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INVAP se afianza en el sector aeroespacial
- 18 Oct 2016
- Publicado en Actualidad
- REACTORES HECHOS EN LA PATAGONIA -
En el año 2000, cuando Australia tuvo que decidir quién construiría su único reactor nuclear de investigación para reemplazar a uno de fabricación británica, una empresa argentina de capital público, que entonces tenía 350 empleados, se impuso ante grandes del sector como la francesa Technicatome (desde 2006, Areva) y la alemana Siemens.
Así lo refleja el diario El País de España, que tiene a INVAP como protagonista de este logro, que es haber construido el reactor en su sede central de Bariloche. Con ese hito, su primera exportación a un país desarrollado, entró en las grandes ligas de los proveedores de tecnología nuclear para fines pacíficos, y hoy, a punto de cumplir 40 años y tras un proceso de diversificación, ha convertido a Argentina en el único país latinoamericano capaz de diseñar, construir y operar sus propios satélites.
El embajador argentino ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), y ex número dos de esa organización, Rafael Grossi, afirmó que la empresa tiene una “posición líder” en la industria de reactores de investigación. “La gran virtud de INVAP es la capacidad de desarrollar lo que el cliente necesita, no venderle algo que ya produce. INVAP ve el problema y la necesidad tecnológica y piensa y diseña la solución”, dijo Grossi.
“Cuando ganamos la licitación de Australia, la empresa facturaba unos 30 millones de dólares anuales. En los últimos 15 años, ese valor se multiplicó por seis y hoy estamos en el orden de los 200 millones de dólares”, señaló Héctor Otheguy, gerente general de la empresa, en una sede de INVAP en Buenos Aires.
Los ingresos de INVAP provienen de los contratos que logra: “Somos una empresa pública, pero nunca tuvimos un presupuesto gubernamental ni subsidios”. Esa autonomía financiera quizás explique la capacidad de INVAP para mantenerse como una empresa pública eficiente y competitiva frente a los vaivenes de la política argentina, algo tan excepcional como su ubicación en la Patagonia.
La firma no depende de un presupuesto del gobierno, pero la política es crucial en los contratos que logra. El primer reactor de investigación que construyó la empresa, el RA6, podría haberse importado, pero hubo una decisión política de hacerlo en el país.
La construcción exitosa de ese reactor, terminado en 1982, favoreció el salto internacional de la empresa: en esos años Argelia quería construir un reactor muy similar y en 1985 firmó un acuerdo con Argentina para que INVAP lo hiciera. “Con el RA6 había quedado demostrado que teníamos la capacidad de hacerlo”, explicó Otheguy.
También hubo un curioso factor de orden alfabético. En las reuniones del Organismo Internacional de Energía Atómica, por sus nombres, Argentina y Argelia se sientan juntos. “Había una comunicación fluida que hizo que se detectara esa necesidad”, recordó Otheguy.
A ese contrato siguió otra licitación para la construcción de un reactor multipropósito en Egipto, que reemplazó a otro de fabricación soviética. El summum fue Australia, que fue una licitación muy grande. La firma de ese contrato en 2000 llegó cuando la empresa más lo necesitaba.
En los noventa, el gobierno de Carlos Menem no incentivó el desarrollo tecnológico nacional. La empresa se achicó y se redujo mucho personal. La política de fuerte alineación con EEUU durante esos años también perjudicó a la empresa por la cancelación de contratos de exportación de tecnología nuclear a Irán a pedido de Washington. Pero la mayor cooperación con la NASA, en cambio, favoreció el desarrollo de la capacidad espacial de INVAP. Una de las respuestas a la crisis fue entonces la diversificación.
“Con seis satélites diseñados, construidos y ya puestos en órbita, INVAP hoy es la única empresa latinoamericana con capacidad de generar proyectos satelitales completos, desde el diseño hasta la puesta en órbita del satélite y su operación, con la excepción del lanzamiento”, remarcó Vicente Campenni, subgerente general de INVAP, frente a un vidrio que lo separa de la imponente sala en que se construye el SAOCOM, un satélite de tres toneladas que se integrará a un sistema italo-argentino de monitoreo y alerta de catástrofes naturales y que permitirá medir la humedad del suelo en grandes extensiones, algo muy útil en un país agrícola como Argentina.
“El paso de lo nuclear a lo espacial también es consecuencia de que cada proyecto agrega nuevo conocimiento a la empresa, y eso permite abordar nuevas áreas. Así, hace algunos años avanzamos de lo espacial a proyectos de seguridad y defensa. Los conocimientos de radiofrecuencia que obtuvimos en la construcción de un satélite abrieron el camino para el diseño y fabricación de radares”, explicó Campenni.
Moderadores, podemos poner esta nota en Asunto Nucleares? Gracias.