A veces me preguntan por qué mi familia confió tanto en Grimoldi. La respuesta es mucho más simple de lo que podría suponerse. Mis padres decidieron asumir el riesgo y, así, aferrarse a la promesa de ese hombre que, en un mundo que se les caía encima, les generaba confianza. A veces en la vida hay que dar un espacio a los valores permanentes de la condición humana.
Lo que pasó después es algo muy triste de contar y evocar para mí. Un día, a las seis de la mañana yo estaba parada y como perdida en la puerta de nuestra casa en Amsterdam; en la noche anterior había salido a bailar con unos amigos en un bar de las cercanías cuando llegaron los de la Gestapo. Debo advertir que un poco antes de eso, en un último y desesperado intento de prevención y anticipo de la tragedia inminente, mi familia obtuvo a cambio de una fuerte suma de dinero pasaportes costarricenses. Fueron otorgados por el conde Rautenberg, cónsul por entonces de ese país centroamericano. Me animo a decir que la posesión de esos documentos que nos brindaron la ciudadanía de un país que jamás conocimos nos salvó la vida. Y no exagero. De no contar con ellos nuestro destino seguro eran las cámaras de gas de Auschwitz. Pero aún con esa ventaja adicional nos llevaron primero a un colegio grandote donde dormíamos en el piso en condiciones muy precarias y finalmente terminamos alojados en el campo de concentración de Westerbork, un lugar de tránsito en realidad. Fue el mismo donde estuvo Ana Frank, la autora del famoso diario íntimo, antes de ser trasladada a Auschwitz para matarla como ya lo habían hecho los nazis con una tía mía, su esposo y su pequeña hija.
En Westerbork dormíamos en barracas ruinosas y fuimos tratados como animales o menos que eso. De un lado pusieron a los hombres y del otro a las mujeres. Hacíamos nuestras necesidades en letrinas asquerosas, simples agujeros cavados en el piso, y nos limpiábamos con papel de diario cuando había. Las camas, de dos o tres pisos de alto, eran de hierro y con colchones de paja.
Por las mañanas nos lavábamos como podíamos en los mismos bebederos que se usaban para el ganado. Tengo de esa época un recuerdo insignificante pero, quién sabe por qué, muy importante para mí. Secretamente me hice una almohadita rellena con crines de caballo que llevé y usé en todos los lugares por donde anduve en la vida. Aún hoy la conservo… Dentro de todo, y en comparación con los demás, tuve suerte porque una prima mía ya estaba en el campo y se había hecho amiga de uno de los médicos que trabajaban ahí. Si no me equivoco se trataba del doctor Spanier, también judío y obligado a trabajar como todos en el hospital del lugar. Yo, usando un brazalete que todavía conservo al igual que la estrella amarilla que nos obligaban a llevar en todo momento, trabajé en el hospital como cocinera. Para alimentar a mis padres y a otras personas juntaba a escondidas viejas cáscaras de papas, zanahorias o batatas y con eso, más algunos huesos que encontraba por ahí, preparaba una especie de sopa horrible que sin embargo sirvió de alimento para muchos.
Lo que sigue a esta historia tiene que ver con la ansiada liberación. Llegó al lugar una autoridad de la cancillería alemana y constató la autenticidad de nuestros pasaportes costarricenses. Hacia 1944 nos trasladaron entonces a un campo de refugiados en Francia llamado la Bourboule. Una semana después se produjo el desembarco en Normandía y, qué emoción me da contarlo ahora, nos abrazamos todos llorando y corrimos hacia los alambrados de púas, los cortamos casi con los dientes y gritamos la palabra libertad, libertad, libertad, una, dos, cien veces. Una nueva vida empezaba para mí en ese instante. Y lo vivido entonces fue inolvidable para mí, para mis padres y para las demás víctimas judías o de otro origen que habían conseguido sobrevivir a una vida espantosa en el mejor de los casos … o a una muerte segura.
Dado que conocíamos a gente amiga y familiares en Uruguay nos embarcamos hacia ese país, más precisamente a Montevideo, donde, en el barrio de Pocitos, permanecimos alojados durante aproximadamente nueve meses en una pensión. Queríamos ingresar a la Argentina pero eso no parecía posible por razones políticas: sabemos que la Argentina puso trabas para la inmigración de los judíos durante esa época. Es entonces cuando se produce la tercera y nuevamente milagrosa aparición de Alberto Enrique Grimoldi, a quien por supuesto no olvidábamos. Él tenía contactos a diferentes niveles gubernamentales de Argentina y actuó como garante personal para permitir nuestra llegada a este país. Parece que le dijo al gobierno, presidido entonces por Perón, que nuestro conocimiento era fundamental para potenciar sus planes en la empresa. Acto seguido Grimoldi devolvió a mi familia el dinero y todo el patrimonio de los negocios de Holanda que habían quedado a su nombre, un gesto que mi familia conoce muy bien y que r escato en mi memoria como un tesoro inapreciable y eterno.
Es curioso lo que pasó después o... lo que no pasó. Junto a mi marido me dediqué a la actividad turística, llegamos a organizar el primer contingente de viajeros argentinos a la Antártida, la vida siguió su curso. Pero lo cierto es que finalmente perdí todo contacto con los Grimoldi.
Alcancé a saber que el hombre que nos había ayudado tanto en momentos de grave riesgo para mi familia había muerto si no me equivoco en 1953. Todo lo vivido pareció entonces perderse para siempre en el olvido. Un día, no sé por qué, me puse en campaña junto a Virginia, una gran amiga y asistente, para ubicar a los Grimoldi. Fue como querer retomar en parte el hilo que se había roto. Ayudó en tal sentido un artículo aparecido en un diario donde se mencionaba a esa familia y su historia con algún detalle. Virginia, bastante más moderna que yo en el manejo de Internet y esas cosas, se ingenió para dar con Grimoldi hijo, el actual presidente gerente de la empresa.
Le enviamos juntas un mensaje electrónico y así se retomó el vínculo. Fui invitada a una reunión convocada en la fábrica con toda la familia para que yo contara el comportamiento que tuvo Alberto con nosotros. Eso fue muy emocionante para todos. Lo que dije en ese encuentro lo repito ahora. Ojalá todos los hombres actuaran como lo hizo Grimoldi. Su hijo, Alberto Luis, es el actual presidente y gerente de la empresa y más allá de eso es, debo decirlo con todas las letras, un amigo permanente de la familia que nunca se olvida de nosotros.
Tengo 94 años y pese a todo lo pasado y sufrido estoy feliz de estar aún en el mundo. ¡Me gusta la vida! Y si me toca morir preferiría que fuera de repente, sin dolor… y rodeada por todos mis seres queridos.
clarin
 
