Daishi
Colaborador
“Perdimos tiempo, vidas y sangre”
El retorno de EE UU a Irak despierta traumas entre los soldados que participaron en la guerra
El retorno de Estados Unidos a Irak despierta recuerdos y traumas entre los soldados que participaron en esa guerra, que oficialmente empezó en 2003 y finalizó en 2011. Los bombardeos aéreos desde agosto contra posiciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el norte de Irak propician un sinfín de reflexiones entre los veteranos. Sobre si fue un error la invasión promovida hace 11 años por el gobierno de George W. Bush, si valió la pena el sacrificio o si la estrategia de EE UU propició el resurgir yihadista.
El presidente Barack Obama amplió hace una semana los ataques contra el EI al conjunto de Irak y este miércoles visitó en Florida a las tropas del Comando Central del Ejército, encargado de supervisar las operaciones. Ante ellas, enfatizó que, a diferencia de la intervención promovida por Bush, los militares desplegados ahora en Irak "no tienen y no tendrán una misión de combate”.
Ian Smith, de 38 años, participó como marine en la invasión de Irak en marzo de 2003 y a finales de ese año en la batalla de Faluja. En una entrevista telefónica desde California, admite que el retorno de militares a Irak le afecta emocionalmente, y analiza con desengaño y resquemor la intervención de 2003. “Honestamente, cualquiera que diga que no le afecta está mintiendo. [La guerra] supuso una gran parte de nuestras vidas, nos guste o no”, afirma.
Smith estuvo desplegado en Irak en tres turnos de seis meses y salió definitivamente del país en 2005. Ese año dejó los Marines y se fue readaptando a su vida previa en EE UU junto a su esposa y tres hijos. A los cuatro años, sin embargo, se hundió en la peligrosa espiral de soledad e incomprensión que espera a muchos de los soldados al volver de Afganistán e Irak. Pensó en suicidarse, pero gracias a la ayuda de entidades sociales y psicólogos logró alejarse del abismo. Desde entonces sigue acudiendo al psicólogo y ha reenfocado su vida a asistir en la difícil transición de la etapa militar a la civil.
Washington optó por sacarlos a todos. Mansoor cree que haber mantenido un contingente habría ayudado a mejorar la capacitación de las fuerzas iraquíes, pero que buena parte del efecto se habría diluido por la política sectaria de Al Maliki. Obama niega que la permanencia de soldados hubiese evitado la inestabilidad actual dada la exclusión de los suníes promovida por el exprimer ministro.
A diferencia del exmarine, Mansoor asegura que el retorno de militares a Irak no le afecta. Sostiene que “asumió hace mucho tiempo las imágenes” que presenció allí, aunque admite que cada caso es distinto. Afirma que Irak es una “lección enorme” sobre que es “fácil derrocar un régimen, pero mucho más difícil crear un lugar estable”. Y manifiesta su apoyo a los actuales bombardeos porque el EI es una “amenaza para la humanidad”.
Smith, por su parte, esquiva revelar si apoya los ataques estadounidenses. Se declara “muy enfadado” por el avance y las atrocidades cometidas por los yihadistas. Pero sugiere que la estabilidad de Irak es una causa perdida para EE UU: “Es demasiado tarde. Nunca entendimos quiénes eran, cuál era su cultura y no queríamos saber. Estaba destinado a fracasar desde el principio”.
EL PAIS
El retorno de EE UU a Irak despierta traumas entre los soldados que participaron en la guerra
El retorno de Estados Unidos a Irak despierta recuerdos y traumas entre los soldados que participaron en esa guerra, que oficialmente empezó en 2003 y finalizó en 2011. Los bombardeos aéreos desde agosto contra posiciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el norte de Irak propician un sinfín de reflexiones entre los veteranos. Sobre si fue un error la invasión promovida hace 11 años por el gobierno de George W. Bush, si valió la pena el sacrificio o si la estrategia de EE UU propició el resurgir yihadista.
El presidente Barack Obama amplió hace una semana los ataques contra el EI al conjunto de Irak y este miércoles visitó en Florida a las tropas del Comando Central del Ejército, encargado de supervisar las operaciones. Ante ellas, enfatizó que, a diferencia de la intervención promovida por Bush, los militares desplegados ahora en Irak "no tienen y no tendrán una misión de combate”.
Ian Smith, de 38 años, participó como marine en la invasión de Irak en marzo de 2003 y a finales de ese año en la batalla de Faluja. En una entrevista telefónica desde California, admite que el retorno de militares a Irak le afecta emocionalmente, y analiza con desengaño y resquemor la intervención de 2003. “Honestamente, cualquiera que diga que no le afecta está mintiendo. [La guerra] supuso una gran parte de nuestras vidas, nos guste o no”, afirma.
Smith estuvo desplegado en Irak en tres turnos de seis meses y salió definitivamente del país en 2005. Ese año dejó los Marines y se fue readaptando a su vida previa en EE UU junto a su esposa y tres hijos. A los cuatro años, sin embargo, se hundió en la peligrosa espiral de soledad e incomprensión que espera a muchos de los soldados al volver de Afganistán e Irak. Pensó en suicidarse, pero gracias a la ayuda de entidades sociales y psicólogos logró alejarse del abismo. Desde entonces sigue acudiendo al psicólogo y ha reenfocado su vida a asistir en la difícil transición de la etapa militar a la civil.
Washington optó por sacarlos a todos. Mansoor cree que haber mantenido un contingente habría ayudado a mejorar la capacitación de las fuerzas iraquíes, pero que buena parte del efecto se habría diluido por la política sectaria de Al Maliki. Obama niega que la permanencia de soldados hubiese evitado la inestabilidad actual dada la exclusión de los suníes promovida por el exprimer ministro.
A diferencia del exmarine, Mansoor asegura que el retorno de militares a Irak no le afecta. Sostiene que “asumió hace mucho tiempo las imágenes” que presenció allí, aunque admite que cada caso es distinto. Afirma que Irak es una “lección enorme” sobre que es “fácil derrocar un régimen, pero mucho más difícil crear un lugar estable”. Y manifiesta su apoyo a los actuales bombardeos porque el EI es una “amenaza para la humanidad”.
Smith, por su parte, esquiva revelar si apoya los ataques estadounidenses. Se declara “muy enfadado” por el avance y las atrocidades cometidas por los yihadistas. Pero sugiere que la estabilidad de Irak es una causa perdida para EE UU: “Es demasiado tarde. Nunca entendimos quiénes eran, cuál era su cultura y no queríamos saber. Estaba destinado a fracasar desde el principio”.
EL PAIS