Ya que les ha gustado el relato pasaré a contar otra peripecia:
La noche del 25 de mayo, a eso de las 2000 hs, más o menos, uno de los puestos de avanzada de la Ca Ing 9 informa que hay dos buques ingleses frente a Fox. ¿A qué distancia? Unos 12 mil metros, mi mayor. Fuera del alcance de ls cañones sin retroceso que teníamos." Bien, a recibir y no poder devolver...
Una horita después más o menos, los muchachos empezaron a mandar "encomiendas", en especial de acero, a buena velocidad, y con consecuentes sacudidas en el piso. Los paquetes venían de a cinco. Se siente cuando salen, se escuchan si pasan por arriba y mucho más, cuando impactan.
¡Hay mamita querida! y ahora, ¿qué hacemos?.
Todo el mundo evacuando hacia una parte de la bahía, que quedaba protegida desde el mar y que tenía una barranca, chica pero barranca al fin.
Con el Jefe de Radio, Raúl Bechi, otro "peso pesado", lamentablemente ya fallecido,ya que los dos no éramos precisamente delgados, estábamos haciendo guardia de radio en el puesto comando de Ejército en una casa del poblado, que estaba abandonada por los kelpers y que habíamos ocupado porque estaba, protegida cerca de la barranca mencionada.
El primer ataque fue al voleo, tiraron adonde suponían que podía haber tropa y donde detectaban movimiento. Así fue que sacudieron a una pingüinera a lo pavote, ya que los pingüinos, cuando sintieron las primeras pepas, sensatamente, rajaron al agua.
Comento que ahora lo escribo un tanto jocoso, pero que, disculpen el término pero miedo no me parece lo suficientemente descriptivo, el cagazo padre que tenía hacía que temblara como una hoja, grande, pero una hoja al fin.
Alguién, que no fue mi coequiper Raúl, emitió un corto mensaje a Pto Argentino: "Polenta en Uranio" Esto quería decir bombardeo naval (polenta) en Uranio (Bahía Fox).
Hagan la prueba, diganlo rápido: Polenta en Uranio. Si quieren diganlo dos veces, rápido, claro pero rápido. Bien, no es mucho tiempo lo que se tarda. ¿Adivinen adonde cayeron las siguientes andanadas? Alcanzó para que las fragatas nos triangularan. Con el otro Gordo, habíamos trasladado el puesto comando anterior al actual y el Jefe de la Cía nos preguntó que necesitabamos. Nos miramos con Raúl y al mismo tiempo dijimos: "alguien que se pueda trepar" para bajar coaxiles de los kelpers en las casas y que se trepara para colocar las antenas, cosa que nos estaba, no digo vedada, pero si inalcanzable.
Ahí fue que vino un sargento, "Chaco". "Che, Chaco, dale una mano a los señores así arman la radio en el nuevo puesto comando. "Chaco se trepa como un mono, diganle lo que necesitan y él lo va a ser." Así fue, Chaco, subía bajaba, venía, traía lo que necesitaramos. Mucho coaxil, todo lo que encontrásemos y pudiéramos unir con los conectores, barrilitos y otros menesteres que cartoneabamos entre los equipos requisados. La antena quedó a unos 15 metros de la radio. Un enorme pozo marcaba su posición aproximada. No fue hecho con pala, tampoco tardaron mucho en hacerlo. Como el paquete era de 5 entraron a caer fragmentos, se veian luces naranjas por todos lados. después me di cuenta, mucho después, que era el acero de las esquirlas de la fragmentaria cuando explota. Yo estaba en la casa, no en el puesto mismo, sino en un cuarto aledaño. Eramos como 10 a la espera de ver que pasaba. Cuando empiezan a caer las pepas sobre la antena y sus alrededores, salimos todos rajando. Había dos puertas enfrentadas, una a mi derecha y otra a mi izquierda, miro a la derecha, que era la que usabamos habitualmente para salir hacia afuera y había como 7 grandotes pasando juntos y al mismo tiempo por ella. Entre mí, pensé: "En la **** vida salgo de acá por ahí." Me tiré para el otro lado, craso error. Yo estabacon un Winchester 22 que quería usar para cazar algo distinto a un cordero. Recordando viejas épocas de colimba, el arma nunca se abandona, y ahí rajaba yo con el Winchester. Salgo agachado y siento un terrible sacudón en la mano, algo que me quema, suelto el arma y rajo para la puerta que da hacia afuera. El pomo de la puerta era redondo. Como soy zurdo, trato de abrir la puerta con esa mano. No puedo, agarro el pomo, siento mojado y no tengo fuerza. ¿Qué pasaba? "A falta de pan, buenas son tortas", pruebo con la derecha, que siempre fue muy pero muy torpe. Aprieto el pomo, y tampoco puedo abrirla, porque no tenía pinza con la mano. La desesperación, ¿qué hago ahora? Me puse de costado, y agarre el pomo mojado con el dedo anular y el meñique de la mano derecha. La abrí y salí, ahí veo el agujero que reemplazaba la antena, el humo espeso de la explosión. llego hasta la barranca, mientras seguía el bombardeo. En un momento, para variar, aparece Abel, el médico neuquino. "¿Hay alguien herido?" "Creo que yo", todavía no me dolía, ni tenía mucha conciencia. Vino, dijo "Ajá, tenela lejos de la tierra para que no se infecte. Después te curo. Ahora no tengo suficiente." Siguió su camino entre los proyectiles que caian viendo si había otros heridos.
Las fragatas paraban un rato y luego seguían, a veces caían los proyectiles muy cerca.
En un pequeño intervalo, en un silencio profundo, de esos claritos como cuando uno dice una huevada en una reunión y justo todo el mundo se calla, quedando como eso, como un huevón, se escucha una voz: "¡Ay, Virgencita Santa! Si me salvo de ésta, nunca más le pego a mi mujer!". Las carcajadas de todos los que estábamos por ahí se escucharon mientras los inglesses volvían a sacudirnos.