A 184 años del fallecimiento del bravo Espora
25/07/2019. La vida de Espora, signada por el heroísmo y la aventura, por el sacrificado servicio al honor de la República, es una de las que mejor configuran una lección y más acabadamente perfilan un ejemplo.
A los 35 años falleció este valiente marino, el 25 de julio de 1835, con una vida corta pero gloriosa. Fue uno de los capitanes predilectos de Brown, debido a la bravura que expuso en todas las acciones en las que intervino.
El Coronel de Marina Tomás Domingo de los Dolores Espora nació en Buenos Aires el 19 de setiembre de 1800 y con apenas quince años se inició en la vida marinera en una escuela muy dura, ya que realizó un viaje de corso a las órdenes de un jefe que se destacó por su coraje y audacia, el
Capitán Bouchard.
Fue un héroe de nuestra Independencia y de la del Perú; subordinado de Brown, San Martín y Bouchard; y el primer argentino en dar la vuelta al mundo en un barco con nuestra bandera. Fue, además, uno de los comandantes más aguerridos y eficientes en la guerra contra el imperio del Brasil.
UN POCO DE HISTORIA
Corría el año 1815 cuando el Gobierno dispuso llevar a cabo un crucero corsario por las costas de Chile, Perú y Ecuador con el objeto de obstaculizar el comercio español en esa región, a cargo del Almirante Brown con la fragata “Hércules” y el bergantín “Santísima Trinidad”, acompañado de la corbeta “Halcón”, comandada por Bouchard. En este último buque navegaba Espora.
BERGANTÍN SANTÍSIMA TRINIDAD.
En 1816 participó en el ataque que las naves corsarias patriotas realizaron contra la fortaleza de El Callao. Forzaron la entrada al puerto y echaron a pique la fragata española “Fuente Hermosa”, en el ataque a Guayaquil, que estuvo a punto de caer en manos de los hombres de Brown.
De regreso en Buenos Aires, Espora se embarcó como oficial a bordo de la fragata “La Argentina”, una nave que había sido española, y con apenas 17 años inició un periplo corsario que habría de durar dos años. Nuevamente bajo las órdenes de Bouchard.
Zarpó “La Argentina” de la Ensenada de Barragán en julio de 1817 y navegó por aguas de los océanos Atlántico, Indico y Pacífico durante dos años. De regreso en Chile integró la Expedición Libertadora del General San Martín al Perú y luego permaneció allí integrando la naciente Armada de ese país.
El hecho que durante el mismo sostuvieran trece acciones navales importantes y capturaran o destruyeran veintiséis buques, da una idea de la formación profesional con la que el futuro Coronel de Marina Tomás Espora contaba por aquellos tiempos.
Cuando el General San Martín alistó la Expedición Libertadora al Perú, Espora tomó parte de la misma. Luego fue oficial de la Marina de Guerra peruana formada por San Martín y combatió para rendir la fortaleza de El Callao, último baluarte que los españoles sostuvieron en el Pacífico.
Espora regresó a Buenos Aires en 1825 y al poco tiempo se produjo la declaración de guerra con el Imperio del Brasil. De inmediato pasó a formar parte de la escuadra al mando de Brown, siendo Comandante de la “25 de Mayo”, desde donde el Gran Almirante condujo toda su fuerza. Participó de la mayoría de los combates.
Durante el transcurso de ese conflicto, hubo dos acciones en las cuales Espora demostró un valor y audacia rayanos en el heroísmo. Fueron ellas el asalto de las cañoneras a la Colonia del Sacramento que Brown llevó a cabo el 1° de marzo de 1826, con el objeto de apoderarse de la plaza. La otra fue el Combate de Quilmes.
En éste, ocurrido el 30 de julio de 1826, Tomás Espora intervino en calidad de Comandante de la fragata “25 de Mayo”, buque insignia del Almirante Brown. Esta nave prácticamente sostuvo la mayor parte del encuentro soportando el fuego que le hacía una veintena de naves brasileñas, durante tres horas. Espora fue herido gravemente y una bala le arrancó de la mano su bocina de órdenes. Pidió otra y continuó imperturbable dirigiendo la acción, solicitando además a los oficiales que en caso de que la nave fuera rendida al abordaje, echaran su cuerpo al mar para que no fuera trofeo de los enemigos de su Patria. Cuando era ya “despojo ingobernable” –según la expresión del Almirante Brown– la “25 de Mayo” rodeada por las cañoneras se retiró del combate y entró a puerto, maltrecha y escorada, pero empavesada como en los días de gloria.
