Argentina: Noticias del Ministerio de Defensa

DSV

Colaborador
Un detalle importante es este texto:

Que resulta necesario reforzar el presupuesto del ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJÉRCITO, dependiente del MINISTERIO DE DEFENSA, a los fines de atender gastos relacionados con sentencias judiciales.
Que dicho incremento se compensa con una reducción en los créditos vigentes del presupuesto de la JEFATURA DE GABINETE DE MINISTROS
.

Que asimismo el MINISTERIO DE DEFENSA y el ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJÉRCITO propician incorporar mayores recursos provenientes de la venta de inmuebles, los cuales serán afectados a la adquisición de Bienes de Uso para la Jurisdicción.


https://www.boletinoficial.gob.ar/#!DetalleNorma/192773/20180924
 

fanatikorn

Colaborador
Dicen que le acreditaron 600 millones al Ejercito por el 70% de la venta e terrenos.
Donde lo dice?, porque de comentarios de radio pasillo ya estaríamos equipados al nivel de casi casi EEUU, y la realidad es muy distinta.
Ojo, esta crítica no va referida exclusivamente a tu comentario, sino a que como vos y yo, nos dejamos guiar por los dichos de otras personas, que hacen que nos ilusionemos y al final solo nos encontramos con las manos vacías.
Hasta que no esté plasmado en un papel, no creamos nada aún.
 

nico22

Colaborador
https://www.argentina.gob.ar/notici...-instalacion-de-la-receptora-satelital-que-le
El Servicio Meteorológico Nacional finalizó la instalación de la receptora satelital que le permitirá recibir imágenes de todo el territorio nacional directamente del GOES-16


Publicado el Lunes 24 de Septiembre de 2018


El Ministerio de Defensa informa que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) finalizó la instalación de la receptora satelital que le permitirá recibir cada 15 minutos imágenes de todo el territorio naciona,l directamente del GOES-16 -el satélite geoestacionario ambiental operativo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los EEUU- y así monitorear con mucha mayor precisión lo que ocurre en la atmósfera.
Hasta fines del año pasado, el SMN recibía cada media hora imágenes del satélite GOES-13 que llegaban hasta 45 °S (sur de Chubut) y, cada tres horas, otra que cubría hasta el sector antártico.
Con la nueva receptora que se instaló ahora en la sede central del SMN, se obtendrán imágenes provenientes del GOES-16, que tienen más frecuencia y resolución espacial, lo que permitirá distinguir las tormentas severas y otros fenómenos con mayor facilidad y rapidez, y redundará en una mejora en los pronósticos.
Los impactos de esta receptora en la elaboración de los pronósticos son múltiples y el Centro de Avisos de Ceniza Volcánica de Buenos Aires (VAAC-BUE), uno de los nueve existentes a nivel mundial, también se verá beneficiado con esta adquisición, ya que podrá detectar las cenizas, la altura de la pluma volcánica, la cantidad de masa y otros detalles aún en condiciones de visibilidad compleja, lo que resulta trascendental para garantizar la seguridad operacional de la aeronavegación en el área de cobertura.
Tras la adquisición de esta receptora, el SMN incorpora la capacidad de recibir datos del GOES-16 directamente del satélite y casi en tiempo real, algo que muy pocos países de la región poseen hasta el momento.
Para poder hacer uso de esta nueva receptora, se capacitó a un grupo de doce agentes del organismo sobre la programación, visualización y análisis de la información generada por el satélite así como el mantenimiento del equipo adquirido.
La capacitación fue impartida por personal técnico de la empresa proveedora del equipo receptor satelital.
En las próximas semanas se trabajará en la implementación de los procesos que permitirán la visualización de productos para uso en el pronóstico operativo por parte del personal del SMN y para difusión de imágenes en la web.
 
Lean esta aberración:

Argentina y el «militarismo neoliberal periférico»


NUSO

La Argentina es un país con singularidades que, a pesar de no ser excepcionales, sobresalen en el contexto regional. En materia de defensa y seguridad, por ejemplo, Argentina posee un modelo parecido al de Estados Unidos aunque mucho más reciente.

Desde la recuperación de la democracia en 1983, Argentina adoptó el modelo de Estados Unidos según el cual los militares no intervienen en cuestiones de orden público, de acuerdo con lo que establece la ley de Posse Comitatus de 1878 que estableció así una estricta separación entre defensa y seguridad interior que, a su vez, es parte de un consenso nacional vigente.

