Argentina ha tenido periodos históricos donde ha invertido muy poco en defensa. Y eso cambia y cuando lo hace no es por abundancia económica. El plan del reequipamiento naval del 74 fue en un pésimo contexto mundial. La firma de créditos para reequipar la marina que realiza Aramburu fue post Perón, con un panorama financiero muy malo. Sin embargo, la Argentina se puso en marcha.
El presupuesto pasa por el Congreso, la estrategia militar debe ser aprobada por todos, los fondos deben ser destinados y el gobierno debe ejecutar las partidas. Si se acuerda el gobierno no se puede hacer el tonto, menos uno que gobierna en minoría. La estrategia la deben elaborar los políticos y los militares, presentarla y lograr la aprobación.
Honestamente se me hace difícil creer que en 30 años en los que no se pudo marcar una línea o lograr un acuerdo sea por culpa exclusiva de la política. Lo vemos en la educación pública. De hecho ni siquiera se pudieron poner de acuerdo en una estrategia de política exterior de cara a la seguridad nacional siendo que tanto al Ministro de Defensa como al Canciller lo nombra el Presidente. La Argentina siempre desea o se compromete con la ONU en misiones de paz pero el presupuesto militar no acompaña. En la Antártida pasa lo mismo, la Argentina quiere tener un rol en la política antártica pero durante unos años peligró el abastecimiento de bases y el retiro de la basura. Hay responsabilidad militar del estado de la defensa nacional.