J

JT8D

Polémico homenaje a Hitler en una plaza de toros
La alcaldesa madrileña condenó la pintada en una tribuna, que fue descubierta minutos antes de una corrida. "Adolf Hitler tenía razón", decía el mensaje borrado tras la ceremonia
Esto me parece todo una contradiccion, pues por cierto Hitler consideraba a los espanioles una raza inferior (no arianos). Tenia mismo Hitler razón?

Saludos,

JT
 

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Hitler: un auténtico drogadicto

Adolf Hitler, en su intento por verse ante sus seguidores como el ejemplo perfecto del 'superhombre nazi', se volvió adicto a las drogas, llegando a consumir cócteles de hasta 80 fármacos, según informes de su médico personal hallados recientemente.
Si iba a gobernar el mundo, para el líder supremo era necesario demostrar que él era el espécimen perfecto, el modelo de la virilidad masculina y no despertar sospechas sobre sus problemas mentales y de salud. Sin embargo, ocultarlos era una tarea difícil, por lo que el padre de la ‘raza superior’ abusaba de las drogas, informa el diario británico ‘The Mirror’, citando cartas y registros médicos del doctor personal de Hitler.
Según la información, Theodore Morell suministraba a Hitler un cóctel de más de 80 fármacos, que incluían vitaminas y probióticos con semen de toro, veneno para ratas e incluso aceite para limpiar armas.
En los documentos se indica que Hitler sufría, entre otras dolencias, de un eczema crónico, persistentes dolores estomacales y flatulencia, para lo cual Morell le prescribió bacterias vivas que aliviaron efectos como los calambres que lo aquejaban.
Las tropas aliadas encontraron en la residencia del canciller un armario repleto de medicamentos, que contenía además un aceite de limpieza de pistolas y píldoras para la flatulencia a base de veneno para ratas.
De acuerdo con los informes médicos encontrados, otros doctores de Hitler especularon que Morell lo estaba envenenando, pero fueron despedidos por el Führer calificándolos de “tontos”.
Asimismo, los documentos indican que Hitler recurrió a la cocaína para aliviar dolores del pecho, garganta e incluso utilizó gotas oculares que contenían un 10% de esta droga.
Y como si fuera poco, el ‘superhombre nazi’ también recibió inyecciones para la virilidad que contenían extractos de glándulas de testículos de toros jóvenes, o semen de estos animales para aumentar su deseo sexual y poder mantenerse al día con las exigencias de su joven amante.
También se documenta que cuando Hitler iba a mantener una reunión con el dictador italiano Benito Mussolini fue “altamente drogado” para controlar su hiperactividad, y lo mismo hacía en otras ocasiones para disminuir la presión arterial.
la republica
 