Los pilares legales del compromiso argentino con esta separación han sido las leyes 23.554 de Defensa Nacional (1988), 24.059 de Seguridad Interior (1992), 24.948 de Restructuración de las Fuerzas Armadas (1998), 25.520 de Inteligencia Nacional (2001) y la reglamentación de la ley 23.554 (2006).

Bajo gobiernos de distinta orientación política (y en votaciones mayoritarias y multipartidistas) se forjó un acuerdo fundamental respecto a la precisa delimitación entre defensa y seguridad.

Este consenso fue el producto de una experiencia doblemente traumática derivada de los golpes de Estado, de la violencia institucional generada por los militares en el poder y de la violación sistemática de los derechos humanos, así como de la Guerra de Malvinas y la derrota ante Gran Bretaña.

Otra particularidad de la Argentina se vincula a la relevancia de las «nuevas amenazas». Fenómenos como el terrorismo, el narcotráfico, la proliferación de armas nucleares en manos de tiranos, los Estados fallidos y el colapso ambiental son asuntos globales que afectan sin duda a la comunidad internacional, pero se manifiestan de modo muy diverso con alcance distinto en cada país y región.

La Argentina no padece una crisis ambiental con efectos nocivos para sus vecinos, no es un Estado fallido, no está gobernada por tiranos, ni pretende poseer armas de destrucción masiva.

A pesar de haber conocido dos atentados terroristas en 1992 (Embajada de Israel) y 1994 (Asociación Mutual Israelita Argentina) que aún siguen impunes, desde los atentados del 9 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, ni Argentina ni América Latina han sido objeto de actos terroristas del fundamentalismo religioso: de hecho la región es la única en el mundo que no ha padecido ese tipo de actos en los últimos 17 años.

La Argentina sí tiene un problema vinculado a las drogas -en especial, de aumento del uso de narcóticos-, pero no es un productor de sustancias psicoactivas de base natural ni un exportador mundial de drogas sintéticas y tampoco tiene grupos criminales del tamaño e incidencia de los existentes en México, Colombia, y Centroamérica.

A pesar de la limitada relevancia de las «nuevas amenazas» en el país, la presidencia de Mauricio Macri procuró, desde el comienzo de su gestión, habilitar la participación de los militares en cuestiones de seguridad interior.

Al no contar con mayorías en las dos cámaras del Congreso para modificar la legislación existente y sancionar nuevas leyes, sus anuncios fueron, durante dos años, más simbólicos que sustantivos.

En medio de errores elocuentes y de dificultades económicas que llevaron a que el Fondo Monetario Internacional aprobara un crédito de u$s 50.000 millones para el país y en el contexto de un fenomenal ajuste fiscal, el gobierno enfrenta crecientes niveles de conflictividad social al tiempo que carece de recursos materiales para incrementar el exiguo presupuesto de defensa.

Sin embargo, el gobierno ha ido elevando el tono del discurso sobre la militarización de cuestiones de seguridad tales como el narcotráfico y el terrorismo.

A pesar de que el país no ha conocido ningún atentado terrorista en 24 años y de que no se ha podido verificar que existan «lobos solitarios» o «células dormidas» listas a producir atentados, el gobierno insiste que el país debe priorizar el combate contra el terrorismo.


A su vez ha invocado la existencia de un estado de urgencia en materia de narcotráfico como si hubiera una situación descontrolada y sin tener en cuenta que uno de los mayores impedimentos para el combate eficaz contra el lucrativo negocio de las drogas radica en la corrupción policial, la ineficacia del sistema judicial y la facilidad para el lavado de activos.

¿Cómo interpretar entonces el reciente Decreto 683 en el que se implica a las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad interior y se las involucra en la interdicción de drogas en la frontera norte del país? Algunos han interpretado esta política como parte del retorno del militarismo de extrema derecha que, en la actualidad, es alentado por grupos (minúsculos pero influyentes) que se encuentran dentro y fuera de la coalición gobernante.

Otros, en cambio, han argumentado que se trata de una vuelta al alineamiento con Estados Unidos propio de la década de 1990, expresado esta vez con la voluntad de sumarse a la «guerra lucha contra las drogas» en la región y a la «guerra contra el terrorismo» en el plano mundial.

Finalmente, hay quienes sugieren que una administración tan atenta a los vaivenes de la encuestas y en vísperas de un año electoral, procura responder a los reclamos de inseguridad ciudadana y asegurar el respaldo de los militares que, aproximadamente en un 85%, votaron por Cambiemos en 2015.

Sin negar la verosimilitud de ciertos aspectos de estas explicaciones, considero que existe otra lectura más precisa y pertinente. La determinación de Macri de introducir a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior obedece a lo que se puede llamar el «militarismo neoliberal periférico».

