Hasta las Malvinas, siempre!
Y así nos estamos yendo, como en esta imagen: cantando, bailando, llorando de la emoción a corazón partido. ¿Porqué lo voy a negar?. Soy parte de una generación diezmada (como dijo Néstor) y enormemente pasional, después de todo.
El Museo Malvinas decidió hoy hacer pública mi renuncia como Director ante la Presidenta y mi almita se ve en la necesidad de confesarles a Ustedes al oido que mi primer texto de renuncia tenía más de cinco carillas y que luego me dijeron los amigos de la Administración pública que no correspondía un texto así, tan extenso y coloquial, y por lo tanto, sólo hice constar finalmente mi gratitud sintetizada en las gracias al gobierno de Néstor y Cristina que recuperaron el Estado a favor del pueblo y la nación de los argentinos. Gracias Néstor, gracias Cristina. Porque fueron ellos los que se merecen las gracias principalmente, porque nos expresan y sintetizan a todos y a todas los que estamos de este lado de la vida, y fueron los que hicieron que hoy tengamos, los argentinos, una Causa Malvinas elevada al nivel jerárquico de una Secretaría de Estado en la Cancillería y un Museo Malvinas y una Comisión de Veteranos que yacía oxidada en el olvido, hoy funcionando a pleno. Y las gracias que no entraron en el protocolo de renuncia eran las gracias a los miles de jóvenes y pibes y pibas que le dieron vida al Museo y se hicieron cargo de una Causa que nos pertenece hasta las tripas desde hace más de un siglo. Y las gracias son para los amados y entrañables Ex Combatientes y Veteranos que entregaron su sangre por Malvinas, mal que les pese a los nostágicos de la misma dictadura civico militar que a otros pibes, nosotros, los militantes nacionales y populares, nos torturó, exilió, apresó, desapareció y asesinó en la larga noche de la dictadura. Y porque además fueron los Ex Combatientes nuestros mejores custodios, visitando el Museo entre lágrimas de agradecimiento cuando somos nosotros los que les agradeceremos de por vida a ellos. Gracias a los Cóndores y a Vicky Cabo, la hermana de Dardo, la hija de Armando, que nos ayudó a conformar la Asociación de Amigos del Museo. Gracias eternas a los pibes y pibas trabajadores del Museo que pusieron y ponen el alma, el corazón y la vida al Museo diariamente. Gracias a León Gieco y Raul Porcheto y todos los artistas de Arte por la paz. Gracias a Tristán Bauer y María Rosenfeld y Juan Furlo y el Canal Pakapaka y Encuentro y la TV Pública, porque sin ellos, sin Rubén D'audía, sin Alberto Sileoni, sin Jimmy, sin Daniel Pico, sin Pablo Urquiza, sin ellos, digo, este Museo no hubiese nacido. Gracias a Alicia Kirchner y Chachi y la negra Yeni Amaya y el gigante Collado por todo lo que hicieron por la Causa, silenciosamente. Gracias a los feriantes populares y la bella Vicky Pugliese. Gracias a las Agrupaciones políticas y sociales que le dieron vida al Museo, como la UB "Gaucho Rivero". Gracias a las Abuelas y a las Madres de la Plaza. Gracias a la Madre que inventó un cartel en plena dictadura y plena guerra y se fue a la Plaza y el cartel decía: Las Malvinas son argentinas y los desaparecidos también. Se llama Delia Giovanola. Y fue una luz así en la historia como en el Museo. Y gracias eternas a Claudio Altamirano y sus miles de pibes volando de su mano y los guardapolvos blancos parecían alas. Gracias a Estela Carlotto, a Taty Almeyda y gracias a la eterna Hebe. Gracias al Espacio de la Memoria y los Derechos Humanos que nos cobijó. Gracias al ECUNHI y su maravilla de coro, a la Chiqui y a Verónica amada. Gracias a Teresa, a Araceli y a todos y todas las hermanas y compañeros del Ministerio de Cultura. Gracias a Laura Alonso y a los científicos y docentes del CONICET y gracias a la profesora Claudia Braschi y su inmensa ternura. Gracias a los artistas que actuaron gratarola por querer participar solidariamente de la Causa.
Uno siente que no hizo todo lo que quiso, pero uno se va de la función asignada, sabiendo que no hizo nada de lo que nunca quiso hacer. Y eso sólo, vale una vida. Gracias a los maestros y maestras y a los miles de estudiantes que pasaron por el Museo. Gracias a los trabajadores de limpieza, de mantenimiento y de seguridad. Lunita querido. No me alcanzará ni el espacio ni siquiera la vida para agradecer a todos mis compañeros y compañeras que edificaron y cuidaron con su plena humanidad este Museo Malvinas. Gracias a mi familia por cuidar mi fiebre en estos años de larga primavera peronista-kirchnerista. Gracias a los hermanos latinoamericanos que nos honraron con su visita. Gracias a los pueblos del mundo que también lo hicieron. Gracias a las gobernadoras Fabiana Ríos (Tierra del Fuego, provincia de Malvinas) y Lucía Corpacci (Catamarca). Gracias a mis compañeros queridos Roberto Caballero y Carlos Barragán. Y gracias a Victor Hugo Morales. Y gracias a Martín Fresneda. Ellos saben. Gracias al doctor Romero y su perro TOM. Gracias a los Granaderos y a la Sinfónica Malvinas y a la hermosa y buena de Andrea Castelli y sus hermosos y buenos bailarines de Ronda Cultural. Gracias al CENPAT, Conicet de la Patagonia y a sus estandartes mayores, Mirta Lewis, Silvana Dans y Flavio Quintana. Gracias a Edgardo Esteban, mi hermano de vida. Gracias al ministro Julio De Vido, al Secretario José López y al Ingeniero Abel Fatala, nuestros constructores mayores. Gracias a Jorge Prieto, un pionero del Museo. Gracias a Daniel Filmus y a Rubén Pablos. Gracias al General de los pueblos libres, Jorge Leal. Gracias a Mariano Mémoli y su alegre y creativa muchachada de la Antártida. Gracias a Aníbal Cedrón y sus pintores. Gracias a la bella y solidaria ministra Cecilia Rodríguez. Gracias a APL, a ATE y UPCN, por llenar de trabajadores el Museo. Gracias a los hermanos y hermanas de los Pueblos Originarios que creían que nos visitaban y estaban en su propia casa. Gracias por partida doble a los que aquí no nombro pero saben que los llevo en mi corazón de luchador y poeta. Y finalmente o casi, gracias a la vida y a mis 30 mil hermanos desaparecidos por iluminarme cuando escribía el guión y cuando organizamos el Museo y cuando se me ocurrió bautizar el Auditorio central del Museo con el nombre de un gigante: Orlando Pascua, ex Combatiente, Héroe de Malvinas. Esa fue mi más sublime manera de dar las gracias a esa generación heroica de Malvinas. Qué pena si no lo supe expresar mejor. Me voy cantando por todo esto, sin rencores por las ingratitudes, las desconfianzas, las deslealtades, las mezquindades, las miserias propias de los seres pequeños. Me voy cantando porque siento que cumplí con mi deber de hombre y militante. No pude o no supe hacer todo lo que quise hacer. Pido perdón por ello. Pero sepan que todo, todo, todo lo que hice lo hice por amor a mi pueblo, que es la única forma de entender la vida que me enseñaron mis padres, Ventura y Monona, mis héroes preferidos de la Resistencia. Se que volveremos a triunfar. Y ese día, volveremos a llorar, pero de alegría.
Hasta las Malvinas, siempre!
Jorge Giles