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Holocausto: escaparse del horror

Historias de los que llegaron al país huyendo delterror del nazismo y con el desafío de rehacer sus vidas en una nueva tierra.

Viajar en un barco durante cincuenta días adentro de un ropero puede parecer duro.Pero si quien lo hizo es un sobreviviente de un campo de concentración nazi en busca de una nueva vida luego del horror, todo suena distinto. “Después de todolo que nos había ocurrido, eso no nos importaba nada”, afirma David Galante,quien hoy tiene 89 años y que llegó a la Argentina en 1947. Nació en la Isla deRodas, Grecia.
Roberto Hübscher,de 80, tenía seis años en 1938 cuando fue a jugar al arenero, costumbre que compartía con su amiga Gerda.Inesperadamente, un grupo de soldados apareció marchando: hacían el saludo naziy gritaban “Heil Hitler”. Su compañera del parque se unió a ellos y él, sin entender de qué se trataba, intentó imitar a su amiga, hasta que su madre lo vio y se lo llevó a su casa. En su mente de niño, quizás fue ese el anuncio delo que luego vendría: alejarse de la ciudad que lo había visto nacer, Viena, la capital de Austria. Roberto llegó junto a sus padres a Argentina en 1938.
David no pudo escapar del infierno. En 1944, cuando tenía 20 años, él y su familia fueron enviados al brutal campo de concentraciónde Auschwitz, donde murieron sus padres y sus tres hermanas en manos del régimen nazi que, como a ellos, asesinó a millones de judíos. Hasta este año, la cifra que se estimaba era de seis millones devíctimas, y recientes investigaciones del Museo del Holocausto de EstadosUnidos hablan de entre quince y veinte millones de personas que murieron o estuvieron en los campos de exterminio.
Cuando las tropas rusas llegaron para liberar a los prisioneros del nazismo, David, que pesaba 38 kilos, se encontraba en la enfermería recuperándose de una quemadura. Un día que tenía mucho frío decidió acercarse al fuego, pero un soldado nazi lo tiró. Sin importarle que la enfermería fuera la “antesala de la muerte” se acercó, porque las quemaduras se habían empezado a infectar: “Los nazis no querían gente enferma, los eliminaban. Por suerte había llegado la orden de Berlín de que tenían que destruir las cámaras de gas y los crematorios, no querían dejar evidencia de lo que estaban haciendo”, detalla. Cuando el ejército ruso llegó, recuperó 20 kilos en dos meses. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, David empezó adeambular por Europa hasta que pudo volver a Grecia.
Roberto y su familia pudieron escapar de lHolocausto, aunque eso no significa que hayan logrado huir del odio de los nazis y del dolor que provocaron: “El hecho decisivo fue el 'Anschluss' -la incorporación de Austria al Tercer Reich- en marzo de 1938, la expropiación de la empresa donde trabajaba mi padre -los dueños eran una familia judía- y su despido perentorio del empleo”, recuerda.
Durante la Segunda Guerra Mundial, e incluso después,las fronteras de muchos países se endurecieron frente a la inmigración. Argentina no fue la excepción: un ejemplo de estas políticas es la circular secreta del ministro de Relaciones Exteriores, José María Cantilo, en 1938, en la que se instaba a los cónsules a negar la visa a aquél que abandonara “su país de origen como indeseable o expulsado, cualquiera sea el motivo de su expulsión”. La orden recién fue derogada en 2005.
Un tío de Roberto vivía en Argentina desde 1924, pore so fue el destino elegido: “Todavía era legal: la última visa que dio el consulado argentino en julio de 1938, cuando entró a regir la resolución secreta de Cantilo de no dar visas a los judíos”, cuenta. Su padre, que anteriormente había trabajado en una fábrica de calzado, se incorporó a Industrias Yuvena: “Pudimos rearmar una vida. En una clase media baja, teniendo en cuenta que mi padre tuvo que volver a comenzar, de ser gerente transnacional pasó a organizar una producción de alpargatas desde cero”, detalla. Después de una infancia de dolorosos movimientos, con los recuerdos que lo acompañarán toda su vida, Roberto terminó el secundario con la ayuda de su familia, se casó y estudió Química en la UBA.