El militarismo neoliberal de las grandes potencias como Estados Unidos consiste en incrementar los gastos militares para estimular y aumentar las ganancias de las grandes corporaciones vinculadas al negocio de las armas y, con ello, garantizar la proyección de poder de Washington.

El militarismo neoliberal periférico en el caso argentino no es expansionista en clave de la geopolítica regional y consiste, en el marco de una lógica en la que se apunta a la reducción del Estado en favor del sector privado, en acentuar la ya larga desfinanciación de la Defensa. El gasto militar se concibe como ineficiente, las Fuerzas Armadas son percibidas como ociosas, y su involucramiento en la seguridad interior es visto como un aspecto funcional para asegurar un modelo económico cada vez más excluyente.

En ese contexto entonces, son las preferencias ideológicas profundas del Ejecutivo las que subyacen a la decisión de borrar las fronteras entre defensa y seguridad y a comprometer a las Fuerzas Armadas en cuestiones de orden interno que, a su turno, no son amenazas vitales para la Argentina contemporánea.

Juan Gabriel Tokatlián, Universidad Torcuato Di Tella
 
Esa es la prueba de que entre tener a un entendido en cuestiones geopolíticas como Tokatlián o alguien que no entiende un pomo como Aguad, hay la misma cantidad de probabilidades de que todo termine mal.

De lo que acaba de publicar no se vuelve.
 

Ultimo casi, en su clase en West Point........ considerado durante un tiempo, como un severo caso de caridad familiar........

A veces la vida y las circunstancias, permite demostrar de lo que realmente está hecho un hombre.

Besos
Calma !!! Algún día tendremos un ministro que pueda distinguir un trabuco naranjero, de un TAM ya llegara el día, ¿cuando no lo se? estimo que cuando se otorguen cargos por capacidad y experiencia, y no por amiguismo ..... perdón, eso implicaría ser un país serio verdad? .... y bue ...... tendremos que seguir esperando un poco mas
una consulta Ya lo rajaron al embajador que fue a recibir a la FRALI, en zunga disgustosoelsilencio
 
Esta en estudio la incorporación de dos de estas
La "Eterna Boyita"...eran lindas estas casillas...encima flotaban...
Lean esta aberración:

Argentina y el «militarismo neoliberal periférico»


NUSO

La Argentina es un país con singularidades que, a pesar de no ser excepcionales, sobresalen en el contexto regional. En materia de defensa y seguridad, por ejemplo, Argentina posee un modelo parecido al de Estados Unidos aunque mucho más reciente.

Desde la recuperación de la democracia en 1983, Argentina adoptó el modelo de Estados Unidos según el cual los militares no intervienen en cuestiones de orden público, de acuerdo con lo que establece la ley de Posse Comitatus de 1878 que estableció así una estricta separación entre defensa y seguridad interior que, a su vez, es parte de un consenso nacional vigente.

Los pilares legales del compromiso argentino con esta separación han sido las leyes 23.554 de Defensa Nacional (1988), 24.059 de Seguridad Interior (1992), 24.948 de Restructuración de las Fuerzas Armadas (1998), 25.520 de Inteligencia Nacional (2001) y la reglamentación de la ley 23.554 (2006).

Bajo gobiernos de distinta orientación política (y en votaciones mayoritarias y multipartidistas) se forjó un acuerdo fundamental respecto a la precisa delimitación entre defensa y seguridad.

Este consenso fue el producto de una experiencia doblemente traumática derivada de los golpes de Estado, de la violencia institucional generada por los militares en el poder y de la violación sistemática de los derechos humanos, así como de la Guerra de Malvinas y la derrota ante Gran Bretaña.

Otra particularidad de la Argentina se vincula a la relevancia de las «nuevas amenazas». Fenómenos como el terrorismo, el narcotráfico, la proliferación de armas nucleares en manos de tiranos, los Estados fallidos y el colapso ambiental son asuntos globales que afectan sin duda a la comunidad internacional, pero se manifiestan de modo muy diverso con alcance distinto en cada país y región.

La Argentina no padece una crisis ambiental con efectos nocivos para sus vecinos, no es un Estado fallido, no está gobernada por tiranos, ni pretende poseer armas de destrucción masiva.

A pesar de haber conocido dos atentados terroristas en 1992 (Embajada de Israel) y 1994 (Asociación Mutual Israelita Argentina) que aún siguen impunes, desde los atentados del 9 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, ni Argentina ni América Latina han sido objeto de actos terroristas del fundamentalismo religioso: de hecho la región es la única en el mundo que no ha padecido ese tipo de actos en los últimos 17 años.

