Los escasos y frágiles aliados de Estados Unidos en Siria
Tras cuatro años de guerra, Washington no ha logrado apuntalar una oposición moderada
Joan Faus Washington
9 OCT 2015 - 21:14 CEST
Tras más de cuatro años de
guerra civil, Estados Unidos cuenta con escasos y frágiles aliados en Siria. El Gobierno de Barack Obama acumula más fracasos que éxitos en su intento de apuntalar una oposición moderada al régimen de Bachar el Asad y al Estado Islámico (EI).
Dos episodios recientes evidencian el cúmulo de problemas en el polvorín sirio. El Pentágono
anunció este viernes una reformulación de su programa de entrenamiento de rebeldes moderados contra el EI al reclutar a muchos menos insurgentes de los previstos. Y el Gobierno estadounidense acusó esta semana a Rusia de
bombardear intencionadamente las posiciones en Siria de rebeldes apoyados por la CIA y que luchan contra las fuerzas del régimen.
La cautela define la estrategia de Obama en Siria. El presidente, acusado de pasividad ante un conflicto que se ha cobrado al menos 250.000 vidas, ha recelado de involucrarse. Cuando lo ha hecho, ha sido presionado por los acontecimientos.
La Administración actúa en Siria a través de tres vías, que a continuación se detallan por su orden cronológico:
1. Departamento de Estado
El aparato diplomático estadounidense provee desde 2012 asistencia no letal (lo que excluye armamento) a rebeldes moderados. Esa asistencia asciende a unos 400 millones de dólares. El último paquete, de 70 millones, se anunció el pasado marzo. El objetivo, según el Departamento de Estado, es “ayudar a empoderar a la oposición moderada para crear las condiciones para una eventual transición política al colmar las necesidades diarias del pueblo sirio y proveer servicios esenciales”.
EE UU ha entregado a unidades moderadas armadas -previamente supervisadas para evitar vínculos extremistas- alimentos, material médico, vehículos, maquinaria pesada, equipamiento de comunicación e informática y generadores eléctricos. La ayuda es un “apoyo” a los esfuerzos de los rebeldes de “defender sus comunidades”, según explica en una entrevista telefónica un funcionario del Departamento de Estado.
El funcionario declina detallar cuántos insurgentes han recibido esa asistencia ni cómo se gestiona. “Apoyamos a muchos grupos a lo largo de Siria, muchos de nuestros esfuerzos han ido al norte de Siria”, dice. Entre los recipientes, añade, hay grupos kurdos, que son uno de los aliados más fieles de EE UU sobre el terreno.
El programa de ayuda no letal estuvo suspendido durante dos meses después de que a finales de 2013 milicianos islamistas asaltaran un almacén con el material estadounidense. En paralelo, el Departamento de Estado cuenta con otros proyectos de ayuda social y mantiene contactos políticos “regulares” con la debilitada coalición opositora siria, que considera el representante “legítimo” del pueblo sirio.
2. CIA
La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas inglesas) inició hace dos años un programa para entrenar y armar a insurgentes moderados que luchan contra las fuerzas del régimen sirio. Como todas las actividades de la CIA, el programa es secreto. Los escasos detalles que han trascendido han sido a través de filtraciones periodísticas. Un portavoz de la CIA declinó hacer declaraciones.
La CIA ha entrenado a unos 5.000 rebeldes. La semana pasada sufrieron uno de sus mayores reveses al ser atacados por la aviación rusa. Moscú, aliado de Damasco, bombardea desde hace una semana posiciones de un amplio espectro de fuerzas opositoras al régimen. Los ataques rusos a los rebeldes respaldados por la CIA se sucedieron durante varios días, lo que ha llevado al Gobierno estadounidense a concluir que fueron intencionados, según dijeron funcionarios al diario
The Wall Street Journal.
La entrega de armas ligeras a los rebeldes se
inició en septiembre de 2013. Al marzo siguiente, la CIA proporcionó a algunos comandantes leales sofisticados misiles TOW para usar contra los tanques del Ejército sirio. Según el
Journal, la posesión de esos misiles explica el interés ruso por atacar a los rebeldes.
Uno de los grandes miedos del Gobierno Obama es que su ayuda acabe en las manos de extremistas. Los rebeldes, según el rotativo, se quejaron de que las entregas de armamento de la CIA eran insuficientes. Pero la agencia extremó su cautela después de que el año pasado el Frente Al Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria, atacara a los rebeldes y se hiciera con sus armas.
El programa de la CIA se gestiona en coordinación con otros similares de países como Arabia Saudí, Catar y Turquía, los más activos en impulsar una insurgencia armada -que combina grupos moderados y extremistas- contra El Asad. Los rebeldes apoyados por la CIA están presentes en el sur y el norte de Siria. Contribuyeron en mayo a las conquistas de posiciones del régimen al noroeste del país.
3. Pentágono
La estrategia del Pentágono en Siria es dual. Desde hace un año, ataca desde el aire posiciones del EI mientras fía cualquier avance terrestre al avance de rebeldes moderados porque carece de militares estadounidenses desplegados. Pero esta segunda pata ha fracasado. El Departamento de Defensa ha desplegado a unos 80 rebeldes en Siria, muy lejos del objetivo de entrenar a unos 5.000 al año. Otros murieron o desertaron.
El programa del Pentágono,
iniciado en mayo con entrenamientos en Jordania y Turquía, era el más ambicioso del Gobierno Obama para impulsar una oposición moderada armada. Contaba con un presupuesto de 500 millones de dólares y aspiraba a crear un Ejército de unos 15.000 rebeldes en tres años. En un difícil juego de equilibrios, la Casa Blanca estableció que su prioridad debía ser combatir al EI, no a las fuerzas de El Asad (cuya salida sigue pidiendo, pero con el que comparte un enemigo común en los yihadistas).
Sin embargo, el riguroso filtro para descartar a extremistas hizo que se reclutaran a muchos menos insurgentes. Y una vez desplegados sobre el terreno, fueron
atacados por grupos extremistas, que les robaron material, y el Pentágono reconoció que no tenía control sobre ellos.
Tras semanas de debate interno, el Gobierno anunció este viernes que pone en pausa ese programa para centrarlo en el entrenamiento y la entrega de armas a comandantes moderados que cuentan con sus propias unidades de combatientes. EE UU seleccionará a los comandantes pero ya no a los combatientes, a los que tampoco entrenará como hacía hasta ahora.
El modelo es la
estrategia usada a principios de año en Kobane, fronteriza con Turquía, donde EE UU se alió con milicias kurdas que luchaban sobre el terreno. El Pentágono protegió desde el aire esas milicias y les lanzó armas.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/09/actualidad/1444407203_005634.html