La radio, ese aparato que crea una relación íntima con quien lo escucha, un día le dijo a David que uno de sus hermanos había sobrevivido. La emoción fue inmensa.Ese hermano estaba en Italia y antes había estado en el campo de concentración Bergen-Belsen. Se reencontraron y decidieron partir hacia Argentina, donde otro hermano de ellos residía desde antes de la guerra. “Europa estaba toda en llamas. Después de todo lo que habíamos pasado, lo único que queríamos era alejarnos”, cuenta David.
Llegaron escondidos en un barco. El hermano que vivía en Argentina tenía un amigo que era comisario de un barco de carga, quien los ayudó. David pudo rehacer su vida en Argentina a pesar del infierno de Auschwitz. Se casó, tuvo dos hijos y ahora tiene dos nietos. Trabajó en una fábrica de bicicletas hasta que se jubiló.Recién después de cincuenta años pudo hablar de su historia y hoy es una de las voces de la memoria del Museo del Holocausto.
Lea lanota central de esta entrega: “El argentino que nosayudó a escapar del nazismo”. Por Liselotte Leiser
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Uno de los últimos juicios por crímenes nazis
Comienza el juicio en Alemania contra un ex miembro de la policía nazi de 92 años

El acusado, Siert Bruins, junto a su abogado en el Tribunal de Hagen. | Afp
  • Acusado de ejecutar por la espalda un integrante de la resistencia holandesa
  • El juicio será probablemente uno de los últimos por crímenes nazis
En Alemania ha comenzado este lunes el juicio contra un ex miembro de la policía fronteriza nazi acusado de la muerte de un integrante de la resistencia holandesa en 1944. Siert Bruins, de 92 años de edad, está acusado de haber participado en la ejecución por la espalda del holandés Alder Klaas Dijkema el 22 de septiembre de 1944.
Bruins, holandés de nacimiento, fue condenado a muerte en abril de 1949 por un tribunal especial de Holanda, pero posteriormente la pena fue conmutada por cadena perpetua.
El acusado guardará silencio durante el juicio, según ha informado su defensa. Bruins no cumplió la condena de cárcel porque durante la guerra había adoptado la nacionalidad alemana y vivía ya en Alemania. De esta forma, evitó ser deportado a Holanda. En Alemania fue condenado en 1980 a siete años de cárcel por complicidad en el asesinato de dos hermanos judíos.
El caso llega ahora a los tribunales porque el hecho fue catalogado en Alemania al principio como homicidio. Ahora, la fiscalía considera que se trató de asesinato, un delito que no prescribe.
La fiscalía de Dortmund sostiene que el acusado llevó a la víctima por orden de un superior a las inmediaciones de una fábrica en la localidad holandesa de Appingedam. Allí el miembro de la resistencia recibió cuatro balazos, uno de ellos en la nuca. El acusado y un compañero que ya falleció se defendieron diciendo que la víctima quería huir.
Las vistas del juicio tendrán una duración de tres horas diarias debido a la avanzada edad del acusado y a varias enfermedades que padece. El juicio a Bruins será probablemente uno de los últimos por crímenes nazis. Hace dos años, una corte de Múnich condenó a John Demjanjuk por complicidad en el asesinato de más de 28.000 presos del campo de exterminio de Sobibor, en territorio polaco ocupado por los nazis. Demjanjuk no pudo cumplir la pena al morir en marzo de 2012 a los 91 años.
elmundo.es
 