Así llegó a la rada en medio de la patriótica exaltación del pueblo. Espora recibió las más emocionadas pruebas de gratitud de la gente de Buenos Aires; estaba ensangrentado y fue conducido entre ovaciones. Una verdadera multitud se congregó ante la casa donde había sido transportado el heroico marino y sólo se disolvió cuando el parte médico anunció que Espora se recuperaría de sus heridas.
HEROÍSMO EJEMPLAR
En la vida de Espora hay una acción naval que pone de manifiesto su personalidad y la escuela en la cual se había formado como marino.
En marzo de 1828, al mando de la goleta “8 de Febrero” y secundado por la goleta “Unión”, zarpó de Buenos Aires para colaborar con las operaciones del Ejército nacional que estaba operando en las costas de Río Grande. Ante la imposibilidad de establecer comunicaciones con ellos, Espora resolvió regresar y el 29 de mayo se hallaba en aguas de la Bahía de Samborombón, cuando se encontró rodeado por la escuadra brasileña al mando del Capitán Oliveira, que bloqueaba la zona. Ante ese hecho Espora se dirigió a su tripulación y les dijo: “Ahí está el enemigo y aunque nuestras fuerzas sean desiguales vamos a enseñarles que somos dignos de mantener el nombre glorioso que lleva este buque…” y luego siguió: “Marinos y soldados del ‘8 de Febrero’, sólo los cobardes se rinden sin pelear, y aquí no reconozco sino argentinos y republicanos. Compañeros: arrimen las mechas y ¡Viva la Patria!”.
Entusiasmada la tripulación con la arenga y ejemplo de su bravo Comandante, contestaron con fuego intenso a los disparos del adversario. La rotura del timón hizo quedar a la “8 de Febrero” sin gobierno, tornando la situación totalmente insostenible; pero Espora continuaba combatiendo, aunque sus bajas eran enormes en proporción al número de tripulantes y la munición estaba casi agotada.
Apenas caídas las primeras sombras, Espora convocó una junta de guerra y se resolvió evacuar a la tripulación, la mayoría de los cuales estaban heridos; quedaron a bordo de la goleta Espora, su Segundo Comandante que era el Capitán Toll, sus respectivos asistentes y cuatro hombres que por la gravedad de sus heridas no habían podido ser transportados. Al primer destello de sol, el 30 de mayo de 1828, Espora saludó a la bandera con un disparo de cañón y de inmediato la arrió.
Espora ascendió a Coronel de Marina el 10 de octubre de 1828 y en noviembre de 1833 fue designado Comandante General de Marina, encomendándosele la Capitanía del Puerto de Buenos Aires. En julio de 1835 enfermó gravemente, falleciendo en Buenos Aires el día 25. El Almirante Brown dijo ante su cadáver: “Considero la espada de este valiente oficial una de las primeras de América y más de una vez admiré su conducta en el peligro”.
Actualmente, en su casa de Avenida Caseros al 2523 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, funciona el Museo Naval Tomás Espora. La vivienda está en lo que en aquel entonces eran Los Corrales del Sur, barrio de las afueras que fuera habitado también, y desde 1797, por la familia de Remedios de Escalada de San Martín, zona de quintas también conocida como los Altos de Escalada.
CASA TOMÁS ESPORA
Esta es la única casa de un héroe naval que aún permanece en pie gracias a los descendientes de la familia Podestá, que fueron los últimos propietarios y que en 1959 la donaron al Estado argentino para que funcione el museo. Voluntad que se cumplió a partir de 1963 cuando la Armada Argentina refaccionó y rehabilitó este edificio.
MUSEO NAVAL TOMÁS ESPORA
En la actualidad, una corbeta Meko 140 lleva el nombre del héroe naval. Fue construida en el Astillero Río Santiago y librada al servicio en julio de 1985.
Gaceta Marinera.