La Argentina sí tiene un problema vinculado a las drogas -en especial, de aumento del uso de narcóticos-, pero no es un productor de sustancias psicoactivas de base natural ni un exportador mundial de drogas sintéticas y tampoco tiene grupos criminales del tamaño e incidencia de los existentes en México, Colombia, y Centroamérica.

A pesar de la limitada relevancia de las «nuevas amenazas» en el país, la presidencia de Mauricio Macri procuró, desde el comienzo de su gestión, habilitar la participación de los militares en cuestiones de seguridad interior.

Al no contar con mayorías en las dos cámaras del Congreso para modificar la legislación existente y sancionar nuevas leyes, sus anuncios fueron, durante dos años, más simbólicos que sustantivos.

En medio de errores elocuentes y de dificultades económicas que llevaron a que el Fondo Monetario Internacional aprobara un crédito de u$s 50.000 millones para el país y en el contexto de un fenomenal ajuste fiscal, el gobierno enfrenta crecientes niveles de conflictividad social al tiempo que carece de recursos materiales para incrementar el exiguo presupuesto de defensa.

Sin embargo, el gobierno ha ido elevando el tono del discurso sobre la militarización de cuestiones de seguridad tales como el narcotráfico y el terrorismo.

A pesar de que el país no ha conocido ningún atentado terrorista en 24 años y de que no se ha podido verificar que existan «lobos solitarios» o «células dormidas» listas a producir atentados, el gobierno insiste que el país debe priorizar el combate contra el terrorismo.

A su vez ha invocado la existencia de un estado de urgencia en materia de narcotráfico como si hubiera una situación descontrolada y sin tener en cuenta que uno de los mayores impedimentos para el combate eficaz contra el lucrativo negocio de las drogas radica en la corrupción policial, la ineficacia del sistema judicial y la facilidad para el lavado de activos.

¿Cómo interpretar entonces el reciente Decreto 683 en el que se implica a las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad interior y se las involucra en la interdicción de drogas en la frontera norte del país? Algunos han interpretado esta política como parte del retorno del militarismo de extrema derecha que, en la actualidad, es alentado por grupos (minúsculos pero influyentes) que se encuentran dentro y fuera de la coalición gobernante.

Otros, en cambio, han argumentado que se trata de una vuelta al alineamiento con Estados Unidos propio de la década de 1990, expresado esta vez con la voluntad de sumarse a la «guerra lucha contra las drogas» en la región y a la «guerra contra el terrorismo» en el plano mundial.

Finalmente, hay quienes sugieren que una administración tan atenta a los vaivenes de la encuestas y en vísperas de un año electoral, procura responder a los reclamos de inseguridad ciudadana y asegurar el respaldo de los militares que, aproximadamente en un 85%, votaron por Cambiemos en 2015.

Sin negar la verosimilitud de ciertos aspectos de estas explicaciones, considero que existe otra lectura más precisa y pertinente. La determinación de Macri de introducir a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior obedece a lo que se puede llamar el «militarismo neoliberal periférico».

El militarismo neoliberal de las grandes potencias como Estados Unidos consiste en incrementar los gastos militares para estimular y aumentar las ganancias de las grandes corporaciones vinculadas al negocio de las armas y, con ello, garantizar la proyección de poder de Washington.

El militarismo neoliberal periférico en el caso argentino no es expansionista en clave de la geopolítica regional y consiste, en el marco de una lógica en la que se apunta a la reducción del Estado en favor del sector privado, en acentuar la ya larga desfinanciación de la Defensa. El gasto militar se concibe como ineficiente, las Fuerzas Armadas son percibidas como ociosas, y su involucramiento en la seguridad interior es visto como un aspecto funcional para asegurar un modelo económico cada vez más excluyente.

En ese contexto entonces, son las preferencias ideológicas profundas del Ejecutivo las que subyacen a la decisión de borrar las fronteras entre defensa y seguridad y a comprometer a las Fuerzas Armadas en cuestiones de orden interno que, a su turno, no son amenazas vitales para la Argentina contemporánea.

Juan Gabriel Tokatlián, Universidad Torcuato Di Tella
Fijate quien firma...la Universidad de los Hippies falopas y mafiosos...mala mezcla
 
La "Eterna Boyita"...eran lindas estas casillas...encima flotaban...

Fijate quien firma...la Universidad de los Hippies falopas y mafiosos...mala mezcla
Callate que ahora manejan el Banco Central.

Para ellos el gobierno de Cambiemos es una pasantia. Literalmente le manejaron todo el gobierno.
 
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