Sebastian

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La fiscalía alemana recomienda procesar a 30 guardias de Auschwitz

La justicia investiga en total a 50 antiguos gendarmes del campo de exterminio, nueve de ellos mujeres

Juan Gómez Berlín 3 SEP 2013 - 14:12 CET62


El campo de exterminio nazi de Auschwitz. en Polonia. / Museo de Auschwitz

La Central para el Esclarecimiento de los Crímenes del Nacionalsocialismo, con sede en Ludwigsburg, recomendó el martes a diversas Fiscalías alemanas que presenten cargos penales contra 30 antiguos guardias del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Es el resultado de sus propias investigaciones a 50 sospechosos colaboración en el asesinato sistemático de judíos europeos en el célebre complejo construido por la Alemania nazi en territorio polaco ocupado durante la II Guerra Mundial. Dos de esos 50 viven fuera de Alemania y contra otros dos ya se han presentado cargos.

Uno de ellos, Hans Lipschis, está en prisión preventiva desde mayo. Él dice que sólo trabajó de cocinero de la SS, la organización paramilitar responsable de gran parte de los crímenes contra los judíos. Hay serias dudas. En la lista de 50 colaboradores redactada por Ludwigsburg figuran 9 nombres femeninos. Solo había 200 mujeres entre los 8.000 vigilantes de la SS destacados en Auschwitz. El diario Die Welt especulaba el martes que la alta tasa femenina entre los sospechosos podría deberse a su mayor esperanza de vida.

Se estima que solo en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau murieron 900.000 personas. Otras 200.000 perecieron de hambre, agotamiento u otros efectos de las duras condiciones de vida de los prisioneros. Dado que la Central de Ludwigsburg no puede presentar cargos por sí misma, aún es pronto para saber cuántos de los 30 presuntos colaboradores en la maquinaria asesina de Auschwitz responderán ante un juez. No se espera un proceso conjunto para los 30 sospechosos, que serán investigados por fiscales próximos a su lugar de residencia en Alemania. Casi todos son ya nonagenarios. El mayor de ellos nació hace 97 años. La Alemania de Hitler capituló incondicionalmente en mayo de 1945, hace casi siete décadas.

El fiscal que dirige la Central, Kurt Schrimm, recomendó el martes a las Fiscalías Generales de los Estados federados que intenten presentar cargos contra varios sospechosos a la vez. Así podría agilizarse el proceso y evitarse que los acusados mueran antes del juicio. Según Die Welt, en Renania del Norte-Westfalia ya han decidido acusar al mismo tiempo a cuatro de los presuntos guardas. Pese a su recomendación, Schrimm no cree que las pruebas reunidas por su Central vayan sean suficientes para encausar a todos los sospechosos.

Hasta 2011, estos presuntos cómplices del Holocausto esquivaron a la justicia gracias a un veredicto de la Corte Federal en 1969. Obligaba a los fiscales a presentar indicios de delitos concretos, en muchos casos imposibles de probar. La condena de John Demjanjuk a cinco años de cárcel por colaboración en 28.000 asesinatos durante los meses que pasó como guarda extranjero en el campo de exterminio de Sobibor sentó la jurisprudencia que permite la apertura de estos nuevos juicios. Desde entonces basta con probar que el acusado fue guarda de un campo de exterminio para poder condenarlo por su colaboración en los crímenes que allí se perpetraban como única tarea.
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Algo mas del tema
Alemania quiere llevar ante los tribunales a 30 posibles criminales nazis


Kurt Schrimm, jefe de la Oficina Central para la Investigación de Crímenes nazis. | Afp
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La Oficina Central para la Investigación de los Crímenes del Nacional Socialismo ha anunciado este martes que pondrá en manos de la justicia los expedientes de 30 presuntos guardias del campo de concentración de Auschwitz. La oficina ha recomendado que sean juzgados por complicidad en asesinato.
El organismo, que no puede iniciar un procedimiento, ha examinado 39 casos de presuntos ex trabajadores del campo, de los cuales el de mayor edad tendría 97 años, según el fiscal Kurt Schrimm en una rueda de prensa celebrada en Ludwigsburg, al este del país.
"Los expedientes serán remitidos a los fiscales que intervienen", en las regiones donde residen estos presuntos criminales de guerra, ha explicado Schrimm.
La Oficina ha realizado más de 7.000 investigaciones desde su creación en 1958, sin embargo no tiene competencia para enjuiciar.
La tarea de decidir si existen las pruebas necesarias para procesar a la treintena de hombres, y si éstos están en condiciones de enfrentar un juicio, recaerá en manos de los fiscales regionales.
El organismo identificó inicialmente a 49 guardias sospechosos de haber trabajado en Auschwitz, de ellos, nueve han fallecido y 30 aún viven en Alemania.
Más de 60.000 personas trabajaron en el campo de concentración nazi, en el que fueron asesinados cientos de miles de judíos, gitanos, homosexuales y opositores políticos, en cámaras de gas o debido al cansancio de los trabajos forzosos y enfermedades.
En mayo de 2011, un tribunal de Múnich (sur) condenó a John Demjanjuk a cinco años de prisión por complicidad en el exterminio de más de 27.000 judíos en Sobibor, al comprobarse que fue un guardia de este campo.
Esta sentencia abrió la vía a un procesamiento penal contra otros ex guardias, paralizada durante más de 60 años por la justicia alemana que exigía pruebas de la participación en los hechos.
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Francia y Alemania cierran las heridas de Oradour-sur-Glane, el pueblo mártir

Hollande y el presidente alemán visitan hoy el pueblo arrasado por los nazis el 10 de junio de 1944, donde 642 personas fueron asesinadas


Miguel Mora París 4 SEP 2013 - 13:37 CET


Hollande, Gauck y un superviviente de la masacre de Oradour-sur-Glane, en las ruinas de la iglesia del pueblo. / REUTERS

El desembarco aliado en Normandía se había producido unos días antes, el 6 de junio. Los maquis redoblaron sus ataques contra los soldados alemanes en el centro de Francia, y el 9 de junio, la división Das Reich, que avanzaba hacia el norte para reforzar el frente normando, decidió ahorcar a 99 personas en las calles de Tulle, una pequeña ciudad de la Corrèze que acabaría siendo feudo electoral de dos presidentes franceses: el gaullista Jacques Chirac y el socialista François Hollande. Un día después, el 10 de junio de 1944, las SS llegaron al pueblo de Oradour-sur-Glane, situado a 110 kilómetros de Tulle y a unos 20 kilómetros de Limoges. En unas horas, arrasaron e incendiaron la aldea, matando a 642 personas, entre ellas 205 menores. Las mujeres y los niños fueron encerrados en la iglesia del pueblo antes de ser quemados vivos. Solo seis vecinos de Oradour escaparon vivos.

69 años después, las cicatrices físicas y morales de la mayor matanza de civiles cometida por los nazis en Francia durante la II Guerra Mundial siguen siendo visibles. Los esqueletos de los edificios en ruinas de Oradour permanecen intactos, y mantienen fresca la memoria de aquel espanto franco-alemán que fue también muy francés, porque en la división Das Reich había varias decenas de alsacianos, los llamados “Malgré Nous” -“A pesar nuestro”-, que se habían visto forzados a enrolarse en el ejército nazi tras la anexión de Alsacia.

69 años después, las cicatrices físicas y morales de la mayor matanza de civiles cometida por los nazis en Francia durante la II Guerra Mundial siguen siendo visibles

Hoy, el presidente francés François Hollande, y su homólogo alemán, Joachim Gauck, cumplen una histórica visita a Oradour para rendir homenaje a las víctimas y tratar de restañar una de las grandes heridas bilaterales entre Francia y Alemania. Como sucedió cuando Helmut Kohl y François Mitterrand recorrieron juntos Verdun en 1984, esta será la primera vez que un dirigente alemán visita Oradour.

La visita se decidió el pasado 23 de mayo, en Leipzig, donde Hollande asistió a los actos del 150º aniversario del SPD. El presidente francés invitó al presidente de la República Federal Alemana a hacer un viaje de Estado a Francia en septiembre, y este le pidió detenerse en algún lugar altamente simbólico, cuentan en El Elíseo. Sobre la marcha, Hollande, siempre atento a la memoria histórica, y aficionado a reconocer errores y extraer lecciones del pasado, propuso Oradour, y Gauck aceptó sin dudarlo.

Ayer, en la conferencia de prensa conjunta, Hollande ensalzó el coraje político de Gauck. “Su visita a Oradour”, dijo el presidente francés, “representa un símbolo, el símbolo de una historia, de un pasado que se debe mirar de frente, de una verdad que debe ser dicha, proclamada, reconocida en presencia de las familias, pero también de los supervivientes. Usted ha hecho esa elección, que le honra y que al mismo tiempo nos obliga a emprender, una vez reconocido el pasado, una preparación audaz del futuro”.

Y Gauck respondió: “Usted ha querido que esté a su lado en Oradour para que recordemos las atrocidades que cometieron los alemanes de aquella otra Alemania. Acepto su proposición con una mezcla de reconocimiento y humildad”. Gauck, antiguo pastor y expresidente de la comisión federal que se encargó de los archivos de la STASI añadió que Oradour es “el punto culminante, emocional” de su visita de Estado, y concluyó: “Esta Alemania que tengo el honor de representar es una Alemania distinta de la que avergüenza nuestros recuerdos”.

Los encuentros directos con el pasado nazi son una actividad familiar para Gauck. Desde que llegó al cargo en marzo de 2012, ha visitado también Lidice, un municipio de la República Checa que los alemanes borraron del mapa en 1942, y Sant'Anna di Stazzema, un pueblo de la Toscana donde 560 civiles fueron asesinados por las SS en agosto de 1944.

Una herida francofrancesa
Las heridas francesas no se han cerrado del todo en Oradour. Las familias de los “Malgré Nous” nunca han recibido un consuelo oficial del Estado francés y desean que su “trauma” sea reconocido. Al mismo tiempo, las familias de las víctimas temen que ese reconocimiento pueda servir para relativizar la responsabilidad individual de los culpables.

El proceso judicial abierto en 1953 ante el tribunal militar de Burdeos dividió a los franceses y acabó por no satisfacer a nadie. Entre los 21 soldados acusados de la matanza, casi todos de baja graduación, había 14 alsacianos. Alsacia protestó porque sus ciudadanos fueran juzgados junto a los alemanes, aduciendo que fueron obligados a vestir el uniforme nazi. Los representantes de la región de Limoges, el Lemosín, pidieron en cambio la máxima severidad para todos los encausados por igual. El 13 de febrero de 1953, todos los procesados, incluidos los alsacianos, fueron condenados a duras penas. Cuatro días después, un grupo de diputados alsacianos presentó una ley de amnistía que acabó siendo aprobada por el Parlamento el 19 de febrero. Los habitantes de Oradour colocaron entonces en las ruinas una placa con los nombres de los diputados alsacianos, considerándoles artífices de una traición. La placa solo sería retirada en los años sesenta.

El principal responsable de la matanza, el general de las SS Lammerding, fue condenado a muerte en rebeldía por el tribunal de Burdeos. Pero nunca fue extraditado a Francia, y murió en 1971 después de haber llevado una tranquila segunda vida de ingeniero en Dusseldorf.

Tras dos polémicas visitas de Mitterrand –que votó a favor de la amnistía- a Oradour, sería Jacques Chirac quien apaciguara la inquietud de los habitantes del Lemosín. El 16 de julio de 1999, el presidente inauguró el Centro de la Memoria junto a la ministra de Cultura Catherine Trautmann, ex alcaldesa de Estrasburgo. Y esta tendió la mano al alcalde de Oradour: un signo de reconciliación entre Alsacia y el Lemosín y entre el Estado y Oradour. La paz duró hasta el 8 de mayo de 2010. Ese día, en Colmar, Nicolas Sarkozy declaró que los “Malgré Nous" no fueron traidores sino, al contrario, unas víctimas de un verdadero crimen de guerra”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/04/actualidad/1378294651_242261.html
 
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